jueves, 13 de septiembre de 2012

Ángeles Caídos I: Veintiséis

Era un domingo por la noche, antes que el inicio de las vacaciones de primavera empiece, y el cine estaba lleno. Me coloqué en la cola para comprar las entradas, continuamente observando si me habían seguido. Me dije q mí misma que Peter se encargaría de Agustina y que no tenía por qué preocuparme, pero no perdía nada al estar vigilando.

Por supuesto que sabía que Agustina no era mi mayor preocupación. Tarde o temprano, Peter se daría cuenta que yo no estaba en la feria, como habíamos quedado. Y sabía que él me encontraría y luego me forzaría a confrontarlo y yo no quería eso porque había una duda en mi mente, susurrando que Agustina había dicho la verdad acerca de él, sobre su deseo de un cuerpo humano.

Fue mi turno de comprar las entradas, una compañera de clase trabajaba como cajera.

-Una para El Sacrificio – dije, sin pensar, notando la ironía

Saqué de mi bolsillo todas las monedas que tenía y las eché en el mostrador.

-Caray – dijo la cajera – Gracias – agregó, sarcásticamente – Por si acaso hay una cola inmensa detrás de ti – se quejó
-Es que acabo de venir del banco – intenté bromear
-Sin bromas. ¿Todo está aquí? – preguntó, mientras iba agrupando las monedas
-Claro
-Como sea, no me pagan mucho por este trabajo – cogió las monedas y las guardó en la caja registradora – Hay unas cosas llamadas tarjetas de crédito….
-¿Por si acaso has visto a Cande por aquí? – pregunté

Antes de salir de casa, había llamado a la casa de Cande. Sin embargo, me contestó su mamá, anunciándome que ella había salido y que creía que estaba en el cine. Por eso, mi primer intento de búsqueda era aquí.

-No, realmente estoy muy cansada para darme cuenta de quiénes ingresar
-No importa – dije, decepcionada y apartándome de la cola

Ingresé a la sala número dos y totalmente esperanzada busqué a Cande, pero no la encontré. Hice lo mismo con cada una de las salas hasta que me di cuenta que era inútil lo que estaba haciendo. Finalmente, decidí relajarme un poco y me quedé en una de las salas, donde estaban pasando una película de dibujos animados.

-Ponte de pie y camina fuera de la sala – me dijo una voz sobre mi hombro, bastante familiar y no contenta – Estaré detrás de ti

Era Peter.

-Sal – repitió cuando no me moví – Necesitamos hablar
-¿Sobre cómo necesitas sacrificarme para obtener un cuerpo humano? – pregunté
-Eso sería lindo si pensaras que es cierto
-¡Si creo que es cierto! – algo así, porque seguía pensando que si Peter me quería matar ya lo hubiese hecho
-¡Shh! – dijo un chico
-Camina o te cargaré – dijo Peter
-¿Discúlpame? – me volteé para mirarlo
-¡Shh! – el chico a mi lado volvió a sisear
-Cúlpalo a él – le dije al chico, apuntando a Peter
-Escucha – dijo el chico, mirándome – Si no te callas, llamaré a seguridad
-Está bien, llámelos. Dígales que se lo lleven – dije, refiriéndome a Peter – Diles que él quiere matarme
-Yo quiero matarte a ti – susurró la novia del chico
-¿Quién quiere matarte? – preguntó el chico
-No hay nadie ahí – me dijo la novia
-¿Los estás haciendo creer que no estás ahí, verdad? – le dije a Peter quién sonrió
-¡Mierda! – dijo la novia, alzando sus manos en el aire - ¡Haz algo! – le chilló a su novio
-Necesito que dejes de hablar – me dijo el chico – Mira la película. Toma, aquí tengo una gaseosa

Me moví de asiento y sentí que Peter se movía detrás de mí, bastante cerca pero sin tocarme. Se quedó así hasta que salimos de la sala, era inútil permanecer dentro. Apenas salimos, Peter enredó su brazo entre el mío y me guió hacia el baño de mujeres.

-¿Qué tienes con los baños de mujeres? – pregunté

Nos metimos dentro del baño y él se encargó de cerrarlo con llave y recostarse contra la puerta. Sus ojos me inspeccionaban completamente. Yo estaba contra el lavadero, mis palmas sosteniendo las esquinas del mismo.

-Estás enojado porque no fui a la feria – dije, alzando un hombro  - ¿Por qué ahí, Peter? Es un domingo por la noche, la feria cerrará pronto. ¿Alguna razón especial por la que quieres que conduzca de noche hacia ese parque desierto?

Caminó hacia mí hasta que estuvo lo suficientemente cerca para poder ver sus ojos grises debajo de su gorra de béisbol.

-Agustina me dijo que tenías que sacrificarme para obtener un cuerpo humano – dije
-¿Y crees que lo haré? – tragué
-¿Entonces es verdad? – nuestros ojos se encontraron
-Tiene que ser un sacrificio intencional. Simplemente el matarte no servirá
-¿Y eres la única persona que me puede hacer esto?
-No, pero probablemente soy la única persona que sabe el resultado, y la que lo haría. Es la razón por la que vine al colegio. Tenía que acercarme a ti, te necesitaba. Es la razón por la que entré en tu vida.
-Agustina me dijo que te enamoraste de una chica – me odié a mí misma por sentir celos - ¿Qué pasó?
-Ella creció y murió
-Eso debe de haber sido duro para ti – solté

Esperó un tiempo antes de responder.

-Quieres que diga la verdad, lo haré. Te diré todo. Quién soy y qué he hecho. Cada detalle. Pero tienes que preguntar, tienes que desearlo. Puedes ver quién era, o puedes ver quién soy ahora. No soy bueno – dijo – pero, fui peor
-Dime – dije, ignorando los nervios en mi estómago
-La primera vez que la vi, yo aún era un ángel. Fue un deseo instantáneo, de lujuria; me volvía loco. No sabía nada de ella, excepto que haría cualquier cosa con tal de acercarme a ella. La observé por un tiempo, y luego se me metió en la cabeza que si bajaba a la Tierra y poseía un cuerpo humano, sería expulsado del cielo y me volvería humano. La cosa es que, no sabía sobre el Chesvan. Bajé una noche de Agosto, pero no pude poseer el cuerpo. Inmediatamente me botaron del cielo y supe que algo andaba mal. Cuando observaba a los humanos, todo lo que podía sentir era un deseo irresistible de estar dentro de sus cuerpos. Todos mis poderes se fueron, y era una cosa débil y patética. No era humano, era un caído. Me di cuenta que había echado todo a perder, todo este tiempo me he odiado a mí mismo por ello – sus ojos se enfocaban sólo en mí, haciéndome sentir transparente – Pero si no hubiese caído, nunca te hubiese conocido

Mis emociones conflictivas me pesaron demasiado dentro de mi cuerpo, tanto que pensé que me iban a sofocar. Aguantándome las lágrimas, intenté hablar.

-Agustina dijo que mi marca de nacimiento significa que estoy relacionada a Chauncey. ¿Es cierto?
-¿Quieres que te responda?

No sabía qué quería. Todo mi mundo se sentía como un juego. Yo no era Lali Espósito, era una descendiente de alguien que ni siquiera era humano. Y mi corazón se estaba destrozando a pedazos por otra persona no humana. Un ángel oscuro.

-¿Qué lado de la familia? – finalmente pregunté
-Tu padre
-¿Dónde está Chauncey ahora? – deseaba que estuviera muy lejos de mí
-No voy a matarte, Lali. Yo no asesino personas que son importantes para mí. Y tú eres la primera en la lista

Mi corazón dio un vuelco. Mis manos estaban presionadas contra su estómago.

-Estás interfiriendo en mi espacio privado – dije, alejándome apenas

Peter sonrió.

-¿Interfiriendo? No estamos hablando con la policía, Lali
-Me estás abrumando. Necesito…espacio

Lo que necesitaba era pastillas. Necesitaba encerrarme y pensar. Me quería probar a mí misma que no confiaba en Peter, pero no podía. Yo debería haber estado corriendo hacia la puerta, sin embargo seguía ahí. Intentaba convencerme que me quedaba en busca de respuestas, pero ese sólo era uno de los motivos. El otro, no quería pensar en ello. La parte emocional, la parte donde estaba enamorada de él.

-¿Me estás ocultando algo más? – quise saber
-Muchas cosas
-¿Cómo?
-Cómo la forma en que me siento sobre estar aquí encerrado contigo – Peter colocó un brazo detrás de mí, contra el espejo – No tienes idea de lo que me has hecho – sacudí mi cabeza
-No lo creo. Esta no es una buena idea. Esto no está bien
-Hay toda clase de derechos – murmuró – Aún estamos en la zona segura. Definitivamente bien. Usualmente bien – continuó – Mayormente bien. Tal vez bien.
-Tal vez no ahora – dije, buscando un poco de aire

Visualicé una alarma contra incendios bastante cerca. Podía llegar rápido hasta ahí y apretarla antes de que Peter me alcance. ¿Total, esto es lo que quería no? ¿Alejarme de él?

-No es una buena idea – dijo Peter, sacudiendo apenas su cabeza

Igual, alcancé la alarma. Mis dedos se doblaron en la manija e intenté bajarla para que suene. Sólo que no funcionaba, estaba demasiado dura como para moverla. Luego me di cuenta de la familiar presencia de Peter en mi cabeza y supe que era un juego.

-Sal de mi cabeza – dije, golpeando su pecho
-¿Por qué hiciste eso?
-Por toda esta noche

Por volverme loca por él, aunque sabía que estaba mal. Él estaba tan mal que se sentía muy bien, y me hacía sentir completamente fuera de control. Estaba a punto de decir algo más cuando me sostuvo por los hombros y me recostó contra la pared. Casi ni había espacio entre los dos, apenas un hilo de aire.

-Seamos honestos, Lali. Me la has hecho pasar mal y yo también a ti – se inclinó y colocó sus labios contra los míos

Nos tocamos en sitios estratégicos por nuestros cuerpos y tuve que poner todo de mí para separarme.

-No he terminado  - dije - ¿Qué pasó con Agustina?
-Ya me encargué
-¿Exactamente qué significa eso?
-Ella iba a perder sus alas después de intentar matarte. En el momento en que intentó volver al cielo, los ángeles vengadores no la hubiesen dejado. Así que sucedería tarde o temprano, sólo aceleré las cosas
-¿Así que…simplemente….se las quitaste?
-Se estaban deteriorando; las alas estaban rotas y delgadas. Si se quedaba más tiempo en la Tierra, no iba a pasar mucho tiempo hasta que un ángel caído se diera cuenta de elo
-¿Ella volverá a aparecer en mi vida?
-Difícil que lo haga

Rápidamente, Peter cogió una pelusa de mi chaqueta, aprovechando para acercarme a él. Sus nudillos acariciaron mi mentón.

-Podrías tomarla, Angel –dijo – Las he visto a las dos en acción y mi apuesta está en ti. No me necesitas para ello
-¿Para qué te necesito?

Rió, con un dejo de deseo. Sus ojos estaban completamente enfocados en mí. Su sonrisa era completamente sexy….y suave.

-La puerta está cerrada – dijo – Y tenemos asuntos sin resolver

Mi cuerpo parecía haberse apartado de la parte lógica de mi cerebro. Deslicé mis manos por su pecho, subiendo hasta enredar mis brazos en su cuello. Peter me alzó por la cadera y enredó mis piernas en su cintura. Mi pulso se aceleró, pero no me importó. Choqué mi boca contra la de él, sintiendo él éxtasis de su boca contra la mía, sus manos en mí, sintiendo la adrenalina….

El teléfono sonó en mi bolsillo y me aparté de Peter, respirando rápidamente.

-Mensaje de voz – dijo él

En lo profundo de mi consciencia, sabía que responder el teléfono era importante. No podía recordar por qué; besar a Peter había hecho que cualquier miedo se evaporara. Me aparté de él, volteando mi cara para que no se dé cuenta de lo había provocado un beso de él en mí. Internamente estaba gritando de alegría.

-¿Aló? – respondí
-¡Amiga! – dijo Cande - ¿Dónde estás?
-¿Dónde estás tú?¿Aún estás con Pablo y Jaime?
-Estoy en el colegio, entramos sin permiso. Queremos jugar a las escondidas pero no tenemos suficiente personas para dos equipos. ¿Así que conoces a una cuarta persona que quisiera jugar con nosotros? – una voz murmuró en el fondo – Pablo quiere que te diga que si no vienes…espera, ¿qué? – dijo Cande
-¿Lali? – era Pablo – ven a jugar con nosotros. De otro modo, hay un árbol en el patio con el nombre de Cande grabado en él

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

-¿Aló? – grité - ¿Pablo? ¿Cande? ¿Están ahí?

Pero, la conexión se había ido.

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