martes, 24 de febrero de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 36

Mar

¿Es triste tener la primera cita a los dieciocho años? Pensé en mandarle un mensaje de texto a Thiago y cancelarle como seis veces el día de hoy. En un punto, finalmente le mandé un texto diciéndole que no podia ir porque no tenía nada que ponerme. Él me respondió ahí mismo…

Así que ahora estoy atrapada. La única cosa que me hace sentir mejor es que Thiago parece ser tan socialmente inadaptado como yo. Excepto que él habla, así que supongo que él gana algo. De todos modos. Realmente lo necesito, no quiero arruinar esto. Es lo suficientemente alo que mi cerebro sea un pozo; no puedo imaginar el vacío que tendría mi corazón si él no estuviera en él.

Desde que no usar nada realmente no es una opción viable, tengo que volver a pensar. No tengo absolutamente ninguna idea de qué usar. Mi sentido de la moda no falta, sino que no existe. Busqué entre ropa de recital, ropa de recuperación y ropa repulsiva. Nunca me he vestido normal, ni siquiera sé qué significa eso. Aquí es donde una amiga mujer entraría a ayudar; también podría haberme tragado el orgullo, escrito una nota a Cielo para que me ayudara, pero toda la idea era de último minuto y ella tenía planeas esta tarde así que ni siquiera está en casa. Lo que significa que mi ropero y yo estamos por nuestra cuenta.

Mi ropero no me sirve. De hecho, se está riendo de mí. Además del vestido que usé ayer, no tengo opciones. Miro mi ropa: negra, negra, más negro. No quiero usar nada de eso. No quiero verme como Mar esta noche, no quiero verme como una puta Rusa. Tampoco quiero verme como lo que era antes. Tal vez esta noche podría ser alguien más, una tercera chica que aún no he conocido. 

***

Thiago toca la puerta exactamente a las cuatro de la tarde. Aún no sé por qué nos estamos yendo tan temprano. No podemos cenar a esta hora porque Thiago odia comer tan temprano igual que yo. Él está vestido con un polo azul oscuro y con pantalones color caqui. Se ve exactamente igual a cuando va a cenar los domingos. Me enoja lo fácil que debe ser para los chicos el vestirse; parece no tener problemas el verse normal y verse totalmente lindo haciéndolo.

Intento no verme tan incómoda como me siento mientras él está de pie en la entrada, mirándome. Terminé poniéndome un vestido sin mangas de color azul pálido con un diseño azul oscuro alrededor de cada botón. Es simple. Pensé que se veía bien y que se sentía normal. Coloqué todo mi cabello en una cola alta sin importarme que se me vea la cicatriz en la raya del pelo, porque él ya la vio muchas veces.

—Te ves diferente —dice, repitiendo las mismas palabras que usó la primera noche que terminé en su casa, y sonrío porque es exactamente como me gustaría verme esta noche. —Y distractoramente linda —agrega suavemente, sus labios curvándose ligeramente.

—¿Vas a decirme ahora a donde estamos yendo? —pregunto. Me ha estado volviendo loca todo el día. Odio no saber cosas.

—No —dice, simple, tomando mi mano y ayudándome a subir al auto.

Y luego conducimos y conducimos. Y conducimos.

—En serio, Thiago. ¿Qué diablos?

—Has dicho eso cuatro veces desde que nos fuimos.

—Sí. Porque en serio, Thiago, ¿qué diablos? ¿A dónde vamos?

—Cierra tus ojos. Relájate. Te dejaré saber cuándo estemos ahí.

***

—¿Rayito de Sol? Estamos aquí—. Abro mis ojos y veo el reloj, 6.10. En serio, Thiago, ¿qué diablos?

—¿En dónde estamos? —pregunto, intentando averiguar de qué va todo este viaje de dos horas.

—Cena.

Estamos en un estacionamiento. Miro por la ventana y veo la señal de un restaurante italiano que conozco muy bien y sé que esto no está sucediendo. A través del vidrio a un lado del edificio puedo ver a un hombre en traje tocando el piano, pero ya no es a él a quién veo.

—¿A quién ves? —pregunta Thiago.

Yo, en un universo alternativo, pienso.

—¿Estamos en otra ciudad? —pregunto, intentando controlar la histeria de mi voz.

—Sí—. Duda esta vez y creo que lo estoy asustando un poco, lo que está bien porque él me está asustando a mí.

—¿Por qué estamos aquí?

—Porque tenemos reservaciones —su voz está probando. Me está mirando como si en cualquier momento puedo perder completamente la cabeza.

No digo nada. No puedo decir nada.

—Te gusta la comida italiana y miré las críticas de como cincuenta lugares y este era el mejor, además, fui capaz de conseguir sitio. ¿Qué sucede? —Está confundido y no puedo culparlo.

—Thiago, hay como quinientos restaurantes en casa. Podías haberme llevado a cualquiera de ellos. ¿Por qué conducimos dos horas para cenar?

—Quería hablar contigo.

Quería hablar contigo. Lo dice como si fuera la respuesta más obvia en el mundo. Condujo dos horas lejos de casa para cenar, a un lugar donde nadie nos conoce, así podíamos conversar. Quiero reír, llorar y abrazarlo. Pero lo beso. Apenas mis labios están encima de los de él, su mano está en la parte trasera de mi cuello y me está jalando contra su pecho como si estuviera esperando esto por siempre y no va a dejarme escapar. Pero yo no quiero escapar; y si no fuera por el timón, subiría a su regazo solo para estar más cerca de él.

Luego, él se mueve apenas y ya no lo estoy besando. Él me está besando a mí. Y cuando lo hace, parte de mí está perdida. Pero es la parte que está retorcida y equivocada, y solo por ese momento, con sus manos en mi cabello y sus labios en mi boca, no puedo pretender que nunca existió.

—Pensé que estabas enojada —dice, cuando me aparto. —No es que me esté quejando.

—Lo estoy, pero no contigo. —Mis manos están envueltas alrededor de sus antebrazos y realmente no quiero dejarlo ir.

—¿Con qué, entonces? —pregunta, apartando el cabello que se soltó de mis ojos.

—Todo lo demás.

Él hizo todo esto así podíamos ser capaces de salir y de hecho hablar con el otro y él me trajo a este único lugar donde no podemos hacer eso. Simplemente me está mirando como si no supiera qué significa eso y no está seguro de hacia dónde iremos a partir de ahora. Solo me gustaría irme a casa y sentarme en su garaje donde todo es cómodo y puedo lijar madera y observar pilas de polvo alrededor de mi pie y sentir que estoy bien mientras me pueda quedar ahí.

Hay algo en la forma que me está mirando que me enloquece, pero no puedo apartar la mirada. Él se inclina de nuevo y no me muevo hasta que siento sus labios sobre los míos. Hay como una reverencia por la forma en que me besa que me asusta, porque es la cosa más maravillosa que jamás he sentido. 

—Lo siento —dice. —He estado esperando eso por bastante tiempo, solo quería hacerlo de nuevo.

—¿Cuánto tiempo?

—Desde la primera noche que entraste a mi garaje.

—Me agrada que no lo hayas hecho —confieso.

—¿Por qué?

—Acababa de vomitar. Creo que hubiese arruinado el momento.

—Opuesto a este momento que está lleno de romance. —Sonríe y suelto sus brazos y me siento, intentando descubrir qué decir.

—¿Quieres entrar? —finalmente pregunta.

Sacudo mi cabeza. —No podemos quedarnos aquí.

—¿Por qué no? —pregunta, y me siento terrible por quitarle esto. Otra de las cosas que puedo agregar a la lista de decepciones hacia otras personas. No quiero la decepción de Thiago, no creo que pueda soportarlo. Pero no tengo opción ahora mismo. Veo a Thiago y desearía poder besarlo de nuevo en lugar de responder, pero sé que no voy a poder escapar de aquí.

—Porque es de donde vengo.

***

Nuestro intento de normalidad termina comiendo en un hueco de pizza entre la ciudad y casa, y no hay nada sobre eso que sea normal. NI siquiera es extraordinario. Es perfecto y quiero que se quede así pero nada dura. Personas como Thiago son perfectas y yo no obtengo eso. La mayor parte del tiempo, ni siquiera somos tolerables y eso es lo que me asusta. Porque, aunque fuera algo con lo que podemos empezar, la perfección nunca dura.

Nos estacionamos en la casa de Cielo justo antes de las once y miro a Thiago porque no sé por qué me trajo aquí en lugar de su casa. 

—Ten una buena noche —dice.

—¿No debería decirte eso yo a ti?

—No lo sé. ¿Hay una regla? —pregunta.

—No lo sé. También lo pasé bien, fue divertido—. Aún me siento mal por arruinar sus planes.

Alza su mano hacia mi mejilla antes de inclinarse para besarme. Solo una vez y es perfecto. Es suave, caliente, real y verdadero. —Fue divertido. Nada más importa.

Nada más importa, me gustaría creer eso. 

—¿Entonces por qué me traes aquí? —pregunto.

Se encoge de hombros. —Pensé que sería algo presuntuoso esperar que duermas conmigo en la primera cita. 

—Pero si todo lo que esperas es dormir, entonces soy algo seguro.

—Bueno —sonríe —, es difícil que yo cambie algo que es seguro.

Y con eso, arranca el auto y nos vamos a casa.

1 comentario: