sábado, 16 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Treinta (Parte II)

-Sé que tu planeaste el accidente de auto. Sé que tus hombres fueron quiénes nos golpearon. ¿Por qué?
-Eso estaba en mi lista de discusiones. Mientras estabas desmayada, te hice una transfusión de sangre. Llené tus venas con mi sangre, Lali.

Un silencio crujió entre nosotros.

-Esta clase de operación nunca antes ha sido realizada, al menos no con éxito, pero he encontrado una forma de violar las leyes del universo. Hasta ahora, las cosas han salido mejor de lo que esperaba. ¿Debería decirte que mi mayor preocupación era que la transfusión te matara en el camino?

Busqué respuestas, alguna forma de darle sentido a estas horribles cosas que me estaba diciendo, pero mi cabeza estaba aturdida. Una transfusión de sangre. ¿Por qué? Podía explicar por qué Hank había aparecido tan golpeado y exhausto. 

-Utilizaste devilcraft – anuncié nerviosamente.

Alzó una ceja.

-Así que has escuchado sobre ello. ¿El ángel lo descubrió? – adivinó, sin verse satisfecho. 
-¿Por qué hiciste la transfusión? – mi mente buscaba una respuesta, él me necesitaba para un sacrificio, un experimento, supuse. ¿Si no, para qué?
-Has tenido mi sangre dentro de ti desde el día en que tu mamá dio a luz, pero no era lo suficientemente pura. No eras un Nephil de primera generación, y yo necesitaba que fueras de sangre pura, Lali. Ahora estás tan cerca. Todo lo que falta es que jures lealtad ante el cielo y el infierno. En ese momento, la transformación será completada.
-¿Pensaste que podías convertirme en uno de tus obedientes y soldados Nephil sin cerebro? – me retorcí en la silla, intentando liberarme.
-He visto una profecía futurista sobre mi muerte. He estado usando un dispositivo con devilcraft para mirar hacia el futuro y, solo para asegurarme, obtuve una segunda opinión.

Apenas lo escuché. Estaba aturdida con su confesión, temblando con ira. Hank me había violado de la peor forma posible. Se había metido con mi vida, atentando con retorcerla y moldearme como él quería. ¡Había inyectado su vil y asquerosa sangre en mis venas!

-Eres un Nephil, Hank. No puedes morir. Por más que lo desee tanto – agregué.
-Tanto el dispositivo como un ángel de la muerte lo han visto. Sus profecías concuerdan. No tengo mucho tiempo. Mis últimos días en la Tierra serán destinados a prepararte para que lideres a mi ejército contra los ángeles caídos – dijo.
-¿Estás haciendo todo esto bajo la palabra de Agustina? Ella no tiene un don, ella necesita dinero. ¿Nunca se te ocurrió que podría estar burlándose de ti?
-Lo dudo – dijo secamente – Necesito que seas un Nephil de sangre pura, Lali, para liderar mi ejército, mi sociedad. Después de este Cheshvan, seremos nuestros propios dueños, ya no regidos por ángeles caídos. 
-Estás loco. No voy a hacer nada por ti. Especialmente, jurar lealtad.
-Tienes la marca, ya has sido preordenada. ¿Realmente crees que yo quiero que te vuelvas líder de todo lo que he construido? – dijo con voz dura – No eres la única que no puede escoger. El destino nos clama, no al revés. Primero estaba Chauncey. Luego yo. Ahora la responsabilidad recae en ti.

Lo miré, tratando de controlarme.

-¿Quieres que un pariente de sangre lidere tu ejército? Consigue a Paula. A ella le gusta ordenar a las personas, lo hará natural.
-Su mamá es un Nephil de sangre,
-No esperaba eso, aún mejor. ¿Seguramente eso hace que Paula también sea de sangre pura?

La risa de Hanl sonó cautelosa.

-Nunca esperamos que Susanna quede embarazada. Los pura sangre no se emparejan exitosamente. Entendimos desde el principio que Paula era una especie de milagro y no viviría mucho. Ella no tenía mi marca. Siempre fue pequeña, frágil y luchó por sobrevivir. No le queda mucho…su madre y yo lo sentimos.
-Por eso no te importó esconder a Paula de Rizon. Por eso te deshiciste de mí y no de ella. Nunca pensaste que ella podía vivir lo suficiente para ser usada como un sacrificio.

Cerré mis ojos con fuerza, deseando poder bloquear la verdad.

-Lali – dijo Hank – Abre tus ojos. Mírame.

Sacudí mi cabeza.

-No juraré lealtad a nada. No ahora, ni en diez minutos, ni nunca.

Mi nariz estaba goteando, y no podía limpiarla. No sabía qué era más humillante, eso o el temblor en mi labio.

-Admiro tu valentía – dijo – Pero hay toda clase de valentías, y esta no va contigo.

Salté cuando su dedo se enredó en un pedazo de cabello detrás de mi oreja, casi un gesto paternal.

-Jura lealtad para convertirte en un pura sangre y lidera mi ejército, y te dejaré en paz a ti y a tu madre. No quiero hacerte daño, Lali. La elección es tuya – desató los nudos de mis muñecas; la cuerda cayó al suelo.

Mis manos temblaban y las coloqué en mi regazo. 

-¿Mi mamá?
-Así es. Ella está aquí. En una de las habitaciones, durmiendo.
-¿Le hiciste daño?
-Soy La Mano Negra. Soy un hombre ocupado, y seré honesto, este es el último lugar en el que quiero estar. Esta es la última cosa que quiero estar haciendo. Pero mis manos están atadas, tú tienes el poder. Jura lealtad y tú y tu madre podrán ser libres.
-¿Alguna vez la amaste?

Parpadeó ante la sorpresa.

-¿A tu madre? Por supuesto que la amé. Una vez, la amé mucho. El mundo es diferente ahora. Mi visión ha cambiado. Tengo que sacrificar mi propio amor por el interés de mi raza entera.
-Vas a matarla, ¿verdad? Si no juro lealtad, eso es lo que harás.
-Mi vida ha sido definida por decisiones difíciles. No dejaré de hacerlas esta noche – dijo.
-Déjame verla.

Hank hizo un gesto a una fila de ventanas al otro lado de la habitación. Me puse de pie lentamente, con miedo de lo que encontraría. Mi mamá estaba acurrucada en una cama, observada por tres Nephil armados. 

-¿Pretendiste amarla así podías llegar a mí? ¿Todas esas mentiras por este único momento?
-Estás fría – dijo Hank – Cansada. Hambrienta. Jura lealtad y terminemos con esto.
-Si juro, y tú terminas viviendo, como sospecho que sucederá, quiero que jures tu propia lealtad. Quiero que dejes la ciudad y desaparezcas de la vida de mi madre para siempre.
-Hecho.
-Y quiero que llames a Peter primero.

Rió.

-No. Veo que finalmente estás diciendo la verdad sobre él. Puedes darle las noticias después que jures lealtad.

No me sorprendió, pero tenía que intentarlo.

-No juraré lealtad por ti – dije, antes de mirar hacia la ventana una vez más – Pero lo haré por ella.
-Córtate – instruyó Hank, colocando una cuchilla en mi mano – Jura en tu sangre para convertirte en un Nephil pura sangre y lidera mi ejército cuando muera. Si rompes el juramento, confiesa tu castigo. Tu muerte….y la de tu madre.
-Ese no fue el trato.
-Lo es ahora. Y expira en cinco segundos. El siguiente trato incluirá la muerte de tu amiga también.

Lo miré con ira y sin poder creerlo, pero era lo peor que podía hacer. Él me tenía atrapada.

-Tú primero – ordené.
-Si vivo más de un mes, juro dejar esta ciudad y nunca más contactarte a ti o a tu madre. Si rompo este juramento, comando a mi cuerpo a convertirse en tierra.

Tomando la cuchilla, corté mi palma, soltando unas pocas gotas de sangre, como recordé a Peter haciéndolo en su memoria. Dije un rezo silencioso para que él pudiese perdonarme por lo que estaba por hacer. 

-Juro ahora, con esta nueva sangre corriendo por mis venas, que ya no soy humana, sino un Nephil pura sangre. Y si tú mueres, lideraré tu ejército. Mi rompo esta promesa, entiendo que mi madre y yo estaremos muertas – terminé y miré a Hank – ¿Lo hice bien? ¿Es todo lo que tenía qué decir?

Con un asentimiento, me dijo todo lo que tenía que saber.

Mi vida como humana había terminado.

***

No recordaba dejar a Hank o alejarme del almacén con mi mamá, quién estaba tan drogada que apenas podía caminar. La forma en qué llegué de esa pequeña habitación a las calles oscuras estaba nubloso. Un carro estaba abandonado en la calle. Intenté abrir la puerta, por suerte, estaba abierta. Coloqué gentilmente a mi madre en la parte de atrás, luego traté de prender el auto. Después de varios intentos, finalmente vivió.

-No te preocupes – le murmuré a mi madre – Estamos yendo a casa. Ha terminado. Todo ha terminado.

Empecé a avanzar hasta que un objeto pálido apareció en medio del camino y tuve que detenerme. Un par de ojos me miraban. La chica se tambaleó, y se tambaleó hacia el otro lado del camino, claramente intentando correr, pero muy traumada para coordinar sus movimientos. La ropa de la chica estaba destrozada, su cara congelada con horror.

-¿Paula? – grité.

Automáticamente, abrí la puerta del copiloto.

-¡Entra! – le ordené.

Paula se quedó ahí, sacudiendo sus manos, sollozando. Salí del auto, corrí hacia ella y la metí dentro del auto. Ella colocó su cabeza entre sus rodillas, respirando rápidamente.

-Voy…a…vomitar.
-¿Qué estás haciendo aquí?

Siguió buscando aire mientras que yo empecé a conducir, sin ningún deseo de seguir ahí.

-¿Tienes tu celular?

Hizo un sonido ahogado en la parte de atrás de su garganta.

-En caso te hayas perdido de algo, estamos en un aprieto – dije, más duro de lo que quise.

Ella era la hija de Hank. Mi hermana. Mi mentirosa, traicionera y tonta hermana.

-¿Celular? ¿Sí o no?

Movió su cabeza, pero no pude decir si era un no o un sí.

-Estás molesta conmigo por haber robado el collar – dijo, entre hipos – Mi papá me mintió. Me hizo pensar que era una burla que te haríamos. Dejé la nota en tu almohada esa noche, para asustarte, la de “No estás a salvo”. Mi papá me puso una especie de encantamiento para que no me puedas ver. También le hizo algo a la tinta para que esta desapareciera después que leyeses la nota. Pensé que sería gracioso. Quería verte sufrir. No estaba pensando en nada. Fui con todo lo que dijo mi papá. Era como si él tuviese poder sobre mí.
-Escúchame, Paula – le dije firmemente – Voy a sacarnos de aquí. Pero si tienes un celular, realmente podría utilizarlo ahora.

Con manos temblorosas, abrió su cartera. Buscó adentro, luego sacó su celular.

-Él se burló de mí – dijo, lágrimas en el borde de sus ojos – Pensé que era mi papá, pensé que…me quería. Si hace diferencia, no le di el collar. Lo iba a hacer. Lo traje esta noche al almacén, justo como dijo que hiciera. Pero luego….al final…cuando vi a esa chica en la jaula… - se quebró.

No quería sentir ninguna simpatía por Paula. No la quería en el auto, tampoco. No quería que se apoye en mí o viceversa. No quería ninguna clase de lazo entre nosotras.

-Por favor, dame el celular – dije suavemente.

Paula colocó el celular en mi mano. Colocando sus pies contra su pecho, sollozó silenciosamente contra sus rodillas.

Llamé a Peter. Tenía que decirle que Hank no tenía el collar y también contarle sobre la horrible verdad de lo que había hecho. Con cada timbrada, sentí la barrera empezar a crecer. Me imaginé la cara de Peter cuando le dijera la verdad, la imagen me congelaba. Mi labio tembló y me quedé sin aliento.

Salió el buzón de voz y llamé a Cande.

-Necesito tu ayuda – le dije – Necesito que cuides de mi mamá y de Paula – alejé el celular de mi oreja ante su grito de respuesta – Sí, Paula Recca. Te lo explicaré todo más tarde.

***

Quedan 4 capítulos!

2 comentarios:

  1. No!! Ahora como queda todo?? Son enemigos??? Más! Me encanta!

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  2. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, como le va hacer eso a peter,el q practicamente ha dado su vida por ella, es una tarada. lo ha traicionado de la peor forma.

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