Rehén
La noche estaba rodeada de
estrellas. La luna iluminaba por completo las calles con un suave brillo. Se
sentía bien estar en casa, donde todo se sentía tan familiar, donde cada lugar
contenía una memoria atada. Peter y yo caminamos agarrados de la mano, hasta
que alcanzamos el puerto donde lo vi por primera vez, donde había estado
pescando y mis hermanos me habían insistido en alejarnos.
-Sigue siendo tan callado como
siempre – murmuré
-Nada que hacer ni a ningún lugar
a dónde ir – replicó Peter – Hasta que llegaste tú
-Claro – ruedo mis ojos – Lo
siento
-No lo sientas – envuelve un brazo
alrededor de mí y me acerca – No lo cambiaría por nada
Cuando alcanzamos la orilla, me
quito mis zapatos y dejo que mis pies se hundan en la arena. Nos sentamos en la
arena fría en silencio por un momento. De pronto Peter se pone de pie.
-Vamos – dijo – Caminemos hacia
las piedras
-¿En serio? – pregunté, dudando -
¿Estás seguro? No hemos estado ahí hace mucho tiempo
-Exactamente – replicó – Y
demasiadas cosas pasaron ahí. Siento que necesitamos…darle un fin o algo. Vamos
una vez más y nunca más volvemos
-De acuerdo – me pongo de pie –
Trato
Caminamos por la arena hasta que
alcanzamos las piedras. Y ahí estamos. Siento como si estuviera al lado de
Mariana hace dos años. Casi puedo vernos a los dos, mucho más jóvenes que
ahora, sin ninguna idea de lo que vendría después. Éramos una mezcla de emoción
y nerviosismo. A pesar del clima cálido, se sentía un poco de frío en esta
zona. Me presiono contra Peter y absorbo su calor. Sus brazos se envuelven a mí
alrededor. En algún lugar no tan lejano, escuchamos las campanas de la Iglesia
dando la hora. ¿Ya era la medianoche?
-Gastón y Rochi se van a enojar –
gruño
Peter ríe suavemente mientras
acaricia mis hombros.
-Aún piensas como si estuvieras en
secundaria – dijo – Ya estás en la universidad y estamos casados. Puedes hacer
lo que quieras
-Mmm. Supongo
-Es divertido cómo no tienes
ningún problema en enfrentarte a un Siete, pero tus hermanos aún te ponen
nerviosa
-¡Dan miedo! – protesté - ¿Alguna
vez has visto a Rochi enojarse? Puede lanzar fuego con su lengua
-Eso no da miedo – dijo Peter – De
hecho es divertido
-Solías pensar que yo era
divertida – digo, bromeando – Siento no tener ningún truco celestial para
mostrarte
-Sip – Peter sacude su cabeza – Es
bastante decepcionante. Realmente necesitas ponerte las pilas
-Oh, en serio – cruzo mis brazos –
En ese caso no hay nada de amor para ti esta noche
-Qué rápido ya estás usando el
sexo como un arma – dijo Peter – Dos pueden jugar ese juego
-Tú no puedes aguantar sin sexo,
eres hombre
-Con un montón de voluntad – se burla
– Te apuesto a que tú pierdes primero
-Por favor – bufo – Soy un ángel
Peter me guiña un ojo.
-Resulta que yo también lo soy.
***
-Vamos – cojo la mano de Peter –
Ya son más de las doce, realmente deberíamos de regresar
Peter acuerda y se levanta para
sacudir su pantalón. Justo estábamos reuniendo nuestras cosas cuando un sonido
crujiente, como una docena de objetos eléctricos, llena el aire. De pronto,
toda la playa se enciende, como si alguien estuviera lanzando fuegos
artificiales. Los Siete. Todos vestidos con trajes negros, están dispersos por
toda la playa.
-Hola de nuevo – Hamiel se acerca
a nosotros, con sus brazos cruzados
-¿Estás de vuelta? – pregunté -
¿En serio? Pensamos que estarías cansado de jugar al gato y al ratón
Ya no era capaz de sentir algún
tipo de miedo cerca de él, sólo sentía puro odio. Pero, Hamiel tenía algo más
en mente. Hizo un gesto hacia uno de los Siete, escondido entre las sombras;
cuando se dio a relucir, llevaba en manos a un chico. Estaba descalzo y un saco
cubría su rostro.
-¿Qué diablos…? – dijo Peter - ¡Simplemente
no puedes involucrar a extraños aquí! Déjalo ir
-Pero si él no es un extraño –
replicó Hamiel, acercándose al chico y quitándole el saco
Al principio no lo reconocí, era
un conjunto de cabello y una nariz ensangrentada. Pero era la misma figura que
hace mucho no veía; era Bautista Lanzani, el hermano menor de Peter.
-¿Bauti? – el rostro de Peter se
quedó sin color y empezó a acercarse hasta que uno de los Siete cogió a su
hermano por la garganta
-No te muevas – mandó Hamiel
-De acuerdo – susurró – Sólo no le
hagan daño
-Pitt – gritó Bauti - ¿Qué sucede?
-Está todo bien Bauti – replicó Peter
– Todo va a estar bien. Te lo prometo
-¡Suéltenme! – empezó a chillar
Bauti, intentando zafarse
-Quédate en silencio, Bauti –
murmuró Peter – Sé inteligente
-Peter, ¿qué está pasando? – gritó
- ¡Me están haciendo daño! – volvió a gritar cuando la agarraron fuerte por los
brazos
-¿Qué quieren? – chilló Peter - ¡Dime
lo que quieren!
-Queremos que ustedes dos se
separen – dijo Hamiel – Eso es lo que siempre hemos querido
-¿Así que están pidiendo que nunca
nos volvamos a ver? – preguntó Peter, como si fuera la cosa más estúpida que había
escuchado
-No – dijo Hamiel, sacudiendo
lentamente su cabeza – Debes venir con nosotros
-Bien – Peter no dudó y yo sentí
mi corazón como piedra – Iré contigo. Sólo suelta a mi hermano
-Tú no – Hamiel apuntó un dedo
hacia mí – Ella
-No – Peter dijo, enojado – A ella
la dejas en paz
Lo noté intentando buscar una
solución. Pero era algo imposible, escoger entre su hermano o su esposa. Pero
yo no lo iba a dejar escoger. Y no podía dejar que su hermana salga lastimada.
Él ya había perdido demasiadas personas y había dejado morir a muchas.
-¡No! – repitió Peter – No ella.
Llévame a mí. ¿Por favor?
-No podemos
-¿Por qué?
-Porque tú eres uno de los
Elegidos. Nuestro Padre tiene grandes planes para ti. No podemos interferir. Si
lo hacemos, las consecuencias serán severas
-Ella es mi esposa – dijo Peter,
dando un paso hacia adelante – No puedes llevártela
En respuesta, Hamiel sacó una
espada brillante de su chaqueta y la recostó en la garganta de Bauti. Él soltó
un chillido que se convirtió en nada cuando uno de los Siete colocó una mano en
su boca. Pero sus ojos estaban abiertos y con pánico. Peter cubrió su boca como
si fuera a vomitar. Había demasiada angustia en sus ojos que no podía soportar.
-Suficiente – esta vez hablé yo,
dando un paso hacia adelante – Eso es suficiente. Soy tuya – le dije a Hamiel –
Me rindo
Detrás de mí, escuché a Peter lanzar
un sonido fuerte, entre un gruñido y un lamento.
-No – susurró – Lali, no
-Primero suelta al chico – dije,
intentando mantener la calma – Déjalo ir e iré contigo
-¿Por qué, no confías en mí?
-Para nada
-Vivimos junto a un código de
honor. Los soldados del Cielo seguirán el acuerdo. Sin embargo, no sabemos si
lo mismo vendrá de ti. ¿Cómo podemos estar seguros de que no estás mintiendo?
-Porque sé que lo matarías en un
segundo. Así que tú ganas. Déjalo ir, ¿de acuerdo? No voy a intentar nada.
Hamiel consideró esto por un
momento y luego asintió hacia los Siete que sostenían a Bauti. Lo soltaron y él
corrió hacia Peter, colapsando en sus brazos. Peter devolvió el abrazo,
aliviado, pero sus ojos aún estaban enfocados en mí.
-¿Qué crees que estás haciendo? –
soltó Hamiel cuando caminé hacia Peter
-Sólo dame un minuto para
despedirme – dije – Sólo un minuto
-Hazlo rápido
Fue el minuto más largo de toda mi
vida. Estando de pie ahí, mirándolo, realmente se sintió como si el mundo
hubiese llegado a un final. Al menos el mío. Aquí fue donde empezó todo. Tomé
su mano, intentando memorizar cada sensación de su piel contra la mía e incliné
mi cabeza para gentilmente besar el frío metal de su anillo de boda.
-Lali… - empezó
-Shh… - presioné un dedo contra
sus labios – No digas nada. Sólo quiero que sepas que te amo
Dejé que mis manos corran a través
de su cabello una última vez. Nunca había notado cuántas sombras de verde había
en sus ojos. Sus lágrimas se veían como un conjunto de cristales en sus
mejillas.
-No puedo perderte de nuevo – dijo
Peter
-No me perderé – le dije – Siempre
estaré observando. Seré tu ángel guardián
-No – su voz era suave y chocada
por las lágrimas – Esta no es la forma que se supone que sería
-Siempre supimos que no podríamos
estar para siempre – no podía dejar que Peter notara lo que esto me estaba
costando. Él ya estaba sufriendo demasiado.
-Encontraríamos una manera – dijo Peter
– Íbamos a pelear
-Lo hicimos – dije, suavemente –
Simplemente no ganamos esta vez
-Por favor – dijo, cerrando sus
ojos – No me hagas esto. No puedo seguir adelante sin ti
-Si me necesitas, cierra tus ojos –
susurré, sintiendo mi corazón partirse en dos – Me encontrarás en el lugar
blanco
Los ojos de Peter de pronto se
abren y me coge por los hombros tan fuerte que duele.
-Tienes que encontrar una manera
de volver.
-Lo haré – dije, intentando darle
esperanza
¿Cómo iba a encontrar una manera
de volver del Cielo?
-Promételo – dijo – Prométeme que
encontrarás una manera de regresar a mí
-Lo prometo – susurré – Si hay una
forma, la encontraré
La voz de Hamiel corta el momento
como una cuchilla.
-Terminó el tiempo – dice,
fríamente
***
Imágenes del pasado empiezan a
reproducirse en mi mente. Veo mi descenso en Venus Cove, mi antigua habitación
en Byron, Cande llorando, Benjamín riendo, Rocco durmiendo en mi cama. Veo a
mis hermanos llenos de luz. Veo las llamas del Infierno y los cuerpos. Y luego
veo a Peter: Peter en la playa, Peter sentando en un juego, Peter en la clase
de francés con su media sonrisa. Lo veo en mi patio y luego de pie en el altar,
esperándome.
Sabía que estaba sosteniendo las
manos de Peter, pero de pronto éstas ya no están ahí y mis manos se alzan en el
aire. El suelo debajo de mí empieza a moverse y veo una luz brillante a la
distancia. Todo a mí alrededor se vuelve borroso y me desvanezco como una
fotografía que está siendo rota. La luz se está volviendo más brillante, absorbiendo
todo a mí alrededor. Pronto me absorberá a mí también.
Sabía que la tierra estaba muy
lejos de mí y que el cielo se estaba abriendo para darme paso. Esto era. El
momento que había estado esperando desde que pise el suelo de la tierra. Estaba
yendo a casa.