Mamá había enviado a Pablo a la escuela sin mí y explicó que yo llegaría tarde. Pablo era una cosa con la que tenía que lidiar. Si tenía que vivir esta existencia, no podía continuar usándolo. Nunca lo amaría de la forma en que él merecía ser amado. Era mi amigo y una fuente de comodidad. Permitirme a mí misma seguir siendo su novia no solo estaba mal para Pablo sino que era una traición porque nunca me llevaría con nadie más que Peter. No podía vivir de esa manera. Vivir no iba a ser fácil para mí. Necesitaba cortar todos los lazos que ya rompían mi alma dañada.
Para el momento en que entré a la escuela, me había perdido Literatura Inglesa. Los pasillos estaban llenándose con estudiantes. Sostuve mis libros cerca de mi pecho y los apreté. Podía hacer esto. Canté en mi mente una y otra vez. Candela salió de la multitud de personas, sonriendo cuando me vio.
—¡Lali! ¡Yey, viniste! Te he extrañado un montón. ¡Ahora el almuerzo no será tan aburrido y Oh Dios Mío! ¿Adivina qué?
Luché por mantenerme a la par con su rapidez al hablar así que me tomó un momento darme cuenta que ella quería que reaccione a sus palabras.
—Oh, eh, ¿qué? —Ni siquiera podía forzar una sonrisa.
Me sonrío y miró alrededor para ver si alguien estaba escuchándola antes de regresar su atención a mí.
—Peter Lanzani está aquí. Quiero decir, en nuestra escuela. Quiero decir, matriculado aquí. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que fue a una secundaria en Alabama hasta el año pasado cuando su banda lanzó una canción que pegó y empezó a tocar por todos los Estados Unidos en lugar de solo en el sur. ¡Ah! ¿Puedes creer que está aquí? ¿En nuestra escuela? Supongo que sí tenía que volver a la secundaria, nuestro pequeño pueblo es preferible que uno grande como Alabama. Pero aun así, no puedo creerlo.