martes, 14 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Uno


Caminé hacia la clase de biología y apenas entré, mi boca se abrió ante la sorpresa. Misteriosamente, al lado de la pizarra, estaba la Barbie hablando con Ken a su lado. Arriba de ellos, escrito con tiza, estaba la invitación:

Bienvenidos a la reproducción humana (Sexo)

A mi lado, estaba Cande, que no dudó en hablar.

- Este es exactamente el motivo por el que el colegio no permite celulares con cámara. Si descubren este tipo de cosas, anularán la asignatura y luego tendríamos esta hora libre para hacer algo productivo, como recibir tutorías de los chicos guapos mayores que nosotras
- Qué raro, Can – dije – puedo jurar que has estado buscando eso desde que empezó el semestre
- Esta clase no va a enseñarme nada que yo todavía no sepa
- ¿Cande? ¿Cómo ser virgen?
- No tan alto – me guiñó el ojo

La campana inmediatamente sonó y ambas nos sentamos en nuestros sitios, que estaban uno al lado del otro, en una mesa compartida. El entrenador Mario ingresó al salón y sopló el pito que llevaba colgado con una cadena. El enseñaba biología y a la vez entrenaba al equipo de básquet.

- ¡Siéntense! Puede  que no crean que el sexo sea más que un viaje de quince minutos en la parte trasera de un auto. Es ciencia. ¿Y, qué es la ciencia?
- Aburrimiento – dijo un chico
- La única clase que estoy reprobando – dijo otro
- ¿Lali? – preguntó el entrenador, mirándome
- El estudio de algo – dije
- ¿Qué más? – dijo, acercándose a mí y apuntándome con un dedo
- El conocimiento adquirido a través de la experimentación y observación
- En tus propias palabras – me mordí apenas la lengua, buscando un sinónimo
- La ciencia es una investigación
- Así es – dijo el entrenador – la ciencia requiere que nos transformemos en espías

Visto de esa manera, casi sonaba divertido. Pero he estado en esta clase lo suficiente para saber que no es así.

- Lali, has estado sentándote con Candela desde el inicio del año – dijo el entrenador, volviendo su atención en mí – y están juntas en todo – agregó y yo asentí – así que supongo que saben mucho acerca de la otra
Cande golpeó suavemente mi pierna por debajo de la mesa, sé lo que estaba pensando, que el entrenador no tenía ni idea de lo que nos conocíamos una a la otra. Nos contamos todo, Cande es la gemela que nunca tuve. Es flaquita, de cabello castaño y ondulado. Yo, en cambio, soy petiza, pero nos parecemos en color de ojos y cabello. Hay un lazo invisible que nos une, desde que hemos nacido.
- De hecho, apuesto a que todos ustedes conocen a la persona que está a su lado. Escogieron aquellos asientos por una razón, ¿verdad? Familiaridad. Qué mal que las mejores investigaciones y trabajos evitan la familiaridad. Por lo que hoy, crearemos nuevos asientos.

Abrí mi boca para protestar, pero Can me ganó.

- ¿Qué rayos? Es Abril y casi el final del año. No puedes decidir esta clase de cosas ahora
- Yo puedo decidir esto hasta el último día del semestre. Y si repruebas la clase, estarás de regreso el próximo año, dónde haré esto de nuevo – hay un silencio en el que Cande se dedica a fulminar con la mirada al entrenador – cada pareja sentada al lado izquierdo de la mesa, muévase un asiento. Aquellos en la primera fila, sí, incluyéndote a ti Candela, muévanse al fondo de la clase

Cande guardó su cuaderno dentro de su mochila y la cerró. Me mordí el labio y me despedí de ella con un ligero movimiento de mano. Luego me volteé lentamente, verificando la parte de atrás de la clase. Conocía los nombres de todos mis compañeros…excepto el de uno. El transferido. El entrenador nunca lo llamaba y él prefería que fuese de esa manera. Él colocó su libro en mi mesa y se sentó en la antigua silla de Cande.

- Hola. Soy Lali – dije, con una sonrisa

Sus ojos grises se encontraron con los míos y las esquinas de su boca se alzaron apenas. Mi corazón empezó a latir rápidamente y sentí una especie de oscuridad que llenaba mi cuerpo. Su sonrisa no era amistosa, era una que gritaba problemas. Me concentré en la pizarra, antes que el entrenador continúe.

- La reproducción humana puede ser un tema…
- ¡Qué asco! – gruñeron un par de estudiantes
- Requiere de madurez. Y como toda ciencia, la mejor aproximación es aprender como si fuesen detectives. Así que para el resto de la clase, practiquen esta técnica al descubrir lo más que puedan sobre su nuevo compañero. Mañana, traigan un papel escrito con sus descubrimientos. Créanme que voy a estar revisando que lo hayan hecho ustedes. Quiero ver real interacción y trabajo en equipo.

Me concentré en el reloj de la pared y agarré mi lápiz con la otra mano. Coloqué mi codo en la mesa y mi mentón en el  puño de mi mano. Solté un bufido. Genial, a este paso reprobaría. Tenía mis ojos mirando hacia adelante, pero escuché el suave movimiento de su lápiz. Él estaba escribiendo, y quería saber qué. Diez minutos estando sentados juntos no eran suficientes para que él hiciera suposiciones sobre mí.

- ¿Qué escribes? – pregunté
- Así que hablas español – dijo, mientras escribía

Me incliné cerca de él mientras intentaba leer lo que había escrito, pero él dobló el papel por la mitad.

- ¿Qué escribiste? – demandé

Cogió mi papel y lo volvió una bola. Antes que pueda protestar, lo lanzó al basurero. Lo fulminé con la mirada y saqué mi cuaderno, abriéndolo en una nueva hoja.

- ¿Cuál es tu nombre? – pregunté

Sonrió de nuevo con aquél gesto oscuro.

- ¿Tu nombre? – repetí
- Llámame Peter. Lo digo en serio, llámame – me guiñó el ojo, estoy segura que se estaba burlando de mí
- ¿Qué haces en tu tiempo libre?
- No tengo tiempo libre
- Estoy asumiendo que esta tarea tiene calificación, así que hazme el favor de responder

Se recostó en su asiento, doblando sus brazos detrás de su cabeza.

- ¿Qué clase de favor? – hubo un silencio – tiempo libre – repitió pensativo – tomo fotos

Escribí Fotografía en mi papel.

- No he terminado – agregó – tengo una colección de columnistas que creen que es bueno comer cosas orgánicas, que escriben poesía en secreto, y que se angustian al pensar en tener que elegir entre las diferentes universidades…. pero tú no vas a terminar yendo a ninguna de ellas
- ¿No? – pregunté, sin pensar

Enganchó sus dedos debajo de mi asiento, acercándome a él. Sin saber si alejarme o mostrar miedo o no hacer nada y fingir aburrimiento, elegí lo último.

- A pesar de que prosperarías en cualquiera de esas universidades, tú las desprecias por ser un cliché de éxito. Juzgar es tu tercera mayor debilidad - dijo
- ¿Y mi segunda?
- No sabes cómo confiar. Confías en las personas incorrectas
- ¿Y mi primera? – demandé
- Vives la vida sin ir más allá
- ¿Y qué se supone que significa eso?
- Tienes miedo de lo que no puedes controlar

Se me erizaron los vellos y la temperatura del salón empezó a cambiar. Normalmente iría donde el entrenador y le diría que me cambie de asiento, pero no quería permitir que Peter me intimide o me asuste. Sentía una necesidad irracional de defenderme.

- ¿Duermes desnuda? – preguntó
- Difícilmente eres la persona a la que le contaría eso
- ¿Alguna vez has ido al psiquiatra?
- No – mentí, la verdad es que visitaba al psicólogo del colegio. No era algo de lo que me gustaba hablar
- ¿Has hecho algo ilegal?
- No. ¿Por qué no me preguntas algo normal? ¿Cómo…mi clase favorita de música?
- No voy a preguntar algo que puedo adivinar
- Tú no sabes la clase de música que escucho
- Barroco. Contigo, todo se trata de orden, control. ¿Apuesto a que practicas el chelo?
- Te equivocas – otra mentira, ¿cómo sabía que practicaba el chelo?
- ¿Qué es eso? – Peter tocó con su lápiz la parte interna de mi muñeca
- Una marca de nacimiento
- Parece una cicatriz. ¿Eres una suicida, Lali? – sus ojos se conectaron los míos y pude sentir que se reía - ¿tus padres son casados o divorciados?
- Vivo con mi madre
- ¿Y dónde está papá?
- Mi papá falleció el año pasado
- ¿Cómo murió? – me estremecí
- Él fue…asesinado. Si no te importa, este es territorio personal

Hubo un silencio donde los ojos de Peter se suavizaron apenas.

- Eso debe de haber sido duro – sonaba como si realmente lo sintiera

La campana sonó y Peter se puso de pie, dirigiéndose hacia la puerta.

- Espera – lo llamé, pero él no volteó - ¡Peter! No saqué nada de ti

Él se volteó y caminó hacia mí. Tomando mi mano, escribió algo en ella antes de que tuviese tiempo de sacarla. Miré hacia los números en tinta roja en mi palma y volví mi mano en un puño. Le quería decir que no había forma que lo llamara esta noche, que era su culpa por tomarse todo el tiempo haciéndome preguntas. Quería decirle un montón de cosas, pero simplemente me quedé mirándolo como si no supiera como abrir la boca.

- Estoy ocupada esta noche – dije finalmente
- Yo también

Sonrió y se fue.  Me quedé de piedra, intentando descifrar lo que había sucedido. ¿Se había pasado toda la clase haciendo preguntas a propósito? ¿Así repruebo el curso? ¿Creía que con una sonrisa podría solucionar todo? Sí, pensé. Sí, él creía eso.

- ¡No voy a llamar! – grité, detrás de él - ¡Nunca!

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