- ¿Cómo….?
Sigo atónita, sorprendida por no haberme dado cuenta antes
que mi padre era un ángel. Luego de haberlo abrazado y haberme sentido más
feliz que nunca, luego de haberlo observado atentamente, delineando sus
facciones tan perfectas, me detuve un instante para intentar comprender todo.
- Ya habrá tiempo para las explicaciones. Pero ahora, ¿podrías
llevarme a ver a tu madre?
Llegamos a la habitación de mi madre. Toco la puerta y la
enfermera responde. Sus ojos se enfocan en mi padre y su rostro se llena de sorpresa,
sus ojos tan amplios que parece que van a salirse.
- Él…eh…él quiere ver a mamá
Se recupera y asiente antes de dejarnos pasar. Mi madre está
durmiendo, rodeada de almohadas, su cabello expandido alrededor de su rostro y
en la cama; su rostro pálido pero pacífico. Mi padre se sienta en la silla al
lado de la cama y estira su mano para tomar la mano de mi madre entre las
suyas.
- Todos los días son noches para ver hasta verte a ti, y las
noches son días brillantes cuando los sueños me enseñan a ti – susurra mi padre
- Miguel – dice mi madre, abriendo sus ojos
- Hola, hermosa – besa su mano y la coloca contra su mejilla
- ¿Cuánto tiempo puedes quedarte?
- Lo suficiente
Ella cierra sus ojos y sonríe. Cuando los abre hay lágrimas,
pero de felicidad. Verlos así, es completamente extraño, como si mi padre nunca
nos hubiese abandonado, como si nunca hubiese existido el divorcio, la separación.
- Hola mi amor – dice mi madre, notando mi presencia
- Hola – respondo, mareada
- ¿Cómo anda tu día? – pregunta
- Bien, me acabo de enterar que mi padre es un ángel. Me está
volando la cabeza
- Me imaginé aquello
- Esto es lo que no me estabas diciendo, ¿verdad?
- He estado esperando esto por mucho tiempo. No tienes idea –
ríe – pero primero voy a necesitar dos cosas. Una taza de té y a tu hermano –
mi padre se ofrece hacer el té
Así que a mí me toca buscar a Stefano. Mi hermano está en su
habitación, como siempre, con la música a todos volumen.
- ¿No sabes tocar? – pregunta
- Lo hice, pero deberías hacerte ver tu oído
- ¿Qué quieres? – pregunta, después de bajar el volumen de la
música
- Papá está aquí
Su cara demuestra lo atónito que está.
- ¿Acabas de decir que papá está aquí?
- Acaba de llegar hace diez minutos. Sólo ven al primer piso –
digo
Encontramos a mi padre hirviendo el agua para hacer el té.
- Ahí estás – dice cuando nos ve – hola hijo
- ¿Qué estás haciendo aquí? – pregunta Stefano - ¿quién eres?
- Soy tu padre. Vamos a ver a tu madre – agrega – ella puede
explicarlo
Le toma a mi madre contar la historia todo el día porque no
tiene las fuerzas para decirlo de un solo tirón. La historia empieza en el día
del terremoto en San Francisco. Ahí es cuando mi madre y mi padre oficialmente
se conocieron. Mi madre tenía dieciséis años y fue en ese momento en que mi
padre le contó lo especial que era ella, que era un ángel de sangre. Y cuando
ella tuvo diecinueve, se casaron.
- ¿Cómo? – le pregunto
- ¿A qué te refieres? – pregunta riendo – nos presentamos en
la iglesia, dijimos las palabras, nos pusimos los anillos, nos besamos y todo
eso
- ¿Tenía permitido hacer eso? ¿Un ángel puede casarse con
quien quiera?
- Es complicado – responde mi madre – y raro, pero sí, puede
escoger a la persona
- ¿Entonces, por qué se divorciaron? ¿Por qué se fue? –
pregunta Stefano
- Un ángel no puede dejar de ser uno. Tienen tareas, actividades
que requieren constante atención. A tu padre le dieron vacaciones, un periodo
de siete años en el que podía quedarse conmigo, viviendo una vida humana. Casarse.
Ustedes nacieron, pasó tiempo con nosotros, luego tuvo que regresar.
- ¿Así que no están divorciados? – sonríe
- No, no estamos divorciados
- ¿Pero, no podías verlo?
- Me visitaba de vez en cuando. Una vez al año, a veces dos,
si teníamos suerte
- ¿No podía visitarnos a nosotros? – Stefano pregunta,
enojado - ¿a sus hijos?
- Desearía poder haberlo hecho – dice mi padre, apareciendo
en la puerta
Se sienta en la cama, al lado de mamá y toma su mano. Siempre
se están tocando, he notado eso, siempre en contacto.
- Decidimos que sería mejor si yo dejara de verlos. Por su
propio bien – dice mi padre
- ¿Por qué?
- Porque, cuando eran pequeños, era fácil para mí esconder lo
que era. No se daban cuentan de lo raro que era yo y no hacían preguntas. Pero
los he estado observando a la distancia, he estado con ustedes toda su vida, de
una manera u otra
- ¿A quién le importa si sabíamos quién eras tú? – Stefano no
se cree el cuento – tú dijiste que era por nuestra seguridad, pero esas son
tonterías. ¿Así que nuestro padre es un ángel? ¿Y, qué?
- Stefano… - mamá lo advierte
- No, está bien, es una buena pregunta – dice mi padre – esto
no se trata de mí, se trata de ti
- Miguel – susurra mamá - ¿estás seguro?
- Es tiempo, sabías que esto se venía. Soy un Intangere. Su
madre es un Dimidius, medio ángel de sangre. Eso hace que ustedes sean unos
poderosos y raros ángeles de sangre. Los llamaos los Triplare
- ¿Triplare? – repite Stefano - ¿cómo tres cuartos?
- Este es un mundo peligroso para un triplare – continúa papá
– hay un rumor de que son más ángeles que humanos y que tienen las mismas
habilidades que un ángel completo, pero con una diferencia
- ¿Cuál?
- La libre elección. Son libres de escoger su propio camino,
pero esto es peligroso porque los hace atractivos a la oscuridad. Por eso con
su madre hemos intentando alejarlos y esconder su identidad, porque la maldad
los busca
- ¿Entonces, por qué nos cuentan esto ahora? – pregunta Stefano
- Parece que ya han atrapado la atención del enemigo. No podíamos
ocultar esto por mucho, sólo queríamos que vivan como humanos el mayor tiempo
posible
Voy comprendiendo mejor las cosas.
ResponderEliminarRealmente q imaginación la escritora de esta historia, deja como latente la duda de si en verdad no estarán entre nosotros!