martes, 5 de mayo de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 59

Mar

Una tarde Thiago llama y como un milagro, le digo que estoy cansada de estar enojada.

—Entonces no lo estés —dice él, como si fuera la cosa más lógica en la tierra. Y tal vez lo es.

—¿Pero si no estoy enojada entonces no es lo mismo que decir que está todo bien? ¿No significa que estoy olvidándolo?

—No. Significa que lo estás aceptando—. Toma una respiración y exhala. —No te estoy diciendo que no debes estar enojada. Deberías estar furiosa. Estás ligada a cada onza de enojo que tienes—. Deja de hablar por un momento y cuando empieza de nuevo puedo escuchar la tensión en su voz. —No tienes idea de cuánto deseo matarlo por lo que te hizo, y si no hubiese sido arrestado, no sé si hubiese habido algo que me hubiese detenido de hacerlo, así que no creas que no creo que tu odio es justificado. Pero tienes una opción ahora y prefiero que escojas ser feliz. Y sé que eso suena estúpido. Tal vez suena como la cosa más imposible del mundo, pero aún es lo que quiero. Él se llevó el maldito piano, Rayito de Sol, no se llevó todo. Mira tu mano izquierda. Probablemente está apretada en un puño, ¿verdad?

No necesito mirar. Él lo sabe.

—Ahora ábrela y déjalo ir.

Y lo hago.

***

Pienso en el día en que morí y sobre la historia que el abuelo de Thiago contó y tres días después escribo una carta a la corte, por si querían leerlo. 

Mi nombre es Marianella Rinaldi. Tengo una lista de nervios. Empezó cuando tenía quince años. Nunca seré de nuevo la chica pródiga del piano. Nunca cargaré un hijo. Nunca caminaré por la calle en medio de una tarde sin preguntarme si alguien está esperando para matarme. Nunca regresaré los meses de mi vida que pasé en rehabilitación y dentro y fuera de los hospitales, en lugar de en recitales o dentro y fuera de la escuela. Nunca regresaré los años que pasé odiando a cada última persona en el mundo, incluyéndome a mí misma. Nunca no sabré el significado de la palabra dolor. Entiendo el dolor. Entiendo la rabia. Juan Cruz me dio el regalo de ese entendimiento. Él también lo entiende. He pasado los últimos tres años despreciando a la persona que me hizo esto; la persona que se robó mi vida y tomó mi identidad. Aprendí a despreciarme a mí misma en el proceso. Pasé los últimos tres años fortificando mi rabia, mientras él pasaba los últimos tres años curando la suya. Nunca olvidaré lo que él me hizo. Nunca lo perdonaré. Nunca dejaré de odiarlo. Por favor, no me preguntes. Desearía poder decir que soy una persona suficientemente grande, pero no lo soy. Nunca dejaré de llorar lo que él me robó. Pero no puedo robárselo a él y ya no lo quiero hacer. Pienso que tal vez puedo creer a pesar de Juan Cruz o tal vez puedo creer por él. Si él puede curar su vida, entonces tal vez yo también. No puedo decirte que lo que creo es el castigo apropiado para él. Solo no lo sé. Pero me gustaría creer en el sueño de segundas oportunidades. Para ambos.

***

Nada es perfecto. Ni siquiera es bueno aún. Pero tal vez.

***

Y después de cinco semanas, voy a casa.


***


¡Queda sólo un capítulo!

3 comentarios: