domingo, 18 de enero de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 25

Mar

La fiesta es tonta y todos sabemos cuándo una fiesta es aburrida y no nos quedaremos mucho rato. Es un alivio porque realmente odio los lugares con demasiada bulla, prefiero el silencio.

Simón me mantiene atada a su lado con más fuerza que antes. Como hace normalmente, coloca su brazo sobre mis hombros mientras entramos, en un gesto típico de pertenencia,  luego, cuando nos sentamos, me suelta. Pero nunca me deja irme muy lejos y nunca estoy a menos de un par de pasos de él; esta noche, no me quiere dejar ir para nada.

Me mira todo el rato y me sonríe como si estuviéramos planeando algo. Debería arrepentirme de haber hablado, pero no lo hago. Aunque él pasó todo el camino intentando lograr que yo le diga por qué no hablo, y finalmente le expliqué con todo el detalle, lo que le haría si él volvía a preguntar. Y no lo hizo. Creo que tuvo algo que ver con el amor que le tiene a sus partes íntimas.


Su brazo se cuela en mi cintura y me coloca contra una pared justo a tiempo para mirar sobre su hombro y ver a Tefi entrar a la casa. Simón desliza su mano por mi brazo y entrelaza sus dedos con los míos, empujándome contra las escaleras para que todo el resto nos veo. Tengo dos opciones: lo puedo detener en frente de todo el mundo, lo que consistiría en rehusarme a subir con él, o puedo ir con él. La primera opción es la que atraerá más gente. Simón y yo desapareciendo arriba hacia una habitación en una fiesta no alzará cejas. Aparentemente hemos estado teniendo sexo por semanas. No me molesta. Simón ha tenido cada oportunidad para tratar de aprovecharse de mí y nunca lo ha hecho. Más allá de su brazo alrededor de mis hombros y ocasionalmente cogiendo mi mano, él no me toca para nada. Simón me mantiene a su lado por alguna razón, pero la que sea, sin duda no es sexo.

—¿Por qué quieres que todos piensen que estamos juntos? —susurro cuando él me empuja por una puerta hacia una habitación vacía y cierra la puerta tras de mí.

La única luz proviene debajo de la puerta y del poste de luz de afuera. Es una habitación de invitados con una cama que obviamente ya ha sido ocupada esta noche. La música aún es fuerte y no tengo que preocuparme de que nos escuchen, pero igual mantengo mi voz baja.

—Porque deberíamos estarlo.

Se inclina contra la puerta y cierra sus ojos.

—Tú no eres de este estilo.

—Podría hacer una excepción. —Me mira de arriba hacia abajo pero su corazón no está ahí y no sé por qué sigue fingiendo.

—Podrías, pero si lo hicieras, no sería por mí.

—¿Qué harías si te beso ahora mismo?

—Probablemente te deje, solo para ver de qué se trata todo esto. Luego te arrancaré los labios y te los haré comer, lo que será difícil porque, ya sabes, no tendrías labios.

Asiente, sin mirarme. —Eres aterradora.

—¿Entonces no vas a besarme?

—No. Pero no por esto de arrancarme los labios, aunque es irresistible.

—Debes de tener una buena razón para chancar tu reputación.

—No tengo que chancar nada. ¿Qué crees que estamos haciendo ahora mismo? ¿Hablando? Ni siquiera hablas, así que eso limita las opciones. Todos abajo saben que estamos teniendo sexo.

Se quita su camisa y arruga su ropa.

—¿Lo estoy disfrutando?

—Soy lo mejor que has tenido.

—Sin duda. ¿Entonces por qué no solo hacemos lo que decimos hacer?

—Podría acusarte, ya sabes. —Abre un ojo para mirarme.

—Pero no lo harás. Al menos deberías decirme porqué. Yo te mostré mi secreto.

—Si te lo muestro, podrías acusarme también.

—¿Entonces cuál fue el punto de todos los últimos meses conmigo si nunca tuviste la intención de hacer algo más?

—La gente cree que estoy teniendo sexo contigo, no esperan que esté teniendo sexo con nadie más.

—¿Pero no es eso lo que haces? —Al menos esa es la imagen que vende. Simón el mujeriego.

—Me gustabas más cuando no hablabas.

—Sí, lo sé. No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Responde la pregunta.

Rueda sus ojos y exhala, asegurándose que sepa lo enojado que está.

—Eso es lo que se supone que debo de hacer. Si me detengo, todos querrán saber por qué. Luego todos empezarán a especular. La evasión es lo mejor.

—¿Por qué yo?

—Me imaginé que nunca le dirías a nadie la verdad—. Se encoge de hombros. —Lo siento. No empezó así. Si te hace sentir mejor, realmente planeé tener algo contigo. Si me hubieses aceptado, probablemente ya hubiésemos tenido sexo a la primera oportunidad y no estaríamos aquí ahora. Pero simplemente parecías tomar todo esto como un juego y era un alivio. Estaba aliviado de no tener que seguir con todo como siempre y mientras más te buscaba, me tomabas con menos seriedad. Así que la verdadera pregunta es, ¿por qué seguiste con esto?

—La misma razón que tú. La gente cree que estoy contigo así que estoy fuera de foco. Así me dejan a solas. Ambos ganamos. —No me importa lo que diga la gente de mí, estoy bien con mentiras y rumores. La verdad es la que no quiero que descubran.

—¿Y en donde encaja Thiago? —pregunta, finalmente encontrándose con mis ojos.

—No estamos hablando de Thiago.

—¿No? —prueba.

—Thiago está saliendo con alguien más.

—¿Y? Thiago tiene con quién acostarse. ¿Cómo crees que se las ha manejado en mantener alejadas sus manos de ti todo este tiempo? No significa nada. Él es un buen chico, no un santo.

—¿Qué es ella para él? —Intento no sonar celosa o buscando información.

—Ella —dice, mirando mi pecho—, es el Rayito de Sol de un pobre hombre.

Realmente no lo creo porque Thiago nunca se me acerca.

—Él ni siquiera me mira de costado o intenta tocarme.

—Tienes razón. No te mira de costado, sino de frente, completamente, y ni siquiera intenta ocultarlo. La única cosa por la que lo he visto babear tanto tiene cuatro patas y es de madera así que no creo que la invite a salir.

—No le permitas hacer eso, Simón. No conmigo. Él te escuchará.

—No. No lo hará. Ya pasó su tiempo de ser mujeriego. A él le gusta mantener su vida libre de complicaciones innecesarias. Creo que estarás a salvo por un tiempo.

—¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí?

Creo que ya me harté de hablar de Thiago. Me deslizo contra la pared hacia el suelo, al lado de Simón. Él coloca mi cabeza en su hombro, dejándome que me recueste contra él.


—Al menos otros veinte minutos. Tengo una reputación que mantener.

1 comentario:

  1. kjjjkjk simon el y su reputación si supieran que en realidad solo hablan .......MASmasMAS

    ResponderEliminar