Caminé hacia
la clase de biología y apenas entré, mi boca se abrió ante la sorpresa. Misteriosamente,
al lado de la pizarra, estaba la Barbie hablando con Ken a su lado. Arriba de
ellos, escrito con tiza, estaba la invitación:
Bienvenidos a la reproducción humana (Sexo)
A mi lado,
estaba Cande, que no dudó en hablar.
- Este es
exactamente el motivo por el que el colegio no permite celulares con cámara. Si
descubren este tipo de cosas, anularán la asignatura y luego tendríamos esta
hora libre para hacer algo productivo, como recibir tutorías de los chicos
guapos mayores que nosotras
- Qué raro, Can
– dije – puedo jurar que has estado buscando eso desde que empezó el semestre
- Esta clase no
va a enseñarme nada que yo todavía no sepa
- ¿Cande? ¿Cómo
ser virgen?
- No tan alto –
me guiñó el ojo
La campana
inmediatamente sonó y ambas nos sentamos en nuestros sitios, que estaban uno al
lado del otro, en una mesa compartida. El entrenador Mario ingresó al salón y
sopló el pito que llevaba colgado con una cadena. El enseñaba biología y a la
vez entrenaba al equipo de básquet.
- ¡Siéntense!
Puede que no crean que el sexo sea más
que un viaje de quince minutos en la parte trasera de un auto. Es ciencia. ¿Y,
qué es la ciencia?
- Aburrimiento
– dijo un chico
- La única
clase que estoy reprobando – dijo otro
- ¿Lali? –
preguntó el entrenador, mirándome
- El estudio de
algo – dije
- ¿Qué más? –
dijo, acercándose a mí y apuntándome con un dedo
- El conocimiento
adquirido a través de la experimentación y observación
- En tus
propias palabras – me mordí apenas la lengua, buscando un sinónimo
- La ciencia es
una investigación
- Así es – dijo
el entrenador – la ciencia requiere que nos transformemos en espías
Visto de esa
manera, casi sonaba divertido. Pero he estado en esta clase lo suficiente para
saber que no es así.
- Lali, has
estado sentándote con Candela desde el inicio del año – dijo el entrenador,
volviendo su atención en mí – y están juntas en todo – agregó y yo asentí – así
que supongo que saben mucho acerca de la otra
Cande golpeó
suavemente mi pierna por debajo de la mesa, sé lo que estaba pensando, que el
entrenador no tenía ni idea de lo que nos conocíamos una a la otra. Nos
contamos todo, Cande es la gemela que nunca tuve. Es flaquita, de cabello
castaño y ondulado. Yo, en cambio, soy petiza, pero nos parecemos en color de
ojos y cabello. Hay un lazo invisible que nos une, desde que hemos nacido.
- De hecho,
apuesto a que todos ustedes conocen a la persona que está a su lado. Escogieron
aquellos asientos por una razón, ¿verdad? Familiaridad. Qué mal que las mejores
investigaciones y trabajos evitan la familiaridad. Por lo que hoy, crearemos
nuevos asientos.
Abrí mi boca
para protestar, pero Can me ganó.
- ¿Qué rayos?
Es Abril y casi el final del año. No puedes decidir esta clase de cosas ahora
- Yo puedo
decidir esto hasta el último día del semestre. Y si repruebas la clase, estarás
de regreso el próximo año, dónde haré esto de nuevo – hay un silencio en el que
Cande se dedica a fulminar con la mirada al entrenador – cada pareja sentada al
lado izquierdo de la mesa, muévase un asiento. Aquellos en la primera fila, sí,
incluyéndote a ti Candela, muévanse al fondo de la clase
Cande guardó
su cuaderno dentro de su mochila y la cerró. Me mordí el labio y me despedí de
ella con un ligero movimiento de mano. Luego me volteé lentamente, verificando
la parte de atrás de la clase. Conocía los nombres de todos mis
compañeros…excepto el de uno. El transferido. El entrenador nunca lo llamaba y
él prefería que fuese de esa manera. Él colocó su libro en mi mesa y se sentó
en la antigua silla de Cande.
- Hola. Soy
Lali – dije, con una sonrisa
Sus ojos
grises se encontraron con los míos y las esquinas de su boca se alzaron apenas.
Mi corazón empezó a latir rápidamente y sentí una especie de oscuridad que
llenaba mi cuerpo. Su sonrisa no era amistosa, era una que gritaba problemas. Me
concentré en la pizarra, antes que el entrenador continúe.
- La
reproducción humana puede ser un tema…
- ¡Qué asco! –
gruñeron un par de estudiantes
- Requiere de
madurez. Y como toda ciencia, la mejor aproximación es aprender como si fuesen
detectives. Así que para el resto de la clase, practiquen esta técnica al
descubrir lo más que puedan sobre su nuevo compañero. Mañana, traigan un papel
escrito con sus descubrimientos. Créanme que voy a estar revisando que lo hayan
hecho ustedes. Quiero ver real interacción y trabajo en equipo.
Me concentré
en el reloj de la pared y agarré mi lápiz con la otra mano. Coloqué mi codo en
la mesa y mi mentón en el puño de mi
mano. Solté un bufido. Genial, a este paso reprobaría. Tenía mis ojos mirando
hacia adelante, pero escuché el suave movimiento de su lápiz. Él estaba
escribiendo, y quería saber qué. Diez minutos estando sentados juntos no eran
suficientes para que él hiciera suposiciones sobre mí.
- ¿Qué
escribes? – pregunté
- Así que
hablas español – dijo, mientras escribía
Me incliné
cerca de él mientras intentaba leer lo que había escrito, pero él dobló el
papel por la mitad.
- ¿Qué
escribiste? – demandé
Cogió mi papel
y lo volvió una bola. Antes que pueda protestar, lo lanzó al basurero. Lo
fulminé con la mirada y saqué mi cuaderno, abriéndolo en una nueva hoja.
- ¿Cuál es tu
nombre? – pregunté
Sonrió de
nuevo con aquél gesto oscuro.
- ¿Tu nombre? –
repetí
- Llámame
Peter. Lo digo en serio, llámame – me guiñó el ojo, estoy segura que se estaba
burlando de mí
- ¿Qué haces en
tu tiempo libre?
- No tengo
tiempo libre
- Estoy
asumiendo que esta tarea tiene calificación, así que hazme el favor de
responder
Se recostó en
su asiento, doblando sus brazos detrás de su cabeza.
- ¿Qué clase de
favor? – hubo un silencio – tiempo libre – repitió pensativo – tomo fotos
Escribí
Fotografía en mi papel.
- No he
terminado – agregó – tengo una colección de columnistas que creen que es bueno
comer cosas orgánicas, que escriben poesía en secreto, y que se angustian al
pensar en tener que elegir entre las diferentes universidades…. pero tú no vas
a terminar yendo a ninguna de ellas
- ¿No? –
pregunté, sin pensar
Enganchó sus
dedos debajo de mi asiento, acercándome a él. Sin saber si alejarme o mostrar
miedo o no hacer nada y fingir aburrimiento, elegí lo último.
- A pesar de
que prosperarías en cualquiera de esas universidades, tú las desprecias por ser
un cliché de éxito. Juzgar es tu tercera mayor debilidad - dijo
- ¿Y mi
segunda?
- No sabes cómo
confiar. Confías en las personas incorrectas
- ¿Y mi
primera? – demandé
- Vives la vida
sin ir más allá
- ¿Y qué se
supone que significa eso?
- Tienes miedo
de lo que no puedes controlar
Se me erizaron
los vellos y la temperatura del salón empezó a cambiar. Normalmente iría donde
el entrenador y le diría que me cambie de asiento, pero no quería permitir que
Peter me intimide o me asuste. Sentía una necesidad irracional de defenderme.
- ¿Duermes
desnuda? – preguntó
- Difícilmente
eres la persona a la que le contaría eso
- ¿Alguna vez
has ido al psiquiatra?
- No – mentí,
la verdad es que visitaba al psicólogo del colegio. No era algo de lo que me
gustaba hablar
- ¿Has hecho
algo ilegal?
- No. ¿Por qué
no me preguntas algo normal? ¿Cómo…mi clase favorita de música?
- No voy a
preguntar algo que puedo adivinar
- Tú no sabes
la clase de música que escucho
- Barroco.
Contigo, todo se trata de orden, control. ¿Apuesto a que practicas el chelo?
- Te equivocas
– otra mentira, ¿cómo sabía que practicaba el chelo?
- ¿Qué es eso?
– Peter tocó con su lápiz la parte interna de mi muñeca
- Una marca de
nacimiento
- Parece una
cicatriz. ¿Eres una suicida, Lali? – sus ojos se conectaron los míos y pude
sentir que se reía - ¿tus padres son casados o divorciados?
- Vivo con mi
madre
- ¿Y dónde está
papá?
- Mi papá
falleció el año pasado
- ¿Cómo murió?
– me estremecí
- Él
fue…asesinado. Si no te importa, este es territorio personal
Hubo un
silencio donde los ojos de Peter se suavizaron apenas.
- Eso debe de
haber sido duro – sonaba como si realmente lo sintiera
La campana
sonó y Peter se puso de pie, dirigiéndose hacia la puerta.
- Espera – lo
llamé, pero él no volteó - ¡Peter! No saqué nada de ti
Él se volteó y
caminó hacia mí. Tomando mi mano, escribió algo en ella antes de que tuviese
tiempo de sacarla. Miré hacia los números en tinta roja en mi palma y volví mi
mano en un puño. Le quería decir que no había forma que lo llamara esta noche,
que era su culpa por tomarse todo el tiempo haciéndome preguntas. Quería
decirle un montón de cosas, pero simplemente me quedé mirándolo como si no
supiera como abrir la boca.
- Estoy ocupada
esta noche – dije finalmente
- Yo también
Sonrió y se
fue. Me quedé de piedra, intentando
descifrar lo que había sucedido. ¿Se había pasado toda la clase haciendo
preguntas a propósito? ¿Así repruebo el curso? ¿Creía que con una sonrisa
podría solucionar todo? Sí, pensé. Sí, él creía eso.
- ¡No voy a
llamar! – grité, detrás de él - ¡Nunca!
Me encanta aunque no entiendo mucho je!más!!
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