domingo, 10 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veintiséis (Parte II)

Quince minutos después hubo un suave golpecito en la puerta de mi habitación. Llevando a un lado el aparador, abrí la puerta y encontré a Peter al otro lado. Cogí sus manos y lo jalé hacia adentro.

-Hank está abajo viendo televisión – susurré.

Hank había tenido razón, dormir me había hecho muy bien. Al despertar, mi proceso mental de pensamientos había regresado; Hank me había hecho un truco mental para entrar en sumisión. Le había dejado llevarme a casa sin quejarme, entrar a la casa, y todo porque pensaba que quería protegerme. Nada podía estar más allá de la verdad.

Peter cerró gentilmente la puerta.

-Vine por el ático – me miró de pies a cabeza - ¿Estás bien? 

Su dedo trazó un vendaje cubriendo un pequeño corte en mi frente, y sus ojos brillaron con enojo. 

-Hank me ha estado controlando mentalmente toda la noche.
-Empezando con la caída de tu madre.

Tragué profundamente, luego volví a contar mi historia.

-¿Cómo se veía el auto de los ángeles caídos? – preguntó.
-Color café, era una camioneta 4x4.

Peter acarició su mentón con preocupación.

-¿Crees que fue Gabe? Usualmente no conduce, pero eso no significa nada.
-Había tres hombres en el auto. No podía ver sus caras. Podría haber sido Gabe y sus amigos.
-O cualquier ángel caído buscando a Hank. ¿Cuánto tiempo te desmayaste antes que Hank te lleve al hospital?
-Si tengo que adivinar, unos pocos minutos. Cuando volví, Hank estaba cubierto de sangre,  y se veía exhausto. Apenas pudo meterme dentro del auto. No creo que sus cortes y heridas hayan sido por el accidente. Ser obligado a jurar lealtad suena creíble. 

Una verdadera mirada salvaje cruzó las facciones de Peter.

-Esto termina aquí. Te quiero fuerta de esto. Sé que quieres destruir a Hank, pero no puedo arriesgar a perderte – se detuvo y caminó por la habitación, claramente enojado – Déjame hacer esto por ti, déjame ser quién lo haga pagar.
-Esta no es tu pelea, Peter – dije, silenciosamente.

Sus ojos quemaron con una intensidad que nunca antes había visto.

-Tú eres mía, Ángel, y no lo olvides. Tus peleas son las mías. ¿Y si algo hubiese pasado ahora? Fue lo suficientemente malo cuando pensé que tu fantasma me estaba cazando; no creo poder soportar si eso fuera verdad.

Me coloqué detrás de él, enroscando mis brazos debajo de los suyos.

-Algo malo pudiese haber sucedido, pero no lo hizo – dije gentilmente –Incluso si fue Gabe, obviamente no obtuvo lo que quiso.
-¡Olvida a Gabe! Hank tiene algo planeado para ti y tal vez también para tu mamá. Concentrémonos en eso. Quiero que te escondas, si no quieres quedarte en mi casa, está bien. Encontraremos algún otro lugar. Te quedarás ahí hasta que Hank muera, enterrado y podrido.
-No puedo irme. Inmediatamente Hank sospechará que he desaparecido. Además, no puedo hacerla pasar a mi madre por eso otra vez. Si desaparezco ahora, la romperé. Mírala, no es la misma persona que hace tres meses. Tal vez en parte por la influencia de Hank, pero tengo que enfrentar el hecho que mi desaparición la debilitó. Desde que se despierta, está aterrada. Para ella, ya no hay nada seguro.
-De nuevo, Hank lo está haciendo.
-No puedo controlar lo que Hank hizo, pero sí lo que yo haga ahora. No voy a irme. Y tienes razón, no voy a dar un lado al lado dejarte a solas con Hank. Prométeme que sea lo que sea que suceda, no me mentirás. Prométeme que no irás tras mi espalda y silenciosamente lo harás desaparecer, incluso si honestamente crees que lo haces por mi bien.
-Él no se irá silenciosamente – dijo Peter, en tono asesino.
-Prométemelo Peter.

Me observó durante largo tiempo en silencio. Ambos sabíamos que él era más rápido, con más habilidades en lucha, y más rudo. Me había salvado muchas veces en el pasado, pero aquí solo había una vez, una oportunidad para pelear.

-No te veré ir sola contra él, pero tampoco lo mataré en privado – dijo, a regañadientes – Antes que ponga una mano en él, me aseguraré que eso es lo que tú quieres.

Su espalda estaba contra mí, pero presioné mi mejilla contra su hombro.

-Gracias.
-Si te atacan de nuevo, busca las cicatrices del ángel caído. Golpéalo con un bate de béisbol o insértale algo en sus cicatrices si es todo lo que tienes. Nuestras cicatrices son nuestro talón de Aquiles. No podemos sentir dolor, pero eso nos paraliza. 
-¿Peter?
-Mmm
-No quiero pelear – tracé un dedo a través de sus omóplatos – Hank ya se ha llevado a mi madre lejos de mí, y no quiero que también te lleve a ti. ¿Puedes entender por qué tengo que hacerlo? ¿Por qué no puedo mandarte a pelear mis batallas, aunque ambos sabemos que tú ganas en esta sección?

Exhaló, largo y lento.

-Sólo hay una cosa que sé con seguridad – se volteó – Que haría cualquier cosa por ti, incluso si eso significa ir contra mis instintos o mi verdadera naturaleza. Dejaría todo lo que poseo, incluso mi alma, por ti. Si eso no es amor, es lo mejor que tengo.

No sabía qué decir en respuesta, nada parecía adecuado. Así que tomé su rostro entre mis manos y besé su fija y determinada boca. Lentamente, la boca de Peter se moldeó a la mía. Saboreé la deliciosa presión cruzando a través de mi piel mientras su boca se alzaba y se profundizaba contra la mía. No quería que él esté enojado. Quería que confíe en mí de la forma en que yo lo hacía.

-Ángel – dijo, ni nombre silenciado cuando nuestros labios se encontraron.

Se apartó apenas, sus ojos juzgando lo que yo quería de él. Sin poder soportar tenerlo tan cerca sin sentir su toque, deslicé mi mano a la parte trasera de su cuello, guiándolo para que me bese de nuevo. Su beso fue más duro, escalando mientras sus manos corrían por mi cuerpo, mandando calientes escalofríos, temblando como electricidad debajo de mi piel.

Su dedo abrió un botón de mi piyama, luego dos, tres, cuatro. Cayó de mis hombros, dejándome en camisola. Él subió el dobladillo, acariciando mi estómago con su pulgar. Mi respiración se aceleró. Una sonrisa pirata brilló en sus ojos mientras concentraba su atención más arriba, en la curva de mi garganta, plantando besos. 

Me inclinó hacia atrás, contra la suavidad de mis almohadas. Saboreó profundamente, sosteniéndose contra mí, y de pronto estaba por todos lados; su rodilla atrapando mi pierna, sus labios rozando con calidez, ásperos, sensuales. Explayó su mano en mi espalda, sosteniéndome con fuerza, haciéndome enterrar mis dedos profundamente en él, aferrándome a él como si dejarlo ir significara perder una parte de mí misma.

-¿Lali?

Miré a la puerta, y grité. Hank estaba en la entrada, inclinando su antebrazo en la manija de la puerta. Sus ojos inspeccionaron la habitación.

-¡Qué estás haciendo! – le grité.

No respondió, sus ojos aún buscando en toda la habitación. No sabía dónde estaba Peter, es como si él hubiese sentido a Hank justo antes que la manija se retorciera. Podía estar a pasos de mí, escondiéndose. Segundos antes de ser descubierto. 

-¡Sal! – salí de la cama – No puedo hacer nada con la llave de la casa que te dio mi mamá, pero aquí es donde cruzaste una línea. Nunca vuelva a entrar a mi habitación.
-Pensé que escuché algo.
-Sí, bueno, ¿adivina qué? ¡Soy una persona viviente, y de vez en cuando hago bulla! 

Con eso, cerré la puerta de un golpe. Mi pulso estaba acelerado. Escuché a Hank quedarse quieto por un momento hasta que finalmente se alejó. Me asustó tanto que solté lágrimas. Las aparté con furia.

Dejé que cinco largos minutos pasen antes de abrir mi puerta. El pasillo estaba vacío y regresé mi atención a la habitación.

-¿Peter? – susurré.

Pero estaba sola. 

***

No vi a Peter hasta que me quedé dormida. Soñe que estaba caminando sobre un campo de jardín que estaba a la altura de mi cadera mientras caminaba. Más allá, un árbol apareció, retorcido y con una forma extraña. Peter estaba inclinado contra éste, sus manos en los bolsillos. Estaba vestido de negro. 

Corrí el resto del camino hacia él. Él envolvió su chaqueta de cuero a nuestro alrededor, más con un acto de íntima posesión que para conservar el calor.

-Quiero quedarme contigo esta noche – dije – Tengo miedo que Hank intente hacer algo.
-No voy a dejarte a ti o a él fuera de mi vista, Ángel – dijo, con voz territorial.
-¿Crees que él sabe que estuviste en mi habitación?
-Sólo una cosa es segura, él sintió algo. Ahora puede sentirme a varios pasos de distancia. La única explicación es el devilcraft, aquello lo ha hecho ganar más poder, invocando poderes del infierno.

Temblé. Ambos nos quedamos en silencio por un momento hasta que Peter buscó algo en su bolsillo y sacó una cadena. Estaba hecha de plata.

-En verano yo te di mi collar de arcángel. Me lo devolviste, pero ahora quiero que lo vuelvas a tener. Ya no funciona para mí, pero puede ser útil para otros.
-Hank hará cualquier cosa por tener tu collar – protesté, empujando las manos de Peter – Mantenla tú. Necesitas esconderlo. No podemos dejar que Hank lo encuentre.
-Si Hank pone mi collar en el arcángel, ella no tendrá más remedio que decirle la verdad. Tienes razón sobre eso. Pero el collar también imprimirá el encuentro, para siempre. Tarde o temprano, Hank va a conseguir un collar, mejor que se lleve el mío que el de otro.
-¿Imprimir?
-Quiero que encuentres la forma de darle esto a Paula – instruyó, colocando el collar en mi cuello – No puede ser obvio. Ella tiene que pensar que te lo robó. ¿Puedes hacerlo?

Me alejé, dándole una mirada amonestadora.

-¿Qué estás planeando?
-No llamaría a esto planear. Lo llamaría rezar un Ave María con segundos para que termine la oportunidad. 
-Puedo invitar a Paula a la casa – le dije – Le diré que necesito ayuda escogiendo joyas para mi vestido. Ella tomará ventaja de eso y tendrá acceso a mi habitación. No me gusta mucho que esté buscando en mi cuarto, pero lo haré  - me detuve antes de continuar – Pero primero quiero saber exactamente por qué lo estoy haciendo.
-Hank necesita que el arcángel hable. Así que lo haremos. Necesitamos una forma que los arcángeles en el cielo se enteren que Hank está practicando con el devilcraft. Soy un ángel caído y ellos no me van a escuchar, pero si Hank toca mi collar, se imprimirá en éste. Si está usando devilcraft, el collar grabará eso también. 
-¿Y si no funciona? ¿Y si Hank obtiene la información que necesita, y no obtenemos nada?

Acordó con un ligero asentimiento.

-¿Qué te gustaría que haga en lugar de eso?

Pensé en ello pero no se me ocurrió nada. Peter tenía razón. No teníamos tiempo ni opciones, era la mejor alternativa. 

4 comentarios:

  1. porq SIEMPRE les cortan el mambo? no es justo, estan on fire hace ratooooooo y no han podido concretar.
    a Hank me lo meto por el orto no lo tolero, me parece q lali tiene mas poderes de lo q peter y ella se puedan imaginar.

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  2. ojala todo salga bien!!

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