Me agarré de la esquina de la mesa y observé mi anillo
caerse al suelo de la cafetería. El temblor duró apenas unos segundos pero
igualmente la alarma sonó y las meseras se asustaron. Afuera, vi que el cielo
se oscurecía y los árboles temblaban como si fuesen movidos por una mano
invisible. La expresión de felicidad de Peter se desvaneció y fue reemplazada
por una dura, peleadora que últimamente le había visto. Sostuve su mano con más
fuerza, cerré mis ojos, y esperé la luz cegadora que seguramente me llevaría de
regreso a mi prisión en el cielo.
Pero un momento después, la tierra se detuvo y la actividad
normal regresó. Todos soltaron un respiro de alivio cuando no sucedió nada
malo. Ahora, estaban riendo, comentando sobre lo que había sucedido y las
miradas de horror que teníamos. Pero, Peter y yo sabíamos que había problemas
en el Cielo; lo podía sentir.
Consideré decirle a Peter que tal vez, después de todo, esta
no era una buena idea, que deberíamos de regresar el anillo de su abuela y
conducir hacia la graduación. Pero, mientras más lo miraba, más me convencía de
que lo que estábamos haciendo estaba bien.
Entonces, me puse de pie y cogí mi mochila.
-Vámonos – dije
Peter dejó un par de monedas como propina y me siguió hacia
la pista. Alzó su cabeza hacia arriba, mirando hacia el sol, antes de soltar un
respiro.
-¿Crees que eso fue dirigido hacia nosotros?
-No lo sé – dije – Tal vez nos estamos asustando demasiado
-Tal vez – dijo Peter – Pero nada como eso ha sucedido
durante toda mi vida viviendo aquí
Observé la calle. Todos estaban como si nada hubiese
sucedido, siguiendo su rutinaria diaria, la preocupación por el repentino
temblor ya había pasado.
-¿La? ¿Qué hacemos ahora?
Miré hacia su camioneta estacionada al otro lado de la
pista, nos tomaría apenas cinco minutos conducir hasta donde el padre Mel nos
estaba esperando en la capilla. Y me dije a mí misma que si él estaba de
acuerdo en casarnos, entonces debía creer en nuestra unión. Era confortante
saber que al menos teníamos a un aliado. Luego, observé a una pareja de
ancianos en una banca. El hombre sostenía la mano de su esposa y sonreía a sí
mismo mientras la briza movía su cabello blanco, mientras el sol calentaba la
parte de atrás de su cuello. Me preguntaba cuánto tiempo estaban juntos, cuánto
habían compartido.
Sostuve el rostro de Peter entre mis manos.
-Si hago memoria….tú acabas de pedirme matrimonio
Se quedó pensativo un instante antes de entenderme. Luego,
sonrió. Sostuvo mi mano con fervor, y caminamos hacia su camioneta. No hablamos
durante todo el viaje, todas las dudas que quizás habíamos tenido se habían
evaporado.
Más, más!!! ES genial me fascina!!
ResponderEliminarLO MAXIMO :)
ResponderEliminarsube mas porfa :D
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