miércoles, 6 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veintitrés (Parte I)

Después del colegio encontré a una nota pegada en la puerta. Decía: Cobertizo. Coloqué la nota en mi bolsillo y me dirigí al patio trasero.

-¿Hola? – llamé.

Benjamín estaba estirado en una banca y cuando me vio se puso de pie inmediatamente.

-¿Aún estás enojada conmigo? – preguntó.
-¿Viste algún murciélago cuando entré?

Sonrió.

-¿Le tienes miedo a los murciélagos Esposito?

Caí en la banca a su lado.

-Deja de llamarme Esposito. Me hace sonar como un chico. Pienso en algo más qué decir. Como Mariana o Lali.
-Claro, caramelo.
-Olvídalo. Quedémonos con Esposito.
-Vine a verte por si tenías algo para mí. Información de Hank sería algo bueno. ¿Crees que él sabe que fuimos nosotros quienes espiamos su edificio esa noche?
-No, creo que estamos a salvo.
-Eso es muy bueno. Tal vez puedo dejar de esconderme antes del tiempo que creí.
-A mí me parece que ahora no estás escondiéndote. ¿Cómo sabías que encontraría la nota en la puerta antes que Hank?
-Hank está con su ejército. Y sé cuándo regresas del colegio. No me tomes a mal, pero te he estado viendo de vez en cuando. Necesitaba conocer los mejores momentos para contactarme contigo. Por cierto, tu vida social es patética.
-Habla por ti.

Benjamín rió, pero cuando no me reí también, me golpeó suavemente en el hombro.

-Te ves triste, Esposito.

Suspiré.

-Paula me nominó para el evento anual del colegio. La votación es el viernes.
-Muy bien, campeona.

Le di una mirada de puro disgusto.

-Ey. Pensé que las chicas amaban estas cosas. Ir de compras por el vestido, arreglarse el cabello, usar la pequeña corona en tu cabeza.
-Tiara.
-Sí, tiara. Lo sabía. ¿Entonces, qué es lo que odias?
-Me siento estúpida teniendo mi nombre en una votación con cuatro otras chicas que son realmente populares. No voy a ganar, sólo voy a verme estúpida. La gente ya está preguntando si hubo un error de impresión. No tengo una cita, supongo que iré con Cande. Paula vendrá con un cientos de chistes de lesbianas, pero peores cosas podrían pasar.

Benjamín abrió sus brazos, como si la solución fuera obvia.

-Problema resuelto. Anda conmigo.

Rodé mis ojos, de pronto lamentando haber tocado el tema. 

-Ni siquiera vas al colegio – le recordé.
-¿Hay una regla sobre eso? Chicas en mi antiguo colegio siempre iban con sus enamorados de la universidad a los bailes.
-No hay una regla específica.
-Si estás preocupada por la Mano Negra, la última vez que miré, los dictadores Nephils no consideraban los bailes humanos de secundaria como una prioridad. Él nunca sabrá que yo estuve ahí.

Reí, imaginándome a Hank entrando al gimnasio del colegio.

-Te ríes, pero no me has visto en un traje elegante. O tal vez no te gustan los chicos musculosos.

Mordí mi labio para resistir otra risa.

-Deja de intimidarme. Estás empezando a hacer sonar esto como un ensayo de la Bella y la Bestia. Todos sabemos que eres hermoso, Benja.

Le dio un apretón afectivo a mi rodilla.

-Nunca me escucharás admitiendo esto de nuevo, así que escucha. Te ves bien, Esposito. En una escala del uno al diez, definitivamente estás en la mitad más alta.
-Eh...gracias
-No eres la clase de chica que hubiera perseguido cuando estaba en Portland, pero ya no soy el mismo chico que era antes. Tú eres un poco buena para mí, y enfrentémoslo, un poco más inteligente.
-Tú también eres inteligente.
-Deja de interrumpirme. Vas a hacerme desconcentrarme.
-¿Tienes tu discurso memorizado?
-Tengo un montón de tiempo en mis manos. Como estaba diciendo, diablos. Me olvidé lo que iba a decir.
-Me estabas diciendo que puedo asegurar que soy mucho más bonita que la mitad de las chicas en mi colegio.
-Esa es una forma de hablar. Si quieres hablar en términos técnicos, te ves mucho mejor que el 90%. Tómalo o déjalo.

Coloqué una mano en mi corazón.

-Me has dejado sin palabras.

Benjamín se arrodilló y cogió mi mano dramáticamente.

-Sí, Lali. Sí, iré contigo al baile del colegio, lo haré.
-Qué tal ego – dije – Nunca te lo pedí.
-¿Ves? Muy inteligente. De todos modos, ¿cuál es el gran problema? Necesitas una cita, y mientras no sea tu alternativa número uno, puedo serlo por ahora.

Una imagen clara de Peter apareció en mi mente, pero la aparté. Lógicamente sabía que no había forma que Benjamín leyera mi mente, pero eso no disminuyó mi culpa. No estaba lista para decirle que ya no estaba trabajando exclusivamente con él para desenterrar a Hank, mi ex novio me estaba ayudando. Y no quería lastimarlo.

-De acuerdo, de acuerdo – dije – Es una cita. Pero será mejor que no exageres en lo bien que te verás en traje. 

4 comentarios: