—Está mintiendo, es una trampa. Está
intentando que entremos en pánico así estaremos muy ocupados en esta enfermedad
de mentira.
Salté fuera de la cama y caminé de un lado a
otro en mi habitación.
—Realmente es bueno. Muy bueno. Digo que lo
volvamos a llamar y le digamos que obtendrá el cuchillo si hace un juramento
para dejar de usar el devilcraft. Ese es un trato que estaré de acuerdo en
hacer.
—¿Y si no está mintiendo? —preguntó Peter,
silenciosamente.
No quería pensar en ello. Si lo hacía,
estaría entrando en el juego de Blakely.
—Está mintiendo —dije, con más convicción. —Fue
el aprendiz de Hank, y él era muy bueno mintiendo. Llámalo de nuevo. Dile que
no hay trato. Dile que mi herida ha sido sanada, y si hay algo mal conmigo, ya
lo sabríamos para este entonces.
—Estamos hablando de devilcraft. No juega
bajo las reglas. —Había preocupación y frustración detrás de las palabras de
Peter. —No creo que podamos asumir nada, y no creo que podamos arriesgarnos a
subestimarlo. Si te hizo algo para hacerte daño Ángel…. —Un músculo en el
mentón de Peter se contrajo con emoción, y temí que estuviera haciendo
exactamente lo que Blakely quería. Pensar con su enojo y no con su cabeza.
—Esperemos. Si estamos equivocados, y no
creo que lo estemos, pero si fuera el caso, Blakely aún querrá de vuelta el
cuchillo. Tenemos en tema a nuestro favor, si empezamos a sospechar que
realmente me infectó con algo, lo llamamos. Él aún se reunirá con nosotros,
porque necesita el cuchillo. No tenemos nada que perder.
Peter no se veía convencido. —Dijo que
pronto necesitarías el antídoto.
—Nota lo vago que “pronto” suena. Si estuviera diciendo la verdad, diría un tiempo
más específico. ¿Mencionó algún lugar de encuentro? ¿Dónde quiere hacer el
intercambio?
—No voy a decírtelo —respondió Peter, con
calma.
—Lo siento —dije, confundida—¿qué acabas de
decir?
Peter caminó hacia mí y colocó sus manos
alrededor de la parte trasera de mi cuello. Su expresión fue inamovible. Estaba
serio, si pudiera me lanzaría un golpe. No podía creer que estuviera en contra
de mí en esto. Empecé a voltearme, muy enojada como para responder, pero me
cogió de la muñeca.
—Respeto tu opinión, pero he estado haciendo
este trabajo por más tiempo —dijo, su voz baja y seria.
—No me trates como una niña.
—Blakely no es un buen chico.
—Gracias por el consejo —dije, mordazmente.
—No creo que sea mentira lo de infectarte.
Ha estado jugando con el devilcraft por mucho tiempo, así que no tiene nada de
decencia o de humanidad. Ha endurecido su cuerpo y ha puesto ideas en su mente,
maliciosas, deshonorables. No creo que esté haciendo amenazas ciegas. Sonaba
sincero. Sonaba a que mataría con tal de cumplir con su objetivo. Si no lo veo
esta noche, eliminará el antídoto. No tiene miedo de demostrarnos qué clase de
hombre es.
—Entonces demostrémosle quienes somos. Dime
dónde quiere que nos encontremos. Lo atrapamos y lo traemos para cuestionarlo —reté.
Miré el reloj, cinco minutos habían pasado
desde que Peter había cortado la llamada. Blakely no esperaría toda la noche.
Teníamos que ir yendo, estábamos perdiendo tiempo.
—No vas a encontrarte con Blakely esta
noche, fin de la historia —dijo Peter.
Odiaba lo macho que se estaba poniendo con
todo esto. Merecía que me trate por igual, y me estaba apartando. No le
importaba mi opinión.
—¡Vamos a perder nuestra oportunidad de
atraparlo! —argumenté.
—Voy a hacer el trato y tú te quedarás aquí.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Lo estás dejando
manejar todo! ¿Qué te ha pasado?
Sus ojos se encontraron con los míos. —Pensé
que era algo obvio, Ángel. Tu salud es más importante que obtener respuestas.
Ya habrá otro momento para capturar a Blakely.
Mi boca se quedó abierta, y sacudí mi cabeza
de lado a lado.
—Si sales de aquí sin mí, nunca te
perdonaré. —Una gran amenaza, pero lo decía en serio.
Peter me había prometido que seríamos un
equipo de ahora en adelante. Si me cortaba ahora, lo vería como una traición.
—Blakely ya está al borde. Si algo sale mal,
él se escapará, y con él, el antídoto. Me dijo que quería encontrarse conmigo a
solas, y voy a cumplir con ello.
Sacudí mi cabeza con fuerza. —No lleves todo
esto hacia Blakely. Esto se trata de ti y de mí. Dijiste que seríamos un equipo
de ahora en adelante. Esto se trata de lo queremos, no de lo que él quiere.
Hubo un golpe en la puerta de la habitación.
—¿Qué? —espeté.
Paula abrió la puerta con un empujón, con
sus brazos cruzados sobre su pecho. Estaba usando una camiseta y pantalones
cortos de bóxer. No era lo que esperaba que usara Paula para ir a dormir.
Esperaba más rosado, más coqueto, más piel desnuda.
—¿A quién le estás hablando? —quiso saber,
limpiándose los ojos. —Se escucha por toda la casa.
Regresé mi atención hacia Peter, pero solo
estábamos Paula y yo en la habitación. Peter se había desvanecido.
Agarré mi almohada y la lancé contra la
pared.
***
Al día siguiente, las cosas no fueron mejor.
Me desperté con un hambre voraz, como si no hubiese comido en días. Y, luego de
ingerir cantidades incontables de alimento, me empecé a sentir mal, náuseas constantes,
pero aún tenía hambre. Lo peor de todo fue que Maxi llegó al alba para sacarme
a hacer ejercicio en plena madrugada, por más que le rogué que me sentía mal,
él insistió y tuve que ponerme en marcha.
Luego de toda una mañana llena de ejercicio,
Maxi decidió dejarme en medio del bosque para que regrese sola a casa;
usualmente lo hace. Pero lo que no esperaba era encontrar su maletín, aquel que
siempre llevaba a los entrenamientos pero que nunca abría, al menos no en
frente de mí. Aprovechando que no estaba, empecé a rebuscar, ganándome la
curiosidad. Apenas vi las botellas llenas de líquido azul, mi estómago empezó a
retorcerse con hambre. Algo empezó a rugir en mis oídos, algo empezó a explotar
dentro de mí. Como una ola, recordé el sabor potente del devilcraft. Horrible
pero que valía la pena. Recordé el surgimiento de poder que me había dado.
Apenas pude mantener mi equilibrio. Estaba tan consumida por la necesidad de
sentir todo lo que me había producido. Mi visión se puso borrosa y mis rodillas
se debilitaron, casi podía sentir el alivio y la sensación de llenura que
vendría con un pequeño sorbo.
Rápidamente conté las botellas. Quince. No
había manera que Maxi se de cuenta que faltaba una. Sabía que estaba mal robar,
así como sabía que el devilcraft no era bueno para mí. Pero esos pensamientos
se convirtieron en ideas tontas que se quedaron en la parte trasera de mi
cabeza. Apenas podía pensar, estaba tan necesitada de poder que tenía que tomar
la bebida azul. Haría cualquier cosa por ella. Tenía que sentirme poderosa de
nuevo. Indestructible. Intocable.
Antes de saber lo que estaba haciendo, tomé
una botella. Se sintió frío. Ni siquiera había tomado un sobro y mi cabeza ya
se estaba aclarando. No más mareos, y pronto, no más ansias.
La botella se sintió perfecta en mi mano,
como si estuviera destinada a estar ahí. Maxi quería que yo obtenga esta
botella. Después de todo, ¿cuántas veces había intentado que yo la tome?
Había tomado una botella y sería suficiente.
Había sentido el frío de poder una vez más y había estado satisfecha.
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