sábado, 18 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Tres

El entrenador estaba al frente de la pizarra, hablando sobre las complicaciones de la ciencia; pero, yo no lo estaba escuchando, mi mente estaba muy lejos de aquello. Estaba ocupada formulando razones por las que Peter y yo no debíamos ser más compañeros de mesa; estaba haciendo una lista y apenas terminara la clase, le presentaría mi argumento al entrenador.

Pero, seguía intrigada por Peter. Su marca de nacimiento, sobre todo. Pero también el hecho de que haya sentido una presencia ayer por la noche en mi habitación. Era algo absurdo de pensar que fuese Peter quién me había espiado, pero no podía dejar de pensarlo. Ante el pensamiento,  busqué dentro de mi mochila y saqué dos pastillas para luego tomarlas de un solo trago.

Mientras digería, vi por el rabillo del ojo que Peter alzaba sus cejas. Consideré explicarle que era anémica y tenía que tomar hierro todos los días, especialmente cuando estaba bajo estrés. Pero, lo pensé mejor. Mi condición médica era una vulnerabilidad que mejor la mantenía en secreto.

-¿Lali?

El entrenador estaba al frente de mí, esperando mi respuesta. Me enrojecí.

-¿Puede repetir la pregunta, por favor?
-¿Qué cualidades buscas en un novio ideal? – preguntó el entrenador, con algo de irritación
-¿Novio ideal?
-Vamos, no tenemos toda la tarde

Escuché a Cande riéndose de mí mientras mi garganta se secaba.

-¿Quiere que le haga una lista de…?
-Novio ideal, sí

Sin pensarlo, miré de reojo a Peter. Estaba recostado en su asiento, estudiando con satisfacción. Lanzó su sonrisa pirata y habló con sus labios, sin emitir voz: Estamos esperando.

-Nunca había pensado en eso antes
-Bueno, piense rápido
-¿Puede preguntarle primero a otra persona?
-Entonces, tú Peter

Lo contrario a mí, Peter habló con confianza. Estaba posicionado de tal manera que su cuerpo estaba angulado hacia el mío, nuestras rodillas estaban a centímetros de distancia.

-Inteligente, atractiva y vulnerable

El entrenador empezó a escribir aquellas palabras en la pizarra.

-¿Vulnerable? – preguntó - ¿Cómo así?
-¿Esto tiene que ver con lo que estamos estudiando? – preguntó Cande – Porque no encuentro nada acerca de características deseadas en una pareja en ninguna pare del libro
-Todo animal en el planeta atrae a su pareja con el objetivo de reproducirse – dijo el entrenador, dejando de escribir – la atracción es el primer elemento de la reproducción de los animales, incluido los humanos. ¿Por qué no nos da su lista, señorita Vetrano?
-Guapo, con dinero, tolerante, protector y solo un poco peligroso – dijo Cande, alzando cinco dedos
-El problema con la atracción humana es que no se sabe si es mutua – dijo Peter, riéndose
-Excelente punto – dijo el entrenador
-Los humanos son vulnerables – continuó Peter – porque se les puede hacer daño – golpeó su rodilla contra la mía y lo miré sin entender el gesto
-La complejidad de la atracción y reproducción humana es una de las características que nos separa de  las demás especies – agregó el entrenador – así, antes del sexo viene la atracción, pero después de ésta viene el lenguaje corporal. Tienen que comunicarse hacia un novio ideal, pero no en palabras, sino con el cuerpo. A ver, Peter – dijo el entrenador, apuntándolo – digamos que estás en una fiesta. La habitación está llena de chicas de todas las formas y tamaños. Ves rubias, morenas, pelirrojas y un par de chicas con cabello negro. Algunas hablan, otras son más tímidas. Has encontrado a la chica que es perfecta para tu perfil – atractiva, inteligente y vulnerable. ¿Cómo le demuestras que estás interesado?
-Le hablo
-Bien. Ahora, nuestra gran pregunta - ¿cómo sabes si ella está jugando contigo o si realmente quiere que continúes?
-La estudio – dice Peter – averiguo lo que está pensando y sintiendo. Ella no va a venir de frente hacia mí y decirme las cosas, por lo que tengo que prestar atención. ¿Voltea su cuerpo hacia mí? ¿Se queda mirando mis ojos y después se aparta? ¿Se muerde el labio y juega con su cabello de la forma en que Lali lo está haciendo ahora mismo?

Las risas resonaron en la habitación y dejé caer mi mano.

-Ella es un juego – dijo Peter, golpeando mi pierna de nuevo

Me sonrojé.

-¡Muy bien! ¡Muy bien! – dijo el entrenador, sonriendo
-Los vasos sanguíneos en la cara de Lali se están ampliando y su piel se está calentando – dijo Peter – ella sabe que está siendo evaluada. Le gusta la atención, pero no sabe muy bien cómo manejarla
-No me estoy sonrojando
-Está nerviosa – dijo Peter – se está agarrando el brazo para que no se fijen en su rostro, sino en su cuerpo, o tal vez en su piel. Ambos son buenos puntos

Está bromeando, me dije a mí misma. No, está loco. Coloqué mis manos encima de la mesa, alcé mi mentón e intenté reflejar que aún poseía dignidad.

-Esto es ridículo

Estirando su brazo con exagerada lentitud, Peter lo colgó en el respaldo de mi silla y la clase empezó a reír. Pero, a él no pareció importarle, me miró tan intensamente que parecía como si hubiese creado un mundo privado que nadie más podía alcanzar.

Vulnerable, dijo con la boca, sin emitir voz.

Así que al finalizar la clase, no dudé ni un segundo en pedirle al entrenador que me cambie de compañero, pero él se rehusó completamente. Y, cuando le conté a Cande, ella no hizo más que reír, se había divertido con nuestra “atracción” en la clase de biología. Incluso insistía en que él quería algo conmigo porque siempre me seguía a dónde iba. No estaba del todo segura sobre su teoría.

De regreso a casa, después del colegio, dejé que mis pensamientos se dirigieran hacia Peter. Cande tenía razón, algo en él era extraño y extremadamente misterioso. El hecho que era completamente mi antagónico me volvía loca.

Cuando estaba por la mitad del camino, empezó a llover y las luces de los postes empezaron a parpadear. Un frío recorrió la parte de atrás de mi cuello. Mi sexto sentido estaba en alerta y me pregunté a mí misma si no me estaban siguiendo. Pero no había nada atrás, ni un auto. Estaba completamente sola. Así que aceleré la velocidad. Me detuve en el semáforo y luego cuando dio verde, volteé en una intersección.

Escuché el impacto antes de registrar la silueta oscura arrastrándose sobre el capó del auto. Grité y presioné inmediatamente el freno. Por impulso, doblé a la derecha y eso hizo que la silueta ruede y desaparezca. Para cuando se me apagó el auto, estaba aguantando la respiración y agarrando con fuerza el timón. Aquella persona estaba a unos pasos del auto, mirándome. Y no se veía para nada…herido. Estaba vestido completamente de negro y era difícil verlo. Al principio no podía distinguir ninguna característica de su rostro, pero luego me di cuenta que llevaba puesta una máscara.

Se puso de pie y cortó la distancia entre los dos. Colocó sus palmas en la ventana del conductor. Nuestros ojos se conectaron a través de los huecos de su máscara. Lanzó una sonrisa letal. Golpeó la ventana y ésta vibró. Cuando me di cuenta que ahora intentaba abrir la puerta, prendí el auto de nuevo. Cuando estaba por acelerar, su mano rompió la ventana y me cogió por el hombro. Chillé y apreté el acelerador. Él me siguió hasta que aumenté la velocidad y no pudo aguantar el paso. 

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