domingo, 5 de agosto de 2012

Santificado: Veintitrés

Día D (parte uno)

Me levanto antes del amanecer con una extraña sensación, como un deja vu. Apenas me siento en la cama, voy de frente a la habitación de mi madre. La enfermera sale del mismo y me mira con tristeza.

- Hoy día – dice

Todos los reunimos dentro del cuarto: Stefano, sus ojos nunca dejan de mirar el rostro de mi madre; Emi de pie en la esquina sin decir palabra alguna, pero cuando mi madre la mira, ella sonríe. Mi padre está al pie de la cama, contando algunos chistes sobre ángeles. Es confortante tenerlo con nosotros, sólo ha estado una semana con nosotros pero ya lo siento parte de mí, con su felicidad, su rectitud, su raro sentido del humor que encaja perfecto con mi madre. Y ahí estoy yo, sosteniendo la mano de mi madre, esperando. Todos esperando.

- Todos están tan serios – susurra - ¿alguien va a morir?

Luego, deja de hablar porque le toma mucho esfuerzo. Duerme bastante y vemos como va subiendo y bajando su pecho. Tengo que ir al baño con urgencia pero tengo miedo de abandonar la habitación. ¿Qué pasa si se va mientras yo no estoy? Así que me quedó ahí, cruzando mis piernas y aguantando. Hasta que toma un gran respiro y abre sus ojos. Mira a mi padre y él alcanza su mano libre y besa su muñeca. Ella mira alrededor, sin mover su cabeza, tan solo sus ojos. Sus labios se mueven.

- Hermoso – creo que dice

Luego me distraigo por un minuto porque mi padre desaparece. En frente de nuestros ojos. Me toma un momento darme cuenta que mi madre también se ha ido. Es tan silencioso. Todos estamos aguantando la respiración, mi madre está recostada en las almohadas con sus ojos cerrados, pero ella ya no está ahí, su pecho ya no se mueve, su corazón a dejado de latir. Su cuerpo está aquí, pero ella se ha ido.

- Amen – dice Emi

Stefano se pone de pie con brusquedad, su rostro parece una máscara, sus labios estrechos, sus cejas casi juntas. Una sola lágrima cae por su mejilla y furiosamente se la quita antes de salir de la habitación. Algo empieza a surgir en mi pecho, no un sonido pero un terrible dolor algo que me hace pensar que mi corazón va a explotar.

- Emi… - la llamo desesperadamente
- Sólo respira, Mar. Respira –dice, mientras toca mi hombro

Me concentro en respirar, no sé por cuanto tiempo, pero Emi me ayuda.

- No quiero dejarla ir – susurro
- Lo sé – dice Emi – pero ya no la estás sosteniendo, sabes que ella ya no está ahí

Luego de un breve silencio, el teléfono empieza a sonar, cada minuto, y luego el timbre y la gente empieza a entrar. Al principio siento que es mi deber saludarlos, agradecerles por su simpatía. Pero, Emi nota mi dolor, aquel que no se va de mi pecho.

- ¿Por qué no vas arriba? No tienes que estar aquí para estar personas. Me encargaré de ello
- Está bien – no sé qué haré arriba, pero es mejor que estar aquí

Cuando llego a mi habitación encuentro a Thiago sentado afuera de mi ventana.

¿Cuándo llegaste aquí? – susurro en su mente
Más temprano. Como a las nueve. Te dije que estaría aquí, aunque puedes ignorarme. Lo que quieras
- Quiero tomar una siesta
- Está bien. Estaré aquí

Me recuesto encima de las sábanas y volteo mi rostro hacia la pared. Debería llorar, pienso. No he llorado todavía. ¿Por qué? He estado llorando por pequeñas cosas todo el tiempo y cuando muere mi madre, ni una sola lágrima. Cierro mis ojos y cuando los vuelvo a abrir han pasado dos horas. Thiago sigue afuera y tengo la urgencia de llamarlo, pedirle que se recueste conmigo. Como lo hizo antes, la noche que se enteró sobre la regla de los ciento y veinte años. Excepto que esta vez no quisiera que me toque o me hable. Pero tal vez estando cerca de él sienta algo y llore y así el dolor se irá.

Él voltea su cabeza y se encuentra con mis ojos, puede escucharme. Pero no le pido que entre. Recién en la tarde, Thiago se pone de pie sin decir palabra alguna y se va volando. Luego hay un toque en mi puerta y Peter ingresa.

- Ey

Salgo de mi cama y me aprieto en sus brazos. Él me abraza y presiona mi cabeza en su pecho, dice algo pero no lo escucho. ¿Por qué no puedo llorar?

- Vine apenas me enteré – dice, alejándose apenas

Hubiera llamado a Peter apenas sucedió, por supuesto, pero él estaba en el colegio y no tenía la energía para sacarlo de ahí.

- ¿Todo el colegio lo sabe?
- Casi todos. ¿Estás bien?

No sé cómo responder.

- Estaba durmiendo

Me desenredo de sus brazos y me siento en la cama. Es difícil mirarlo mientras él intenta encontrar mis ojos.

- Nunca había estado aquí antes – dice, mirando alrededor – es lindo, va contigo – aclara su garganta – Cande está abajo, te trajimos un pastel de chocolate que mi madre quiso mandar, además de un poco de pollo
- Gracias – digo
- Es un buen pastel. ¿Quieres que traiga a Cande?
- Aún no – lo miro - ¿Podrías simplemente….abrazarme por un momento? – se ve aliviado, finalmente algo que puede hacer

Se sienta en la cama, detrás de mí y me estrecha en sus brazos, su mano recostada en mi cadera. No siento nada. Creo que no siento nada. Solo respiro, afuera y adentro, afuera y adentro. Peter acaricia mi cabella. Hay algo tan dulce de su gesto, es como si estuviera susurrando un Te Amo.

Yo también te amo, le mando aunque sé que no lo va a escuchar. Pero no siento amor, lo digo porque sé que es verdad, pero no lo siento. Estoy muy mareada para eso. No merezco su amor, pienso. 

3 comentarios:

  1. No me gusta como se esta dando esto!! No quiero q dude del amor q siente por peter, la quiero con peter je! Más!

    ResponderEliminar
  2. woooow quedo demasiado buenaaa :D
    por un lado quiero que este con tiago y por otro no ya que prefiero mil veces a peter pero obvio se complicaran las cosas entre los 2 ya que lali es un angel =/
    sube mas

    ResponderEliminar
  3. ufff me harta la lali con dudas odio q dude del amor de peter ...no quiero q lo haga sufrir los quiero juntos

    ResponderEliminar