domingo, 9 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veintrés

Estaba de pie en la planta baja de los Juegos de Bo, con mi espalda contra la pared, observando los diferentes juegos de billar. Las ventanas estaban cubiertas, así que no podía decir si era de día o de noche. Nadie pareció sorprendido ante mi repentina aparición de la nada. Y, luego me acordé, que estaba usando nada más que una camisola y medias. Lo más raro es que nadie me estaba mirando…digo, estaba casi desnuda y, ¿nadie me miraba? Algo andaba…fuera de lugar.

Visualicé a Peter al otro lado de la habitación; estaba sentado en una mesa de póker, sosteniendo una mano de cartas junto a su pecho. Caminé descalza hacia dónde él estaba, cruzando mis brazos sobre mi pecho.

-¿Podemos hablar? – susurré en su oído

Peter empujo un cúmulo de fichas de póker hacia el centro de la mesa.

-¿Ahora? – dije – Es urgente…

Me detuve cuando vi el calendario colgado en la pared. La fecha era de hace ocho meses, Agosto del año pasado. Meses antes de conocer a Peter. Me dije a mí misma que era un error, que seguramente alguien se había olvidado de actualizarlo; sin embargo, al mismo tiempo sentía que no había ninguna equivocación.

Agarré una silla de la otra mesa y me senté al lado de Peter.

-Él tiene un cinco y un nueve de espadas, y un as de corazones…

Me detuve cuando me di cuenta que nadie me estaba prestando atención. No, no era eso. Nadie podía verme. Se escucharon pasos en la habitación, y el mismo cajero que me había amenazado con botarme del lugar la primera vez que vine, apareció en la punta de la escalera.

-Alguien en la planta de arriba quiere hablar contigo – le dijo a Peter quién alzó sus cejas – Ella no quiere dar su nombre. Le pregunté un par de veces. Le dije que estabas en un juego privado, pero ella no se va. La puedo echar si quieres
-No. Mándala aquí abajo

Peter jugó su turno, recogió sus fichas y se deslizó fuera de la silla.

-Salgo del juego – dijo antes de recostarse contra una mesa cerca a las escaleras

Yo lo seguí a través de la habitación. Coloqué mis manos en frente de su rostro. Pateé sus botas, golpeé su pecho. Pero él ni se movió.

Suevas pisadas se sintieron en las escaleras, y luego, cuando la señora Rodríguez apareció, experimenté un momento de confusión. Su cabello rubio le llegaba hasta la cintura, estaba usando unos jeans y un top rosado; además, estaba descalza. Vestida de esa manera, incluso parecía de mi edad. Estaba lamiendo un chupete. Apenas Peter la vio, supe que estaba sorprendido.

-¿Agustina?

Mi corazón empezó a latir rápidamente. ¿Si se supone que estábamos hace ocho meses atrás, cómo es que la Señora Rodríguez conocía a Peter? Ella todavía no tenía el trabajo en el colegio. ¿Y por qué él la estaba llamando por su primer nombre?

-¿Cómo has estado? – la señora Rodríguez, o Agustina, preguntó con una sonrisa
-¿Qué estás haciendo aquí?
-Me escabullí – sonrió de lado – Tenía que volverte a ver. He estado intentándolo por un montón de tiempo, pero la seguridad…ya sabes. Tú tipo y mi tipo…se supone que no deberían de mezclarse. Pero eso ya lo sabes
-Venir aquí ha sido una mala idea
-Sé que ha pasado un tiempo, pero esperaba una reacción más amigable – dijo ella, botando el chupete al basurero y haciendo puchero

Peter no respondió.

-No he dejado de pensar en ti – dijo Agus, con voz sexy y acercándose a Peter – No fue fácil llegar hasta aquí. Lucía está diciendo excusas del por qué estoy aquí. Estoy arriesgando su futuro así como el mío. ¿Al menos no quieres escuchar lo que tengo para decir?
-Habla – dijo Peter, muy desconfiado
-No me he rendido. Todo este tiempo… - se le quebró la voz y se detuvo un instante – Sé cómo puedes obtener tus alas de nuevo – agregó

Le sonrió a Peter, pero él no le devolvió la sonrisa.

-Apenas obtengas tus alas de nuevo, podrás volver a casa – dijo, hablando con más confianza – Todo será como antes. Nada ha cambiado
-¿Cuál es el truco?
-No hay ningún truco. Sólo tienes que salvar la vida de una humana. Bastante juicioso, considerando el crimen que te mandó aquí
-¿Qué rango será?
-Te acabo de decir cómo obtener tus alas de nuevo – dijo ella – Creo que merezco un agradecimiento…
-Responde la pregunta

La sonrisa amarga de Peter me dijo que él ya lo sabía. O al menos lo suponía. Cualquiera sea la respuesta de Agustina, a él no le iba a gustar.

-Está bien. Serás un guardián, ¿de acuerdo? – Peter rió suavemente - ¿Qué tiene de malo ser un guardián? ¿Por qué no es lo suficientemente bueno?
-Tengo algo mejor en mente
-Escúchame, Peter. No hay nada mejor que eso. Cualquier otro ángel caído saltaría ante la oportunidad de obtener sus alas de regreso y convertirse en un guardián. ¿Por qué tú no puedes? – su voz estaba llena de irritación
-Fue bueno verte de nuevo, Agus. Ten un lindo viaje de regreso

Sin advertencia, ella apretó los puños contra su camisa, lo acercó a ella, y le plantó un beso en su boca. Lentamente, el cuerpo de Peter se adecuó al de ella. Sus manos se alzaron y acariciaron sus brazos. Tragué fuerte, intentando ignorar el sentimiento de celos y confusión en mi corazón. Parte de mí quería voltearse y llorar, parte de mí quería acercarse y empezar a gritar. Aunque eso no hiciera nada, era invisible.

Obviamente la señora Rodríguez….Agustina…quién sea que era…y Peter tenían un pasado romántico juntos. ¿Ellos aún lo estaban en el…futuro? ¿Ella había aplicado al trabajo del colegio para estar más cerca de Peter? ¿Por eso estaba tan determinada a alejarme de él?

-Debería irme – dijo Agus, separándose – Ya me he quedado mucho tiempo. Le prometí a Lucía que me apuraría – bajó su cabeza contra su pecho – Te extraño – susurró – Salva una vida humana, y tendrás tus alas de vuelta. Regresa a mí – rogó – Regresa a casa – de pronto, se alejó – Tengo que irme. Ninguno de los otros puede enterarse que he estado aquí abajo. Te amo

Mientras Agus se volteaba, la ansiedad se desvaneció de su rostro. Una expresión de confianza la reemplazó. Era el rostro de alguien que había logrado lo que quería. Sin advertencia, Peter la sostuvo de la cintura.

-Ahora dime la verdadera razón por la que estás aquí – dijo él
-¿A qué te refieres? Ya te dije…
-Estás mintiendo
-No puedo creer…que pienses…
-Dime la verdad, ahora mismo

Agustina dudó antes de responder. Lo miró intensamente.

-Está bien. Sé lo que estás planeando hacer – Peter rió – Sé que has escuchado rumores del Libro de Enoch. También sé qué piensas que puedes hacer lo mismo, pero no puedes
-Te enviaron aquí para persuadirme de escoger un camino diferente, ¿verdad? – sonrió – Si soy una amenaza, los rumores deben de ser ciertos
-No, no lo son. Son rumores
-Si sucedió una vez, puede suceder de nuevo
-Nunca pasó. ¿Te molestaste en leer el Libro de Enoch antes de caer? – lo retó - ¿Sabes exactamente lo que quiere decir?
-Tal vez podrías prestarme el libro
-¡Eso es blasfemia! Estás prohibido de leerlo – chilló – Traicionaste a cada ángel en el cielo cuando caíste
-¿Cuántos de ellos saben mi objetivo? – él preguntó - ¿Qué tan amenazante soy?
-No puedo decirte eso. Ya te he dicho más de lo que debía
-¿Van a intentar detenerme?
-Los ángeles vengadores, sí
-A menos que piensen que me hablaste y me convenciste
-No me mires así. No voy a mentir para protegerte. Lo que estás intentando hacer está mal. No es natural
-Agustina – dijo Peter, suavemente
-No puedo ayudarte – repitió ella – No de esa forma. Sácalo de tu mente, vuélvete un ángel guardián. Enfócate en eso y olvida el Libro de Enoch
-Diles que hablamos, y que mostré interés en convertirme en un guardián
-¿Interés? – preguntó, incrédula
-Interés – repitió – Diles que pregunté por un nombre. Si voy a salvar una vida, necesito saber quién está en la lista. Sé que tienes acceso a esa información como ángel de la muerte
-Esa información es sagrada y privada, y no predecible. Los eventos en este mundo cambian de un momento a otro, dependiendo de las elecciones humanas…
-Un nombre, Agus
-Prométeme que te olvidarás del Libro de Enoch primero. Dame tu palabra
-¿Confías en mi palabra?
-No – dijo ella – No lo haría

Peter rió fríamente y, cogiendo un palo de billar, caminó hacia las escaleras.

-Peter, espera… - empezó ella y lo siguió – Peter, ¡por favor, espera!

Él miró por encima de su hombro.

-Lali Espósito – dijo Agus, antes de cubrirse inmediatamente la boca con las manos
-¿Cómo va a morir? – preguntó Peter
-Alguien quiere matarla
-¿Quién?
-No lo sé – dijo, cubriéndose las orejas y sacudiendo la cabeza – Hay mucho ruido y conmoción aquí abajo. Todas las imágenes son como un borrón, vienen rápido, no puedo ver bien. Necesito irme a casa, necesito paz y tranquilidad

Peter cogió un pedazo de cabello de Agus y lo colocó detrás de su oreja, persuasivamente. Ella tembló ante su toque, luego asintió y cerró sus ojos.

-No puedo ver….no veo nada…no tiene sentido
-¿Quién quiere matar a Lali Espósito? – Peter la urgió
-Espera, la veo – dijo Agus – Hay una sombra detrás de ella. Es él, la está siguiendo. Ella no lo ve…pero él está justo ahí. ¿Por qué no lo ve? ¿Por qué no está corriendo? No veo su rostro, es una sombra….

Los ojos de Agus de pronto se abrieron.

-¿Quién? – preguntó Peter

Agus colocó sus manos en su boca. Estaba temblando mientras alzaba sus ojos hacia Peter.

-Tú – susurró

Mi dedo se movió fuera de la cicatriz de Peter y la conexión se rompió. Me tomó un momento reorientarme, porque no estaba lista para Peter, quién me recostó en la cama en un instante. Colocó mis muñecas encima de mi cabeza.

-Se supone que no deberías haber hecho eso – dijo, controlando su enojo - ¿Qué viste?

Alcé mi rodilla y lo golpeé en las costillas.

-¡Aléjate…de…mí!

Se colocó encima de mi cuerpo, aplastando mi cadera, eliminado el uso de mis piernas. Con mis brazos totalmente estrechos encima de mi cabeza, no podía moverme.

-¡Aléjate…de…mí…o…gritaré!
-Ya estás gritando, y no va a ayudarte en nada. Última oportunidad, Lali. ¿Qué viste?

Estaba combatiendo las lágrimas. Todo mi cuerpo estaba lleno de una emoción tan extraña que ni siquiera podía nombrarla.

-¡Me enfermas! – dije - ¿Quién eres realmente?
-Nos estamos acercando
-¡Quieres asesinarme! ¿La camioneta realmente no murió está noche, verdad? Mentiste. Me trajiste aquí así podías matarme. Eso es lo que Agustina te dijo que hicieras. Bueno, ¿qué estás esperando? Has estado intentando asesinarme todo este tiempo. Desde el principio. ¿Vas a hacerlo ahora? – lo miré fijamente
-Es tentador

Me moví debajo de él. Intenté rodar hacia mi derecha, luego hacia la izquierda. Finalmente me di cuenta que estaba perdiendo un montón de energía y me detuve. Peter me miró fijamente.

-Te apuesto a que te gusta esto – dijo
-Sólo hazlo – dije, con voz retadora
-¿Matarte? – asentí
-Pero primero quiero saber por qué. ¿De todas las billones de personas, por qué yo?
-Malos genes
-¿Eso es todo? ¿Esa es la única explicación que obtengo?
-Por ahora
-¿Qué se supone que significa eso? – mi voz se alzó de nuevo - ¿Obtengo el resto de la historia cuando finalmente te rompas y me mates?
-No tengo que romperme para matarte. Si hubiese querido verte muerta hace cinco minutos, ya lo hubiese hecho

Tragué ante su respuesta. Él corrió su dedo por encima de mi marca de nacimiento. Su toque era suave.

-¿Qué hay con Agustina? – pregunté, aún respirando fuerte - ¿Ella es lo mismo que tú eres, verdad? Ambos son…ángeles – mi voz se quebró ante la última palabra

Peter se movió apenas, pero aún mantuvo sus manos en mis muñecas.

-¿Si te suelto, me vas a escuchar?
-¿Qué te importa si corro? Simplemente me cogerás y traerás de vuelta
-Sí, pero eso causaría una escena
-¿Agustina es tu novia?
-Era. Fue hace un tiempo, antes de caer en el lado oscuro. También fue un error

Rodó en la cama, lentamente soltándome, probando si peleaba de vuelta. Me quedé recostada, respirando. Conté hasta tres antes de lanzarme hacia él con toda la fuerza que tenía. Golpeé su pecho pero él ni se inmutó.

-¿Terminaste? – preguntó
-¡No! ¿Qué pasa contigo? ¿No sientes nada?

Me puse de pie, encontrando el balance y lo golpeé tan fuerte como pude en su estómago.

-Tienes un minuto más – dijo – Saca el enojo fuera de tu cuerpo. Luego tomaré las cartas en el asunto
Intenté correr hacia la puerta, pero Peter me agarró a tiempo y me puso contra la pared. Sus piernas estaban enredadas con las mías, quedando frente a frente.
-Quiero la verdad – dije, intentando no llorar - ¿Viniste al colegio a matarme? ¿Ese fue tu objetivo desde el principio?
-Sí

Dejé caer una lágrima.

-¿Te estás divirtiendo? ¿De esto se trata, verdad? ¡Dejar que confíe en ti así puedes soltar la verdad en mi cara!
-Entiendo que estés enojada…
-¡Estoy destrozada! – grité

Sus manos se colocaron en mi cuello. Presionando sus dedos gentilmente contra mi garganta, él recostó mi cabeza hacia atrás. Sentí sus labios chocar contra los míos tan fuerte que detuvo cualquier nombre que estaba a punto de decirle. Sus manos se deslizaron a mis hombros, luego acariciaron mis brazos, para terminar en mi espalda. Pequeños temblores de pánico y placer me recorrieron. Intentó jalarme hacia él, y le mordí el labio. Él pasó su lengua por la zona.

-¿Acabas de morderme?
-¿Todo esto es una diversión para ti? – pregunté
-No todo
-¿Cómo qué?
-Tú

Relájate, confía en mí, escuché en mi mente.

-Oh dios mío – dije – Lo estás volviendo a hacer, ¿verdad? Jugando con mi mente. ¿Puedes poner más que palabras en mi mente, verdad? Puedes poner imágenes….

No lo negó.

-El Arcángel – dije, finalmente entendiendo –Intentaste matarme esa noche, ¿verdad? Pero algo no salió bien. Luego me hiciste creer que mi celular estaba muerto, así no podía llamar a Cande. ¿Planeabas matarme de regreso a casa? ¡Quiero saber cómo has hecho que vea lo que tú quieres!
-Puse las palabras e imágenes ahí, pero depende de ti si las crees. Es un acertijo. Las imágenes superponen la realidad, y tú tienes que averiguar cuál es real
-¿Eso es un especial poder de ángel? – sacudió su cabeza
-Un poder de un ángel caído. Otro tipo de ángel no invadiría tu privacidad, aunque sí lo pueden hacer

Porque otros ángeles eran buenos, y Peter no lo era. Peter colocó sus manos contra la pared detrás de mí, una a cada lado de mi cabeza.

-Pude un pensamiento en la mente del entrenador para que reorganice los asientos en la clase así podía estar cerca de ti. Te hice creer que te habías caído del Arcángel porque quería matarte, pero no pude hacerlo. Casi lo hago, pero me detuve. Entonces, te asusté. Te hice creer que tu celular estaba muerto porque quería llevarte a casa. Cuando entré, cogí un cuchillo. Iba a matarte entonces – su voz se suavizó – Pero me hiciste cambiar de idea
-No te entiendo. Cuando te dije que mi padre había sido asesinado, sonaste realmente apenado. Cuando conociste a mi mamá, fuiste agradable
-Agradable – repitió Peter – Mantengamos eso entre tú y yo

Mi cabeza dio vueltas y pude sentir mi pulso en la sien. Había sentido esto antes. Necesitaba mis pastillas. O era eso o Peter me estaba haciendo pensarlo. Entrecerré mis ojos y lo miré.

-Sal de mi mente, ¡ahora mismo!
-No estoy en tu mente, Lali

Me incliné, colocando mis manos en mis rodillas, buscando aire.

-Sí, lo estás. Te siento. ¿Así es como lo vas a hacer? ¿Me vas a sofocar?

Pequeños sonidos hicieron eco en mis oídos y empecé a ver borroso. Intenté llenar mis pulmones, pero era como si el aire hubiese desaparecido. El mundo daba vueltas y Peter empezaba a verse doble. Coloqué mi mano en la pared para equilibrarme. Peter se acercó, pero alcé mi mano hacia él.

-¡Aléjate!

Se inclinó, recostando un hombro en la pared y mirándome, su boca llena de confusión.

-Aléjate…de…mí – jadeé

No lo hizo.

-¡No…puedo…respirar! – insistí

De pronto, Peter me cargó y me sentó en la silla de la habitación.

-Coloca tu cabeza entre tus rodillas – dijo, ayudándome

Lo hice y empecé a respirar rápidamente, intentando forzar el aire dentro de mis pulmones. Lentamente, sentí el oxígeno volver a mi cuerpo.

-¿Mejor? – preguntó Peter, después de un minuto

Asentí.

-¿Tienes alguna pastilla contigo?

Sacudí mi cabeza.

-Mantén tu cabeza hacia abajo y toma largos y profundos respiros

Seguí sus instrucciones, sintiendo que mi pecho se abría.

-Gracias – dije, silenciosamente
-¿Aún no confías en mis motivos?
-Si quieres que confíe en ti, déjame tocar tus cicatrices de nuevo

Peter me estudió por un momento.

-Esa no es una buena idea
-¿Por qué no?
-No puedo controlar lo que ves
-Ese es el punto
-Sabes que estoy escondiendo cosas – dijo, lentamente
-Dame una razón para confiar en ti

Peter se sentó en la esquina de la cama. Se inclinó hacia adelante, colocando sus antebrazos en sus rodillas. Sus cicatrices se veían completamente, la luz de la vela iluminándolo.

-Continúa – dijo – Mantén en mente que la gente cambia, pero el pasado no

De pronto no estaba muy segura si quería aquello. En cada nivel, Peter me aterrorizaba. Pero en el fondo, sabía que él no me iba a matar. Si eso es lo que él quería, ya lo hubiese hecho. Miré sus cicatrices. Confiar en Peter se sentía más cómodo que volver a su pasado y no tener idea de lo que encontraría. Pero si me arrepentía ahora, Peter sabría lo aterrada que estaba de él. Él estaba abriendo una puerta abierto sólo para mí, y sólo porque yo le había pedido que lo hiciera. No podía pedirle algo tan importante y luego cambiar de idea.

-¿No me quedaré atrapada ahí para siempre, verdad? – pregunté

Él rió suavemente.

-No

Invocando el coraje, me senté en la cama a su lado. Por segunda vez en esta noche, mi dedo rozó su cicatriz. Un color gris llenó mi visión y las luces se apagaron.

4 comentarios:

  1. subí otro porfa me encanta

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  2. Más!! Ahora entiendo más, pero pablo tiene algo que ver?? Y que es lo del libro de Libro de Enoch, que tipo de ángel le permite ser y que tiene que hacer??? Me Encanta!

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  3. sio confundidaa jajajaja
    pero wwooooww que capitulo no podria haber sido mejor :D
    sube otro

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  4. x favor mas ...........dios esta historia es peor q una peli de terror cada vez q leo una cap estoy conteniendo la respiracion
    espero el proximo

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