Mar
—Ándate a sentar, ya lo tengo.
Thiago me aparta desde el fregadero
después que hemos lavado los platos de la cena. Cada vez como más aquí; es el
único momento en que como comida de verdad. Él prepara la cena y yo lo lleno de
postres.
—Tú cocinaste. Yo puedo lavar los platos.
—No, no puedes.
Me quita la esponja de las manos y cierra
el caño mientras yo voy a limpiar la mesa y colocar los platos en el fregadero.
—¿No puedo lavar los platos? —pregunto,
sin creerlo.
—No—. Sacude su cabeza.
—¿Por qué?
—Porque eres muy mala haciéndolo.
—¿Soy muy mala? —¿Desde cuándo alguien
puede lavar mal los platos?
—Sí. ¿Cómo no puedes saberlo? Tengo que
volver a lavar los platos cada noche después que te vas.
—No lo haces.
¿Lo hace? Me mira y sé que no es verdad.
—Eres un idiota.
—Sip, tengo problemas.
Pienso en lo bajo que me hundido. Ni
siquiera tengo la habilidad de lavar apropiadamente un plato. Él cocina, lava
los platos, construye muebles. Me siento inútil aquí. La secadora vibra y sé
que puedo ayudar en algo.
—Bien. Iré a doblar la ropa—. Me volteo para
dirigirme hacia la lavandería.
—No, no lo harás. Sólo siéntate.
—¿Tampoco puedo doblar la ropa?
—No vas a doblar mi ropa interior.
—Estás bromeando.
—No. Es raro—. Abre un cajón lleno de
secadores con su mano mojada. —Ten. Seca.
Me lanza el secador contra mi pecho,
salpicándome con agua en el proceso.
—Tal vez vaya a coger un par de tus
bóxers y empiece a secar con ellos.
—¿Cómo sabes que uso bóxers?
—Sólo lo espero.
Se encoge de hombros, entregándome un
plato. —Vamos. Tienes un montón de tarea.
—A nadie le gustas —murmuro, porque me
siento como una adolescente.
Termino usando el secador y Thiago tiene
razón. Él lava los platos mejor que yo. Mayormente porque yo soy perezosa
cuando se trata de cualquier tipo de limpieza, pero él no necesita saber eso.
AMO tu nove .....MASmasMAS
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