jueves, 25 de junio de 2015

Existence: Capítulo Ocho (Parte 1)

Pablo besó mi mejilla antes de dejarme en la puerta de mi clase de Literatura Inglesa. Había empezado a ir a la escuela con él todas las mañanas. Cada mañana se había vuelto mucho más difícil dejar la presencia de Peter y entrar a la realidad de Pablo. Después de dormir con la voz de Peter cantando en mi oreja toda la noche, parecía hundir más su presencia. Una intimidad existía ahora entre nosotros. Después de tener sus manos en mi cuerpo y sus labios contra mi piel, nada había sido lo mismo. Él se había recostado ayer por la noche a mi lado y me había sostenido contra él mientras yo me quedaba dormida. Necesitaba a Peter. Las palabras que susurraba en mi oído todas las noches me aseguraba que él también quería hacerlo. Él me necesitaba pero estaba dejando que se instale una barrera entre nosotros.

Me dirigí hacia mi carpeta cuando noté que la que estaba detrás de mí permanecía vacía. Era el lugar usual de Peter. Él llegaría pronto. Me situé en mi carpeta y empecé a leer desde donde me quedé el viernes. Cada vez que alguien pasaba por la puerta, desde mi vista periférica, alzaba la mirada para ver si era Peter. La voz de María y su cabello rubio aparecieron por la puerta, y él la siguió, cargando sus libros. Mi garganta se torció con un nudo doloroso. Me forcé a mí misma a apartar la mirada. Él había dicho ayer que no le gustaban las rubias, pero la forma en que la miraba a ella, con afecto, decía algo completamente diferente. Miré hacia el libro abierto en frente de mí, sin entender ninguna palabra. Estaba esperando que Peter se siente detrás de mí. Él nunca lo hizo. El Sr. Vásquez entró a la habitación silbando y sonrió a la clase.

—Ah, qué bueno ver rostros emocionados esta mañana. ¿No es una diversión Literatura Inglesa? ¿Qué mejor manera de despertar? —preguntó, con tono jovial. 

Se volteó y escribió la tarea de esta semana en la pizarra. Quería voltear la mirada y ver en donde se estaba sentado hoy Peter pero me rehusaba a hacerlo. Podía sentirlo mirándome, sin duda esperando ver si yo lo buscaría. Bueno, no le daría la satisfacción. Además, probablemente estaba jugando con esos mechones largos de cabello rubio que él clamaba odiar. Él me había susurrado que me quería. Que yo era la única que siempre había necesitado.

—¿Alguien puede decirme una de las principales ideas que aprendimos mientras estudiamos Euménides? —Queriendo desesperadamente quitarme de la cabeza a Peter, alcé mi mano. El Sr. Vásquez sonrió y asintió—. Muy bien, entonces, Srta. Esposito.

—Conflicto entre lo antiguo y lo nuevo, entre salvajismo y civilización, entre lo primitivo y lo racional —repliqué y el Sr. Vásquez juntó sus manos.

—Muy bien. Ahora, ¿un ejemplo de esta idea? —Miró alrededor del salón y yo alcé mi mano de nuevo. El Sr. Vásquez alzó sus cejas, sin duda sorprendido ante mi repentino deseo de unirme a participar en clase—. ¿Lali?

—El progreso de los viejos a los nuevos dioses. Zeus derrocó a las antiguas generaciones de dioses y entre esas deidades antiguas estaban los Furias. Los Furias se volvieron forasteros. —Me detuve, sin querer ir más lejos.

—Bien, bien, muy bien, ¿alguien más que Lali puede por favor explicar cómo cayó Apolo aquí?

El salón quedó en silencio y alguien rió. 

—María, tal vez podrías ayudarnos con alguna respuesta. —El Sr. Vásquez apuntó hacia la aparente fuente de risa. 

—No, señor, tengo una vida fuera de la tarea escolar. No todos nosotros pasamos nuestro tiempo extra estudiando y dando tutoría para obtener un novio.

Otra explosión de risas y el Sr. Vásquez inclinó su cabeza a un lado.

—No creo que esa sea la respuesta apropiada María, recibirás una nota baja por la participación de hoy. Ahora, ¿alguien más puede hablar o debo preguntarle a la Srta. Esposito de nuevo para que nos ayude?

—Apolo es el símbolo del hombre, el racional, el joven y el civilizado. Las Furias representan lo femenino, lo violento, lo antiguo y lo primitivo. Aeschylus captura un momento mítico en la historia, uno en donde el mundo estaba dividido entre lo salvaje y lo arcaico y la nueva orden en la civilización Griega, los dioses jóvenes del Olimpo, y la racionalidad. La dificultad para luchar entre estos dos mundos está dramatizada por el ciclo de violencia en la Casa de Atreus y el golpe entre Apolo y las Furias. 

Nadie rió después que Peter terminó. No había pregunta en mi mente, él había hecho eso por mí. Me volteé esta vez para encontrarlo exactamente donde esperaba. Estaba sentado detrás de María cuya expresión estaba tan molesta que hubieses pensado que alguien la había abofeteado. Él me dio un guiño y mostró ese perfecto hoyuelo. No pude apartar la sonrisa de mi rostro.

—Muy bien, Sr. Lanzani. Ahora, esperemos que el resto de ustedes también aprendan de esta pieza de literatura como Peter y Lali porque hoy nos embarcamos en un viaje incluso más allá en este mundo creado por Aeschylus.

Que Peter haya respondido más elaborado que yo para mostrar que no había nada malo conmigo al saber las respuestas, me ayudó a mantenerme enfocada en la discusión del Sr. Vásquez. Aun así, Peter se mantuvo al centro de mi mente.

****

Al final del día, saqué los libros de mi casillero que necesitaba para la tarea. Dos cálidas manos se deslizaron en mi cintura.

—Te extrañé —susurró Pablo en mi oído y volteé mi cabeza hacia él y le sonreí.

—Yo también te he extrañado, ¿pero no se supone que deberías de estar en entrenamiento?

Se encogió de hombros.

—Estaba de camino aquí cuando pensé en ti de pie en tu casillero y lo fácil que sería tomar un desvío para verte.

—Estoy contenta que lo hayas hecho. Ahora, anda a la casa de campo antes que el entrenador te haga correr como loco por estar tarde.

Se inclinó y me besó gentilmente en los labios.

—Te veré esta noche —dijo, retrocediendo y volteándose para correr hacia las puertas de entrada. Me quedé observándolo hasta que estuvo fuera de vista, y luego suspiré y me volteé para cerrar mi casillero. Hoy solo quería ir a casa.

Un estremecimiento corrió por mi espina dorsal y me congelé. No era uno bueno como los que Peter causaba. Era otra cosa de estremecimiento. La clase que recordaba haber tenido antes. Miedo causó que mi corazón golpeé locamente dentro de mi pecho. Tomé dos profundas respiraciones antes de voltearme lentamente. El alma rubia estaba observándome desde el otro lado del pasillo. Me estaba estudiando como la última vez que la había visto. Tragué contra la náusea del miedo abrumador alzándose en mi garganta, casi sofocándome. Estaba a solas y en un pasillo vacío. ¿Por qué no me había ido con Pablo? Retrocedí hacia las puertas principales pero estaban muy lejos para hacerme sentir segura. Ella rió, ese sonido que envió escalofríos por mis brazos. Cada paso que tomaba hacia atrás ella lo tomaba hacia adelante. 

—Déjame en paz. —Hice una mueca ante la debilidad de mi demanda. Era obvio que estaba aterrada.

Ella alzó sus cejas con sorpresa.

—No puedo —dijo mientras se acercaba. Pensé en voltearme y correr, pero sabía que ella me atraparía fácilmente.

—Vete o le diré a Peter —dije con poca convicción mientras mi voz temblaba. 

Su risa sonó de nuevo.

—De hecho él está ocupado con otra ahora. No sé por qué está postergando esto —dijo cuando estuvo a unos pocos pasos de mí.

Coloqué mi mochila cerca de mi pecho y luché contra la urgencia de gritar.

—Peter —susurré, con terror apretando mi garganta, esperando de alguna manera que él me escuche.

La rubia miró alrededor como si estuviera en pánico, pero solo un momento. Luego su sonrisa angelical volvió.

—Como dije, está ocupado.

Estiró una mano para tocarme y me encogí, esperando el frío de sus manos.

—No haría eso si fueses tú. —La voz de Peter me puso débil con alivio. 

Sus brazos de protección se envolvieron a mí alrededor y me hundí contra él.

—Deja esto en paz. Nadie debe decidir sobre esto. —Sus ojos hermosos y aterradores lo miraron con una fiereza que me estremeció—. Nunca fue una decisión que tú debías de tomar. Las reglas son como siempre han sido. Deben serlo.

Sus brazos se apretaron a mí alrededor.

—Vas a irte y alejarte de ella. Si te acercas de nuevo, no perdonaré fácilmente.

Un destello de miedo cruzó sus ojos y retrocedió más lejos y luego se había ido.

Mis piernas se debilitaron con alivio. Peter me jaló más cerca de él para evitar que me hunda contra el suelo.

—¿Te tocó? —preguntó con una voz fría que no estaba esperando.

Sacudí mi cabeza, insegura de que mi voz estuviera lista. Volteé mi cabeza hacia él. Estaba mirando hacia el pasillo. Podía escuchar un bajo sonido en su pecho mientras gruñía ante el pasillo vacío.

—Vamos, te llevaré a casa.

Dejé que su brazo se envuelva alrededor de mi cintura para estabilizarme mientras me llevaba hacia el estacionamiento. Se detuvo en frente de una camioneta negra y abrió la puerta del copiloto. No tenía ni idea de que tuviese un vehículo pero de nuevo, nada debería de sorprenderme a este punto. Me alzó hacia el asiento como si fuera una niña y caminó hacia el otro lado para subirse al asiento del conductor.

—¿Cómo lo supiste? —pregunté una vez que estuvimos fuera del estacionamiento. 

Me miró.

—Escuché tu miedo…y luego escuché mi nombre y la desesperación en él era… —Se detuvo, y volvió la mirada hacia el camino. 

Esperé en silencio a que termine, pero se quedó en silencio.

—¿Qué era? —pregunté en un susurro.

Soltó un suspiro de frustración.

—Aterrador. Saber que estabas tan asustada…escuchar tu miedo ha sido totalmente diferente a todo lo que he sentido. Estaba listo para terminar con la existencia de lo que sea que te estuviese haciendo daño. Luego la vi y supe que era algo que no podía controlar…sin hacer algo que esté cerca a ser inaguantable para mí, pero más aguantable que la alternativa.

Escuché sus palabras, pero ninguna tenía sentido. Fruncí el ceño y sacudí mi cabeza, queriendo entender, y él tomó mi mano entre la suya.

—Lali, por favor, no preguntes lo que no puedo darte. Puedo darte todo pero no las respuestas a esas preguntas.

Cerré mis ojos y volteé mi rostro lejos de él. Quería odiarlo por no contarme quién era o qué era. Quería entenderlo, entender esto, pero él no quería o no podía decirme nada.

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