Cinco minutos pasaron. Diez minutos se volvieron veinte. Intenté ignorar los escalofríos que empezaba a sentir. ¿Por qué Peter se estaba tardando tanto? ¿Tal vez no había encontrado a Cande? ¿Y qué pasaría cuando Peter encontrara a Pablo? El teléfono en mi bolsillo sonó y salté.
-Te veo – dijo Pablo cuando
contesté – Sentada dentro del auto
-¿Dónde estás?
-Observándote desde la ventana
del segundo piso. Estamos jugando adentro
-No quiero jugar
Terminó la llamada. Con mi
corazón en la garganta, salí del auto. Miré hacia las ventanas del segundo
piso, no vi ni a Pablo ni a Peter. Con el miedo recorriendo mi cuerpo, caminé
hacia la puerta. Ingresé al edificio y todo estaba completamente oscuro, solo
la luz de la luna daba un poco de luz. Encontré el interruptor de luz pero
cuando lo bajé, las luces no se prendieron. Sin duda alguna, alguien había
desconectado la electricidad del edificio, porque afuera si había luz. Me
preguntaba si esto formaba parte del plan de Pablo.
Utilizando la pared como guía,
caminé hacia adelante. Todos los días pasaba por este pasillo varias veces,
pero la oscuridad lo complicaba todo. En la primera intersección, me imaginé
mentalmente cómo era mi colegio. Si volteaba a la izquierda me encontraría con
los salones de música y la cafetería. Volteando a la derecha, me llevaría hacia
las oficinas administrativas, y hacia una escalera. Continué hacia adelante,
insertándome en el colegio, hacia los salones.
Mi pie se chocó contra algo y
antes de que pueda reaccionar, me caí al suelo. La luz de afuera me permitió
ver que estaba al lado de un cuerpo. Jaime estaba de espaldas, su expresión en
blanco. Su cabello caía sobre su frente, sus manos a los lados de su cuerpo. Me
levanté y cubrí mi boca, buscando aire. Mis piernas temblaban. Lentamente,
recosté mi palma en el pecho de Jaime. No estaba respirando, estaba muerto.
Salté en mi sitio y aguanté un
grito. Quería llamar a Peter, pero eso le daría mi locación a Pablo, si es que
ya no lo sabía. Me di cuenta que él podía estar a unos metros de mí,
observándome mientras empezaba su juego descabellado. Las luces parpadearon, y
corrí hacia el pasillo. La biblioteca estaba subiendo las escaleras a la
izquierda, las clases empezaban a la derecha. Escogí la biblioteca, solo quería
alejarme del cuerpo de Jaime. Mi nariz estaba mojada y me di cuenta que estaba
llorando. ¿Por qué Jaime estaba muerto? ¿Quién lo mató? ¿Si Jaime estaba
muerto, Cande también?
Las puertas de la biblioteca
estaban sin seguro e ingresé rápidamente. Fui hacia el final de la misma, donde
había tres pequeños cuartos de estudio. Tal vez Pablo había escondido ahí a
Cande. Estaba por acercarme al lugar cuando un gruñido masculino se escuchó.
Las luces del pasillo se prendieron, iluminando la oscuridad de la biblioteca.
El cuerpo de Pablo yacía recostado a unos pasos de mí, su boca apartada, su
piel gris. Sus ojos se dirigieron hacia mí y estiró su brazo.
Solté un grito y empecé a correr
hacia la puerta de la biblioteca, golpeándome y apartando las sillas. Justo
cuando alcancé la puerta, las luces se apagaron de nuevo, dejando todo en
completa oscuridad.
-¡Peter! – intenté gritar, pero
no tenía voz
Jaime estaba muerto. Pablo casi.
¿Quién los había asesinado? ¿Quién quedaba? Intenté darle sentido a lo que
estaba pasando, pero no había ninguna razón. Algo me golpeó y perdí el balance.
Otra vez, sentí que algo me empujaba y salí volando hacia un lado. Mi cabeza se
golpeó contra un casillero, mareándome. Intentando ver, observé un par de ojos
negros detrás de una máscara. Intenté levantarme y correr, pero uno de sus
brazos se estiró y me impidió escapar. Con su otro brazo, me atrapó contra el
casillero.
-¿Pensaste que estaba muerto? –
sentí su voz fría y dura – No podía dejar pasar otra oportunidad de jugar
contigo. ¿Quién creías que era el chico malo? ¿Pablo? ¿O se te pasó por la
cabeza que podía ser tu mejor amiga? ¿Estoy adivinando, verdad? De eso se trata
el miedo, trae lo peor de nosotros.
-Eres tú – dije
Jaime se quitó la máscara.
-En carne y hueso
-¿Cómo lo hiciste? – pregunté, mi
voz aún temblando – Te vi. No estabas respirando, estabas muerto
-Me estás dando mucho crédito.
Siempre fuiste tú, Lali. Si tu mente no fuese tan débil, no podía haber hecho
nada. ¿Te estoy haciendo sentir mal? ¿Te hace mal saber de que, de todas las
mentes que he poseído, la tuya ha sido la más fácil? Y la más divertida
-¿Dónde está Cande? - pregunté, sintiendo todo el temor en mi
pecho
Me lanzó un golpe en la mejilla.
-No cambies el tema. Realmente deberías
aprender a controlar tu miedo. El miedo deja la lógica y abre todo tipo de
oportunidades para personas como yo
Agarró mi brazo y me jaló hacia
él. Intenté golpearlo, pero él logró apuñalar mi estómago. Me desequilibré,
buscando el aire que no venía. Mi hombro fue empujado contra un casillero hasta
que me quedé sentada en el suelo.
-Esto te va a costar – dijo él
-¿Por qué me trajiste aquí? ¿Qué
quieres? – no podía mantener la histeria fuera de mi voz
Me levantó por el brazo y me sacó
al pasillo. Pateando una puerta, me lanzó hacia adentro y caí contra el suelo.
La puerta se cerró detrás de mí. La única luz era la de una lámpara, que Jaime
sostenía. El aire estaba lleno de polvo y productos químicos. Postales del
cuerpo humano y de células decoraban la pared. Estábamos dentro del laboratorio
de biología. Un destello de un metal captó mi mirada. Una cuchilla yacía en el
suelo, cerca del bote de basura. La deslicé en el bolsillo de mis jeans antes
de que Jaime me alzara del suelo.
-Tuve que cortar la electricidad –
dijo, colocando la lámpara en la mesa más cercana – No puedes jugar a las
escondidas con luz
Jalando dos sillas, las colocó
una al frente de la otra.
-Toma asiento – no sonaba como
una invitación
Cuando me quedé pensando en cómo
debería reaccionar, hacer contacto de ojos, verme confiada, Jaime me sostuvo
por los hombros y me sentó en la silla.
-Dame tu celular – ordenó
-Lo dejé en el auto – rió
-¿Realmente quieres jugar
conmigo? Tengo a tu mejor amiga encerrada en algún lugar del edificio. Si
quieres jugar conmigo, ella se va a sentir dejada atrás. Voy a tener que pensar
en un juego especial para ella
Saqué mi celular y se lo di. Con
una fuerza súper humana, lo rompió en dos.
-Ahora solo somos nosotros dos –
se sentó en la silla del frente – Hablemos, Lali. Solía tener cabbalos, hace un
tiempo en Francia. Los caballos españoles eran mis favoritos, siempre venían
hacia mí. Pero también había un caballo extraño que no se dejaba domar. ¿Sabes
lo que hice con un caballo que se rehusó a hacerme caso? – no dije nada –
Coopera y no tendrás nada de que temer
-Vi a Pablo en la biblioteca –
dije, cambiando de tema – ¿Lo heriste?
Se acercó a mi rostro, como si
estuviese compartiendo un secreto.
-Si vas a cometer un crimen,
nunca dejes evidencia. Pablo ha sido parte integral de todo. Él sabe demasiado.
-¿Por eso estoy aquí? ¿Por qué leí
el artículo del antiguo colegio de Pablo? – Jaime sonrió
-Pablo olvidó mencionar que
conoces a la chica
-¿Pablo la asesinó…o fuiste tú? –
pregunté
-Tuve que probar la lealtad de
Pablo. Tomé de él lo que le era más importante; le di a escogeré entre ella o
yo, entre amor o dinero. Y ya sabes que hizo. Ahí supe que podía contar con él
cuando se tratase de arreglar cosas contigo
-¿Por qué yo?
-¿Aún no te das cuenta? He estado
jugando contigo. Usándote como muñequita porque la persona a la que realmente
quiero herir, no puede ser herida. ¿Sabes de quién estoy hablando?
Me sentí mareada y empecé a ver
borroso. Jaime me golpeó de nuevo en la mejilla.
-Enfócate. ¿De quién estoy
hablando.
-No lo sé – susurré, cansada
-¿Sabes por qué no puede ser
herido? Porque no tiene un cuerpo humano. Su cuerpo no tiene sensación física.
Si lo encierro y torturo, no valdrá la pena. Él no puede sentir. ¿Ya sabes
quién es? Has estado pasando mucho tiempo con esta persona. ¿Por qué tan
callada, Lali? ¿Todavía no lo descubres?
Sentí un escalofrío recorrer mi
cuerpo.
-Cada año al inicio del mes
hebrero de Cheshvan, él toma control de mi cuerpo. Por dos semanas enteras. No
tengo control sobre mi cuerpo, no tengo libertad, ni elección, no tengo la
lujuria de escapar durante esas dos semanas. Siempre sigo ahí, prisionero
dentro de mi propio cuerpo, viviendo cada momento. ¿Sabes lo que se siente? ¿Lo
sabes? – gritó
Mantuve mi boca cerrada, sabiendo
que si hablaba sería peligroso. Jaime rió.
-Hice un juramento al permitirle
tomar posesión de mi cuerpo durante Cheshvan. Tenía dieciséis años – se encogió
de hombros – Me hizo prometerlo torturándome. Después, me dijo que no era
humano. ¿Puedes creerlo? No es humano. Me dijo que mi madre, una humana, había
tenido relaciones con un ángel caído – sonrió - ¿Te mencioné que heredé un par
de rasgos de mi padre? Justo como él, soy un engañador. Te hago ver mentiras,
te hago escuchar voces. Justo como esto.
¿Puedes escucharme Lali? ¿Ya estás asustada? – susurró en mi mente antes de
golpear mi cabeza - ¿Qué pasa ahí dentro, Lali? Estás demasiado callada
Jaime era Chauncey, un Nephil.
Recordé mi marca de nacimiento y lo que Agustina me había dicho. Jaime y yo
compartíamos la misma sangre. En mis venas estaba la sangre de un monstruo.
Cerré mis ojos, y una lágrima se deslizó por mi mejilla.
-¿Recuerdas la primera vez que nos
conocimos? Salté en frente del auto que estaban conduciendo. Estaba oscuro y
estabas al borde, lo que me hizo engañarte. Me divirtió asustarte.
-Me hubiese dado cuenta que eras
tú – susurré – No hay tantas personas tan altas como tú
-No estás escuchando. Te hago ver
lo que yo quiera. ¿Realmente crees que soy así de alto? Viste lo que yo quería
que vieses.
-Realmente no entraste a mi
habitación – dije – Simplemente me hiciste creer aquello. Por eso estaba en
orden cuando la policía llegó
Aplaudió lentamente.
-¿Quieres escuchar la mejor
parte? Podías haberme bloqueado. Podía haber tocado tu mente sin permiso. Entré
ahí y nunca te resististe. Eras débil, eras fácil. Imagínate a ti en mi lugar –
agregó – Tu cuerpo violado año tras año. Imagina esperar tanto tiempo para
vengarte, para que llegue el momento y la oportunidad para hacer lo que quieres
– sus ojos se enfocaron en los míos – Eres esa oportunidad. Si te hiero,
también hiero a Peter
-Estás sobreestimando lo que
valgo para Peter – dije
-He estado observando de cerca a
Peter por años. El último verano él hizo su primer viaje a tu casa, pensó que
no te darías cuentas. Te siguió cuando ibas a comprar un par de veces. Desde
entonces, él ha hecho un viaje especial para encontrarte. Luego se metió a tu
colegio. Y no me pude aguantar las ganas de preguntar qué te hacía especial.
Ahí me di cuenta de que no era la
presencia de mi papá la que sentía persiguiéndome, sino de Jaime, siguiéndome
como un guardián.
-No quería que Peter se diese
cuenta de mi presencia – continuó – Ahí fue cuando Pablo hizo su avance y no le
tomó mucho tiempo darse cuenta lo que yo ya intuía. Peter está enamorado de ti. La idea era asesinarte
en el campamento, pero Pablo falló al convencerte. Hoy día más temprano, te
seguí y te disparé. Imagina mi sorpresa cuando me enteré que había asesinado a
una señora que tenía tu chaqueta. Pero todo funcionó – dijo, relajado – Aquí estamos
Me moví en mi asiento y sentí la
cuchilla en mis jeans. Si no era cuidadosa, se saldría de mis pantalones. Si
Jaime me hacía levantarme, podía salirse y eso sería el fin.
-Déjame adivinar lo que estás pensando
– dijo él, poniéndose de pie – estás empezando a desear no haber conocido nunca
a Peter. Deseas no haberte enamorado de él. Sigue adelante. Ríete de la
posición en la que te ha puesto, ríete de tu propia mala elección.
Eso me enojó y saqué la cuchilla
de mis jeans y salté fuera de la silla.
-¡No te me acerques! Te
acuchillaré. ¡Te juro que lo haré!
Jaime hizo un sonido estridente y
estiró su mano. Los vidrios de la ventana se rompieron, los papeles volaron. Se
acercó hacia mí. Con pánico, alcé la cuchilla y encontré su palma, cortándole
su piel.
Jaime siseó y se alejó. Sin
esperar, incrusté la cuchilla en su pierna. Jaime la sacó con ambas manos, su
rostro contorneándose por el dolor. Se acercó hacia mí, furioso. Intenté
escapar, pero mi pierna se tropezó con la mesa. Perdí el equilibrio y me caí.
Jaime se abalanzó sobre mi estómago y me golpeó. Presionó mi rostro contra el
suelo, golpeando mi nariz y tapando mis gritos.
-Atentando valiente – gruñó –
Pero eso no me matará, soy un Nephil. Soy inmortal
Intenté alcanzar la cuchilla,
moviendo mis pies en el suelo. Mis dedos casi la alcanzan. Estaba tan cerca,
pero Jaime me estaba jalando. Alcé mi pierna y golpeé fuertemente sus piernas;
el gruñó y perdió el equilibrio. Intenté levantarme, pero Jaime corrió hacia la
puerta.
-Buena suerte intentando escapar –
dijo, con una sonrisa cínica – Ya sabrás a qué me refiero
Ya lo dije y lo repito, esto es genial, peter donde esta???? Y si comparten sangre también es inmortal ella???? Me tiene sorprendida!! Más!!
ResponderEliminary peter donde esta??? que salga luegooooooo
ResponderEliminarsube mas