martes, 12 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veintisiete

El viernes por la noche, aprovechando que mamá y Hank estaban mirando una película en la sala – realmente repugnante la escena – salí con Cande. Decidí que era momento de encontrarme con Benjamín y arreglar las cosas; y así fue. Fuimos al bar dónde él estaría tocando con aquella banda a la que había ingresado. Todo estuvo bien hasta que tuve la mala suerte de encontrarme con Agustina. Por supuesto que yo no la reconocí, pero ella dejó en claro quién era desde el principio; y por supuesto, me restregó en la cara cosas sobre Peter que me pusieron celosa.

Desde entonces, las cosas anduvieron mal. Un chico, quién pensaba que era un ángel caído, me estuvo persiguiendo y siguiendo mis pasos dentro del bar. Mi idea fue distraerlo y logré noquearlo justo antes que Peter llegue a mi encuentro, luego de haberle enviado un mensaje notificándole la emergencia. Pero, cuando Peter llegó, concluimos que el chico no era un ángel caído, sino un Nephil y era uno de los que estaba en el otro auto, el día en que mi madre se cayó de las escaleras.

Y como si eso fuera poco, quedé con Peter en que Cande me llevaría a casa y luego nosotros dos nos encontraríamos para conversar sobre lo sucedido. Pero apenas llegamos, se me salió decir que estaba con Peter, que habíamos vuelto a escondidas y Cande no hizo más que hacer un escándalo.

-No puedo creer que estés de nuevo con él – empezó ella – Te mentí sobre él porque, a diferencia de él, yo sí me preocupo por lo que te suceda. Él no está bien de la cabeza. Desde que apareció en tu vida, nada ha sido lo mismo. Mi vida tampoco, por cierto. 
-Sí lo vieras de la misma forma que yo… - empecé.
-¡Si eso sucede alguna vez, te apuesto que me arrancaré los ojos!
-Me mentiste, Cande. Me miraste a los ojos y me mentiste – abrí la puerta del auto - ¿Cómo ibas a explicarte cuando tuviera mi memoria de regreso? – demandé.
-Esperaba que nunca la recobraras – dijo Cande, alzando sus manos – Ahí está, lo dije. Estabas mejor sin ella, sin recordar toda esta locura. No piensas bien cuando estás cerca de él. Es como si vieras ese 1% de él que puede ser bueno y te olvidas del otro 99% de pura maldad.
-¿Algo más? – espeté, con la boca abierta.
-No.

Salí del auto y cerré la puerta con un golpe. Cande bajó la ventana y sacó su cabeza.

-¡Cuando recobres el sentido, me llamas! – gritó.

Luego condujo lejos de casa, acelerando entre la oscuridad. Me quedé en la sombra de mi casa, intentando mantener mis emociones. Estaba tan abrumada, que casi me olvido que me tenía que encontrar con Peter. Tratando de alejar el enojo, me alejé de la casa, manteniendo mis ojos abiertos, esperando alguna señal de Peter. Cuando su forma lentamente se visualizó en las sombras, me sentí un poco mejor. 

Peter estaba estacionado al frente, en una moto. Me entregó un casco cuando caminé hacia él.

-¿Dónde está la camioneta? – pregunté.
-Tuve que deshacerme de ella. Muchas personas sabían que la conducía, incluyendo los hombres de Hank. La dejé estacionada en un campo abandonado. Un hombre sin casa está viviendo ahí ahora.

A pesar de mi humor, incliné mi cabeza hacia atrás y me reí.

-Después de la noche que he tenido, necesitaba eso.

Me besó, luego ajustó la correa del casco debajo de mi mentón.

-Estoy feliz de haber ayudado. Sube, Ángel. Te voy a llevar a casa.

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