Ninguna luz estaba prendida cuando Peter estacionó en casa. Sentí la culpa llenar mi cuerpo cuando me pregunté si mi mamá estaría dando vueltas, buscándome. No le había dicho nada acerca de que iba a salir y no sabía cómo le iba a explicar que había terminado en un motel junto a Peter.
-Voy a entrar primero – dijo
Peter, saliendo del auto
-¿Crees que Agustina esté
adentro? – sacudió su cabeza
-No lo sé, pero no pasa nada si
chequeo
Esperé en la camioneta, y unos
minutos después, Peter salió por la puerta delantera.
-Todo limpio – me dijo – Voy a
conducir hasta el colegio y regresar apenas revise su oficina. Tal vez dejó
algo útil ahí
Me quité el cinturón y caminé
rápidamente hacia la casa. Con las luces apagadas, caminé hacia mi habitación.
Me coloqué ropa más cómoda y encontré el celular de emergencia que mi madre
había dejado. Marqué su número y me contestó a la primera.
-¿Aló? ¿Lali? ¿Eres tú? ¿Dónde
estás? ¡He estado realmente preocupada!
-En casa…… - empecé
-¡He estado tan preocupada por
ti! Cerraron la carretera por el mal clima y me he tenido que quedar en un
hotel. Intenté llamarte pero no atendías
-Lo siento, es que perdí el
celular
-¿De qué celular estás llamando?
-Del de emergencia
-¿Y tu celular dónde quedó?
-Eh…digamos que lo perdí – mentí –
Seguramente lo encontraré
-Te llamaré apenas abran la
carretera – dijo
Cuando colgué, llamé a Cande.
Pero nunca contestó y tuve que dejarle un mensaje de voz. En la cocina, vi mi
botella de pastillas. Inmediatamente fui por ellas, tomando dos pastillas con
un vaso de leche de chocolate. Cuando estaba por guardar lo que había usado, la
vi de pie en la puerta, entre la cocina y la lavandería. Sentí un escalofrío y
algo mojando mi pie, había botado la leche.
-¿Agustina? – pregunté
-¿Sabes mi nombre? – dijo con
sorpresa – Ah, Peter
Me alejé hacia el lavadero,
poniendo distancia entre las dos.
-¿Qué quieres? – pregunté y ella
rió
-Quiero a Peter
-Él no está aquí – asintió
-Lo sé. Esperé afuera hasta que
se fuera antes de entrar. Pero no me refería a eso cuando dije que quería a
Peter
-Sé que me has estado espiando
durante las sesiones
-¿Es todo lo que sabes de mí? –
preguntó
-Me has estado espiando aquí
también – dije, recordando la sombra de mi ventana
-Es la primera vez que estoy en
tu casa – dijo, admirando mi cocina – Lindo lugar
-Déjame refrescarte la memoria –
dije, intentando sonar valiente – Me observaste a través de mi ventana mientras
dormía – sonrió
-No, pero sí te seguí cuando
fuiste de compras. Ataqué a tu amiga y planté pequeños detalles en su mente,
pensando que Peter le había hecho daño. Quería que tuvieras miedo de él.
-Así me mantenía alejada
-Pero no lo hiciste. Aún estás
estorbando en nuestro camino
-¿En su camino?
-Vamos, Lali. Sé que sabes quién
soy, así que sabes cómo funciona. Quiero que obtenga sus alas de vuelta, él no
pertenece a la Tierra. Él me pertenece a mí. Cometió un error y voy a
corregirlo
Se acercó e intenté alejarme
mientras pensaba cómo distraerla o escapar.
-Mientras sigas por aquí, Peter
no va a regresar conmigo – dijo
-Creo que estás sobreestimando
sus sentimientos por mí – parecía una buena idea decirlo
-¿Crees que él tiene esos
sentimientos por ti? Todo este tiempo pensaste… - se rió – Él no se queda
porque te ama, él quiere matarte – sacudí mi cabeza
-Él no lo va a hacer
-Si es lo que crees, simplemente
eres otra chica que ha seducido para obtener lo que quiere. Tiene un talento
especial. Yo le dije tu nombre, después de todo. Un suave toque de su parte fue
todo lo que necesité, caí en su hechizo y le dije que la muerte estaba
llegándote.
Sabía de qué estaba hablando,
había sido testigo del momento exacto al que se refería, dentro de la memoria
de Peter.
-Y ahora te está haciendo lo
mismo a ti – agregó – La traición duele, ¿verdad? – sacudí mi cabeza
-No….
-¡Está planeando usarte como
sacrificio! – gritó - ¿Ves esa marca? – trazó su dedo por mi muñeca – Significa
que eres una descendiente de un Nephil. Y no cualquiera, sino de Chauncey, el
vasallo de Peter. Hay un libro, El Libro de Enoch – siguió – En él, un ángel
caído asesina a su propio vasallo Nephil al sacrificar a uno de sus
descendientes femeninos. ¿Crees que Peter no te quiere matar? ¿Qué es lo que
más quiere él? Una vez que te sacrifique, él será humano y tendrá todo lo que
quiere. Y no vendrá conmigo a casa.
Sacó un cuchillo largo de la mesada.
-Y es por eso que tengo que
deshacerme de ti. Parece que de una u otra manera, mis premoniciones son
ciertas. La muerte está viniendo a por ti.
-Peter volverá – dije, temblando
- ¿No quieres hablar con él?
-Lo haré rápido – continuó – Soy un
ángel de la muerte, cargo a las almas a lo que se llama después de la vida.
Apenas termine, cargaré tu alma, no tienes nada de qué temer
Quería gritar, pero mi voz
parecía atrapada en mi garganta. Me puse detrás de la mesa de la cocina,
alejándome.
-Si eres un ángel, ¿dónde están
tus alas?
-No más preguntas – empezó a
cerrar la distancia entre nosotras
-¿Cuánto tiempo ha pasado desde
que dejaste el cielo? ¿Has estado aquí por varios meses, verdad? ¿No crees que
los otros ángeles se han dado cuenta que estás desaparecida?
-No sigas – soltó, alzando el
cuchillo
-Te estás metiendo en varios
problemas por Peter – dije, con mi voz llena de pánico – Estoy sorprendida que
no lo odies por usarte para realizar su propósito. Estoy sorprendida que quieras
que tenga sus alas de nuevo. ¿Después de todo lo que te hizo, no estás feliz
que esté aquí, castigado?
-¡Me dejó por una humana que no
vale la pena! – gritó, sus ojos llenos de fuego
-Él no te dejó. No realmente, él
cayó….
-Él cayó porque quería ser
humano, ¡como ella! ¡Él me tuvo…él me tuvo! – rió – Al principio estaba dolida
y enojada e hice todo lo que pude para olvidarlo. Cuando los ángeles se dieron
cuenta que él realmente quería ser humano, me mandaron aquí para hacerlo
cambiar de idea. Me dije a mí misma que no me iba a enamorar de él de nuevo…
-Agustina… - empecé
-¡Ni siquiera le importó que la
chica fue hecha del polvo de la tierra! ¡Tú, todos ustedes, son egoístas! –
quitó las lágrimas de su rostro - ¡Mírame! ¡Ni siquiera me puedo controlar! ¡He
estado aquí por mucho tiempo, sumergida en la estupidez humana!
Me volteé y corrí lejos de la
cocina, haciendo caer una silla. Corrí por el pasillo. La casa tenía dos
salidas, la puerta principal y la de atrás. Me golpearon por atrás y me caí
contra mi estómago. Di la vuelta y Agustina se cernía sobre mí en el aire, su
piel y cabello resplandeciendo mientras apuntaba el cuchillo hacia mí. No
pensé, alcé mi pierna izquierda con todas mis fuerzas y la golpeé en el brazo. El
cuchillo salió disparado de su mano.
Apenas me puse de pie, Agustina
cogió la lámpara de la entrada y me lanzó. Por suerte la puede esquivar.
-¡Muévete! – dijo Agustina y la
silla de la entrada bloqueó mi paso y la puerta de salida
Alejándome de ahí, me dirigí
hacia las escaleras, subiéndolas de a dos. Escuché la risa de Agustina detrás
de mí y un segundo después, la baranda se salió. Mantuve el balance y seguí
subiendo hasta que llegué a la habitación de mi madre, cerrando la puerta e
intentando respirar. Volviendo a ordenar, Agustina logró abrir la puerta que
estaba con seguro y aproveché para esconderme debajo de la repisa de la
chimenea.
-¡Lali! – chilló ella - ¡Sé que
estás cerca! Te siento. No puedes correr y no puedes esconderte. ¡Quemaré esta
casa habitación por habitación hasta encontrarte! ¡No voy a dejarte viva!
De pronto, empezó a saltar
chispas de fuego de la chimenea, amenazándome con quemarme. Pispeé como pude la
habitación pero no vi a Agustina por ningún lado. Salí de mi escondite y fui
por el pasillo hacia mi habitación, con miedo a que la mala de la novela salga
de la nada. Cuando escuché un sonido por el pasillo, me escondí en el armario y
llamé al 911.
-Hay alguien en mi habitación
intentando matarme – susurré
Cuando estaba dando mi dirección,
la puerta de mi habitación se abrió. A través de la pequeña ranura del armario
vi una sombra entrar a mi cuarto. No podía distinguir quién era, sólo sabía que
se dirigía hacia el armario y estaba en problemas. Deslizando mi mano por el
suelo, empecé a buscar algo para utilizar en mi defensa. Encontré un zapato
justo cuando se abrieron las puertas. Sin ver, lo lancé.
Peter insultó y me quitó el otro
zapato que estaba a punto de lanzar. Sacándome del armario, me puso de pie.
Antes que pueda darme cuenta que era él y no Agustina, me estrechó en sus
brazos.
-¿Estás bien? – murmuró en mi
oído
-Agustina está aquí – dije, con
mis ojos llenos de lágrimas y mis pies rodillas temblando – Va a quemar la casa
– agregué
Peter me tendió unas llaves y
envolvió mis dedos en éstas.
-Mi camioneta está estacionada en
la calle. Entra, cierra las puertas con llave, conduce hacia la feria, y espérame
Alzó mi mentón para que mi rostro
quede a su altura. Me dio un corto beso en los labios.
-¿Qué vas a hacer? – pregunté
-Encargarme de Agustina
-¿Cómo?
-¿Realmente quieres saber?
El sonido de las sirenas se
escuchó a la distancia.
-¿Llamaste a la policía? –
preguntó Peter
-Pensé que eras Agustina
-Iré tras ella – dijo, yendo
hacia la puerta – Conduce la camioneta hacia la Feria y espérame – repitió
-¿Y el fuego?
-La policía se encargará
sube masss porfaaa no nos dejes asiiii
ResponderEliminarme carga que peter en su momento quizo utilizar a lali =/
Me gusta, me gusta, me encanta!!!! Más!
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