Caminé entre la multitud dentro del arcade. Cuando visualicé las mesas fútbol de mesa, Cande no estaba en ninguna de ellas. Ni Pablo o Jaime.
-Parece que se fueron – dijo
Peter – parece que necesitas que alguien te lleve a casa
-Cande no me dejaría – dije,
poniéndome de puntas de pie para mirar entre la multitud – probablemente estén
jugando tenis de mesa
Caminé de nuevo, buscando a mis
amigos, mientras Peter me seguía por detrás, tomando una gaseosa que se había
comprado en el camino. No había rastro de Cande o Pablo en el tenis de mesa.
-Tal vez están en las máquinas de
paintball – sugirió Peter
Definitivamente se estaba
burlando de mí. Sentí que me enrojecía apenas.
-¿Segura que no quieres un trago?
– preguntó Peter, señalando la gaseosa
Miré la gaseosa y después a
Peter. Sólo porque mi sangre se calentaba al pensar en poner mi boca dónde
había estado la suya no significaba que tenía que decírselo. No le hice caso y
busqué en mi cartera mi celular. La pantalla en mi celular estaba negra y no
quería prenderse. No entendía cómo es que la batería estaba muerta cuando la
había cargado antes de salir de casa.
-Mi oferta sigue en pie – dijo
Peter, cuando me vio desesperada
Aún estaba preocupada por lo que
había pasado en el Arcángel, y no importaba cuántas veces intentase disipar el
pensamiento, que la imagen se repetía en mi cabeza. Era la cosa más terrorífica
por la que había pasado. Estaba cayendo y luego el juego había terminado. Era
loco el hecho de que sólo yo había notado aquello. Ni siquiera Peter, que había
estado a mi lado.
-Su auto. Probablemente ella me
esté esperando en el estacionamiento – agregué
Treinta minutos después de
revisar el estacionamiento, me di cuenta que el auto no estaba por ningún lado.
No podía creer que Cande se había ido sin mí.
-¿Aún tienes otra opción? –
preguntó Peter
Me mordí el labio, pensando en
alternativas. No las tenía. Desafortunadamente, no estaba segura si estaba
lista para aceptar la oferta de Peter. Esta noche había una potente mezcla de
peligro, amenaza y misterio, todo junto. Finalmente, solté un bufido y recé,
deseando no estar cometiendo un error.
-Me llevarás directamente a casa
– dije
-Si es lo que quieres
Estaba por preguntarle si había
notado algo extraño en el Arcángel, cuando me detuve. Tenía demasiado miedo de
preguntar. ¿Y sí no me había caído? ¿Si había imaginado todo? ¿Si estaba viendo
cosas que realmente no estaban pasando? Primero el chico con la máscara. Ahora
esto. Estaba casi segura que Peter hablándome por la mente era real, ¿pero,
esto? No estaba muy segura.
Peter caminó entre el
estacionamiento, mientras yo lo seguía. Hasta que llegamos a su moto. Él se
subió y señaló el asiento detrás de él.
-Súbete
-Linda moto – dije
Era mentira. Nunca había estado
en una moto antes y no creía que eso había cambiado esa noche. Encima que la
moto se veía como la muerte.
-Me gusta la sensación del viento
sobre mi cara – continué, esperando disipar el terror
Sólo había un casco y él me lo dio.
Tomándolo, subí una pierna por encima de la moto y me di cuenta de lo insegura
que me sentía. Me puse el casco y lo ajusté.
-¿Es difícil conducir? – pregunté
En realidad, mi pregunta era, ¿Es seguro?
-No – dijo Peter, respondiendo
ambas preguntas antes de reír suavemente – estás tensa. Relájate
Cuando salió del estacionamiento,
la explosión de movimiento me chocó. Me estaba agarrando demasiado fuerte de su
camisa para mantener el balance. Luego, tuve que envolver mis brazos alrededor
de él, como si fuera un abrazo de oso.
Cuando llegamos a casa, Peter
estacionó la moto en la vereda y bajó de la misma. Yo me quité el casco y abrí
mi boca para decir algo como Gracias por
traerme, te veo el lunes. Pero las palabras se disolvieron cuando Peter
cruzó la pista y se acercó a mi puerta. No podía pensar bien lo que estaba
haciendo. ¿Me quería llevar hasta mi puerta? Casi improbable. ¿Entonces, qué?
Caminé hacia él. Observé, entre confundida y nerviosa, mientras sacaba un par
de llaves familiares de su bolsillo y la insertaba en la puerta de mi casa.
-Dame mis llaves – dije, cuando
me di cuenta que las había sacado de mi bolso
-Se te cayeron en el arcade
cuando estabas buscando tu celular – dijo
-No me importa dónde se me
cayeron. Devuélvemelas
Peter alzó sus manos, reclamando
inocencia, y se alejó de la puerta. Se inclinó contra la pared y me observó
mientras abría la puerta. Intenté mover la llave, pero no se podía.
-La atascaste – dije – inténtalo,
está atorada
Con un chasquido, movió la llave.
Con su mano posicionada en la manija, alzó sus cejas como diciendo, ¿Puedo?
-Adelante, no vas a encontrarte
con nadie. Estoy sola en casa
-¿Toda la noche?
Inmediatamente, me di cuenta que
no había sido muy inteligente decir eso.
-Dorotea llegará pronto – era una
mentira
-¿Dorotea?
-Nuestra ama de llaves. Es vieja,
pero fuerte. Muy fuerte
-Suena aterrador – dijo, sacando
la llave y dándomela
-Ella puede limpiar el baño en un
minuto. Más que aterrador
Tomando la llave, me adelanté
hacia adentro, con la intención de cerrar la puerta. Pero, cuando lo quise
hacer, Peter colocó sus brazos en el marco de la puerta.
-¿No me vas a invitar? – preguntó
– es tarde, debes de estar hambrienta
-No. Sí, quiero decir, sí pero…
De pronto, él ya estaba adentro.
Tomé tres pasos y él inmediatamente cerró la puerta con su pie.
-¿Te gusta la comida mexicana? –
preguntó
-Yo… - ¡me gustaría saber qué
haces en mi casa!
-¿Tacos?
-¿Tacos? – repetí
-Tomate, lechuga, queso
-¡Sé que es un taco!
Antes que pueda detenerlo, me
pasó. Al final del pasillo, dobló a la izquierda, hacia la cocina. Se dirigió
al lavadero y abrió el agua, colocando lavavajillas en sus brazos y lavándoselos.
Luego, abrió el refrigerador y empezó a sacar los ingredientes como salsa,
queso, lechuga y tomate. Después, buscó entre los cajones y sacó un cuchillo.
Estaba a punto de entrar en pánico al ver a Peter con un cuchillo, cuando algo
más trajo mi atención. Tomé dos pasos hacia adelante y miré mi reflejo en el
pequeño espejo que había colgado. ¡Mi cabello! Parecía como si hubiese pasado
un temblor en mi cabeza. Coloqué una mano en mi cabeza.
-¿Tu cabello rojo es natural? –
preguntó Peter, sonriendo
-No tengo cabello rojo
-Odio decírtelo, pero es rojo
-Es marrón. Es la luz – dije
-Sí, tal vez sean las bombillas –
sonrió más amplio
-Volveré enseguida – dije,
saliendo rápido de la cocina
Subí a mi habitación y me hice
una cola de caballo. Y, con eso, junté mis pensamientos. No estaba
completamente cómoda con Peter rondando libremente por mi casa, armado con un
cuchillo. Y mi madre me mataría si descubría a Peter dentro cuando Dorotea no
estaba. Cuando bajé de nuevo, lo encontré aún en su tarea, sólo que un cuchillo
más grande y filudo. Y como si oyera mis pensamientos, alzó el cuchillo,
examinándolo. MI estómago se retorció.
-Baja el cuchillo – dije, calmada
Peter me miró y luego al
cuchillo. Después de un minuto, lo puso en la mesa.
-No voy a hacerte daño, Lali
-Eso es ….aliviador – intenté decir,
pero mi garganta estaba seca y apretada
-Ven aquí. Te enseñaré cómo hacer
tacos
No me moví. Había un brillo en
sus ojos que me hacía pensar que debía tenerle miedo y lo tenía. Pero ese miedo
era igual a algo atractivo. Había algo extremadamente inquietante al estar
cerca de él. En su presencia, no confiaba en mí misma.
-¿Qué te parece un trato? Ayúdame
a hacer tacos y responderé alguna de tus preguntas
-¿Mis preguntas?
-Sé que sabes a qué me refiero
Sabía exactamente a qué se
refería. Me estaba dando un vistazo a su mundo privado. Un mundo dónde podía
hablar en mi mente. De nuevo él sabía exactamente qué decir, en el momento
exacto. Sin decir nada, me moví a su lado. Deslizó la tabla de cortar en frente
de mí.
-Primero – dijo, colocándose
detrás de mí y poniendo sus manos en la mesada, justo al lado de mis manos –
escoge tu tomate – alzó su cabeza y colocó su boca en mi oreja. Su aliento era
caliente, erizando mi piel – bien. Ahora coge el cuchillo
-¿El cocinero siempre se coloca
tan cerca? – pregunté, sin saber bien si me gustaba su cercanía o no
-Cuando está revelando secretos
culinarios, sí. Sostén el cuchillo como si lo quisieras agarrar
-Lo estoy haciendo
-Bien – dando un paso hacia
atrás, evaluó mi posición y creí ver una sonrisa secreta – cocinar no es
difícil. Es algo que está dentro de uno. Como la química. ¿Crees que estás
lista para química?
Presioné el cuchillo contra el
tomate y lo dividí en dos.
-Dímelo tú. ¿Estoy lista para la
química?
Peter hizo un sonido que no pude
descifrar y sonrió. Después de la cena, Peter llevó los platos al lavadero.
-Yo lavo, tú secas – cogió el
secador y lo lanzó divertido hacia mí
-Estoy lista para hacerte esas
preguntas – dije – empezando por la noche en la biblioteca. ¿Me seguiste….?
Me detuve. Peter se inclinó
contra la mesada. Su cabello se salía apenas de su gorra. Una sonrisa se
posicionó en su boca. Mis pensamientos se disolvieron y uno nuevo se colocó en
mi mente. Lo quería besar. Ahora mismo.
Peter arqueó sus cejas.
-¿Qué?
-Eh…nada. Tú lavas, yo seco
No me tomó mucho tiempo el
terminar con los platos y cuando lo hicimos, nos encontramos los dos muy cerca
al lavadero. Peter se movió para quitarme el secador de mis manos y nuestros
cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió, sosteniéndonos a la frágil
conexión que nos unía. Yo retrocedí primero.
-¿Asustada? – preguntó
-No
-Mentirosa – se me aceleró el
pulso
-No te tengo miedo
-¿No?
-Tal vez es que estoy con miedo
de… - dije sin pensar – tal vez es sólo que tengo miedo de…de….
-¿De qué te guste?
-Sí – me di cuenta muy tarde de
lo que había confesado – quiero decir, ¡no! Definitivamente no. ¡No es lo que
intentaba decir!
Peter rió suavemente.
-La verdad es que, parte de mí
definitivamente no está cómoda contigo – dije
-¿Pero?
-Pero al mismo tiempo siento una
atracción peligrosa hacia ti – Peter sonrió - eres demasiado engreído –
agregué, empujándolo apenas
Atrapó mi mano contra su pecho y
bajó la manga de mi blusa por debajo de mi muñeca, cubriendo mi mano con ella.
Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga. Sostuvo mi blusa por los puños,
mis manos capturadas. MI boca se abrió en protesta. Acercándome hacia él, no se
detuvo hasta que estuve directamente en frente. De pronto me alzó encima de la
mesada. Mi rostro estaba a la altura del suyo. Me miró con una sonrisa y fue ahí
cuando me di cuenta que este momento formaba parte de mi fantasía de hace días.
-Quítate la gorra – dije
Volteó la misma, colocando la
visera para atrás. Abrí mis piernas, colocándolas al lado de su cuerpo. Algo
dentro de mí me estaba diciendo que me detenga, pero dejé esa voz detrás de mi
mente. Colocó sus manos al lado de mi cadera. Inclinado su cabeza hacia un
lado, se acercó. Su aroma, me abrumó.
Inhalé dos veces. No. Esto no
estaba bien. No con Peter. Él daba miedo. De una buena manera, sí. Pero
también de una mala.
-Deberías irte – dije como pude –
definitivamente deberías irte
-¿Irme aquí? – su boca estaba en
mi hombro - ¿o aquí? – se movió hacia mi cuello
Mi cerebro no podía procesar
ningún pensamiento lógico. La boca de Peter estaba subiendo, hacia mi mentón,
gentilmente chupando mi piel….
-Mis piernas se están quedando
dormidas – balbuceé, lo que era completamente mentira
-Puedo resolver eso – las manos
de Peter apretaron mi cadera
De pronto, mi celular sonó. Salté
ante el sonido y lo saqué de mi bolsillo.
-Hola, mi amor – dijo mi madre,
alegre
-¿Puedo llamarte después?
-Claro. ¿Qué sucede? – cerré el
celular
-Necesitas irte – le dije a Peter
– ahora mismo
Volteó su gorra. Su boca era lo
único que podía ver ahora, curvada en una sonrisa.
-No estás usando maquillaje
-Me debo de haber olvidado
-Dulces sueños
-Claro. No hay problema - ¿qué
había dicho?
-Sobre la fiesta de mañana….
-Lo pensaré
Peter colocó un pedazo de papel
en mi bolsillo, mandando sensaciones calientes por mis piernas.
-Aquí está la dirección. Te
buscaré. Ven sola
Un momento después, escuché la
puerta cerrarse detrás de él. Un sonrojo cubrió mis mejillas. Me incliné contra
la mesada, tomando cortos y profundos respiros.
Es muy interesante esto, es como que el la puede "manipular" Más!
ResponderEliminarPeter la cuidara en la noche?? xD
ResponderEliminary que manipulador peter jajajjajaja
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