sábado, 22 de septiembre de 2012

Heaven: Prólogo



Todo empezó a temblar.

Me agarré de la esquina de la mesa y observé mi anillo caerse al suelo de la cafetería. El temblor duró apenas unos segundos pero igualmente la alarma sonó y las meseras se asustaron. Afuera, vi que el cielo se oscurecía y los árboles temblaban como si fuesen movidos por una mano invisible. La expresión de felicidad de Peter se desvaneció y fue reemplazada por una dura, peleadora que últimamente le había visto. Sostuve su mano con más fuerza, cerré mis ojos, y esperé la luz cegadora que seguramente me llevaría de regreso a mi prisión en el cielo.

Pero un momento después, la tierra se detuvo y la actividad normal regresó. Todos soltaron un respiro de alivio cuando no sucedió nada malo. Ahora, estaban riendo, comentando sobre lo que había sucedido y las miradas de horror que teníamos. Pero, Peter y yo sabíamos que había problemas en el Cielo; lo podía sentir.

Consideré decirle a Peter que tal vez, después de todo, esta no era una buena idea, que deberíamos de regresar el anillo de su abuela y conducir hacia la graduación. Pero, mientras más lo miraba, más me convencía de que lo que estábamos haciendo estaba bien.

Entonces, me puse de pie y cogí mi mochila.

-Vámonos – dije

Peter dejó un par de monedas como propina y me siguió hacia la pista. Alzó su cabeza hacia arriba, mirando hacia el sol, antes de soltar un respiro.

-¿Crees que eso fue dirigido hacia nosotros?
-No lo sé – dije – Tal vez nos estamos asustando demasiado
-Tal vez – dijo Peter – Pero nada como eso ha sucedido durante toda mi vida viviendo aquí

Observé la calle. Todos estaban como si nada hubiese sucedido, siguiendo su rutinaria diaria, la preocupación por el repentino temblor ya había pasado.

-¿La? ¿Qué hacemos ahora?

Miré hacia su camioneta estacionada al otro lado de la pista, nos tomaría apenas cinco minutos conducir hasta donde el padre Mel nos estaba esperando en la capilla. Y me dije a mí misma que si él estaba de acuerdo en casarnos, entonces debía creer en nuestra unión. Era confortante saber que al menos teníamos a un aliado. Luego, observé a una pareja de ancianos en una banca. El hombre sostenía la mano de su esposa y sonreía a sí mismo mientras la briza movía su cabello blanco, mientras el sol calentaba la parte de atrás de su cuello. Me preguntaba cuánto tiempo estaban juntos, cuánto habían compartido.

Sostuve el rostro de Peter entre mis manos.

-Si hago memoria….tú acabas de pedirme matrimonio

Se quedó pensativo un instante antes de entenderme. Luego, sonrió. Sostuvo mi mano con fervor, y caminamos hacia su camioneta. No hablamos durante todo el viaje, todas las dudas que quizás habíamos tenido se habían evaporado. 

3 comentarios: