Dejé la casa de Peter, con la intención de
conducir a casa, mientras combatía contra una revolución violenta en mi
estómago que era mitad culpa y mitad dolor. No podía recordar ninguna otra vez
en mi vida en la que me haya sentido más avergonzada. O más hambrienta.
Mi estómago se contrajo. Era como si hubiese
comido uñas y estuvieran arañando mi interior. Pero no era comida lo que
necesitaba. Me detuve y llamé a Benja: —Necesito la dirección de Maxi.
—¿Nunca antes has ido a su casa? ¿No se
supone que eres su enamorada?
No tenía tiempo para bromas, necesitaba la
dirección de Maxi y me estaba irritando.
—¿La tienes o no?
—Te la mandaré por mensaje de texto. ¿Algo
anda mal? Suenas ansiosa. Desde hace unos días.
—Estoy bien —dije, luego colgué y me deslicé
en mi asiento.
Apreté el timón, intentando apartar el ansia
que parecía apretar mi garganta. Mis pensamientos estaban pegados a una sola
palabra: devilcraft. Intenté apartar la tentación. Acababa de tomar devilcraft
esta mañana, podía superar estas ansias. Yo decidía cuándo necesitaba más
devilcraft. Yo decidía cuándo y cuánto.
Estaba sudando y tuve que encender el Aire
Acondicionado.
Regresé a la pista y luego de unos cuantos
respiros lentos, conseguí la dirección de Maxi. Estudié el mapa, di una risa
irónica y di la vuelta en U. Maxi vivía a menos de cinco millas de la casa de
Peter. Así que diez minutos después, ya estaba estacionada en una calle
pintoresca y arbolada. Las casas eran predominantemente blancas, con techos muy
empinados. La puerta de la casa de Maxi estaba pintada de rojo, con una gran
aldaba de bronce. Me bajé del auto e ignoré la aldaba, tocando el timbre,
repetidas veces. Si no se apuraba y
respondía…
Maxi abrió la puerta, su rostro con sorpresa:
—¿Cómo encontraste este lugar?
—Benjamín.
Frunció el ceño.
—No me gusta que la gente se aparezca en mi
puerta, inesperadamente.
—Es importante. Cambié de opinión, quiero
devilcraft. Como soporte —agregué rápidamente—. En caso me encuentre a mí misma
en una situación difícil y lo necesite.
No podía enfocarme lo suficiente para saber
si mi razonamiento estaba bien. Puntos rojos destellaron a través de mi visión.
Quería limpiar mi frente, con desesperación, estaba sudando.
Maxi me miró interrogante y después me dejó
entrar. Me quedé en el vestíbulo, mirando alrededor, sobre las paredes blancas
y exorbitantes alfombras orientales. Un pasillo dirigía hacia la cocina. Una
sala de estar formal a mi izquierda, y comedor a la derecha.
—Lindo —dije.
—La casa pertenecía a amigos. Me lo dejaron
en su testamento.
—Siento que hayan fallecido.
Entró a la sala de estar, retiró una larga
pintura y reveló una pared escondida. Colocó un código y abrió el
compartimiento.
—Aquí tienes. Es un nuevo prototipo.
Increíblemente concentrado, así que tómalo en bajas dosis. Dos botellas, debería durar una semana.
Asentí, intentando esconder mi boca aguosa
mientras recibía las botellas.
—Hay algo que quiero decirte Maxi. Estoy
llevando a los Nephils a la guerra Así que si me pudieses dar más de dos
botellas, las podría usar.
—¿Guerra? —repitió Maxi, sonando
sorprendido. —¿Estás segura?
—Puedes decirle a los mandos altos de
Nephils que estoy planeando ir en contra de los ángeles caídos.
—Esta es una…noticia genial —dijo Mxi, aún
sorprendido y entregándome una botella más. —¿Qué hizo que cambiaras de idea?
—Un cambio de corazón —dije. —No solo estoy
liderando a los Nephils. Soy una de ellos.
Me tomó bastante control caminar hasta mi
auto. Conduje alrededor de la esquina, inmediatamente estacioné y abrí la
botella. Estaba por tomar cuando mi celular empezó a sonar, mostrando el nombre
de Peter. Eso hizo que saltara en mi asiento y derramara líquido azul en mi
regazo. Se evaporó instantáneamente, alzándose hacia el aire como si fuera
humo.
—¿Hola? —respondí. Los puntos rojos
golpeando mi visión.
—No me gusta encontrarte en la casa de otro
hombre, Ángel.
Miré hacia ambos lados de la pista, por la
ventana. Escondí el devilcraft debajo de mi asiento.
—¿Dónde estás?
—Tres carros más atrás.
Mis ojos volaron hacia el espejo retrovisor.
Peter salió de su moto y caminó hacia mí con su celular presionado en su oreja.
Limpié mi rostro con el cuello de mi blusa.
Bajé la ventana. —¿Me estás siguiendo? —le
pregunté.
—Dispositivo de rastreo.
Estaba empezando a odiar esa cosa.
Peter flexionó un antebrazo sobre el techo
de mi carro, inclinándose cerca. —¿Quién vive en esa calle?
—Ese rastreador es bastante específico.
—Solo compro lo mejor.
—Maxi vive en esa calle. —No podía mentir,
era obvio que él ya había hecho su investigación.
—No me gusta encontrarte en la casa de otro
hombre, pero odio encontrarte en su casa. —Su expresión era calmada, pero se
notaba que quería una explicación.
—Necesitaba confirmar nuestro tiempo de
trabajo para mañana en la mañana. Estuve cerca de aquí y decidí hacerlo de una
vez. —La mentira salió muy fácil. En todo lo que podía pensar era en deshacerme
de Peter. Mi garganta se llenó con el sabor de devilcraft. Tragué impaciente.
Gentilmente, Peter alzó mis lentes de sol
por encima de mi nariz, luego se inclinó a través de la ventana y me besó. —Estoy
en camino hacia mi investigación sobre el tema del chantajista de Pepper.
¿Necesitas algo antes que me vaya?
Sacudí mi cabeza, en señal de no.
—Si necesitas hablar, ya sabes que estoy
aquí para ti —agregó suavemente.
—¿Hablar sobre qué? —pregunté, casi a la
defensiva. ¿Podía saber sobre el devilcraft? No. No, no podía.
Me estudió un momento. —Sobre lo que sea.
Esperé hasta que Peter se fue para poder
tomar. Hasta que estuve llena.
Mass quieroo mass porfii :)
ResponderEliminar@zairasantos7 bessos
masssssssssssssssss
ResponderEliminaralgo malo pasara lo presiento jaj
@lectura_laliter
hola, volvi jaja ya i te debes acordar de que firme jajaja, pero volvi.
ResponderEliminarperdi un documento en donde tenia todos los blog, y se me borro cuando se apago la compi :(
seguila!!! que no pase nada por fa ajja
jajaja gracias por el comentario, ahora subo más
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