martes, 19 de febrero de 2013

Ángeles Caídos #3: Treintaidós

Mi respiración se calmó mientras los brazos de Peter estaban a mí alrededor, protegiéndome. Estábamos sentados en el suelo de su habitación, yo inclinada contra él. Peter me estaba arrullando gentilmente, murmurando suaves sonidos en mi oído.

-Vi todo. Usaste a Gabe y a sus amigos para que no quede nadie en el almacén y lograr que ella quede a solas.
-Sí.
-¿Gabe encontró a Hank y lo hizo jurar lealtad?
-No. Él lo hubiese hecho, pero yo atrapé primero a Hank. Tenía a Agus esperando afuera del almacén. Cuando Hank salió, ella lo atrapó. Cuando regresé aquí y vi que no estabas, pensé que él te tenía. Llamé a Agus y traje aquí a Hank para interrogarlo. Siento lo de Agus – se disculpó – La llevé conmigo porque no me importa lo que le suceda a ella. Ella es desechable, tú no.
-No estoy enojada – dije.

Agustina era la menor de mis preocupaciones. Tenía una preocupación mucho mayor. 

-¿Los arcángeles votaron? ¿Qué le va a suceder a Hank?
-Antes de votar, querían hablar conmigo. Dado todo lo que ha sucedido, no confían en mí. Les dije que si me dejaban matar a Hank, ya no tendrían que preocuparse por el devilcraft. También les recordé que si Hank muere, tú te convertirás en el líder de su ejército Nephil. Les prometí que detendrías la guerra.
-No importa lo que tome – dije – quiero que Hank desaparezca. ¿El voto fue unánime?
-Ellos querían este desorden detrás. Me han dado luz verde contra Hank. Tenemos hasta que salga el sol.

Fue ahí cuando noté la pistola en el suelo, al lado de su pierna.

-Prometí que no te quitaría este momento, y si aún deseas eso, entonces cerraré mi argumento en el tema para siempre. Pero no puedo dejarte ir sola. La muerte de Hank se quedará contigo para siempre. No podrás retroceder el tiempo y nunca lo olvidarás. Lo mataré yo, Lali. Lo haré si me lo permites. La opción está ahí. Tú debes hacer la elección y me mantendré a tu lado sea cual sea la decisión que tomes, pero quiero que estés preparada.

No temblé. Cogí la pistola.

-Quiero verlo. Quiero verlo a los ojos y ver su remordimiento cuando se de cuenta dónde lo han dejado sus decisiones. 

Peter aceptó mi decisión con asentimiento. Me guió por el corredor secreto. Sólo había una luz que parpadeaba. Las llamas iluminaban los primeros pasos del corredor, pero después de eso, no podía ver nada más que la sofocante negrura. Seguí a Peter hacia lo profundo hasta que al final apareció una puerta. 

Adentro, Hank estaba listo. Se lanzó hacia Peter, pero esposas cortaron su camino, con sus puños en el aire. 

-No seas tonto, no creas que vas a salirte con la tuya – dijo Hank, riéndose.
-¿Así como pensaste que podrías burlarte de los arcángeles? – fue la respuesta de Peter.

Los ojos de Hank se entrecerraron. Su mirada cayó a la pistola en mi mano, registrándola por primera vez. 

-¿Qué es eso? – él preguntó.

Alcé la pistola, apuntando hacia Hank. Me dio satisfacción al ver su cara nublarse en confusión, luego hostilidad.

-¿Alguien me puede decir qué está sucediendo? – espetó.
-Tu tiempo se ha terminado – le dijo Peter.
-Hemos hecho nuestro acuerdo con los arcángeles – dije.
-¿Qué acuerdo? – gruñó Hank, lleno de ira.

Apunté a su pecho.

-Ya no eres inmortal, Hank. La muerte vino a tocar la puerta después de todo.

Él dio una risa incrédula y corta, pero el aterrado brillo en sus ojos me dijo que él me creía.

-Me pregunto cómo será para ti tú próxima vida – murmuré – Me pregunto si ahora mismo estás arrepintiéndote de la vida que construiste. Me pregunto si estás volviendo a pensar en cada decisión, e intentando descubrir en qué momento todo salió mal. ¿Recuerdas las incontables personas que utilizaste y heriste? ¿Recuerdas cada uno de sus nombres? ¿Ves a mi madre? Eso espero. Espero que su cara te cace. La eternidad es un largo tiempo, Hank.

Hank se movió contra las cadenas violentamente.

-Quiero que recuerdes mi nombre – continué – Quiero que recuerdes que te hice lo que tú me hubieras hecho a mí. Mostrar poca piedad. No voy a liderar tu ejército, porque tú no morirás. De hecho, vas a vivir un poquito más de tiempo. Garantizado, no vivirás donde siempre. A menos que Peter intente subirte de nivel – alcé mis cejas hacia Peter, pidiéndole que pese mis palabras.

-¿Qué estás haciendo Ángel? – dijo en mi mente.

Sorprendida, pude hablarle en su mente, vino naturalmente. Un movimiento instintivo se sintió en mi cerebro, y canalicé mis palabras con poder mental.

-No voy a matarlo. Y tú tampoco, así que no idees nada.
-¿Y los arcángeles? Tenemos un trato.
-Esto no está bien. Su muerte no debería ser nuestra culpa. Pensé que esto era lo que quería, pero tienes razón. Si lo mato, nunca me olvidaré y no quiero eso. Quiero continuar con mi vida. Estoy tomando la decisión correcta. 

Para mi sorpresa, Peter no discutió.

-Prefiero frío, oscuridad y apretado – dijo Peter, mirando a Hank – Y haré una prueba de sonido. De esa manera, no importa cuánto grites, sólo tendrás tu propia miseria de compañía.
-Gracias – le dije a Peter.

Una sonrisa débil se expandió en su cara.

-La muerte era demasiado buena para él. Más divertido de esta forma.
-Esto es lo que te pasa por creerle a Agustina – le dije a Hank – Ella no es una profetisa, es una psicópata. Vive y aprende.

Le di a Hank una oportunidad para sus palabras finales, pero como esperé, no dijo nada. En lugar de eso, el último intercambio de Hank vino en forma de una sonrisa extraña y débil. El efecto me puso nerviosa, pero supuse que eso es lo que él quería.

Un silencio llenó la pequeña celda. La tensión en el aire se escapó. Desvaneciéndose todo pensamiento sobre Hank, estuve completamente al tanto de Peter, a mi lado. Hubo un cambio distintivo en el aire, cambiando de incerteza a alivio. El cansancio se drenó dentro de mí. Mis manos empezaron a temblar. Mis rodillas también, luego mis piernas. Las paredes de la celda, el aire, incluso Hank, parecían dar vueltas. La única cosa manteniéndome de pie, era Peter.

Sin advertencia, caí en sus brazos. Él me presionó contra la pared con la fuerza de un beso. Un temblor de alivio onduló a través de él, y yo hundí mis dedos en su camisa, trayéndolo contra mí, con la necesidad de tenerlo tan cerca como nunca antes. Su boca presionó y probó la mía. No había nada experto sobre la forma en que me estaba besando ahora; en la fría oscuridad de la celda, la urgencia caliente nos juntaba.

-Salgamos de aquí – murmuró en mi oído.

Estaba por aceptar, cuando vi un fuego por el rabillo del ojo. Al principio pensé que una de las antorchas se había caído. Pero la llama bailaba en la mano de Hank, un brillo fascinante y resplandeciente. Me tomó un momento entender lo que mis ojos estaban viendo, pero me rehusaba a creerlo.

Hank tenía una bola de fuego azul en una mano y la pluma negra de Peter en la otra. Dos objetos vastamente diferentes; una blanca, la otra oscura. Moviéndose, acercándose. 

No hubo tiempo de gritar, de advertir. No hubo tiempo de nada. En ese pequeño instante, alcé la pistola. Apreté el gatillo.

El golpe hizo volar a Hank contra la pared, sus brazos estirados, su boca abierta ante la sorpresa.

No se volvió a mover.

***

A dos capítulos del final!

7 comentarios:

  1. hdp iba a quemar la plumita de peter, ay por dios solo te digo q termino estos 2 cap y me leo el otro porq no me quedaré con las ganas de leerlo todo.

    Genia sos con tus adaptaciones

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  2. ayy menos mal que lo mató!!!

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  3. Se murio??' Es la pluma de peter???? Más!!! Me encanta!

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  4. es lo mejor del mundo hush hush, lastima q ya lei los libros ,

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  5. Bueeenisimoo!! pero porfa subii que ya no puedo soportar esta intriga!!y pensar que solo quedan dos capitulos :// buenisima la adaptacion BUE-NI-SI-MA!y muy buen estuvo Lali en apretar el gatillo!Mas :)

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