domingo, 13 de julio de 2014

Ángeles Caídos #4: Dieciocho

Dejé la casa de Peter, con la intención de conducir a casa, mientras combatía contra una revolución violenta en mi estómago que era mitad culpa y mitad dolor. No podía recordar ninguna otra vez en mi vida en la que me haya sentido más avergonzada. O más hambrienta.

Mi estómago se contrajo. Era como si hubiese comido uñas y estuvieran arañando mi interior. Pero no era comida lo que necesitaba. Me detuve y llamé a Benja: —Necesito la dirección de Maxi.

—¿Nunca antes has ido a su casa? ¿No se supone que eres su enamorada?

No tenía tiempo para bromas, necesitaba la dirección de Maxi y me estaba irritando.

—¿La tienes o no?

—Te la mandaré por mensaje de texto. ¿Algo anda mal? Suenas ansiosa. Desde hace unos días.

—Estoy bien —dije, luego colgué y me deslicé en mi asiento.

Apreté el timón, intentando apartar el ansia que parecía apretar mi garganta. Mis pensamientos estaban pegados a una sola palabra: devilcraft. Intenté apartar la tentación. Acababa de tomar devilcraft esta mañana, podía superar estas ansias. Yo decidía cuándo necesitaba más devilcraft. Yo decidía cuándo y cuánto.

Estaba sudando y tuve que encender el Aire Acondicionado.

Regresé a la pista y luego de unos cuantos respiros lentos, conseguí la dirección de Maxi. Estudié el mapa, di una risa irónica y di la vuelta en U. Maxi vivía a menos de cinco millas de la casa de Peter. Así que diez minutos después, ya estaba estacionada en una calle pintoresca y arbolada. Las casas eran predominantemente blancas, con techos muy empinados. La puerta de la casa de Maxi estaba pintada de rojo, con una gran aldaba de bronce. Me bajé del auto e ignoré la aldaba, tocando el timbre, repetidas veces. Si no se apuraba y respondía…

Maxi abrió la puerta, su rostro con sorpresa: —¿Cómo encontraste este lugar?

—Benjamín.

Frunció el ceño.

—No me gusta que la gente se aparezca en mi puerta, inesperadamente.

—Es importante. Cambié de opinión, quiero devilcraft. Como soporte —agregué rápidamente—. En caso me encuentre a mí misma en una situación difícil y lo necesite.

No podía enfocarme lo suficiente para saber si mi razonamiento estaba bien. Puntos rojos destellaron a través de mi visión. Quería limpiar mi frente, con desesperación, estaba sudando.

Maxi me miró interrogante y después me dejó entrar. Me quedé en el vestíbulo, mirando alrededor, sobre las paredes blancas y exorbitantes alfombras orientales. Un pasillo dirigía hacia la cocina. Una sala de estar formal a mi izquierda, y comedor a la derecha.

—Lindo —dije.

—La casa pertenecía a amigos. Me lo dejaron en su testamento.

—Siento que hayan fallecido.

Entró a la sala de estar, retiró una larga pintura y reveló una pared escondida. Colocó un código y abrió el compartimiento.

—Aquí tienes. Es un nuevo prototipo. Increíblemente concentrado, así que tómalo en bajas dosis.  Dos botellas, debería durar una semana.

Asentí, intentando esconder mi boca aguosa mientras recibía las botellas.

—Hay algo que quiero decirte Maxi. Estoy llevando a los Nephils a la guerra Así que si me pudieses dar más de dos botellas, las podría usar.

—¿Guerra? —repitió Maxi, sonando sorprendido. —¿Estás segura?

—Puedes decirle a los mandos altos de Nephils que estoy planeando ir en contra de los ángeles caídos.

—Esta es una…noticia genial —dijo Mxi, aún sorprendido y entregándome una botella más. —¿Qué hizo que cambiaras de idea?

—Un cambio de corazón —dije. —No solo estoy liderando a los Nephils. Soy una de ellos.

Me tomó bastante control caminar hasta mi auto. Conduje alrededor de la esquina, inmediatamente estacioné y abrí la botella. Estaba por tomar cuando mi celular empezó a sonar, mostrando el nombre de Peter. Eso hizo que saltara en mi asiento y derramara líquido azul en mi regazo. Se evaporó instantáneamente, alzándose hacia el aire como si fuera humo.

—¿Hola? —respondí. Los puntos rojos golpeando mi visión.

—No me gusta encontrarte en la casa de otro hombre, Ángel.

Miré hacia ambos lados de la pista, por la ventana. Escondí el devilcraft debajo de mi asiento.

—¿Dónde estás?

—Tres carros más atrás.

Mis ojos volaron hacia el espejo retrovisor. Peter salió de su moto y caminó hacia mí con su celular presionado en su oreja. Limpié mi rostro con el cuello de mi blusa.

Bajé la ventana. —¿Me estás siguiendo? —le pregunté.

—Dispositivo de rastreo.

Estaba empezando a odiar esa cosa.

Peter flexionó un antebrazo sobre el techo de mi carro, inclinándose cerca. —¿Quién vive en esa calle?

—Ese rastreador es bastante específico.

—Solo compro lo mejor.

—Maxi vive en esa calle. —No podía mentir, era obvio que él ya había hecho su investigación.

—No me gusta encontrarte en la casa de otro hombre, pero odio encontrarte en su casa. —Su expresión era calmada, pero se notaba que quería una explicación.

—Necesitaba confirmar nuestro tiempo de trabajo para mañana en la mañana. Estuve cerca de aquí y decidí hacerlo de una vez. —La mentira salió muy fácil. En todo lo que podía pensar era en deshacerme de Peter. Mi garganta se llenó con el sabor de devilcraft. Tragué impaciente.

Gentilmente, Peter alzó mis lentes de sol por encima de mi nariz, luego se inclinó a través de la ventana y me besó. —Estoy en camino hacia mi investigación sobre el tema del chantajista de Pepper. ¿Necesitas algo antes que me vaya?

Sacudí mi cabeza, en señal de no.

—Si necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí para ti —agregó suavemente.

—¿Hablar sobre qué? —pregunté, casi a la defensiva. ¿Podía saber sobre el devilcraft? No. No, no podía.

Me estudió un momento. —Sobre lo que sea.

Esperé hasta que Peter se fue para poder tomar. Hasta que estuve llena. 

4 comentarios:

  1. Mass quieroo mass porfii :)
    @zairasantos7 bessos

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  2. masssssssssssssssss
    algo malo pasara lo presiento jaj

    @lectura_laliter

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  3. hola, volvi jaja ya i te debes acordar de que firme jajaja, pero volvi.
    perdi un documento en donde tenia todos los blog, y se me borro cuando se apago la compi :(

    seguila!!! que no pase nada por fa ajja

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