-¿Y? – preguntó Cande - ¿Qué
dijo?
-Nada. Le dije que no nos moleste
y se fue
-Ni siquiera se veía molesto
cuando se fue – dijo Pablo – sea lo que le hayas dicho, parece que funcionó
-Muy mal – dijo Cande – esperaba un
poco de emoción
-¿Estamos listos para jugar? –
preguntó Pablo – me está provocando una pizza
-Sí, si Jaime regresa – dijo Cande
– empiezo a creer que tal vez no le caemos bien. Siempre desaparece
-¿Estás bromeando? Él las ama –
dijo Pablo, con demasiado entusiasmo – sólo que es tímido con las personas que
recién conoce. Iré a buscarlo, no se vayan
Apenas Cande y yo estuvimos solas,
la fulminé con la mirada.
-Sabes que voy a matarte,
¿verdad?
Cande alzó sus manos y dio un
paso hacia atrás.
-Te estaba haciendo un favor. Le
gustas a Pablo y después que te fuiste le dije que tienes como a diez chicos
llamándote todos los días. Deberías de haber visto su rostro, lleno de celos –
gruñí
-Necesito algo – dije, mirando
hacia la puerta
-Necesitas a Pablo
-No, necesito azúcar, mucho,
demasiado. Necesito algodón de azúcar
En realidad lo que necesitaba,
era quitarme a Peter de encima. Particularmente lo del habla por la mente. ¿Cómo lo hacía? A menos que…lo haya imaginado.
-Ya me provocaste – dijo Cande –
vi a un vendedor en la entrada al parque. Me quedaré aquí así Jaime y Pablo no
creen que nos escapamos, y tú puedes ir a buscar el algodón
Afuera, caminé hacia la entrada,
pero cuando encontré al vendedor de algodón, me distraje por el juego del
Arcángel. Me preguntaba por qué Peter me quería ver. Sin poder contenerme, me
vi a mí misma caminando hacia el juego. Mantuve mi mirada en el Arcángel,
mientras una montaña rusa funcionaba, dando vueltas. De pronto me sentí
mareada. La sensación regresó, aquel frío que recorría mi cuello, como si
alguien me estuviese observando.
Miré hacia ambos lados, no había
nada anormal. Me volteé ciento y ochenta grados, una pequeña figura estaba
escondida entre los árboles. Apenas lo vi, la figura se volteó y desapareció en
la oscuridad. Con mi corazón latiendo desaforado, caminé entre la multitud. Miré
de nuevo hacia atrás, nadie me seguía. Cuando volví la vista hacia adelante, me
golpeé contra alguien.
-¡Perdón! – balbuceé
Peter me sonrió.
-Soy difícil de resistir
-Déjame en paz – intenté alejarme
de él, pero me sostuvo por el hombro
-¿Qué sucede? Parece que estás a
punto de vomitar
-Tienes ese efecto en mí – rió
-Deberías de tomar algo
Aún me tenía por el hombro así
que me jaló hacia una carretilla de limonada.
-¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí
– corrió un mechón de pelo
-Amo tu pelo, me encanta cuando
está fuera de control. Es como ver un lado de ti que necesita salir más seguido
-Tengo que irme – dije,
alejándome – Cande me está esperando. Supongo que te veré el lunes en clase
-Súbete al Arcángel conmigo
Alcé la vista hacia el juego.
Había gritos estridentes mientras los carros daban vueltas.
-Dos personas en un asiento –
sonrió
-No
-Si sigues escapándote de mí,
nunca vas a entender lo que realmente sucede
Ese comentario debió hacerme
correr, pero no lo hizo. Es como si Peter supiera exactamente qué decir para
tocar mi curiosidad. Exactamente qué decir, en el momento exacto.
-¿Qué sucede? – pregunté
-Sólo hay una manera de saberlo
-No puedo. Tengo miedo a las
alturas. Además, Cande está esperando
Sólo que esa altura ya no me
asustaba. De una manera absurda, estar con Peter me hacía sentir segura.
-Sí subes y te quedas sin gritar
durante todo el viaje, le diré al entrenador que nos cambie de asiento
-Ya lo intenté, no quiere
-Puede que sea más convincente
que tú
-Yo no grito – dije
Desafiándolo, me puse en la cola
del juego.
-No te había visto antes por aquí
– dijo Peter
-¿Vienes mucho aquí?
-Tengo una historia con este
lugar
-Déjame adivinar – dije – jugaste
hockey aquí antes de ir al colegio el año pasado – dije, sarcásticamente
-Responder eso significaría una
luz en mi pasado. Y prefiero mantenerlo en la oscuridad
-¿Por qué? ¿Qué hay de malo con
tu pasado?
-No creo que ahora sea un buen
momento para hablar de ello. Mi pasado puede que te asuste
Se acercó y nuestros brazos se
tocaron. Aquello produjo una conexión que hizo que mis vellos se ericen.
-Las cosas que tengo que confesar
no son la clase de cosas que le cuentas a tu compañera de biología – dijo
Hubo un silencio en el que nos
dedicamos a seguir avanzando, antes de que nos toque subir a los carros o
vagones. Peter escogió al fondo, siendo los últimos de toda la fila en la
montaña rusa.
-Tu pasado no me asustará – dije,
poniéndome el cinturón
Los carros empezaron a moverse
hacia adelante, empezando a subir una cuesta.
-Te ves pálida – me dijo
No dije nada, a pesar que me
estaba mareando. En la punta de la montaña, hubo un momento de duda. Podía ver
a millas de distancia, la ciudad en completa oscuridad, y un par de luces que
la iluminaban. Sin querer, miré a Peter; tenía que aceptar que estaba feliz de
tenerlo a mi lado, sino me desmayaría. Él lanzó una sonrisa.
-¿Asustada, Ángel?
Me agarré con fuerza de la
baranda del frente antes de que caigamos hacia abajo con fuerza. Empezamos a ir
hacia la izquierda, luego a la derecha. Dentro de mí, sentía mis órganos subir
y bajar con el viaje. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no
se moviera. Fue ahí cuando me di cuenta que mi cinturón se había soltado.
Intenté gritarle a Peter, pero mi
voz se había ido. Sentí un vacío en el estómago y solté una mano de la barra,
intentando asegurar el cinturón con la otra. El carro volteó a la izquierda y
me golpeé contra Peter, chocándome con él tan fuerte que me dolió. Luego fue
muy tarde. El auto dobló a la derecha y sentí el pánico recorrer mi cuerpo. Mi
hombro izquierdo chocó contra la puerta y ésta se abrió. Salí disparada del
auto mientras el juego seguía en movimiento. Caí entre la pista del juego e intenté
sostenerme de algún palo de metal. Pero mis manos no encontraron nada y empecé
a caer hacia el suelo. Abrí mi boca para gritar.
Pero, lo siguiente que supe, es
que el juego se detuvo. Mis brazos dolían por lo fuerte que Peter me había sostenido.
-A eso sí que le llamo un grito –
dijo, sonriéndome
Mareada, vi cómo se ponía una
mano en su oreja, como si aún le doliese. Sin entender nada de lo que había
pasado, miré el cinturón de seguridad. Estaba completamente seguro por encima
de mi cintura.
-Mi cinturón… - empecé a decir –
pensé…
-¿Pensaste qué? – preguntó Peter
-Pensé…qué me había salido del
carro. Literalmente pensé que…iba a morir
-Creo que ese es el punto
Mis brazos temblaban al igual que
mis piernas y cuerpo.
-¿Adivina qué? Seguiremos siendo
compañeros – bromeó Peter y sentí la victoria en su voz
-El Arcángel – murmuré
-Significa un ángel de alta
jerarquía – noté la burla en su voz – mientras más alto estés, más fuerte la
caída
Empecé a abrir mi boca,
intentando comprender cómo es que en un momento había estado a punto de morir y
un segundo después, estaba completamente segura en el carro. Pero, preferí
guardar aquellos pensamientos.
Es genial, me encanta más!
ResponderEliminarojala lali se de cuenta que peter era un angel o lo es :D
ResponderEliminarme encanto
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