miércoles, 5 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veintiuno

Aproveché que mi mamá se quedaba en el trabajo para salir a averiguar más sobre Pablo. Estaba segura que él había asesinado a aquella chica de su antiguo colegio; simplemente, tenía que ser él y no por los motivos que había mencionado Cande, sino porque realmente lo creía. Así que decidí irme hasta dónde él estudiaba antes, Mandalay. Llegué a uno de los restaurantes más conocidos cerca al colegio y me puse a conversar con el cajero. Él me aclaró las dudas, ya que consideraba que Pablo sí había estado involucrado en el asesinato. Al menos contaba con su opinión, pero no era prueba suficiente.

Cuando salí ya era de noche y hacía demasiado frío. Estaba a unos pasos de la parada del bus cuando la sensación familiar de escalofríos recorrió mi cuello. Había sentido aquello la noche en la que estaba segura que alguien me observaba desde mi ventana, en la feria, y el día en que atacaron a Cande. Me incliné hacia abajo, pretendiendo amarrar mis zapatos y observé a mi dos lados. Pero, todo estaba vacío.

La luz de la vereda cambió, y me empecé a mover más rápido, con el miedo llenando mi cuerpo. Corté camino por un pasillo, detrás de un bar, pasé un grupo de fumadores, y salí en la siguiente calle. Escuché el sonido del bus, y un momento después ya me estaba subiendo, para regresar a casa. Era la única pasajera. Justo cuando me senté, recibí un mensaje de texto de Cande.

-¿Dónde estás?
-Por el Mandalay – le respondí - ¿tú?
-Yo también. En una fiesta con Pablo y Jaime. Hay que encontrarnos
-¿Por qué estás ahí?

No esperé a que me respondiera, la llamé inmediatamente. Así era más rápido.

-¿Y? ¿Qué dices? – dijo Cande - ¿Estás con ánimos de ir a una fiesta?
-¿Tú mamá sabe que estás en una fiesta con dos chicos?
-Empiezas a sonar neurótica
-¡No puedo creer que hayas ido a una fiesta con Pablo! ¿Sabe él que estás hablando conmigo por teléfono?
-¿Así él puede ir a matarte? No, lo siento. Él y Jaime fueron hacia no sé dónde a recoger algo, y estoy bailando sola. ¡Ey! – gritó - ¡Quita tus manos de encima! ¿Lali? – volvió a dirigirse a mí – No estoy exactamente en la mejor área
-¿Dónde estás
-Espera…está bien, estoy en la Calle de los Suspiros Número 1727
-Estaré ahí apenas pueda. Pero no me voy a quedar, me voy a ir a casa y tú vendrás conmigo. ¡Detenga el bus! – le dije al conductor

Me bajé del mismo después de preguntarle al conductor cómo llegar a la Calle de los Suspiros. Pero, apenas caminé un par de cuadras, el escenario cambió drásticamente. Las paredes de los edificios estaban llenas de grafiti, las ventanas estaban oscuras y las calles, desoladas. Entre la oscuridad escuché un sonido; era una señora que empujaba un carrito lleno de basura. Sus ojos estaban oscuros y planos.

-¿Qué tenemos aquí? – preguntó, mostrando su boca sin dientes – Parece una chaqueta, guantes y un hermoso sombrero – dijo, estudiándome – Siempre quise una ropa así
-Hola – dije, aferrando mi cartera a mi cuerpo - ¿Por favor, puede decirme cuánto falta para llegar a la Calle de los Suspiros? El conductor del bus me dijo que era en esta dirección
-¿Te dijo eso? – dijo, sonando irritada – Conozco la ruta y no es por aquí
-¿Cree que puede ayudarme a llegar? – pregunté
-Me acuerdo de las direcciones – dijo, señalando su cabeza – Todo lo tengo acá arriba
-¿Por dónde voy? – insistí
-Pero no puedo darte esa información gratis – dijo – Eso te va a costar
-No tengo dinero – era cierto, solo tenía unas cuantas monedas para regresar a casa
-Tienes una linda chaqueta y me estoy congelando aquí afuera. ¿Quieres que te diga cómo llegar o no?

No podía creer que estuviese en esa situación. Sin más remedio, me quité la chaqueta y se la di. Me dio un escalofrío, me estaba congelando. Me abracé a mí misma, intentando darme algo de calor.

-¿Por favor me puede decir ahora cómo ir?
-¿Quieres el camino corto o largo?
-Coorrtoo – dije como pude
-Eso también te va a costar. El camino corto tiene un costo adicional. Como dije, siempre quise un sombrero de lana

Me lo quité, enfriándome aún más, y se lo extendí.

-¿La Calle de los Suspiros? – insistí
-¿Ves ese pasillo? – dijo, apuntando detrás de mí – Anda por ahí y saldrás a dónde quieres
-¿Eso es todo? – dije, incrédula - ¿Tan solo una cuadra?
-La buena noticia es que es el camino corto. La mala, es que ningún camino se hace corto con este clima. Claro, ahora estoy caliente y linda con tus cosas. Dame esos guantes y te llevaré hasta allá yo misma
-Me las arreglaré – respondí

Ella se encogió de hombros y se alejó de mí. El pasillo estaba oscuro y lleno de basura. Mientras caminaba, busqué mi celular en mi bolsillo para llamar a Cande y decirle que estaba por llegar, cuando me acordé que mi celular estaba en mi chaqueta. Genial, pensé. Las cosas empeoraron cuando volteé en la otra calle y un auto negro pasó a mi lado, con sus luces totalmente prendidas. Por razones que no puedo explicar, me metí entre las sombras.

La puerta del auto se abrió y empezó un tiroteo. Dos disparos. La puerta del auto se cerró y el auto negro desapareció. Podía escuchar mi corazón latiendo alocadamente en mi pecho. Empecé a correr, alejándome de mi escondite y en medio de la calle encontré el cuerpo de una señora lleno de sangre. Inmediatamente me arrodillé a su lado.

-¿Se encuentra bien? – pregunté

La volteé de tal manera que quedó de espaldas. Su boca estaba abierta, sus ojos también, llenos de horror. La sangre corría por su chaqueta, aquella que había estado usando hace tres minutos. Sentí la urgencia de alejarme de ahí cuánto antes, pero necesitaba encontrar mi celular para llamar por ayuda. Busqué en los bolsillos, pero no estaba. Sin embargo, había un teléfono público en la esquina de la calle. Corrí para llamar a la ambulancia.

Mientras esperaba a que me responda la operadora, miré de nuevo hacia el cuerpo de la mujer, y fue ahí cuando sentí un escalofrío y el terror. El cuerpo ya no estaba. Con la mano temblorosa, colgué. El sonido de pasos acercándose llenó mis oídos, pero no podía descifrar si estaban cerca o lejos. Él está aquí, pensé, el hombre de la máscara.

Metí un par de monedas en el teléfono e intenté recordar el número de celular de Peter. Recordé el primer día que lo conocí y los números que había escrito en mi mano. Deseando que sea el correcto, marqué.

-¿Aló? – respondió él

Casi sollozo ante su voz. Podía escuchar el sonido de las bolas de billar chocando una contra otra, sabía que estaba en Los Juegos de Bo.

-Soy yo
-¿Lali?
-Estoy por el colegio Mandalay. Por la Calle de los Suspiros. ¿Puedes recogerme? Es urgente

Apenas colgué, intenté no pensar en nada más que en pronto Peter vendría por mí. Durante diez minutos estuve así, hasta que la camioneta de Peter se aparcó a mi lado. Salió del auto y se acercó a mí, extendiéndome su chaqueta. Me ayudó a ponérmela y me di cuenta que también tenía una capucha. Sentí el calor empezar a expandirse por mi cuerpo.

-Entremos al auto – dijo

Me cargó en sus brazos y enredé los míos en su cuello, enterrando mi cabeza en su pecho.

-Creo que me voy a enfermar – dije – necesito mis pastillas
-Shh – dijo, estrechándome – Va a estar todo bien. Ya estoy aquí – asentí – Vayámonos de aquí
-Necesitamos encontrar a Cande – dije – Ella está en una fiesta, como a una cuadra de aquí

Mientras Peter manejaba, me di cuenta que nunca había sentido tanto miedo.

-¿Estabas en medio de un juego de billar? – pregunté, intentando disipar mis pensamientos
-Sí y estaba ganando. Ya estamos dónde dices, ¿cuál es el número?
-No lo recuerdo – dije - ¿Tienes celular?
-La batería está baja – me dijo, extendiéndome su celular – No sé si hará la llamada

Le mandé un mensaje de texto a Cande.

-¿Dónde estás?
-Cambio de planes – contestó – Parece que P y J no encontraron lo que estaban buscando. Nos vamos a casa – la pantalla del celular se puso negra
-Murió – le dije a Peter - ¿Tienes cargador?
-No conmigo
-Cande está regresando a casa. ¿Crees que puedas dejarme ahí?

Minutos después, estábamos regresando.

-¿Me vas a decir qué sucedió? – preguntó Peter

No sabía si contarle o no lo que había pasado. Le podía cómo la señora me quitó la chaqueta y luego le dispararon. Le podía decir que la bala era para mí. Luego podía tratar de explicarme cómo su cuerpo había desaparecido. Pero, me acordé de la mirada del policía cuando le conté que alguien había entrado a mi habitación. No quería que se vuelvan a reír de mí, no ahora.

-Me perdí y una vagabunda me amenazó – dije – Ella me habló de mi chaqueta…y se la tuve que dar, así cómo mi sombrero de lana
-¿Qué hacías por aquí?
-Encontrándome con Cande en una fiesta

Estábamos en la mitad del camino cuando de pronto el auto se detuvo.

-Espera – dijo, saliendo del auto y desapareciendo

Un minuto después, regresó. Se secó sus manos en su pantalón y me habló a través de la ventana del auto.

-Malas noticias – dijo – Es el motor. Que descanse en paz
-¿No se puede prender más el auto? – pregunté, confundida
-No, a menos que lo empujemos. ¿Dónde está tu celular?
-Lo perdí – sonrió
-Déjame adivinar. Estaba en tu chaqueta – suspiró – Dos alternativas. Podemos esperar a que alguien pase y nos lleve o podemos caminar a buscar un teléfono

Salí del auto y cerré la puerta con fuerza. Golpeé la camioneta, enojada.

-Creo que hay un motel en la siguiente cuadra. Iré a cooonseeeguir un policía – dije, como pude – Esspera aquí – sonrió apenas
-No voy a perderte de vista. Te ves un poco trastornada, Ángel. Iremos juntos

Cruzando mis brazos, me enfrente a él. Con mis zapatos chatos, mis ojos estaban a la altura de su pecho. Tuve que alzar mi cuello para mirarlo.

-No voy a ir a ningún motel contigo
-¿Crees que nosotros dos en un sucio motel hagamos una combinación peligrosa?

Sí, de hecho. Ante mi no respuesta, Peter se recostó en la camioneta.

-Podemos sentarnos aquí y discutirlo – dijo – Pero la tormenta que está por venir no creo que nos deje

Como si la Madre Naturaleza estuviese a sus órdenes, empezó a llover a cántaros. Fulminé a Peter con la mirada y suspiré enojada.

Como siempre, tenía un punto.

-Vamos al motel – dije, resignada


***

¡Falta poco!

1 comentario:

  1. Me encanta, es genial, sigo si entender pq la quieren muerta y pq todo lo que ve después no lo ve! más!!!

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