viernes, 21 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Epílogo

Una puerta se abrió y cerró. Esperé a escuchar los pasos acercándose, pero el único sonido era el del tic-tac del reloj. El sonido empezó a desvanecerse y me preguntaba si en algún momento se detendría por completo. De pronto, temí por el momento, insegura de lo que pasaría después. Un sonido mucho más vibrante eclipsó el reloj. Pensé en alas, viniendo para llevarme lejos.

Me aguanté la respiración, esperando, esperando, esperando. Y luego el reloj empezó a ir en reversa, en lugar de ir más despacio, fue más rápido. Me sentí empujada hacia un hoyo oscuro.

***

Mis ojos se abrieron y observaron un techo familiar. Mi habitación. Me sentí aliviada y luego recordé en dónde había estado. En el gimnasio con Jaime.

-¿Peter? – pregunté

Intenté sentarme, luego lloriqueé. Algo estaba mal con mi cuerpo. Cada músculo, hueso, célula estaba herido. Me sentía como una herida gigante. Hubo un movimiento cerca a la puerta. Peter se inclinó contra el marco de la muerta.

-Esa fue una gran lucha en el gimnasio – dijo – Pero creo que te beneficiarias con más lecciones de boxeo

Como una ola, todo me sobrepasó. Las lágrimas corrían por mis mejillas.

-¿Qué sucedió? ¿Dónde está Jaime? ¿Cómo llegué aquí? – mi voz denotaba pánico – Me lancé de la escalera
-Eso fue muy valiente

Peter entró a la habitación. Cerró la puerta y supe que esta era una forma de apartar todo lo malo. Estaba poniendo una división entre lo que había sucedido y yo. Caminó y se sentó en mi cama, a mi lado.

-¿Qué más recuerdas?

Intenté hacer un rompecabeza de mis memorias, retrocediendo en el tiempo. Recordaba las alas que había escuchado justo después de lanzarme de la escalera. Sin duda, sabía que había muerto. Sabía que el ángel había venido a llevarse mi alma.

-Estoy muerta, ¿verdad? – dije suavemente - ¿Soy un fantasma?
-Cuando saltaste, el sacrificio mató a Jaime. Técnicamente, cuando volviste a la vida, él debió de hacerlo también. Pero desde que él no tiene un alma, no tiene nada que reviva su cuerpo
-¿Volví a la vida? – pregunté
-No acepté tu sacrificio. Lo rechacé
-¿Estás diciendo que rechazaste tener un cuerpo humano por mí?

Levantó mi mano vendada. Debajo de toda la gasa, mis nudillos me dolían por haber golpeado a Jaime. Peter besó cada dedo, tomándose su tiempo, manteniendo su mirada fija en mí.

-¿Por qué querría un cuerpo si no puedo tenerte a ti?

Las lágrimas siguieron corriendo por mis mejillas, y Peter me acercó a él, recostando mi cabeza en su pecho. Lentamente, el pánico se esfumó y supe que todo había acabado. Iba a estar bien. De pronto, me aparté. Si Peter había rechazado el sacrifico, entonces…

-Salvaste mi vida. Voltéate – le ordené

Peter sonrió y obedeció. Alcé su camisa hasta sus hombros. Su espalda estaba suave, sus músculos definidos. Las cicatrices se habían ido.

-No puedes ver mis alas – dijo – están hechas de materia espiritual
-Ahora eres un ángel guardián
-Soy tú ángel guardián – dijo
-¿Tengo mi propio ángel? ¿Exactamente, cuál es tu trabajo?
-Vigilar tu cuerpo – amplió su sonrisa – Me tomo en serio mi trabajo, lo que significa que voy a necesitar adaptarme a un nivel personal

Sentí mariposas en el estómago.

-¿Eso significa que ahora puedes sentir?

Peter me observó un momento en silencio.

-No, pero sí significa que no estoy en la lista negra

Abajo, escuché la puerta del garaje abrirse.

-¡Mi mamá! – jadeé – Seguro ya abrieron el puente. ¿Cómo funciona esto del ángel guardián? ¿Sólo yo puedo verte? ¿Quiero decir, eres invisible para todos los demás?

Peter me miró como esperando que estuviera bromeando.

-¿No eres invisible? – salté - ¡Tienes que salir de aquí! – intenté empujar a Peter fuera de mi cama, pero él me detuvo – Ella me va a matar si te encuentra aquí. ¿Puedes escalar árboles? ¡Dime que puedes! – Peter sonrió
-Puedo volar

Oh. Claro. Bueno, de acuerdo.

-La policía y los bomberos estuvieron aquí – dijo Peter – La habitación de tu madre va a tener que arreglarse, pero ellos pudieron detener el fuego. La policía regresará y hará preguntas. No me importa lo que les digas, pero apreciaría si me dejaras fuera del tema – abrió la ventana de mi cuarto – Última cosa, Cande llegó a tiempo donde la policía. Los paramédicos salvaron a Pablo, él está en el hospital, pero estará bien

En el pasillo, debajo de las escaleras, escuché cerrarse la puerta. Mi mamá ya estaba adentro.

-¿Lali? – me llamó - ¡Lali! ¡Hay un anuncio de que la policía estuvo aquí! ¿Qué sucedió?

Miré  hacia la ventana y Peter ya se había ido.

-¡Lali! ¿Qué pasó con la baranda de la escalera? – gritó mi mamá mientras subía

En buena hora que todavía no había visto su habitación.

***

El cielo estaba perfecto, completamente azul. Era Lunes, un nuevo día, los horrores de las últimas veinticuatro horas los veía completamente lejos. Me dirigí hacia el baño, intentando soportar los dolores en el cuerpo; necesitaba seguir mi rutina diaria. Me eché agua helada en la cara, me lavé los dientes y me cepillé el cabello. En mi habitación, me puse una blusa y jeans limpios.

Llamé a Cande.

-¿Cómo estás? – me preguntó
-Bien. ¿Tú?
-Bien

Silencio.

-De acuerdo – dijo Cande, rápidamente – Aún sigo asustada. ¿Tú?
-Completamente
-Peter me llamó en mitad de la noche. Me dijo que Jaime te había golpeado bastante mal, pero que estabas bien
-¿En serio? ¿Peter te llamó?
-Me llamó desde la camioneta. Me dijo que estabas dormida en el asiento de atrás y que te estaba llevando a casa. Dijo que justo había pasado el colegio cuando escuchó un grito, te encontró en el gimnasio, estabas desmayada por el dolor. Lo siguiente que supe, es que él alzó la mirada y vio a Jaime saltar de la escalera.

No me había dado cuenta que había estado aguantando la respiración hasta que la dejé salir. Obviamente, Peter había manipulado un par de detalles.

-Sabes que no me lo creo – continuó Cande – Sabes que pienso que Peter asesinó a Jaime

En la posición de Cande, probablemente pensaría igual.

-¿Qué cosa cree la policía? – pregunté
-Prende la televisión. Están en vivo ahora, canal cinco. Están diciendo que Jaime entró sin permiso al colegio y saltó. Dicen que fue un suicidio trágico, le están preguntando a las personas acerca de información al respecto.
-¿Qué le dijiste a la policía cuando los llamaste?
-Estaba asustada. No quería acusar a los chicos. Así que llamé de un teléfono público y no dije mi nombre.
-Bueno – dije – si la policía cree que es un suicidio, supongo que eso fue lo que pasó
-Me estás ocultando algo – me dijo Cande - ¿Realmente qué sucedió después de que me fui?
-Recuerdo a Jaime encerrándome en el gimnasio – dije – Me dijo que todo el dolor y miedo que iba a sentir. Después de eso, no recuerdo
-¿Es muy tarde para disculparme? – dijo Cande – Tenías razón sobre Pablo y Jaime
-Disculpa aceptada
-Deberíamos de ir de compras. Siento esta necesidad de comprar zapatos

El timbre sonó y miré el reloj.

-Tengo que darle a la policía mi declaración sobre lo que sucedió anoche, pero te llamaré después de eso.
-¿Anoche? – preguntó Cande, con pánico - ¿Sabían que estabas en el colegio? ¿No les diste mi nombre, verdad
-De hecho, algo sucedió más temprano ayer – algo llamado Agustina – Te llamaré pronto – dije, colgando antes de tener que volver a mentir

Bajando las escaleras, vi  que mi madre había invitado al policía a sentarse en la sala.

-Lali Espósito – dijo, cuando me vio – Nos volvemos a encontrar
-¿Se han encontrado antes? – preguntó mamá
-Tu hija tiene una vida excitante. Parece que estaremos aquí cada semana

Mi madre me miró interrogativa pero yo sólo me encogí de hombros.

-¿Por qué no tomas asiento, Lali, y nos cuentas qué sucedió
-Justo antes de las nueve de la noche de ayer estaba en la cocina tomando un vaso de leche chocolatada cuando la señora Rodríguez, mi psicóloga del colegio, apareció
-¿Simplemente ingresó a tu casa? – preguntó el policía
-Me dijo que yo tenía algo que ella quería, y ahí fue cuando corrí al segundo piso y me encerró en la habitación
-¿Qué era eso que quería?
-No dijo. Pero mencionó que no era una verdadera psicóloga, estaba usando el trabajo para espiar a los estudiantes. Está loca, ¿verdad?
-Buscaré su nombre y veré que encuentro. Mientras tanto, para su seguridad – dijo, mirando a mamá – les mandaré a que instalen un sistema de alarma de seguridad en toda la casa

Le dimos las gracias y el policía se fue. Unas horas más tarde, el timbre volvió a sonar.

-Ese debe ser el de la alarma – dijo mi mamá – Llamé y dijeron que mandarían a un chico ahora

Abrió la puerta y encontró a Peter ahí. Estaba sosteniendo una caja de herramientas en su mano izquierda.

-Buenas tardes, señora Esposito
-Peter – dijo mi madre - ¿Estás aquí para ver a Lali? – Peter sonrió
-Estoy aquí para inspeccionar su casa para el nuevo sistema de alarma
-Pensé que tenías un trabajo diferente. Pensé que eras mesero en un restaurante mexicano
-Obtuve un nuevo trabajo – Peter me miró y me sonrojé por todas partes - ¿Afuera? – me preguntó

Lo seguí hasta su moto.

-Aún tenemos un montón de qué hablar – dije
-¿Hablar?

Sacudió su cabeza, sus ojos llenos de deseo.

-Besar – susurró en mi mente

No era una pregunta, sino una advertencia. Sonrió cuando no protesté y bajó su boca hacia la mía. El primer toque fue simplemente eso, un toque, con suavidad. Choqué aún más mis labios contra los de él y Peter sonrió aún más.

-¿Más? – preguntó

Enredé mis manos en su cabello, acercándolo.

-Más

FIN DEL PRIMER LIBRO

2 comentarios:

  1. Me encanto.... pero no me convenció lo quería humano a peter también, con agustina que paso al final?? Quiero el segundo!! Ahora se viene halo???

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  2. me lei todo en unas horas jaja espero muy pronto el siguiente libro

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