miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veinticuatro

Ninguna luz estaba prendida cuando Peter estacionó en casa. Sentí la culpa llenar mi cuerpo cuando me pregunté si mi mamá estaría dando vueltas, buscándome. No le había dicho nada acerca de que iba a salir y no sabía cómo le iba a explicar que había terminado en un motel junto a Peter.

-Voy a entrar primero – dijo Peter, saliendo del auto
-¿Crees que Agustina esté adentro? – sacudió su cabeza
-No lo sé, pero no pasa nada si chequeo

Esperé en la camioneta, y unos minutos después, Peter salió por la puerta delantera.

-Todo limpio – me dijo – Voy a conducir hasta el colegio y regresar apenas revise su oficina. Tal vez dejó algo útil ahí

Me quité el cinturón y caminé rápidamente hacia la casa. Con las luces apagadas, caminé hacia mi habitación. Me coloqué ropa más cómoda y encontré el celular de emergencia que mi madre había dejado. Marqué su número y me contestó a la primera.

-¿Aló? ¿Lali? ¿Eres tú? ¿Dónde estás? ¡He estado realmente preocupada!
-En casa…… - empecé
-¡He estado tan preocupada por ti! Cerraron la carretera por el mal clima y me he tenido que quedar en un hotel. Intenté llamarte pero no atendías
-Lo siento, es que perdí el celular
-¿De qué celular estás llamando?
-Del de emergencia
-¿Y tu celular dónde quedó?
-Eh…digamos que lo perdí – mentí – Seguramente lo encontraré
-Te llamaré apenas abran la carretera – dijo

Cuando colgué, llamé a Cande. Pero nunca contestó y tuve que dejarle un mensaje de voz. En la cocina, vi mi botella de pastillas. Inmediatamente fui por ellas, tomando dos pastillas con un vaso de leche de chocolate. Cuando estaba por guardar lo que había usado, la vi de pie en la puerta, entre la cocina y la lavandería. Sentí un escalofrío y algo mojando mi pie, había botado la leche.

-¿Agustina? – pregunté
-¿Sabes mi nombre? – dijo con sorpresa – Ah, Peter

Me alejé hacia el lavadero, poniendo distancia entre las dos.

-¿Qué quieres? – pregunté y ella rió
-Quiero a Peter
-Él no está aquí – asintió
-Lo sé. Esperé afuera hasta que se fuera antes de entrar. Pero no me refería a eso cuando dije que quería a Peter
-Sé que me has estado espiando durante las sesiones
-¿Es todo lo que sabes de mí? – preguntó
-Me has estado espiando aquí también – dije, recordando la sombra de mi ventana
-Es la primera vez que estoy en tu casa – dijo, admirando mi cocina – Lindo lugar
-Déjame refrescarte la memoria – dije, intentando sonar valiente – Me observaste a través de mi ventana mientras dormía – sonrió
-No, pero sí te seguí cuando fuiste de compras. Ataqué a tu amiga y planté pequeños detalles en su mente, pensando que Peter le había hecho daño. Quería que tuvieras miedo de él.
-Así me mantenía alejada
-Pero no lo hiciste. Aún estás estorbando en nuestro camino
-¿En su camino?
-Vamos, Lali. Sé que sabes quién soy, así que sabes cómo funciona. Quiero que obtenga sus alas de vuelta, él no pertenece a la Tierra. Él me pertenece a mí. Cometió un error y voy a corregirlo

Se acercó e intenté alejarme mientras pensaba cómo distraerla o escapar.

-Mientras sigas por aquí, Peter no va a regresar conmigo – dijo
-Creo que estás sobreestimando sus sentimientos por mí – parecía una buena idea decirlo
-¿Crees que él tiene esos sentimientos por ti? Todo este tiempo pensaste… - se rió – Él no se queda porque te ama, él quiere matarte – sacudí mi cabeza
-Él no lo va a hacer
-Si es lo que crees, simplemente eres otra chica que ha seducido para obtener lo que quiere. Tiene un talento especial. Yo le dije tu nombre, después de todo. Un suave toque de su parte fue todo lo que necesité, caí en su hechizo y le dije que la muerte estaba llegándote.

Sabía de qué estaba hablando, había sido testigo del momento exacto al que se refería, dentro de la memoria de Peter.

-Y ahora te está haciendo lo mismo a ti – agregó – La traición duele, ¿verdad? – sacudí mi cabeza
-No….
-¡Está planeando usarte como sacrificio! – gritó - ¿Ves esa marca? – trazó su dedo por mi muñeca – Significa que eres una descendiente de un Nephil. Y no cualquiera, sino de Chauncey, el vasallo de Peter. Hay un libro, El Libro de Enoch – siguió – En él, un ángel caído asesina a su propio vasallo Nephil al sacrificar a uno de sus descendientes femeninos. ¿Crees que Peter no te quiere matar? ¿Qué es lo que más quiere él? Una vez que te sacrifique, él será humano y tendrá todo lo que quiere. Y no vendrá conmigo a casa.

Sacó un cuchillo largo de la mesada.

-Y es por eso que tengo que deshacerme de ti. Parece que de una u otra manera, mis premoniciones son ciertas. La muerte está viniendo a por ti.
-Peter volverá – dije, temblando - ¿No quieres hablar con él?
-Lo haré rápido – continuó – Soy un ángel de la muerte, cargo a las almas a lo que se llama después de la vida. Apenas termine, cargaré tu alma, no tienes nada de qué temer

Quería gritar, pero mi voz parecía atrapada en mi garganta. Me puse detrás de la mesa de la cocina, alejándome.

-Si eres un ángel, ¿dónde están tus alas?
-No más preguntas – empezó a cerrar la distancia entre nosotras
-¿Cuánto tiempo ha pasado desde que dejaste el cielo? ¿Has estado aquí por varios meses, verdad? ¿No crees que los otros ángeles se han dado cuenta que estás desaparecida?
-No sigas – soltó, alzando el cuchillo
-Te estás metiendo en varios problemas por Peter – dije, con mi voz llena de pánico – Estoy sorprendida que no lo odies por usarte para realizar su propósito. Estoy sorprendida que quieras que tenga sus alas de nuevo. ¿Después de todo lo que te hizo, no estás feliz que esté aquí, castigado?
-¡Me dejó por una humana que no vale la pena! – gritó, sus ojos llenos de fuego
-Él no te dejó. No realmente, él cayó….
-Él cayó porque quería ser humano, ¡como ella! ¡Él me tuvo…él me tuvo! – rió – Al principio estaba dolida y enojada e hice todo lo que pude para olvidarlo. Cuando los ángeles se dieron cuenta que él realmente quería ser humano, me mandaron aquí para hacerlo cambiar de idea. Me dije a mí misma que no me iba a enamorar de él de nuevo…
-Agustina… - empecé
-¡Ni siquiera le importó que la chica fue hecha del polvo de la tierra! ¡Tú, todos ustedes, son egoístas! – quitó las lágrimas de su rostro - ¡Mírame! ¡Ni siquiera me puedo controlar! ¡He estado aquí por mucho tiempo, sumergida en la estupidez humana!

Me volteé y corrí lejos de la cocina, haciendo caer una silla. Corrí por el pasillo. La casa tenía dos salidas, la puerta principal y la de atrás. Me golpearon por atrás y me caí contra mi estómago. Di la vuelta y Agustina se cernía sobre mí en el aire, su piel y cabello resplandeciendo mientras apuntaba el cuchillo hacia mí. No pensé, alcé mi pierna izquierda con todas mis fuerzas y la golpeé en el brazo. El cuchillo salió disparado de su mano.

Apenas me puse de pie, Agustina cogió la lámpara de la entrada y me lanzó. Por suerte la puede esquivar.

-¡Muévete! – dijo Agustina y la silla de la entrada bloqueó mi paso y la puerta de salida

Alejándome de ahí, me dirigí hacia las escaleras, subiéndolas de a dos. Escuché la risa de Agustina detrás de mí y un segundo después, la baranda se salió. Mantuve el balance y seguí subiendo hasta que llegué a la habitación de mi madre, cerrando la puerta e intentando respirar. Volviendo a ordenar, Agustina logró abrir la puerta que estaba con seguro y aproveché para esconderme debajo de la repisa de la chimenea.

-¡Lali! – chilló ella - ¡Sé que estás cerca! Te siento. No puedes correr y no puedes esconderte. ¡Quemaré esta casa habitación por habitación hasta encontrarte! ¡No voy a dejarte viva!

De pronto, empezó a saltar chispas de fuego de la chimenea, amenazándome con quemarme. Pispeé como pude la habitación pero no vi a Agustina por ningún lado. Salí de mi escondite y fui por el pasillo hacia mi habitación, con miedo a que la mala de la novela salga de la nada. Cuando escuché un sonido por el pasillo, me escondí en el armario y llamé al 911.

-Hay alguien en mi habitación intentando matarme – susurré

Cuando estaba dando mi dirección, la puerta de mi habitación se abrió. A través de la pequeña ranura del armario vi una sombra entrar a mi cuarto. No podía distinguir quién era, sólo sabía que se dirigía hacia el armario y estaba en problemas. Deslizando mi mano por el suelo, empecé a buscar algo para utilizar en mi defensa. Encontré un zapato justo cuando se abrieron las puertas. Sin ver, lo lancé.

Peter insultó y me quitó el otro zapato que estaba a punto de lanzar. Sacándome del armario, me puso de pie. Antes que pueda darme cuenta que era él y no Agustina, me estrechó en sus brazos.

-¿Estás bien? – murmuró en mi oído
-Agustina está aquí – dije, con mis ojos llenos de lágrimas y mis pies rodillas temblando – Va a quemar la casa – agregué

Peter me tendió unas llaves y envolvió mis dedos en éstas.

-Mi camioneta está estacionada en la calle. Entra, cierra las puertas con llave, conduce hacia la feria, y espérame

Alzó mi mentón para que mi rostro quede a su altura. Me dio un corto beso en los labios.

-¿Qué vas a hacer? – pregunté
-Encargarme de Agustina
-¿Cómo?
-¿Realmente quieres saber?

El sonido de las sirenas se escuchó a la distancia.

-¿Llamaste a la policía? – preguntó Peter
-Pensé que eras Agustina
-Iré tras ella – dijo, yendo hacia la puerta – Conduce la camioneta hacia la Feria y espérame – repitió
-¿Y el fuego?
-La policía se encargará

2 comentarios:

  1. sube masss porfaaa no nos dejes asiiii
    me carga que peter en su momento quizo utilizar a lali =/

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  2. Me gusta, me gusta, me encanta!!!! Más!

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