lunes, 17 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veintiocho

Cinco minutos pasaron. Diez minutos se volvieron veinte. Intenté ignorar los escalofríos que empezaba a sentir. ¿Por qué Peter se estaba tardando tanto? ¿Tal vez no había encontrado a Cande? ¿Y qué pasaría cuando Peter encontrara a Pablo? El teléfono en mi bolsillo sonó y salté.

-Te veo – dijo Pablo cuando contesté – Sentada dentro del auto
-¿Dónde estás?
-Observándote desde la ventana del segundo piso. Estamos jugando adentro
-No quiero jugar

Terminó la llamada. Con mi corazón en la garganta, salí del auto. Miré hacia las ventanas del segundo piso, no vi ni a Pablo ni a Peter. Con el miedo recorriendo mi cuerpo, caminé hacia la puerta. Ingresé al edificio y todo estaba completamente oscuro, solo la luz de la luna daba un poco de luz. Encontré el interruptor de luz pero cuando lo bajé, las luces no se prendieron. Sin duda alguna, alguien había desconectado la electricidad del edificio, porque afuera si había luz. Me preguntaba si esto formaba parte del plan de Pablo.

Utilizando la pared como guía, caminé hacia adelante. Todos los días pasaba por este pasillo varias veces, pero la oscuridad lo complicaba todo. En la primera intersección, me imaginé mentalmente cómo era mi colegio. Si volteaba a la izquierda me encontraría con los salones de música y la cafetería. Volteando a la derecha, me llevaría hacia las oficinas administrativas, y hacia una escalera. Continué hacia adelante, insertándome en el colegio, hacia los salones.

Mi pie se chocó contra algo y antes de que pueda reaccionar, me caí al suelo. La luz de afuera me permitió ver que estaba al lado de un cuerpo. Jaime estaba de espaldas, su expresión en blanco. Su cabello caía sobre su frente, sus manos a los lados de su cuerpo. Me levanté y cubrí mi boca, buscando aire. Mis piernas temblaban. Lentamente, recosté mi palma en el pecho de Jaime. No estaba respirando, estaba muerto.

Salté en mi sitio y aguanté un grito. Quería llamar a Peter, pero eso le daría mi locación a Pablo, si es que ya no lo sabía. Me di cuenta que él podía estar a unos metros de mí, observándome mientras empezaba su juego descabellado. Las luces parpadearon, y corrí hacia el pasillo. La biblioteca estaba subiendo las escaleras a la izquierda, las clases empezaban a la derecha. Escogí la biblioteca, solo quería alejarme del cuerpo de Jaime. Mi nariz estaba mojada y me di cuenta que estaba llorando. ¿Por qué Jaime estaba muerto? ¿Quién lo mató? ¿Si Jaime estaba muerto, Cande también?

Las puertas de la biblioteca estaban sin seguro e ingresé rápidamente. Fui hacia el final de la misma, donde había tres pequeños cuartos de estudio. Tal vez Pablo había escondido ahí a Cande. Estaba por acercarme al lugar cuando un gruñido masculino se escuchó. Las luces del pasillo se prendieron, iluminando la oscuridad de la biblioteca. El cuerpo de Pablo yacía recostado a unos pasos de mí, su boca apartada, su piel gris. Sus ojos se dirigieron hacia mí y estiró su brazo.

Solté un grito y empecé a correr hacia la puerta de la biblioteca, golpeándome y apartando las sillas. Justo cuando alcancé la puerta, las luces se apagaron de nuevo, dejando todo en completa oscuridad.

-¡Peter! – intenté gritar, pero no tenía voz

Jaime estaba muerto. Pablo casi. ¿Quién los había asesinado? ¿Quién quedaba? Intenté darle sentido a lo que estaba pasando, pero no había ninguna razón. Algo me golpeó y perdí el balance. Otra vez, sentí que algo me empujaba y salí volando hacia un lado. Mi cabeza se golpeó contra un casillero, mareándome. Intentando ver, observé un par de ojos negros detrás de una máscara. Intenté levantarme y correr, pero uno de sus brazos se estiró y me impidió escapar. Con su otro brazo, me atrapó contra el casillero.

-¿Pensaste que estaba muerto? – sentí su voz fría y dura – No podía dejar pasar otra oportunidad de jugar contigo. ¿Quién creías que era el chico malo? ¿Pablo? ¿O se te pasó por la cabeza que podía ser tu mejor amiga? ¿Estoy adivinando, verdad? De eso se trata el miedo, trae lo peor de nosotros.
-Eres tú – dije

Jaime se quitó la máscara.

-En carne y hueso
-¿Cómo lo hiciste? – pregunté, mi voz aún temblando – Te vi. No estabas respirando, estabas muerto
-Me estás dando mucho crédito. Siempre fuiste tú, Lali. Si tu mente no fuese tan débil, no podía haber hecho nada. ¿Te estoy haciendo sentir mal? ¿Te hace mal saber de que, de todas las mentes que he poseído, la tuya ha sido la más fácil? Y la más divertida
-¿Dónde está Cande?  - pregunté, sintiendo todo el temor en mi pecho

Me lanzó un golpe en la mejilla.

-No cambies el tema. Realmente deberías aprender a controlar tu miedo. El miedo deja la lógica y abre todo tipo de oportunidades para personas como yo

Agarró mi brazo y me jaló hacia él. Intenté golpearlo, pero él logró apuñalar mi estómago. Me desequilibré, buscando el aire que no venía. Mi hombro fue empujado contra un casillero hasta que me quedé sentada en el suelo.

-Esto te va a costar – dijo él
-¿Por qué me trajiste aquí? ¿Qué quieres? – no podía mantener la histeria fuera de mi voz

Me levantó por el brazo y me sacó al pasillo. Pateando una puerta, me lanzó hacia adentro y caí contra el suelo. La puerta se cerró detrás de mí. La única luz era la de una lámpara, que Jaime sostenía. El aire estaba lleno de polvo y productos químicos. Postales del cuerpo humano y de células decoraban la pared. Estábamos dentro del laboratorio de biología. Un destello de un metal captó mi mirada. Una cuchilla yacía en el suelo, cerca del bote de basura. La deslicé en el bolsillo de mis jeans antes de que Jaime me alzara del suelo.

-Tuve que cortar la electricidad – dijo, colocando la lámpara en la mesa más cercana – No puedes jugar a las escondidas con luz

Jalando dos sillas, las colocó una al frente de la otra.

-Toma asiento – no sonaba como una invitación

Cuando me quedé pensando en cómo debería reaccionar, hacer contacto de ojos, verme confiada, Jaime me sostuvo por los hombros y me sentó en la silla.

-Dame tu celular – ordenó
-Lo dejé en el auto – rió
-¿Realmente quieres jugar conmigo? Tengo a tu mejor amiga encerrada en algún lugar del edificio. Si quieres jugar conmigo, ella se va a sentir dejada atrás. Voy a tener que pensar en un juego especial para ella

Saqué mi celular y se lo di. Con una fuerza súper humana, lo rompió en dos.

-Ahora solo somos nosotros dos – se sentó en la silla del frente – Hablemos, Lali. Solía tener cabbalos, hace un tiempo en Francia. Los caballos españoles eran mis favoritos, siempre venían hacia mí. Pero también había un caballo extraño que no se dejaba domar. ¿Sabes lo que hice con un caballo que se rehusó a hacerme caso? – no dije nada – Coopera y no tendrás nada de que temer
-Vi a Pablo en la biblioteca – dije, cambiando de tema – ¿Lo heriste?

Se acercó a mi rostro, como si estuviese compartiendo un secreto.

-Si vas a cometer un crimen, nunca dejes evidencia. Pablo ha sido parte integral de todo. Él sabe demasiado.
-¿Por eso estoy aquí? ¿Por qué leí el artículo del antiguo colegio de Pablo? – Jaime sonrió
-Pablo olvidó mencionar que conoces a la chica
-¿Pablo la asesinó…o fuiste tú? – pregunté
-Tuve que probar la lealtad de Pablo. Tomé de él lo que le era más importante; le di a escogeré entre ella o yo, entre amor o dinero. Y ya sabes que hizo. Ahí supe que podía contar con él cuando se tratase de arreglar cosas contigo
-¿Por qué yo?
-¿Aún no te das cuenta? He estado jugando contigo. Usándote como muñequita porque la persona a la que realmente quiero herir, no puede ser herida. ¿Sabes de quién estoy hablando?

Me sentí mareada y empecé a ver borroso. Jaime me golpeó de nuevo en la mejilla.

-Enfócate. ¿De quién estoy hablando.
-No lo sé – susurré, cansada
-¿Sabes por qué no puede ser herido? Porque no tiene un cuerpo humano. Su cuerpo no tiene sensación física. Si lo encierro y torturo, no valdrá la pena. Él no puede sentir. ¿Ya sabes quién es? Has estado pasando mucho tiempo con esta persona. ¿Por qué tan callada, Lali? ¿Todavía no lo descubres?

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

-Cada año al inicio del mes hebrero de Cheshvan, él toma control de mi cuerpo. Por dos semanas enteras. No tengo control sobre mi cuerpo, no tengo libertad, ni elección, no tengo la lujuria de escapar durante esas dos semanas. Siempre sigo ahí, prisionero dentro de mi propio cuerpo, viviendo cada momento. ¿Sabes lo que se siente? ¿Lo sabes? – gritó

Mantuve mi boca cerrada, sabiendo que si hablaba sería peligroso. Jaime rió.

-Hice un juramento al permitirle tomar posesión de mi cuerpo durante Cheshvan. Tenía dieciséis años – se encogió de hombros – Me hizo prometerlo torturándome. Después, me dijo que no era humano. ¿Puedes creerlo? No es humano. Me dijo que mi madre, una humana, había tenido relaciones con un ángel caído – sonrió - ¿Te mencioné que heredé un par de rasgos de mi padre? Justo como él, soy un engañador. Te hago ver mentiras, te hago escuchar voces. Justo como esto. ¿Puedes escucharme Lali? ¿Ya estás asustada? – susurró en mi mente antes de golpear mi cabeza - ¿Qué pasa ahí dentro, Lali? Estás demasiado callada

Jaime era Chauncey, un Nephil. Recordé mi marca de nacimiento y lo que Agustina me había dicho. Jaime y yo compartíamos la misma sangre. En mis venas estaba la sangre de un monstruo. Cerré mis ojos, y una lágrima se deslizó por mi mejilla.

-¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Salté en frente del auto que estaban conduciendo. Estaba oscuro y estabas al borde, lo que me hizo engañarte. Me divirtió asustarte.
-Me hubiese dado cuenta que eras tú – susurré – No hay tantas personas tan altas como tú
-No estás escuchando. Te hago ver lo que yo quiera. ¿Realmente crees que soy así de alto? Viste lo que yo quería que vieses.
-Realmente no entraste a mi habitación – dije – Simplemente me hiciste creer aquello. Por eso estaba en orden cuando la policía llegó

Aplaudió lentamente.

-¿Quieres escuchar la mejor parte? Podías haberme bloqueado. Podía haber tocado tu mente sin permiso. Entré ahí y nunca te resististe. Eras débil, eras fácil. Imagínate a ti en mi lugar – agregó – Tu cuerpo violado año tras año. Imagina esperar tanto tiempo para vengarte, para que llegue el momento y la oportunidad para hacer lo que quieres – sus ojos se enfocaron en los míos – Eres esa oportunidad. Si te hiero, también hiero a Peter
-Estás sobreestimando lo que valgo para Peter – dije
-He estado observando de cerca a Peter por años. El último verano él hizo su primer viaje a tu casa, pensó que no te darías cuentas. Te siguió cuando ibas a comprar un par de veces. Desde entonces, él ha hecho un viaje especial para encontrarte. Luego se metió a tu colegio. Y no me pude aguantar las ganas de preguntar qué te hacía especial.

Ahí me di cuenta de que no era la presencia de mi papá la que sentía persiguiéndome, sino de Jaime, siguiéndome como un guardián.

-No quería que Peter se diese cuenta de mi presencia – continuó – Ahí fue cuando Pablo hizo su avance y no le tomó mucho tiempo darse cuenta lo que yo ya intuía.  Peter está enamorado de ti. La idea era asesinarte en el campamento, pero Pablo falló al convencerte. Hoy día más temprano, te seguí y te disparé. Imagina mi sorpresa cuando me enteré que había asesinado a una señora que tenía tu chaqueta. Pero todo funcionó – dijo, relajado – Aquí estamos

Me moví en mi asiento y sentí la cuchilla en mis jeans. Si no era cuidadosa, se saldría de mis pantalones. Si Jaime me hacía levantarme, podía salirse y eso sería el fin.

-Déjame adivinar lo que estás pensando – dijo él, poniéndose de pie – estás empezando a desear no haber conocido nunca a Peter. Deseas no haberte enamorado de él. Sigue adelante. Ríete de la posición en la que te ha puesto, ríete de tu propia mala elección.

Eso me enojó y saqué la cuchilla de mis jeans y salté fuera de la silla.

-¡No te me acerques! Te acuchillaré. ¡Te juro que lo haré!

Jaime hizo un sonido estridente y estiró su mano. Los vidrios de la ventana se rompieron, los papeles volaron. Se acercó hacia mí. Con pánico, alcé la cuchilla y encontré su palma, cortándole su piel.

Jaime siseó y se alejó. Sin esperar, incrusté la cuchilla en su pierna. Jaime la sacó con ambas manos, su rostro contorneándose por el dolor. Se acercó hacia mí, furioso. Intenté escapar, pero mi pierna se tropezó con la mesa. Perdí el equilibrio y me caí. Jaime se abalanzó sobre mi estómago y me golpeó. Presionó mi rostro contra el suelo, golpeando mi nariz y tapando mis gritos.

-Atentando valiente – gruñó – Pero eso no me matará, soy un Nephil. Soy inmortal

Intenté alcanzar la cuchilla, moviendo mis pies en el suelo. Mis dedos casi la alcanzan. Estaba tan cerca, pero Jaime me estaba jalando. Alcé mi pierna y golpeé fuertemente sus piernas; el gruñó y perdió el equilibrio. Intenté levantarme, pero Jaime corrió hacia la puerta.

-Buena suerte intentando escapar – dijo, con una sonrisa cínica – Ya sabrás a qué me refiero

2 comentarios:

  1. Ya lo dije y lo repito, esto es genial, peter donde esta???? Y si comparten sangre también es inmortal ella???? Me tiene sorprendida!! Más!!

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  2. y peter donde esta??? que salga luegooooooo
    sube mas

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