miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veintinueve

No tenía idea de dónde estaba Cande. Empecé a pensar en lo que Jaime haría, ¿en dónde la escondería si yo fuese él? Jaime quería un lugar donde fuese difícil escapar y ser encontrada. Me imaginé en mi cabeza todo el colegio, acordándome de sus habitaciones y sus salones. Las alternativas eran que Cande estaba en el tercer piso o en el cuarto, donde sólo había dos salones, el de Química y el de Matemática. Cande estaba en el segundo. Así de simple, lo sabía.

Jaime había desaparecido. Había dicho aquellas palabras y se había esfumado, como el viento. Me moví lo más rápido que pude en la oscuridad, sintiendo chocar contra las escaleras. Después de mucho intento, finalmente llegué al cuarto piso y empujé la puerta.

-¿Cande? – llamé suavemente y escuché su lamento – Soy yo – agregué, caminando lentamente e intentando no chocarme con nada . ¿Estás herida? Necesitamos salir de aquí

La encontré al fondo del salón. Echa un ovillo, con sus manos abrazando sus piernas contra su pecho.

-Jaime me golpeó en la cabeza – dijo – Creo que me desmayé. Ahora no puedo ver, ¡no puedo ver nada!
-Escúchame. Jaime ha cortado la electricidad y todo está oscuro. Toma mi mano, necesitamos bajar ahora mismo
-Creo que me dañó algo, mi cabeza me está doliendo. ¡Realmente creo que estoy ciega!
-No lo estás – susurré – Yo tampoco puedo ver. Necesitamos sentir la salida de este lugar, tenemos que salir por la oficina de deportes
-Él ha colocado cadenas en todas las puertas

Un momento de silencio se produjo entre las dos. Recordé a Jaime deseándome buena suerte escapando, y ahora sabía por qué lo había dicho.

-No por la puerta por la que vine, sino por la del fondo – dije – esa está sin candado
-Debe de ser la única. Estuve con él cuando encadenó las otras. Dijo que nadie se atrevería a salir mientras jugábamos a las escondidas. Dijo que si salíamos perdíamos el juego
-Si la puerta del fondo es la única que no está encadenada, él intentará bloquearla y esperará por nosotras para ir hacia él. Pero no vamos a hacerlo, vamos a irnos por una ventana – dije, creando un plan a último momento - ¿Tienes tu celular?
-Jaime se lo llevó
-Cuando estemos afuera, nos vamos a tener que separar. Si Jaime nos persigue, él va a escoger a una de las dos. La otra irá por ayuda – yo ya sabía a quién escogería – Corre lo más rápido que puedas y consigue un teléfono. Llama a la policía, diles que Pablo está en la biblioteca
-¿Vivo? – preguntó Cande, su voz temblando
-No lo sé

Nos acurrucamos y sentí que se subió el cierre de su chaqueta y se limpió las lágrimas de los ojos.

-Todo esto es mi culpa
-Esto es culpa de Jaime
-Tengo miedo
-Vamos a estar bien – dije, intentando ser optimista – Le clavé un cuchillo a Jaime en su pierna. Está sangrando bastante, tal vez se rinda, no nos persiga y vaya por ayuda médica

Un sollozo se le escapó a Cande. Ambas sabíamos que estaba mintiendo. El deseo de venganza de Jaime superaba su herida. Cande y yo bajamos por las escaleras, manteniéndonos cerca de las paredes hasta que estuvimos en la primera planta.

-Por aquí – susurré en su oído, sosteniéndola por la mano mientras caminábamos

No habíamos caminado mucho cuando escuchamos un sonido de enojo, en medio de la oscuridad.

-Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? – preguntó Jaime
-Corre – le dije a Cande, sacudiendo su mano – Él me quiere a mí. Llama a la policía. ¡Corre!

Cande soltó mi mano y corrió. Me pregunté si Peter aún estaba en el edificio, pero estaba más concentrada pensando en no desmayarme. Porque una vez más, estaba a solas con Jaime.

-Le tomará a la policía al menos veinte minutos responder – me dijo Jaime, mientras se acercaba – Yo no necesito tanto tiempo

Me volteé y corrí. Jaime me persiguió. Con mis manos chocando contra las paredes, volteé a la derecha en la primera intersección y corrí por el pasillo. Forzada a mantenerme cerca a la pared, mis manos se golpearon con los casilleros, cortando mi piel. Di otra vuelta, corriendo lo más rápido que podía, buscando las puertas del gimnasio. El único pensamiento que corría en mi cabeza es que si llegaba a tiempo a mi casillero del baño, podía encerrarme adentro. Mi casillero del baño era de aquellos grandes que llegaban hasta el suelo.

Dando vueltas, empecé a buscar y mentalizar si había otra salida, pero estaba atrapada en el gimnasio. Me recosté contra la puerta, me sobé los ojos para no desmayarme y escuché mi respiración, que empezaba a alzarse. Cuando volví a abrir mis ojos, Jaime estaba caminando hacia mí; la luz de la luna reflejaba alguna de sus facciones. Se había amarrado su camisa en su pierna, llena de sangre. Una pistola yacía en el bolsillo de sus pantalones.

-Por favor, déjame ir – susurré
-Cande me dijo algo interesante sobre ti. Tienes miedo a las alturas – alzó su cabeza al techo del gimnasio y sonrió

Justo entonces, vi a Peter detrás de él.

-¿Tú atacaste a Paula? – le pregunté a Jaime, intentando no reaccionar ante la presencia de Peter
-Pablo me dijo que ustedes dos no se llevaban bien. No me gustaba la idea de alguien más teniendo el placer de atormentar a mi chica
-¿Y en la ventana de mi habitación? ¿Me espiaste mientras dormía?
-Nada personal

Jaime se enderezó. De pronto se acercó y me agarró de la cintura, dándome la vuelta en frente de él. Sentí la presión de la pistola contra mi cuello.

-Quítate la gorra – Jaime le ordenó a Peter – Quiero ver la expresión en tu rostro cuando la mate. No la puedes salvar, así como yo no puedo evitar la promesa que te hice

Peter tomó un par de pasos hacia adelante. Se movió fácilmente, pero sentí la tensión en su cuerpo. La pistola se hundió y yo vacilé.

-Toma otro paso y este será su último respiro – me advirtió Jaime

Peter nos miró a los dos, calculando qué tan rápido podía cubrirme. Jaime también lo vio.

-Ni lo intentes – dijo Jaime
-No vas a dispararle, Chauncey
-¿No?

Jaime levantó el gatillo haciendo un ruido. Yo abrí mi boca para gritar, pero nada salió, solo un sollozo.

-¿Lista para utilizar esos movimientos de box de los que tú siempre dices que tienes? – dijo Peter en mi mente

Mi pulso estaba por todo lugar, mis piernas apenas me sostenían.

-¿Qué? – tartamudeé

Sin advertencia, un rugido de poder me llenó. La fuerza extraña se expandió dentro de mí. MI cuerpo era completamente vulnerable a Peter, toda mi fuerza y libertad se fue mientras él tomó posesión de mí. Antes de tener tiempo de cuánto me aterraba esta pérdida de control, un dolor pasó por mi mano, y luego me di cuenta que Peter estaba usando mi puño para golpear a Jaime. La pistola se soltó de su mano y salió disparada en el suelo del gimnasio.

Peter ordenó a mis manos a lanzar a Jaime contra las bancas. Lo siguiente que supe es que mis manos estaban contra la garganta de Jaime, golpeando su cabeza contra las bancas. Lo presioné ahí mientras sus ojos se ampliaban y balbuceaba. Intentaba hablar, moviendo sus labios sin decir nada entendible, pero Peter no lo dejaba.

-No seré capaz de mantenerme dentro de ti por mucho tiempo – Peter habló en mi mente – No es Chehvan y no tengo permitido hacerlo. Apenas salga de ti, corre. ¿Me entiendes? Corre lo más rápido que puedas. Chauncey estará muy débil y mareado para entrar dentro de tu cabeza. Corre y no te detengas

Un sonido lento y suave se sintió dentro de mí, y sentí mi cuerpo alejarse de a pocos del de Peter. Las venas del cuello de Jaime empezaron a deshincharse y su cabeza se fue hacia un lado.

-Vamos – escuché la urgencia de Peter – Desmáyate…desmáyate

Pero era muy tarde. Peter salió completamente de mí. Se fue tan pronto que me sentí mareada. Mis manos estaban en mi control de nuevo y se soltaron del cuello de Jaime por impulso. Él tosió en busca de aire y parpadeó, mirándome. Peter estaba en el suelo a unos pasos, sin moverse. Recordé lo que Peter me había dicho y corrí. Pero, me golpeé contra la puerta, esperando salir al pasillo. En lugar de eso, parecía estar golpeando una pared. Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada. Puse todo mi esfuerzo en abrirla, pero no había opción.

Me volteé, la adrenalina causando que tiemblen mis piernas.

-¡Sal de mi mente! – le grité a Jaime

Jaime se sentó en la banca, masajeando su garganta.

-No – dijo

Intenté de nuevo abrir la puerta. Alcé mi pierna y golpeé la puerta, también mis manos, pero no había remedio.

-¡Ayuda! ¿Alguien me escucha? ¡Ayuda!

Mirando sobre mi hombro, vi a Jaime cojeando hacia mí. Cerré mis ojos, intentándome concentrar. La puerta se abriría apenas encontrara su voz y la alejara de mi mente. Busqué en cada esquina de mi mente pero no lo encontré. Él estaba en lo más profundo, escondiéndose de mí. Abrí mis ojos, Jaime estaba más cerca. Tenía que encontrar otra salida.

Contra la pared, al lado de la banca, había una escalera y si subías, arriba había una salida hacia el techo. Podía escapar por ahí. Corrí, pasando a Jaime que casi me atrapa, hacia la escalera. Sin importarme dónde se encontraba Jaime, empecé a subir. Por el rabillo del ojo, vi el gimnasio pequeño, lo que significaba que estaba en lo alto. Había subido bastante.

No mires hacia abajo, me ordené a mí misma. Concéntrate en lo que hay arriba. Subí un peldaño más, la escalera crujió, como si no estuviese muy pegada a la pared. La risa de Jaime me puso nerviosa y mi concentración se esfumó. Imágenes de mí cayendo recorrieron mi mente. Lógicamente, sabía que él las estaba poniendo en mi cabeza. Luego mi cerebro se plantó y no podía recordar si estaba subiendo o bajando, no podía descifrar qué pensamientos eran míos y los de él.

Mi miedo era tal que mi visión se nubló. No sabía en qué parte de la escalera estaba. ¿Estaba cerca a caerme? ¿Estaba en el centro de la escalera? Recosté mi cabeza contra uno de los peldaños intentando respirar. Y luego, lo escuché.

El lento y agonizante sonido del crujido del metal. Cerré mis ojos, intentando evitar el repentino mareo. El metal se soltó de la pared y observé con un grito ahogado en mi garganta, cómo toda la parte de arriba de la escalera se soltaba de la pared. Envolviendo mis brazos y piernas alrededor de la escalera, me preparé para la caída. La escalera se balanceó en el aire, pacientemente sucumbiendo a la gravedad.

Y, luego, todo pasó muy rápido. La escalera se siguió soltando y empezó a caer hasta que de pronto, se detuvo. Se balanceó y mis piernas se soltaron, mis manos eran las únicas que cogían la escalera.

-¡Ayuda! – grité

Y luego, entre el miedo y el pánico, escuché la voz de Peter.

-Bloquéalo. Sigue subiendo. La escalera está intacta
-No puedo – sollocé - ¡Me caeré!
-Bloquéalo. Cierra tus ojos. Escucha mi voz

Tragando fuerte, cerré mis ojos. Me aferré a la voz de Peter y sentí que mis piernas ya no estaban flotando en el aire. Poco a poco, el mundo empecé a regresar a su lugar. Peter tenía razón, estaba en la escalera, segura, en lo alto de la misma. Gané la determinación y seguí subiendo. En lo alto, me estiré para alcanzar la salida hacia el techo. Saqué mis manos, para hacer fuerza y empinarme para poder alzar mi pierna.

Pero era muy tarde.

Jaime había subido rápidamente, y ahora estaba a unos pocos pasos de mí.

-¿Últimas palabras? – preguntó

Miré hacia abajo, aunque eso me mareó. Peter estaba muy abajo, recostado en el suelo; aún se veía como muerto. Justo entonces, quería regresar el tiempo y revivir cada momento junto a él. Más sonrisas secretas, más risas compartidas, más besos eléctricos. Encontrarlo a él fue como encontrar a alguien que no pensaba buscar. Él había llegado a mi vida muy tarde, y ahora se estaba yendo muy rápido. Lo recordé diciéndome que él daría todo por mí. Ya lo había hecho, él había renunciado a un cuerpo humano así yo podía vivir.

Me desequilibré accidentalmente. Jaime rió.

-Para mí no hay ninguna diferencia si te disparo o caes hacia tu muerte
-Sí hay diferencia – dije – Tú y yo compartimos la misma sangre – levanté mi mano, mostrándole mi marca de nacimiento – Soy tu descendiente. Si sacrifico mi sangre, Peter se volverá humano y tu morirás. Está escrito en El Libro de Enoch

Los ojos de Jaime estaban llenos de luz. Estaban enfocados en mí, absorbiendo cada palabra que decía. Podía decir por su expresión que él estaba midiendo mis palabras. Sabía que me creía.

-Tú…. – soltó

Se acercó a mí con rapidez, al mismo tiempo que buscaba en su bolsillo la pistola. Las lágrimas llenaron mis ojos. Sin tiempo para segundos pensamientos, me lancé de la escalera.


ÚLTIMO CAPÍTULO, MAÑANA DEJO EL EPÍLOGO :) 

2 comentarios:

  1. No!!! Es genial!!! No se como pero espero que este tenga un buen desenlace, le regalan una nueva oportunidad a lali pro sacrificarse por peter??? e encanta más!

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  2. nooooooooo woooooww que capitulooo
    subiras el segundo libro??
    ya quiero ver el epilogo

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