martes, 16 de junio de 2015

Existence: Capítulo Cinco

Permanecí en el hospital por una semana entera. Cada noche, iba a dormir con el gentil sonido de una guitarra. Cuando me despertaba en mitad de la noche nunca era con una habitación vacía sino con el alma oscura y misteriosa a la que me sentía atraída. Él se sentaba en las sombras y tocaba una melodía que había decidido que me pertenecía.

Todos los días, Pablo vendría directamente después de su práctica de fútbol con comida que había pedido, escondida dentro de su chaqueta de cuero. Trabajaríamos en su tarea, y luego veíamos televisión y comíamos la comida que él traía. Estar con Pablo me hacía sonreír. Amaba cada momento que pasábamos juntos.

Sin embargo, en la noche, cuando el alma se sentaba en mi habitación y tocaba para mí, la música parecía llenar los espacios solitarios. Tenía una necesidad por un alma que no entendía. Mi deseo por él asustaba, y me fascinaba. Mi última noche en el hospital y su voz se unió al sonido de la guitarra. Puso las palabras a mi melodía.

“La vida que camino une mis manos, me hace tomar las cosas que no entiendo.

Camino este oscuro mundo, sin conocer la verdad, olvidando el yo que una vez conocí; hasta ti. 

La vida que camino eternamente era todo lo que conocía, nada más quedaba para mi aquí en esta tierra, hasta ti.

Siento el dolor de cada corazón que tomo, siento el deseo de reemplazar todo lo que he odiado. La oscuridad me sostiene cerca pero la luz aún atrae mi alma vacía.

El vacío donde uso el dolor para llenar el hueco ya no me controla, ya no me llama, por ti.”

Mientras mis párpados empiezan a pesar y el sueño llega, mi corazón duele por el dolor en sus palabras. Eran palabras que sabía que significaban más para él de lo que yo podía entender. La canción con la que él llena mis noches era más profunda que cualquier cosa que haya conocido.

Candela corrió hacia mí en el momento en que Pablo abrió la puerta principal de la escuela y la sostuvo para mí mientras yo entraba. La excitación en su rostro causa que sus ojos brillen. Sonrío, esperando que me explique la causa de su comportamiento tan alegre un lunes por la mañana. Volver a la escuela no podía ser la razón de su euforia. Desde que volví a casa del hospital ella ha pasado un buen tiempo conmigo. Mi vuelta a la escuela no causaría esta respuesta.

Se detiene y alza la mirada hacia Pablo. Él aclara su garganta.

—Eh, te veré en unos cuantos minutos —se excusa a sí mismo con una sonrisa y se dirige hacia mi casillero, cargando mis libros.

—De acuerdo, se ha ido. Ahora, dime qué te tiene así esta mañana.

Enlazó su brazo con el mío y se inclinó cerca de mi oreja.

—Peter Lanzani está aquí. Como que, en nuestra escuela. Como que, inscrito en nuestra escuela. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que fue a una escuela secundaria en Alabama, hasta el año pasado cuando su banda lanzó una canción del momento y empezó a tocar por todos los Estados Unidos, en lugar de solo el sur. ¡Ah! ¡Puedes creer que está aquí! ¿En nuestra escuela? Supongo que si tuviera que regresar a la secundaria, nuestro pequeño pueblo sería preferible a algún lugar en Alabama. Pero aun así, no puedo creerlo.

No pude evitar sonreír ante la excitación de Candela incluso si no tenía idea de quién era Peter Lanzani. Nunca había escuchado de él ni de su banda antes. Seguí la expresión de alegría de Candela cuando mis ojos encontraron al alma. Anoche había luchado el sueño para ver si aparecía en mi habitación y me cantaba para dormir. No había venido. Verlo ahora me hizo querer suspirar de alivio. El pensamiento de que tal vez no lo vería de nuevo me había asustado. Le sonreí, sabiendo que debía de actuar como si él no estuviera ahí pero no pude. En algún momento durante el camino, me había acostumbrado a recaer en su presencia. Sus ojos verdes estaban satisfechos y menos embrujados como recordaba. Quería caminar hacia él y decirle algo pero no podía en este pasillo lleno de gente. Él asintió como si respondiera a una pregunta pero sus ojos nunca dejaron los míos. Una sonrisa apretada se formó en su rostro para reemplazar la anterior que había recibido. Luego, como si fuera en cámara lenta, volvió su atención a la chica rubia que estaba de pie, riendo y sosteniendo una revista y un lapicero para él.

Observé como si estuviera perdida en un sueño extraño mientras él sonreía y asentía ante las palabras de la chica. Él firmó la revista que ella lanzó entre sus manos y se la devolvió. Escuché a Candela decir algo a mi lado pero sonaba como si estuviera a millas de distancia. Algo andaba mal. Tomé un paso hacia él, incapaz de apartar la mirada. Él me sonrió con su sonrisa sexy y de lado, que producía su perfecto hoyuelo. De pronto, su sonrisa pareció de disculpa una vez que se volteó para tomar algo de la mano de otra chica y firmarlo. Me congelé, intentando procesar lo que mis ojos estaban viendo.

—De acuerdo Lali, realmente vas a tener que salir de esto. Pablo está viniendo y si te ve mirando a Peter Lanzani como si quisieras engullirlo, va a ver un problema.

Aparté mis ojos del alma y miré a mi amiga.

—¿Qué? —logré decir a través de las preguntas bailando en mi cabeza.

Candela sonrió y sacudió su cabeza.

—Diablos, chica, eres peor que yo. Al menos yo no me puse así cuando lo vi en la oficina más temprano. Por supuesto, él no pareció realmente preocupado por tu reacción tampoco. Lo que es algo bueno, considerando que parecías algo acosadora.

Sacudí mi cabeza no entendiendo.

—¿Qué? —pregunté de nuevo.

—Descubrí las grandes noticias —dijo Pablo, detrás de mí, y supe que debí voltearme y mirarlo pero simplemente no podía todavía.

Todos podían ver el alma. Nada tenía sentido. Cerré mis ojos y tomé un profundo respiro y luego los abrí para ver a Candela mirándome con una expresión de asombro en su rostro.

—¿Lo ves? —pregunté en un susurro. Su mirada cambió cautelosamente detrás de mí hacia donde sabía que estaba Pablo y luego se lanzaron sobre donde estaba el alma.

Una vez que sus ojos volvieron a los míos, asintió lentamente.

—Eh, sí, ¿pero de qué él, estamos hablando? —preguntó con un susurro.

Miré rápidamente hacia donde estaba el alma, aun hablando con los estudiantes y firmando cosas. Candela se inclinó cerca de mi oreja.

—Ese es Peter Lanzani, todos lo ven. ¿Tomaste alguna medicación seria esta mañana? Porque estás actuando extraño.

Peter Lanzani. El alma, mi alma, ¿era Peter Lanzani el rockero? Una mano se recostó en mi hombro y me volteé lentamente para enfrentar a Pablo. Su ceño preocupado era idéntico al de Candela. Sacudí mi cabeza para aclararla y forcé una sonrisa.

—Mamá me hizo tomar unas cuantas pastillas para el dolor esta mañana, y creo que están malogrando mi cabeza —mentí, cogiéndome de la excusa que Candela me acababa de dar.

Pablo sonrió y deslizó su brazo, como protección, alrededor de mis hombros.

—Ah, bueno, yo cuidaré de ti. Vamos, vayamos a tu primera clase. Ya tengo tus libros.

Caminé al lado de Pablo, aliviada, pero decepcionada que no podamos caminar al lado del alma. Aun quería ver si podía despertarme de este extraño sueño y escuchar al alma tocar suavemente en mi habitación.

Llegué a Literatura Inglesa antes de darme cuenta que Pablo me estaba llevando. Él me volteó para enfrentarlo.

—Si me necesitas, envíame un mensaje de texto y estaré aquí en un segundo, ¿de acuerdo?

Asentí y le di un beso rápido antes de voltearse y dejarme en la puerta de mi clase. Entré, luchando la urgencia de mirar atrás y ver la multitud de gente alrededor el alma, a quién llamaban Peter Lanzani. Me senté en la primera carpeta que encontré y empecé a abrir mi libro cuando un caliente hormigueo corrió a través de mi cuerpo. Sobresaltada, alcé la mirada. Peter estaba haciendo su camino hacia mí. Aproveché de mirar a los otros chicos de mi clase. Todos los ojos estaban puestos en él. Las chicas estaban riendo y susurrando. Esto tenía que ser una clase de sueño loco. Él tomó asiento detrás de mí y luché la urgencia de estremecerme ante la sensación cálida que su cercanía parecía estar causando. Esto no había sucedido antes.

—No puedo creer que nos hayamos conocido. Soy Peter Lanzani —su voz familiar y suave arrastre de palabras no sonaba como si estuviera soñando.

Me volteé para mirarlo. Si hubiese tomado pastillas para el dolor esta mañana, estaría convencida que estaba drogada. No había excusa para esta alucinación.

—No lo entiendo —dije, simple.

Una sonrisa de disculpa llenó sus labios. ¿Sus labios eran más llenos ahora que era de carne y hueso?

—Lo sé y lo siento.

¿Era pedirle mucho que elabore más? Si esto era real entonces sería horriblemente lindo si él pudiese explicarme como de pronto podía ser visto por el resto del mundo viviente. Aún mejor, ¿por qué todos creían que él era una estrella de rock? Él no dijo nada más pero sus ojos nunca dejaron los míos. Todos en el salón parecían estar observándonos. Hablarle a él aquí no me daría ninguna respuesta. Retiré mis ojos de su cálida mirada y me volteé en mi asiento. Si no despertaba pronto, entonces me preocuparía por una mejor explicación que “Lo siento”.

—Cálmense, cálmense —la voz del Sr. Vásquez calló el susurro y las risas ocasionales—. Es muy excitante, me doy cuenta, tener a un joven entre nosotros, cuyo talento es divertido para ustedes. Sin embargo, este un momento para aprender la belleza que sostiene la Literatura Inglesa. Podemos suspirar y desmayarnos por el Sr. Lanzani durante el almuerzo. 

—Ahora, hoy nos vamos a mudar de nuestro estudio de Shakespeare. Brevemente hemos hablado de él este año porque esta no fue su primera exposición a Shakespeare y siento que es importante enfocarnos en otros famosos dramaturgos. El antiguo dramaturgo de Grecia, Aeschylus, fue igual de influyente en sus trabajos. De hecho, varias fuentes antiguas atribuyen entre setenta y noventa obras a él. Creo que el viernes les pedí que lean un capítulo en su libro sobre Aeschylus, y desde que vino el fin de semana, sé que fue una solicitud bien grande. Sin embargo, ¿alguien puede decirme algo de lo que aprendió de la lectura?

El Sr. Vásquez juntó sus manos a través de su peco para recostarlas debajo de su estómago. El salón permaneció en silencio. Había pasado mi fin de semana intentando adelantar todo lo hecho en la escuela mientras no estaba y leer sobre Aeschylus no había sido muy importante. Además, enfocarme ahora mismo sería difícil.

—Solo seis de sus tragedias han sobrevivido intactas: Los Persianos, Siete contra Thebes, Los Suplicantes, y la trilogía conocida como La Orestea, consistiendo de tres tragedias, Argamenón, Las Coéforas y Las Euménides —la suave voz de Peter se alzó sobre el salón y el Sr. Vásquez lo miró con sorpresa.

—Siete, Sr. Vásquez. Se olvidó de Prometeo Encadenado.

—La autoría de Prometeo Encadenado aún está siendo disputada. Se cree que es el trabajo de un autor posterior —la voz de Peter sostenía una tono de aburrimiento.

El Sr. Vásquez enderezó su postura y miró a Peter con una lenta sonrisa, viniendo a su rostro. 

—Sí, lo es, pero esa información no estaba en su libro de texto. —Sonrió al resto de la clase como si alguien le hubiese dado una docena de donuts—. Parece que nuestro amigo músico está bien educado.

Escuché una risa silenciosa detrás de mí y miré sobre mi hombro hacia los ojos de Peter en mí. ¿Leía mentes? ¿Tenía súper poderes? Me volteé y cerré mis ojos, intentando apartar las preguntas sobre Peter Lanzani en mi cabeza para prestar atención a la clase.

—Muy bien, de hecho muy bien. Ahora, como dice en su sílabo del año, todos deben de tener copias de La Orestea: Argamenón; Las Coéforas; Las Euménides. Vamos a empezar nuestro estudio sobre Aeschylus lOyeendo primero Argamenón. ¿Quién trajo su libro a clase como se solicitó el viernes? —Miré hacia mi libro de texto y cuaderno. Pablo no había sabido que tenía que sacar el libro de mi casillero—. Ah, y nuestro nuevo estudiante me sorprende de nuevo.

Alzo la mirada hacia el Sr. Vásquez para verlo asintiendo hacia la carpeta de Peter. 

—¿Ese es el libro que está en tu carpeta, verdad Sr. Lanzani?

—Sí, señor —respondió Peter y voluntariamente me estremecí. Pensé que había escuchado otra suave risa viniendo detrás de mí.

—Bueno, entonces por favor, podría empezar a leer para mí. Desde que parece que el resto de estudiantes en este salón, que de hecho estuvieron aquí el viernes, parecen estar sufriendo de pérdida de la memoria. 

Peter se aclaró la garganta y empezó a leer.

—Queridos dioses, libérenme de todo el dolor, la larga vigilia que he mantenido, todo un año despierto…apoyado en mis brazos, agachado en los techos de Atreus como un perro. Conozco las estrellas de corazón, los ejércitos de la noche, y ahí, a la cabeza, los que nos traen nieve o los cultivos del verano, traednos todo lo que tenemos-nuestros grandes rOyees del cielo, los conozco, cuando se alzan y cuando caen…y ahora vigilo para la luz, la señal de fuego rompiendo de Troya, gritando que Troya ha sido tomada. Así que, ella comanda, llena de altas esperanzas.

La clase se guio rápidamente con la voz hipnótica de Peter comandando el salón. El timbre de la campana me hizo saltar. Sacudí mi cabeza intentando salir del trance en el que su lectura me había insertado. Me puse de pie y alcancé mis libros, sabiendo que Pablo estaría en la puerta, esperándome, listo para llevarme a mi próxima clase. Me tomó un esfuerzo supremo no volver la mirada hacia Peter. 

El sonido de chicas riéndose y fans aduladores me permitió alcanzar a Pablo sin romperme y voltearme para espiar a Peter. 

—¿Clase divertida? —Pablo alzó sus cejas y asintió su cabeza hacia donde sabía que estaba Peter, rodeado de admiradoras femeninas.

Me encogí de hombros.

—No realmente. Obras griegas trágicas, ya sabes, lo usual.

Pablo me lanzó una de sus sonrisas fáciles antes de alcanzar mis libros.

—Agradecido de haber hecho mi movida antes que Peter Lanzani llegara —dijo Pablo con voz de broma que sonó forzada.

No alcé la mirada hacia él.

—¿Qué quieres decir?

¿Notó el sonrojo en mis mejillas cuando dijo el nombre de Peter? Dios, espero que no.

—El chico parece no poder quitarte los ojos de encima. No es que pueda culparlo.

Pablo colocó su brazo alrededor de mis hombros y me acercó como si necesitara sostenerme. Culpa inmediata me llenó. La forma en que me estremecía y me derretía cuando estaba cerca de Peter no era justo para Pablo. Un fuerte impulso de voltearme causó que me sostenga con más fuerza del brazo de Pablo, en busca de soporte. Tal vez esto era un sueño después de todo. Era casi como si una fuerza de hierro estuviera intentando forzarme a detenerme y voltearme.

—¿Estás bien? —la voz de Pablo era de preocupación. Sabía que él pensaba que había perdido la cabeza. Nada de la forma en que estaba actuando era saludable.

Le sonreí, asegurándole.

—Estoy bien.

Incapaz de luchar contra el tirón invisible, miré hacia atrás y mis ojos inmediatamente encontraron a Peter, rodeado de chicas, pero sus ojos estaban en mí. Incluso a esta distancia, podía sentir la calidez de su intensa mirada.

—Parece ser un objeto caliente —balbuceó Pablo mientras su mirada seguía la mía. 

Volteé de golpe mi cabeza, furiosa conmigo misma por rendirme y buscarlo. La preocupación en la voz de Pablo lo dijo todo. Necesitaba tener control.

—Realmente no hago toda la cosa del rock. Honestamente no tengo ni idea lo que él canta o en qué banda está. 

Pablo besó lo alto de mi cabeza.

—Desearía que la estrella de rock escuche eso. 

Pareció relajarse a mi lado.

—Eso no es cierto Lali. Disfrutas tu pequeño y propio concierto privado cada noche mientras duermes.

Me congelé, apretando el brazo de Pablo. ¿Qué diablos fue eso? ¿Peter acababa de hablar en mi cabeza? ¡Dios, esto tenía que ser un sueño! Estaba volviéndose cada vez más loco. Me solté del brazo de Pablo y me pellizqué tan fuerte como pude. 

—¿Qué haces? —preguntó Pablo con una mirada de confusión en su rostro. 

Mi cara se puso caliente. En segundos, estaría rojo brillante. No estaba segura si era por el hecho que Peter acababa de hablar de alguna manera en mi oreja desde una distancia enorme o el hecho que me estaba pellizcando a mí misma en el pasillo como una chiflada. 

—Relájate Lali, nadie me escucha más que tú. Aparta el lindo sonrojo de tu rostro. Tú amigo, quién cree que tú le perteneces, va a pensar que estás loca.

Me volteé, esta vez necesitando ver en dónde estaba. Era la voz de Peter la que había escuchado. Tan clara como si hubiese estado a mi lado, inclinándose sobre mi oreja. Peter no estaba ahí. Estaba donde recordaba haberlo visto, de pie al lado opuesto, al final del pasillo, escuchando a una chica de primer año de cabello rojo que parecía estar en el cielo por tener la atención de la estrella de rock. Sus ojos dejaron los de ella y se enfocaron en los míos. Él me guiñó el ojo y me dio su sonrisa de suficiencia antes de volver a mirar a la chica de su lado. Tragué el miedo que me atravesaba y me alejé de él. ¿Realmente me había hablado desde el otro lado del pasillo y nadie lo había escuchado?

—¿Estás bien Lali? —La voz de Pablo rompió en el momento de pánico y logré forzar una sonrisa y asentir. 

—Sí, solo pensé que me había olvidado de algo, pero no lo hice.

Pablo se rio. 

—¿La medicación aún te está afectando? —preguntó con una voz que me ayudó a volver a la normalidad. Él era normal. Era real.

—Eh sí, creo que sí.

Si solo hubiese tomado medicina esta mañana, como me seguía diciendo, entonces podría culpar de todo esto a los químicos. Pero sabía la verdad. No había tomado nada. Me estaba volviendo loca por mí misma.

****

—Hablé con Pablo durante Oratoria y me sugirió que los cuatro fuéramos a ver una película esta noche para celebrar tu vuelta a la escuela —dijo Candela en la mesa de la cafetería.

Había estado perdida en mis pensamientos y no me había dado cuenta que se había sentado al frente de mí. Así que alcé la mirada.

—Suena como una idea genial.

Candela frunció el ceño, ladeó su cabeza y se inclinó hacia mí.

—¿Estás bien?

Forcé una sonrisa y asentí. Convencer a mi mejor amiga que no me estaba volviendo loca internamente iba a ser difícil. Como esperaba, alzó sus cejas y me dio un «No te creo» con sus ojos mientras se enderezaba en el asiento. Por suerte, Gastón escogió ese momento para unirse así que no tuvo la oportunidad de probarme más allá.

Esta noche, después que Pablo termine su práctica de fútbol, todos vamos a ir al cine para celebrar la recuperación de Lali.

Gastón miró hacia mí con el rostro preocupado.

—¿Estás bien para eso?

Asentí.

—Claro, me siento mucho mejor. Necesito salir y hacer algo normal.

La sonrisa de Candela regresó.

—Entonces está cerrado. Ahora, todo lo que queda es decidir qué película vamos a ver. —Los ojos de Candela se fijaron en algo sobre mi cabeza—. Agh, figuras —dijo, con un tono de disgusto.

Volteé la mirada para ver lo que encontraba tan irritante. María entraba con su brazo enlazado dentro del codo de Peter, sonriéndole mientras él le hablaba. Obviamente él disfrutaba de su atención. Él no sería el primer hombre en caer de víctima hacia sus atenciones. María era el paquete perfecto, si dejabas de lado su personalidad. Volteé mi espalda, esperando poder recuperarme de las emociones en mi estómago. Verla a ella en su brazo me hizo sentirme algo enferma.

—Sería María la que consiga a la estrella de rock —dijo Candela con un tono de disgusto antes de tomar un mordisco de su ensalada.

—Espero no escuchar celos en tu voz. Considerando que sería un soplido a mi ego —dijo Gastón, bromeando, y Candela lo miró.

—Claro que no. Solo desearía que Peter Lanzani no hubiese decidido darle su atención a esa perra. Hay tantas mujeres hermosas en esta escuela que podrían ser mejores elecciones.

Gastón rio.

—¿Cómo quién?

Candela se encogió de hombros.

—No lo sé. Solo alguien que no sea María.

Gastón rio fuerte y sacudió su cabeza.

—¿Qué me perdí? —preguntó Pablo mientras se sentaba a mi lado.

—Nada —respondí, un poco rápido.

Gastón asintió hacia donde estaba Peter y María, en una mesa a solas.

—Parece que Candela cree que cualquiera hubiese sido mejor opción para la estrella de rock que María.

Pablo asintió.

—Probablemente tenga razón. Pero mientras él haya dejado de mirar a mi chica, no me importa a quién le de atención. 

Candela alzó sus cejas hacia mí con sorpresa.

—En serio, ¿te ha estado mirando?

Rodé mis ojos.

—No. —Mi rápida respuesta ni siquiera sonó creíble para mis propios oídos.

—Sí, lo ha estado haciendo —dijo Pablo, alcanzando mi mano debajo de la mesa. Me dio un apretón gentil para asegurarme.

Suspiré y me relajé. No tenía sentido discutir con él. Sabía que Peter me observaba más que a cualquiera. No me había dado cuenta lo posesivo que me sentía hacia él hasta que a María obteniendo su atención. Él podía irle a cantar a María para que duerma con su guitarra y su hermosa música. Escuché una risa baja y me volteé para mirar tanto a Pablo y a Gastón cuyas bocas estaban llenas de comida. Me congelé y miré de vuelta a la mesa donde Peter estaba sentado en una conversación privada con María. Sus ojos dejaron los suyos y me dio una mirada de asombro antes de volver hacia la perfecta rubia a su lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario