viernes, 8 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Veinticuatro

Después que Peter se fue, decidí que era momento de dejar de jugar a la princesa y cambiarme a mi ropa. Acababa de colocarme mi blusa cuando me di cuenta que algo no andaba bien. Y luego me di cuenta, mi mochila no estaba. Busqué debajo de la pequeña banca, pero no estaba ahí. Aunque estaba casi segura que no la había colgado en el gancho, miré detrás del vestido rojo. Colocándome los zapatos, salí a la tienda. Encontré a Paula buscando entre los vestidos.

-¿Has visto mi mochila?
-Te la llevaste contigo al vestidor – lo pensó unos segundos - ¿Era una de color marrón de cuero?
-¡Sí!
-Acabo de ver a un hombre yéndose con ésta. Él vino sin decir una palabra, y asumí que era tu padre – se tocó la cabeza, frunciendo el ceño – De hecho puedo jurar que él dijo que lo era…pero tal vez me imaginé todo. El mundo completo se sintió muy extraño. Mi cabeza se siente nublada, no puedo explicarlo.

Un truco mental, pensé.

-Tenía cabello gris y estaba usando una chaqueta… - continuó.
-¿Hacia dónde fue? – la interrumpí.
-Hacia las puertas principales, dirigiéndose hacia el estacionamiento.

Corrí hacia afuera. Podía escuchar a Paula detrás de mí.

-¿Crees que es una buena idea? – jadeó – Quiero decir, ¿y si tiene una pistola? ¿Y si está mentalmente inestable?
-¿Qué clase de hombre se roba una cartera de un probador? – demandé en voz alta.
-Tal vez estaba desesperado. Tal vez necesitaba dinero.
-¡Entonces debió llevarse tu bolso!

Lo que no le podía decir a Paula es que, seguramente era un Nephil o un ángel caído. Y mi instinto me decía que estaba motivado por algo más grande que un cúmulo de dinero. Corrimos en el estacionamiento al tiempo que un auto negro salía. El brillo de sus luces nos hizo imposible ver detrás de la ventana. Aceleró hacia nosotras.

-¡Muévete idiota! – me dijo Paula, cogiéndome de la manga.

El auto pasó a nuestro lado, haciendo rechinar las llantas. Se pasó la luz roja y se desvaneció en la noche.

-¿Viste qué clase de auto era? – preguntó Paula.
-Un Audi. Obtuve parcialmente la placa.
-No tan malo, Tigre.
-¿No tan malo? – la miré con pura irritación - ¡Se fue con mi bolso! ¿No encuentras extraño que un hombre con un auto muy costoso robe bolso? ¿Y mi bolso en particular? 
-Tal vez era un diseño costoso – dijo encogiéndose de hombros.

Treinta minutos después, una patrulla de policía llegó cuando yo lo llamé. El policía Basso salió a hacer las preguntas clásicas luego de un robo. Pero no dio resultado alguno, tan solo me dijo que vería qué podía hacer. Mientras tanto, tenía que comprarme otro bolso. Genial, como si eso fuera lo importante. 

***

El vestido rojo colgaba en mi puerta, mientras intentaba dormir. Tomando el consejo de Peter, aclaré mi mente y me preparé para dormir. Peter dijo que podía entrar a mis sueños, pero yo tenía que abrirme a la idea. Eso fue fácil, porque después de la noche que había tenido, en lo único que podía pensar era en Peter sosteniéndome en sus brazos, haciéndome sentir mejor.

Recostada en la cama, reflexioné sobre mi día, dejando que mi subconsciente retuerza las memorias en fantasmas. Mi mente jugó con partes de diálogos, destellos de color. De pronto, estaba de pie en el probador de la tienda con Peter. Sólo que en esta versión, él tenía sus dedos enterrados en el cinturón de mi jean y mis dedos estaban desordenando su cabello. Nuestras bocas estaban a pulgadas de distancia, y podía sentir la calidez de su aliento.

El sueño ya me había tragado por completo cuando sentí que las sábanas estaban siendo sacadas de mi cuerpo. Me senté para encontrar a Peter de pie al frente de mi cama. Estaba usando el mismo jean y la ajustada camiseta blanca con la que lo había visto más temprano, y había quitado mis sábanas, poniéndolas a un lado.

Una sonrisa iluminó sus ojos.

-¿Dulces sueños?

Miré alrededor. Todo en mi habitación estaba como debía. La puerta estaba cerrada, la lámpara prendida. Mi ropa colgando en la silla dónde la había dejado, el vestido rojo colgando en la puerta. A pesar de ninguna evidencia física, algo no se sentía…bien.

-¿Esto es real o es un sueño? – le pregunté a Peter.
-Sueño.

Reí.

-Caray. Podrías haberte burlado. Es tan real.
-La mayoría de los sueños lo son.
-¿Estamos seguros aquí?
-Sí estás preguntando si Hank nos espiará, no creo.
-Si puedes hacer esto, ¿qué lo detiene a él de hacerlo? Sé que es un Nephil, y a menos que esté hablando cualquier cosa, los ángeles caídos y Nephils tienen un montón de poderes similares.
-Hasta que intenté invadir tus sueños hace unos meses, yo no sabía mucho sobre cómo funcionaba el proceso. He estado aprendiendo que requiere una conexión fuerte entre ambos sujetos. Además, tiene que ser con paciencia. Si invades muy pronto, el sujeto se despertará. Si dos ángeles, o Nephils, o cualquier combinación de los dos, invaden un sueño al mismo tiempo, el que sueña está lejos de despertar. Quieras o no, Hank tiene una conexión fuerte contigo, pero si él no ha intentado invadir tus sueños aún, no creo que lo haga.
-¿Cómo aprendiste todo esto?
-Prueba y error – dudó, como si pensara cuidadosamente sus siguientes palabras – También obtuve un poco de ayuda de un ángel caído que recientemente cayó. A diferencia de mí, ella tuvo bastante información de la ley antes de caer. Sabía que ella tenía respuestas, así que después de retorcerle un poco el brazo, me lo contó. Con ella me refiero a Agustina.

Mi corazón dio un vuelco no placentero. No quería estar celosa de la ex de Peter, obviamente entendía que ellos había tenido una historia romántica, pero sentía una aversión poderosa contra Agustina. Tal vez odio residual, ella había tratado de matarme. O tal vez el instinto diciéndome que ella no dudaría en traicionarnos de nuevo.

-¿Así que la viste en persona después de todo? – pregunté, acusándolo.
-Nos vimos hoy, y mientras la tenía, decidí llegar hasta el fondo de algunas preguntas que se habían quedado en mi mente. He estado encontrando una forma de comunicarme contigo sin que sea detectada, y no iba a perder la oportunidad cuando ella me podía dar respuestas.
-¿Por qué te buscó?
-No lo dijo, y no es importante. Tenemos que lo queremos, y eso es lo único que me importa. Ahora tenemos una forma privada de comunicarnos.
-¿Aún se ve pálida y fea?

Peter rodó sus ojos. 

-¿Ha estado en tu casa?
-Esto se está empezando a sentir como un rol de preguntas, Ángel.
-En otras palabras, lo ha hecho.
-No – Peter respondió con paciencia - ¿Podemos dejar de hablar de ella?
-¿Cuándo la voy a conocer? – Y decirle que quite sus manos de encima, pensé.

Peter acarició su mejilla, pero creo que también torció su boca.

-Probablemente no es una buena idea.
-¿Qué se supone que significa eso? ¿Crees que no puedo llevarlo por mí misma, verdad? ¡Gracias por el voto de confianza! – dije, pensando en mis estúpidas inseguridades.
-Creo que Agustina es narcisista y ególatra. Mejor mantenernos alejados.
-¡Tal vez debas tomar tu propio consejo!

Empecé a voltearme, pero Peter cogió mi brazo y me volteó para enfrentarlo. Presionó su frente contra la mía. Empecé a apartarme, pero entrelazó sus dedos con los míos. 

-¿Qué tengo que hacer para convencerte que estoy usando a Agustina para una sola cosa: destruir a Hank, pieza por pieza si lo tengo que hacer, y hacerlo pagar por todo lo que ha hecho para hacerle daño a la chica que amo?
-No confío en ella – dije, aún terca.

Cerró sus ojos, y escuché el más ligero de los suspiros.

-Finalmente algo en lo que acordamos.
-No creo que debamos usarla, incluso si ella puede llegar al círculo de Hank más rápido que nosotros. 
-Si tuviéramos más tiempo, u otra opción, lo haría. Pero por ahora, ella es nuestra mejor chance. Ella no me traicionará, es muy inteligente. Se llevará la basura que le estoy ofreciendo y se irá, incluso si eso hiere su orgullo.
-No me gusta – me envolví en él, sintiendo su calidez – Pero confío en ti.

Me besó, largo y tranquilizador.

-Algo extraño sucedió esta noche – dije – Alguien se robó mi mochila del probador de la tienda.
Inmediatamente Peter frunció el ceño.
-¿Esto sucedió después que me fui?
-O eso, o justo antes que tu vinieras.
-¿Viste quién se la llevó?
-No, pero la vendedora dijo que era un hombre y suficientemente mayor para ser mi padre. Lo dejó irse con el bolso, pero creo que tal vez le hizo un truco mental. ¿Crees que sea una coincidencia que un inmortal se haya robado mi bolso?
-No lo creo. ¿Qué vio Paula?
-Aparentemente nada, aunque la tienda estaba prácticamente vacía. ¿Crees que ella está involucrada, verdad? – agregué cuando entrecerró los ojos.
-Difícil de creer que no haya visto nada. Estoy empezando a sentir como si toda la noche hubiese sido planeada. Cuando fuiste al probador, ella pudo haber hecho una llamada, haciéndole saber al ladrón que podía entrar. Pudo haber visto tu bolso por ahí. 
-¿Por qué querría mi bolso? A menos… - me detuve – Ella pensó que cargaba el collar que Hank quiere – me di cuenta – Él la ha metido a ella en esto. 
-Le debe de haber mentido sobre el porqué quiere el collar. Le puede haber dicho que pertenece a él y ella no hará preguntas. Paula no es de las que se cuestiona. 
-Hay una cosa más. Obtuve una mirada al auto antes que el ladrón se vaya. Es un Audi A6.
-El hombre de confianza de Hank, llamado Blakely, conduce un Audi.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

-Estoy empezando a asustarme. Obviamente él piensa que puede usar el collar para forzar al arcángel a hablar. ¿Qué necesita que ella le diga? ¿Qué sabe ella que puede arriesgar a los arcángeles?
-Y tan cerca a Cheshvan – murmuró Peter.

Ambos nos quedamos en silencio, contemplando la lista de opciones de solución que podíamos tomar.

-¿Qué le pasó al otro vestido? – finalmente preguntó Peter. 

Suspiré.

-Paula pensó que me veía mejor con el rojo.
-¿Tú qué piensas?
-Creo que Paula y Agustina serían grandes amigas.

Peter rió, el sonido haciendo cosquillas en mi piel, como si la estuviera besando.

-¿Quieres mi opinión?
-Ya.

Él se sentó en mi cama, inclinándose sobre sus hombros.

-Pruébatelo.
-Probablemente es un poco ajustado – dije – Paula tiende a comprar cuando es muy estrecho.

Apenas sonrió.

-Tiene un corte en el muslo.

Sonrió aún más.

Llevándome el vestido al baño, me lo puse. El corte se abría hasta la mitad de mi muslo, exponiendo mi pierna. Saliendo a la luz, quité el cabello de mi cuello.

-¿Me alzas el cierre?

Los ojos de Peter hicieron una mirada lenta en mí, endureciéndose.

-Voy a tener un tiempo difícil al mandarte con Benjamín en ese vestido. Una cosa: si regresas a casa y ese vestido se ve ligeramente alterado, rastrearé a Benjamín, y cuando lo encuentre, no será bonito. 
-Le daré el mensaje.
-Si me dices dónde se está escondiendo, yo mismo le daré el mensaje. 

Tuve que luchar para no sonreír.

-Algo me dice que tu mensaje será bastante directo.
-Digamos que él entenderá el punto.

Peter tomó mi muñeca y me acercó para un beso, pero algo no andaba bien. Su cara se nubló por las esquinas, disolviéndose entre el fondo. Cuando sus labios encontraron los míos, casi ni los sentí. Aún peor, me sentí a mí misma alejándose de él. Peter también lo notó y maldijo bajo su aliento.

-¿Qué sucede? – pregunté.
-Es el mestizo – gruñó.
-¿Benjamín?
-Está tocando la ventana de tu habitación. En cualquier segundo te vas a levantar. ¿Es la primera vez que viene por la noche?

Preferí no responder. Peter en mi sueño no haría nada loco, pero eso no significaba que sería una buena idea llevar la competencia más allá.

-¡Terminaremos esto mañana! – fue todo lo que pude decir antes que el sueño y Peter se desvanezcan.

El sueño se fue y Benjamín estaba en mi habitación, cerrando la ventana detrás de él.

-Despierta y brilla – dijo.

Gruñí.

-Benja, tienes que dejar de hacer esto. Mañana tengo colegio. Además, estaba en medio de un buen sueño.
-¿Sobre mí? – preguntó, lanzando una sonrisa coqueta.
-Será mejor que lo que tengas que decir sea bueno.
-Más que bueno. Estoy en una banda llamada Serpentina. Estamos abriendo en un bar la próxima semana. Los miembros de la banda consiguen dos entradas gratis y tú serás una de mis invitadas suertudas – lanzó dos entradas en mi cama.
-¿Estás loco? ¡No puedes estar en una banda! Se supone que debes estar escondiéndote de Hank. Ir conmigo al baile es una cosa, pero esto es llevar muy lejos las cosas.

Su sonrisa murió.

-Pensé que estarías feliz por mí, Esposito. He pasado los últimos meses escondiéndome. Ahora vivo en una cueva y busco comida, lo que se está haciendo cada vez más difícil. No tengo nada, ni televisión, ni celular, ni baño. Estoy completamente a solas. Estoy cansado de esconderme.
-Benja, Hank sabe que tú estás en la ciudad, ha mandado a sus hombres a buscarte. Tienes que quedarte escondido hasta por lo menos Chehvan. 
-¿Lo escuchaste decir eso?
-Algo así – no podía decirle la verdad – Una fuente de confianza me lo dijo. 
-Estás intentando asustarme. Aprecio el gesto – dijo, cínicamente – pero ya luché contra esto y sea lo que sea que suceda, puedo enfrentarlo. Unos pocos meses de libertad es mejor que una vida entera en prisión.
-No puedes dejar que Hank te encuentre – insistí – Si lo hace, te colocará en una de sus prisiones en el bosque. Te torturará. Tienes que alargar esto. Por favor – rogué - ¿Sólo unos cuantos meses más?
-Al diablo. Me voy de aquí. Tocaré en el bar así vengas o no.

No entendía su repentina actitud. Hasta ahora él había sido meticuloso sobre el tema, manteniéndose alejado de Hank. Y, ¿ahora?

-Benja, dijiste que la Mano Negra se conecta contigo – dije, con una idea - ¿Hay alguna posibilidad que te esté jalando hacia él? Tal vez el anillo te más que poderes. Tal vez es una clase de..guía.
-La Mano Negra no va a atraparme – bufó.
-Estás equivocado. Y si mantienes esa actitud, va a atraparte más temprano de lo que crees – dije gentilmente, pero con firmeza.

Alcancé su brazo, pero él se zafó. Salió por la ventana, cerrándola de un golpe.

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