miércoles, 6 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veintidós

Estaba de camino a casa, tratando de acelerar lo más posible y no ser detenida por algún policía con ganas de molestar. Había dejado a Peter con mucha renuencia; no me quería ir, pero la idea de mi mamá sola con Hank, una mascota bajo su influencia, era inaguantable.

Después que Peter me convenció de quedarme hasta una hora normal por la mañana, me dejó ir. Cuando llegué a casa, entré silenciosamente, pero cuando prendí la luz de la cocina, grité suavemente. Hank Recca estaba recostado contra la encimera, con un vaso de agua entre sus dedos.

-Hola Lali.

Rápidamente lancé un escudo, escondiendo la evidencia de mi alarma. Entrecerré los ojos, esperando que el gesto refleje enojo.

-¿Qué estás haciendo aquí?
-Tu madre tuvo que correr a la oficina, algo de última hora.
-Son las cinco de la mañana. 
-Ya conoces a su jefe.

¿Tal vez Hank le había hecho un truco mental a mi madre para que se vaya de casa y me deje a solas con él? ¿Pero cómo sabía en qué momento llegaría yo?

-Pensé que sería educado levantarme y también empezar mi día – continuó – ¿Qué diría de mí si me quedo en la cama mientras tu madre trabaja?

No le importó esconder que él había dormido aquí. Hasta dónde sabía, era la primera vez que lo hacía. 

-Pensé que tenías planes en la casa de tu amiga Cande. ¿La fiesta terminó tan temprano? – preguntó Hank – O debo decir, tan tarde.
-Decidí dormir en mi propia cama.
-Claro – dijo, sonriendo.
-¿No me crees? – lo reté.
-No necesitas hacer excusas conmigo, Lali. Sé que hay varias razones para una joven chica como tú mienta sobre dormir en la casa de una amiga – rió – Dime, ¿quién es el afortunado? – alzó una ceja antes de tomar un trago de su vaso.

No había forma que él supiera que había estado con Peter. No iba a permitir que lo averigüe tampoco.

-De hecho, estaba viendo una película con Cande. Tal vez Paula tiene historias de haberse escapado con chicos, pero creo que es más seguro decir que yo no soy Paula. 
-¿En serio?
-Sí, en serio.
-Llamé a la mamá de Cande para ver si estabas bien, y ella me brindó noticias impactantes. Tú no has puesto un pie dentro de su casa en toda la noche.
-¿Estabas llamando para ver si estaba bien?
-Temo que tu madre te deja mucha libertad, Lali. Así que decidí preocuparme por ti. 
-Lo que yo haga no es tu incumbencia.
-Hasta el momento, es cierto. Pero si me caso con tu madre, todas las viejas reglas saldrán por la ventana. Seremos una familia – guiñó el ojo, pero el efecto fue más amenazador que juguetón. 
-Tienes razón, no estaba donde Cande. Le mentí a mi mamá así podía ir por un lago viaje por la ciudad para aclarar mi mente. Algo extraño ha estado pasando últimamente. Mi amnesia está empezando a aclararse. Sigo viendo una cara particular una y otra vez. A mi secuestrador. No tengo el suficiente detalle para identificarlo, pero sólo es cuestión de tiempo.

Mantuvo su rostro sin expresión, pero me pareció ver enojo en sus ojos.

-El problema fue – continué – que a mi regreso, una pieza del auto se rompió. No quería meterme en problemas por conducir a solas en la noche, así que llamé a Cande y le pedí que me cubriera. He pasado las últimas horas intentado hacer arrancar mi auto.
-¿Entonces por qué no vamos a revisarlo? Aprovechando que estoy en el negocio de autos.

Antes que pueda detenerlo, salió de la casa. Lo seguí, sintiendo mi corazón en la garganta. Posicionándose en frente del auto, alzó las mangas de su camisa y abrió el capó. Me coloqué a su lado, esperando que Peter haya hecho un trabajo convincente. Había sido su idea el tener un plan de reserva en caso la historia de Cande no funcione. 

-Justo aquí – dijo Hank, apuntando a una pequeña fisura de entre las mangueras – Problema resuelto. Durará unos días, pero tendrá que arreglarse lo más pronto posible. Llévalo más tarde para que mis hombres lo revisen.

Cuando no dije nada, continuó.

-Tengo que impresionar a la hija de la mujer con la que pienso casarme – hubo un tono siniestro en su voz – Ah, ¿y Lali? – me llamó cuando me quise voltear – Estoy feliz de mantener este incidente entre nosotros, pero por el bien de tu madre, no toleraré más mentiras, a pesar de tus intenciones. Trátame como un tonto una vez…

Sin una palabra, entré a la casa, forzándome a mí misma a no correr o mirar atrás. No es que lo necesitara. Podía sentir el ceño fruncido de Hank durante todo mi camino a la puerta.

***

Una semana pasó sin tener noticias de Peter. No sabía si había encontrado a Agustina o si estaba más cerca a descubrir las motivaciones de Hank sobre mi familia. Más que nunca tenía que evitar conducir hasta el Parque de Atracciones y usar mi instinto para encontrar su casa. Acordé esperarlo a que se contacte conmigo, pero me estaba desesperando. Le había hecho prometer a Peter que no me abandone si es que iba detrás de Hank, pero su promesa me estaba dando desconfianza. Y de todos, si no tenía nada que contarme, quería que llame porque él me extrañaba de la misma forma que yo lo extrañaba a él. ¿No podía contestar el celular? Benjamín tampoco había aparecido, y yo tampoco lo había ido a buscar.

La única cosa que me distraía de Peter, era el colegio, aunque no era algo que amara.

-Felicitaciones – me dijo una de mis compañeras de salón mientras nos dirigíamos a nuestra clase de inglés.
-¿Por qué? – no entendía la sonrisa en su cara.
-Las nominaciones del evento anual del colegio, tú estás nominada como asistente de clase junior.

La miré.

-Asistente de clase junior – repitió.
-¿Estás segura?
-Tú nombre está en la lista.
-¿Quién me nominaría?
-Cualquiera podría hacerlo, pero deben conseguir al menos cincuenta personas que firmen la idea. 
-Voy a matar a Cande – era la única que podía haberlo hecho.

Una vez dentro del salón, le mandé un mensaje a Cande, reclamándole por lo que había hecho, pero ella dijo que no había sido su culpa. 

-Vi tu nombre en la lista del evento anual.

Lamentablemente, Paula también estaba en mi clase, y siempre buscaba la manera de molestarme.

-¿Quién crees que ganará como asistente junior masculino? – continuó cuando yo no dije nada – Mi apuesta está en Cameron. 

Seguí sin decir nada, no entendiendo a dónde quería llegar con tu “conversación”

-Yo te nominé – sonrió – Iba a mantenerlo en secreto, pero el anonimato no es mi tema.
-¿Hiciste qué?
-Sé que estás pasando por un periodo duro – intentó ir por el lado simpático – Quiero decir, primero todo el tema de la amnesia y – bajó su voz a un susurro – sé sobre las alucinaciones. Mi papá me contó. Él dijo que debía ser muy buena contigo, sólo que no estaba segura cómo. Lo pensé y pensé, y luego vi el anuncio a las nominaciones. Obviamente todos querían nominarme, pero les dije a mis amigos que deberíamos nominarte a ti. Debo haber mencionado las alucinaciones y exagerado un poco. Debes jugar sucio para ganar. Las buenas noticias son que, obtuvimos como doscientas firmas, ¡más que cualquier otro nominado!
-¿Me convertiste en tu proyecto de caridad?
-¡Sí! – chilló, aplaudiendo.

Me incliné sobre la mesa, mirándola con fuerza y una mirada severa.

-Anda a la oficina y retráctate. No quiero mi nombre ahí.

En lugar de verse herida, Paula colocó sus manos en su cadera.

-Eso malograría todo. Ya han hecho todos los boletos con tu nombre. ¿Quieres que desperdicie papel? Piensa en los árboles que han sacrificado su vida por esos papeles. Y aún peor, olvídate de los papeles. ¿Qué hay conmigo? Hice todo esto de manera linda y no puedes retractarte.

Incliné mi cuello hacia atrás, mirando el techo. ¿Por qué a mí?

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