domingo, 10 de mayo de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 60

Marianella

Nunca estoy mejor, ni siquiera estoy cerca a estar bien. Lo único que he hecho es decidir ponerme mejor. Pero creo que eso es suficiente. Estoy intentando ver la magia en lo milagros de cada día: el hecho de que mi corazón aún palpita, que puedo alzar mis pies de la tierra para caminar y que hay algo en mí capaz de ser amado. Sé que las cosas malas aún suceden. Y que a veces, me sigo preguntando a mí misma porque estoy viva; pero ahora, cuando me lo pregunto, tengo una respuesta.

Regreso un domingo por la mañana y esa tarde camino hacia la cena en la casa de Simón, inesperada, pero siempre bienvenida. Puedo decir que la música es elección de Melody y eso me hace sonreír porque aún la odio pero no a ella. Todos están riendo y ayudando, y además del hecho que Valeria está sentada a la mesa, todo es igual.

Ver a Thiago es mi bienvenida a casa. No le dije que estaba regresando. Él no dice nada cuando me ve, y yo tampoco porque el hecho que estoy aquí es una respuesta. Solo nos miramos uno al otro y hablamos en el silencio como siempre lo hemos hecho y nadie interrumpe la conversación.

—Hola…. —dice la mamá de Simón, con sus ojos amplios, cuando camino hacia la cocina sin ninguna ropa negra en mí, cargando la misma torta de chocolate que traje la primera vez que cené aquí.

—Marianella —lleno la pausa porque todos aún están intentando descifrar cómo decirme. Excepto tal vez, Thiago, quién siempre lo supo.

—Marianella —dice y me abraza—. Tienes una hermosa voz.

Y tal vez algunas cosas no son iguales.

***

—Respóndeme algo —dice Thiago, un mes después que he regresado.

Estoy en la silla en su garaje y haciendo tarea, no queriendo trabajar con la madera porque nunca logré estar a su altura. Podría entrar y estudiar con el aire acondicionado pero amo este lugar. Y estar aquí afuera, respirando la tierra en el garaje de Thiago Bedoya, con él, vale cualquier cantidad de sudor.

—He respondido todo, Thiago. No creo que quede ninguna pregunta por responder.

—Solo una —dice, dejando la sierra y viniendo a inclinarse contra la banca de trabajo al lado opuesto de mí. Empuja sus botas lo suficiente para que toquen las mías.

Cierro mi libro e intento no sonreírle porque sé lo que está viniendo. Es la pregunta que he estado esperando que él me haga desde el día en que me perdí y terminé en su casa en mitad de la noche.

—¿Qué viste cuando moriste? —Tiene esa sonrisa tentadora, de medio lado, como si estuviera algo avergonzado por lo que va a decir. —Porque estoy adivinando que no fue el Mar de Tranquilidad.

Y cuando lo miro, no estoy tan segura que no lo haya sido.

—¿A dónde te fuiste? —Su voz baja ligeramente y pierde incluso la sugerencia de una sonrisa.

Me está observando como si no estuviera seguro de hacer esa pregunta, y ni siquiera sabe si quiere la respuesta. Casi puedo ver las palabras de su abuelo y las dudas de Thiago sobre ellas, nadando en su cabeza. A cada lado de mí están las luces y las herramientas y la madera y las botas y el chico que quiero ver para siempre. Y si mi Mar de Tranquilidad fuese real, sería este lugar, aquí con él.

No digo nada ahí mismo porque solo quiero un minuto para ver su rostro antes de darle mi último secreto. Y luego se lo digo.

—Tu garaje.

***

Ante todo, disculpen la demora, he estado con varios pendientes en este mes y no podía terminar este pequeño capítulo.

Espero les haya gustado esta historia tanto como a mí, tiene bastantes cosas en las qué pensar y si bien los protagonistas terminan juntos, no deja de ser un final "medio" feliz. 

Gracias, gracias, gracias, por los comentarios, por leer y por seguir entrando aquí. Aún no sé qué otro libro adaptaré, pero espero elegirlo pronto y seguir publicando.

¡Que nos volvamos a ver!

PD: ya está para descargar esta adaptación

3 comentarios:

  1. me gusto mucho la novela ! gracias :) espero que vuelvas a subir pronto

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  2. Que linda nove, gracias , estare atenta a cuando subas otra, besos,

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