lunes, 4 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veinte (Parte 2)

Entré a la segunda memoria en un instante.

Estaba de nuevo en el frío almacén, con Hank, sus hombres Nephils y Jev. Esta vez ya no estaba encerrada en un cuerpo que no podía controlar, ahora era un doble, una observadora invisible, observando la versión de Jev, cómo él recordaba. 

Jev sostenía una versión débil de mi cuerpo; éste estaba blanco, excepto por mi mano, que estaba explayada en su espalda. Mis ojos estaban en blanco y vagamente me pregunté si recordaría ambas memorias cuando saliera por completo de la mente de Jev. 

-Ah sí, he escuchado sobre ese truco – dijo Hank – Es cierto, entonces. Ella está dentro de tu memoria mientras nosotros hablamos, y, ¿todo esto lo ha logrado con tan solo tocar tus alas?
-Haré un trato – dijo Jev con rudeza – Algo que tú quieres a cambio de la vida de Lali.

Los labios de Hank se retorcieron.

-¿Qué podrías tener tú que yo quisiera?
-Estás construyendo un ejército de Nephils con la esperanza de derrotar a los ángeles caídos tan pronto como este Cheshvan. No te veas sorprendido, no soy el único ángel que sabe en lo que andas. Bandas de ángeles están formando alianzas, y van a hacer que los vasallos de los Nephils piensen que pueden liberarse. No va a ser un Chehvan muy bonito si es que están de tu lado. Y ese es sólo una parte de su plan. No vas a poder lograr esto sin tener un infiltrado.
-Déjenme a solas con el ángel – le indicó Hank a sus hombres – Llévense afuera a la chica.
-Estás bromeando si piensas que voy a dejarla fuera de mi vista – dijo Jev.
-Muy bien. Mantenla contigo mientras puedas.

Los Nephils aprovecharon ese momento para irse.

-Sigue hablando.
-Deja vivir a Lali y espiaré para ti.

Las cejas de Hank se alzaron.

-Caray, caray. Tus sentimientos por ella son más profundos de lo que pensé. Lamento decirte que ella no vale la pena. Lamentablemente, no me importa lo que tú y tus amigos ángeles guardianes piensan de mis planes. Estoy más interesado en ángeles caídos, lo que están pensando. Tú ya no eres uno de ellos. Así qué, ¿cómo planeas estar al tanto de sus movimientos?
-Déjame a mí preocuparme por eso.
-De acuerdo – dijo Hank, luego de observarlo detenidamente – Hagamos un juramento.

Sacando la daga de la cintura de su pantalón, Hank hizo un corte en la palma de su mano izquierda. 

-Juro lealtad de dejar viva a la chica. Si rompo mi promesa, alego que moriré y regresaré al polvo del que fui creado.

Jev aceptó la daga y cortó su mano. Haciendo un puño, dejó caer unas cuantas gotas de sangre. 

-Juro llenarte de toda la información que pueda sobre lo que están planeando los ángeles caídos. Si rompo mi promesa, voluntariamente me encerraré en las cadenas del infierno.

Ambos juntaron sus manos, mezclando sus sangres. Para cuando se apartaron, sus heridas ya habían sanado. 

-Mantente en contacto – dijo Hank con ironía.

Alzó su celular en su oreja y cuando vio a Jev observando, quiso explicarle.

-Me aseguro que mi auto esté listo.

Sin embargo, cuando habló en el celular, sus palabras adoptaron un tono duro.

-Manda a mis hombres adentro. A todos. Quiero que se lleven a la chica.

Jev se puso tenso. 

-¿Qué es esto?
-Hice un juramento de dejarla viva – Hank le informó – Cuándo la libere depende de mí, y de ti. Ella es tuya después que me des suficiente información. 

Los ojos de Jev volaron a la puerta, pero Hank lo interrumpió.

-No vayas por ahí. Son 21 hombres. Ambos odiaríamos ver a Lali herida, así que juega con inteligencia. Entrégala.

Jev cogió la manga de Hank, acercándolo.

-Si te la llevas, viviré para ver cómo tu cadáver se fertiliza en el suelo que estamos pisando – dijo, su voz más venenosa que nunca.
-¿Mi cadáver? ¿Acaso esa es la señal para reírme?

Hank abrió la puerta del almacén y sus hombres entraron.


Justo como un sueño, las memorias de Jev terminaron. Hubo un momento de desorientación, y luego el estudio de granito se enfocó. La silueta de Jev estaba contra el candelabro. La llama le daba la suficiente iluminación para traer un brillo severo en sus ojos. Un ángel oscuro, sin duda.

-De acuerdo – susurré, llena de una sensación de vértigo – De acuerdo….entonces.

Él sonrió, pero su expresión era incierta.

-¿De acuerdo, entonces? ¿Eso es todo?

Volteé mi cara hacia él. Apenas podía verlo de la misma forma. Estaba llorando sin darme cuenta que había empezado a hacerlo.

-Hiciste un trato con Hank. Salvaste mi vida. ¿Por qué harías eso por mí?
-Ángel – murmuró, ahuecando mi cara con sus manos – No creo que entenderías hasta dónde llegaría con tal de mantenerte aquí conmigo.

Mi garganta se llenó de emoción. No podía encontrar las palabras. Hank, un hombre que estuvo en las sombras por años, revelaba haberme dado la vida, sólo para querer terminar con ella; y Jev era la razón por la que estaba viva. 

-Él me secuestró – dije, concluyendo – Él hizo un juramento para no matarme, pero me mantuvo como rehén para asegurarse que tú estuvieras motivado para espiar. Tres meses completos. Todo para obtener información sobre los ángeles caídos. Dejó que mi mamá creyera que yo estaba muerta. Lo odio. Las palabras no pueden expresar lo enojada que estoy. Quiero que pague, lo quiero muerto – dije.
-La marca en tu muñeca – dijo Jev – No es una marca de nacimiento. La he visto dos veces hasta ahora. En mi antiguo vasallo Nephil, un hombre llamado Chauncey. Hank también tiene la marca, Lali. La marca te relaciona con su línea de sangre…Hank es tu padre biológico.
-Lo sé – dije, sacudiendo mi cabeza.

Entrelazó su mano con la mía, besando mis nudillos.

-¿Lo recuerdas?
-Me escuché a mí misma decirlo en la memoria, pero ya lo debo haber sabido. No estaba sorprendida; estaba enojada. Pero lo siento, hay una desconexión entre mi mente y mi corazón, pero siento la verdad. Dicen que cuando las personas pierden su visión, la escucha se vuelve más nítida. He perdido parte de mi memoria, pero tal vez mi intuición está más fuerte.

Consideramos esto en silencio. Lo que Jev no sabía es que mi verdadero parentesco no era la única información que estaba intuyendo.

-No quiero hablar de Hank. No ahora mismo. Quiero hablar de algo más que vi. O mejor dicho, algo que descubrí.

Me miró con curiosidad y preocupación. Tomé un gran respiro.

-Aprendí que, o estaba loca de amor por ti, o estaba haciendo la mejor actuación de mi vida.
-¿A cuál te estás inclinando?
-Primero, necesito saber qué pasó entre tú y Paula. Este es uno de esos momentos, donde darme la información completa es de tu interés – le advertí – Paula dijo que tú fuiste su coqueteo del verano. Benjamín me dijo que ella tuvo un papel en nuestro rompimiento. Y falta tu versión.

Jev alzó su mentón.

-¿Me veo como un coqueteo de verano?

Me imaginé a Jev jugando en la playa o tomando sol. Me lo intenté imaginar comprándole helado a Paula o escuchándola hablar por horas. De cualquier modo, la imagen trajo una sonrisa a mi cara.

-Punto dado – dije – Así que habla.
-Paula fue una tarea. Aún no estaba escapando; aún tenía mis alas, lo que me hacía un ángel guardián, tomando órdenes de los arcángeles, y ellos querían que la mantenga vigilada. Ella es la hija de Hank, lo que significa peligro. La mantuve a salvo, pero no fue una experiencia placentera. He hecho lo mejor para olvidar aquello.
-¿Así que nada sucedió?

Su boca se alzó en una sonrisa.

-Casi le disparo una o dos veces, pero la emoción termina ahí.
-Perdiste la oportunidad.

Se encogió de hombros.

-Siempre hay una próxima vez. ¿Aún quieres hablar de Paula?

Mantuve su mirada, sacudiendo mi cabeza con un “no” silencioso.

-No tengo ganas de hablar – confesé.

Me puse de pie, alzándolo a él conmigo, sintiéndome un poco mareada por lo que estaba por hacer. 

-Ángel – dijo, acariciando mi mejilla, pero me aparté ligeramente.
-No apresures esto. Si queda alguna memoria de nosotros dos dentro de mí, no puedo forzarla.

Era parte verdad. La otra parte me la mantuve para mí. Secretamente había estado fantaseando con este momento desde que vi a Jev. Creé cientos de variaciones en mi cabeza desde entonces. Sin importar lo que sucediese, no quería olvidarme jamás cómo me sentía con Jev, quería guardar su toque, su aroma, su sabor. 
Deslicé mis manos por su torso, memorizando cada músculo. Inhalé el mismo aroma que esa noche cuando lo vi. Tracé las líneas de su rostro con mis dedos, curiosamente explorando sus rasgos. Durante todo este tiempo, Jev no se movió, tan solo cerró sus ojos.

-Ángel – repitió, con voz tensa.
-Aún no.

Esparcí mis dedos a través de su cabello, sintiéndolos hormiguear. Observé cada detalle. El bronceado de su piel, la línea confidente de su postura, la longitud de seducción de sus pestañas. Suficiente, me dije a mí misma. Inclinándome, cerré mis ojos. Su boca se abrió bajo la mía, y un estremecimiento corrió a través de su cuerpo. Sus brazos se envolvieron alrededor de mí, asegurándome. Me besó con más fuerza, y la profundidad de mi respuesta me debilitaba. 

Mis piernas se sentían como gelatina y pesadas. Me hundí en Jev y él nos llevó lentamente hacia abajo, hasta que terminé a horcajadas en su regazo. La brillantez se encendió dentro de mí y el calor de éste consumió cada esquina llena de vacío. Un mundo escondido se abrió entre nosotros, uno que era tanto aterrador como familiar. Sabía que era real. Había besado así antes. Había besado a Peter así antes. No podía recordar llamarlo con otro nombre más que Jev, pero de algún modo, Peter se sentía….correcto. La deliciosa calentura de estar con él volvió con fuerza, amenazando con tragarme por completo.

Yo me aparté primero, trazando mi lengua sobre mi labio inferior.

-¿No tan malo?

Incliné mi cabeza sobre la de él.

-La práctica hace la perfección. 

4 comentarios: