miércoles, 17 de junio de 2015

Existence: Capítulo Seis (Parte 1)

Creo que este tu primer partido de fútbol —dijo mi madre, sonriendo desde el lavado de la cocina donde estaba secando los platos.

Me encogí de hombros.

—Supongo.

Alzó la mirada hacia mí.

—¿Y vas a salir con el equipo cuando termine?

Empecé a responderle cuando un alma entró a la cocina a través de las puertas cerradas del patio. Me tensé. Había pasado bastante tiempo desde que un alma deambulaba a través de nuestra casa. El alma se veía joven. Su cabello colgaba por su espalda con largos y ondulados cabellos rubios. Parecían flotar alrededor de su cintura. Empecé a hacer el usual «Actuar como si no la hubiese visto» pero ella se detuvo directamente en frente de mí y empezó a estudiarme. Sus ojos se veían traslúcidos y sus pestañas eran increíblemente largas, pero tan rubias que casi eran indetectables. Su cabeza se ladeó mientras se acercaba a mí, observándome como si yo fuera una especie de experimento científico que la abrumaba.

—¿Querida? —La voz de mamá me despertó del trance. 

Aparté mi mirada del alma, lo que fue difícil porque ella estaba tan cerca de mí que podía estirarme y tocarla.

—Eh, sí, lo siento.

Mamá ya no parecía sorprendida. Me frunció el ceño.

—¿Estás bien, Lali? Tal vez debas quedarte en casa y descansar. Toda una semana de escuela debe haber sido difícil después de todo por lo que has pasado.

Me forcé a mí misma a no estremecerme cuando una mano helada tocó mi cabello.

—Es bonita. —El sonido musical de la voz del alma me estremeció. Me aparté de ella.

—¿Lali?

Tomé un profundo y tranquilizante respiro y forcé una sonrisa que esperaba fuese normal.

—Estoy bien, solo un poco nerviosa. Necesito terminar de alistarme antes que Candela y Gastón lleguen.

Mamá asintió y su sonrisa regresó.

—Muy bien, entonces. Supongo que los nervios son entendibles cuando alguien está yendo a una cita con tal chico guapo.

Me guiñó el ojo y yo sostuve mi sonrisa falsa antes de voltearme y volar a la habitación. Cerré mi puerta y me volteé para observar y ver si el alma me había seguido.

—¿Me estás buscando? —La voz musical vino detrás de mí. Me volteé con sorpresa y solté un grito suave.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, confundida. ¿Por qué las almas ahora me hablaban? 

Ella rió y sonó parecido a un sonido de campanas.

—Es con intención —dijo simplemente y se acercó a mí.

Estiré ambas manos como si eso la alejaría.

—No te acerques —dije, dándome cuenta por primera vez en mi vida que estaba completamente aterrada de un alma.

Ella frunció el ceño.

—No eres muy amigable.

Solté una corta risa.

—¿Qué? ¿No soy amigable con un fantasma que vuela en mi casa y empieza a tocarme? Bueno, disculpa mi actitud, pero esto es un poco preocupante.

Su fruncido pareció adquirir una expresión de entendimiento.

—Ah, sí. Bueno, supongo que solo asumí que estabas acostumbrada a nosotros.

Así que ella sabía que podía ver almas. 

—¿Quién eres? —pregunté de nuevo, deseando que mi voz al menos sonara estable en lugar de temblorosa. 

Ella no respondió, pero regresó a estudiarme silenciosamente.

—Necesito alistarme antes que mis amigos lleguen. Si no tienes ningún propósito de estar aquí, ¿podrías irte y encontrar otra casa en la cual deambular?

Su risa llenó mi habitación de nuevo.

—No deambulo a través de las casas de las personas —dijo, como si hubiese dicho la cosa más tonta que jamás había escuchado—. Es con intención —dijo de nuevo, sonriendo brillantemente.

Empecé a preguntarle a qué se refería cuando, una vez más, estuve de pie a solas en mi habitación. Me volteé en círculo, esperando verla dando vueltas, pero se había ido. Necesitando escuchar la normalidad de mi madre cantando mientras cocinaba la cena, abrí mi puerta. Necesitaba ver a Peter. Quería respuestas. Antes de Peter, las almas no me hablaban. Me gustaba de esa forma. Me hubiese gustado que se quede de esa manera. No me gustaba la idea de almas viniendo hacia mí, tocándome y hablándome. Podía lidiar con su presencia pero prefería ignorarlas y en respuesta, ser tratada igual. Hice una revisión más de mi habitación y cerré mi puerta silenciosamente, caminando al otro lado de la habitación. Lo último que necesitaba era que mi mamá escuche lo que estaba por hacer.

—Peter —dije en voz alta.

Él me había hablado al otro lado de un pasillo lleno. Descubrí que él podía escucharme donde sea. Pero tampoco era la experta en traer almas. Nunca había sentido la necesidad de llamar algún alma. Esperé pero nada sucedió. Me volteé para revisar detrás de mí.

—¿Peter? —dije de nuevo, sintiéndome estúpida.

La habitación seguía vacía. Con un suspiro de derrota, abrí de nuevo mi puerta. Necesitaba dejar de jugar con lo sobrenatural y alistarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario