jueves, 2 de agosto de 2012

Santificado: Veinte

Un ángel en mi puerta (parte dos)

- ¿Cómo….?

Sigo atónita, sorprendida por no haberme dado cuenta antes que mi padre era un ángel. Luego de haberlo abrazado y haberme sentido más feliz que nunca, luego de haberlo observado atentamente, delineando sus facciones tan perfectas, me detuve un instante para intentar comprender todo.

- Ya habrá tiempo para las explicaciones. Pero ahora, ¿podrías llevarme a ver a tu madre?

Llegamos a la habitación de mi madre. Toco la puerta y la enfermera responde. Sus ojos se enfocan en mi padre y su rostro se llena de sorpresa, sus ojos tan amplios que parece que van a salirse.

- Él…eh…él quiere ver a mamá

Se recupera y asiente antes de dejarnos pasar. Mi madre está durmiendo, rodeada de almohadas, su cabello expandido alrededor de su rostro y en la cama; su rostro pálido pero pacífico. Mi padre se sienta en la silla al lado de la cama y estira su mano para tomar la mano de mi madre entre las suyas.

- Todos los días son noches para ver hasta verte a ti, y las noches son días brillantes cuando los sueños me enseñan a ti – susurra mi padre
- Miguel – dice mi madre, abriendo sus ojos
- Hola, hermosa – besa su mano y la coloca contra su mejilla
- ¿Cuánto tiempo puedes quedarte?
- Lo suficiente

Ella cierra sus ojos y sonríe. Cuando los abre hay lágrimas, pero de felicidad. Verlos así, es completamente extraño, como si mi padre nunca nos hubiese abandonado, como si nunca hubiese existido el divorcio, la separación.

- Hola mi amor – dice mi madre, notando mi presencia
- Hola – respondo, mareada
- ¿Cómo anda tu día? – pregunta
- Bien, me acabo de enterar que mi padre es un ángel. Me está volando la cabeza
- Me imaginé aquello
- Esto es lo que no me estabas diciendo, ¿verdad?
- He estado esperando esto por mucho tiempo. No tienes idea – ríe – pero primero voy a necesitar dos cosas. Una taza de té y a tu hermano – mi padre se ofrece hacer el té

Así que a mí me toca buscar a Stefano. Mi hermano está en su habitación, como siempre, con la música a todos volumen.

- ¿No sabes tocar? – pregunta
- Lo hice, pero deberías hacerte ver tu oído
- ¿Qué quieres? – pregunta, después de bajar el volumen de la música
- Papá está aquí

Su cara demuestra lo atónito que está.

- ¿Acabas de decir que papá está aquí?
- Acaba de llegar hace diez minutos. Sólo ven al primer piso – digo

Encontramos a mi padre hirviendo el agua para hacer el té.

- Ahí estás – dice cuando nos ve – hola hijo
- ¿Qué estás haciendo aquí? – pregunta Stefano - ¿quién eres?
- Soy tu padre. Vamos a ver a tu madre – agrega – ella puede explicarlo

Le toma a mi madre contar la historia todo el día porque no tiene las fuerzas para decirlo de un solo tirón. La historia empieza en el día del terremoto en San Francisco. Ahí es cuando mi madre y mi padre oficialmente se conocieron. Mi madre tenía dieciséis años y fue en ese momento en que mi padre le contó lo especial que era ella, que era un ángel de sangre. Y cuando ella tuvo diecinueve, se casaron.

- ¿Cómo? – le pregunto
- ¿A qué te refieres? – pregunta riendo – nos presentamos en la iglesia, dijimos las palabras, nos pusimos los anillos, nos besamos y todo eso
- ¿Tenía permitido hacer eso? ¿Un ángel puede casarse con quien quiera?
- Es complicado – responde mi madre – y raro, pero sí, puede escoger a la persona
- ¿Entonces, por qué se divorciaron? ¿Por qué se fue? – pregunta Stefano
- Un ángel no puede dejar de ser uno. Tienen tareas, actividades que requieren constante atención. A tu padre le dieron vacaciones, un periodo de siete años en el que podía quedarse conmigo, viviendo una vida humana. Casarse. Ustedes nacieron, pasó tiempo con nosotros, luego tuvo que regresar.
- ¿Así que no están divorciados? – sonríe
- No, no estamos divorciados
- ¿Pero, no podías verlo?
- Me visitaba de vez en cuando. Una vez al año, a veces dos, si teníamos suerte
- ¿No podía visitarnos a nosotros? – Stefano pregunta, enojado - ¿a sus hijos?
- Desearía poder haberlo hecho – dice mi padre, apareciendo en la puerta

Se sienta en la cama, al lado de mamá y toma su mano. Siempre se están tocando, he notado eso, siempre en contacto.

- Decidimos que sería mejor si yo dejara de verlos. Por su propio bien – dice mi padre
- ¿Por qué?
- Porque, cuando eran pequeños, era fácil para mí esconder lo que era. No se daban cuentan de lo raro que era yo y no hacían preguntas. Pero los he estado observando a la distancia, he estado con ustedes toda su vida, de una manera u otra
- ¿A quién le importa si sabíamos quién eras tú? – Stefano no se cree el cuento – tú dijiste que era por nuestra seguridad, pero esas son tonterías. ¿Así que nuestro padre es un ángel? ¿Y, qué?
- Stefano… - mamá lo advierte
- No, está bien, es una buena pregunta – dice mi padre – esto no se trata de mí, se trata de ti
- Miguel – susurra mamá - ¿estás seguro?
- Es tiempo, sabías que esto se venía. Soy un Intangere. Su madre es un Dimidius, medio ángel de sangre. Eso hace que ustedes sean unos poderosos y raros ángeles de sangre. Los llamaos los Triplare
- ¿Triplare? – repite Stefano - ¿cómo tres cuartos?
- Este es un mundo peligroso para un triplare – continúa papá – hay un rumor de que son más ángeles que humanos y que tienen las mismas habilidades que un ángel completo, pero con una diferencia
- ¿Cuál?
- La libre elección. Son libres de escoger su propio camino, pero esto es peligroso porque los hace atractivos a la oscuridad. Por eso con su madre hemos intentando alejarlos y esconder su identidad, porque la maldad los busca
- ¿Entonces, por qué nos cuentan esto ahora? – pregunta Stefano
- Parece que ya han atrapado la atención del enemigo. No podíamos ocultar esto por mucho, sólo queríamos que vivan como humanos el mayor tiempo posible

1 comentario:

  1. Voy comprendiendo mejor las cosas.
    Realmente q imaginación la escritora de esta historia, deja como latente la duda de si en verdad no estarán entre nosotros!

    ResponderEliminar