lunes, 24 de septiembre de 2012

Heaven: Capítulo I

Hasta la muerte

La Capilla San Marcos era de color azul, construida después de la Guerra Civil. Aquel lugar representaba un montón para Peter y su familia, él había estudiado ahí la biblia cuando era pequeño y siempre ayudaba en las Navidades, hasta que le empezó a dar un poco de vergüenza. El padre Mel conocía a uno de los Lanzani.

Nuestros pasos resonaron cuando ingresamos a la capilla, la brillante luz la iluminaba completamente. Peter y yo nos detuvimos en la entrada, para poder insertar nuestros dedos en el agua bendita. El padre Mel apareció al instante y no se vio sorprendido al vernos. Abrazó cálidamente a Peter y luego acarició mis manos como si fuéramos antiguos conocidos. 

-Los he estado esperando – dijo

El padre Mel nos llevó hacia el frente de la Iglesia donde ambos nos arrodillamos frente al altar. Miró nuestros rostros, observando la confirmación de nuestra sinceridad. 

-El matrimonio es un compromiso serio – dijo – Ambos son muy chicos. ¿Han pensado cuidadosamente sobre lo que están a punto de hacer?
-Sí, padre, lo hemos hecho – dijo Peter - ¿Nos ayudará?
-Mmm. ¿Qué dice su familia acerca de esto? Seguramente quieren estar presentes en un momento como este – me miró a los ojos
-Es nuestra decisión – dijo Peter – Me gustaría que ellos estuvieran aquí…pero no lo entenderían – el padre asintió como si entendiera el significado de sus palabras
-Este no es un simple romance de adolescentes – interrumpí – No tiene idea por lo que hemos tenido que pasar para estar aquí. Por favor, no podemos pasar otro día sin pertenecer el uno al otro ante los ojos de Dios. Es el deseo de Dios – agregué – Él nos juntó por alguna razón. No queremos cuestionarlo, solo queremos confirmar lo que Él ha creado para nosotros

Eso lo convenció. El padre Mel juntó sus manos en un gesto de consentimiento.

-Muy bien entonces. No haré esperarlos más – llamó a alguien que parecía haber estado escondida todo el tiempo – Me he tomado la libertad de decirle a la Señorita Álvarez que sea la testigo

Volteamos nuestra cabeza para observar a una mujer que estaba rezando silenciosamente. Se puso de pie y se acercó, emocionada.

-¿Eres un Lanzani, verdad? – preguntó y Peter asintió – No te preocupes, todos estarán felices por ustedes
-¿Podemos empezar? – preguntó el padre Mel
-Un momento….. – dijo la señora 

Se disculpó y esperamos confundidos. Cuando regresó, me entregó un ramo de flores que había cogido del jardín.

-Gracias - sonreí
-De nada - brillaron sus ojos

La luz del cielo traspasaba la ventana e iluminaba a Peter en tonos dorados. No me importaba que estuviera en su uniforme, su presencia era de por sí, espléndida. Cuando lo miré, me di cuenta que algo en mí había cambiado. No estaba llena de la usual emoción que sentía, un amor tan intenso que a veces sentía mi cuerpo no podía contener y en cualquier momento explotaría. En lugar de eso, me sentía completamente en paz, como si mi universo se estaba comopletando. Aunque conocía el rostro de Peter como la palma de mi mano, cada vez que lo miraba, era como verlo por primera vez. Había tanta profundización y complejidad en su rostro: su sonrisa curvada, sus mejillas sonrosadas y sus ojos tan verdes. Su cabello brillaba con la luz y su uniforme del colegio parecía estar para la ocasión. Peter se ajustó la corbata y no pude decir si estaba o no nervioso.

-Debo verme lo mejor que puedo hoy día - dijo y me guiñó el ojo

El padre Mel estiró sus manos y sostuvo las nuestras suavemente.

-Han venido aquí a esta Iglesia para que Dios pueda consagrar y unir su amor a través del santo matrimonio. Ambos deberán asumir los deberes del matrimonio con respeto mutuo y fidelidad. Y, en presencia de la Iglesia, les pregunto sobre sus intenciones. ¿Se amarán y honrarán como esposos por el resto de sus vidas?

Peter y yo alzamos la mirada como si de pronto nos diéramos cuenta de la santidad de la ocasión. Sin embargo no dudamos, y respondimos al unísono mientras nuestras almas se unían.

-Lo haremos

-Unen sus manos derechas y declaren su consentimiento ante Dios y Su Iglesia. Peter, repite después de mí
Peter enunció cuidadosamente cada palabra, como si pesara tanto que no podía apurarse. Su voz era como la música, me sentía volando. Sus ojos no me dejaron de mirar mientras recitaba.

-Yo, Juan Pedro Lanzani, te tomo a ti, Mariana Esposito, como mi esposa, para estar y sostenernos, desde este día hacia adelante, en las buenas, en las malas, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad y la salud, hasta que la muerte nos separe

Luego, fue mi turno. Debo de haber estado nerviosa porque escuché mi voz temblar mientras repetía las mismas palabras. Mientras hablaba, no pude evitar soltar un par de lágrimas. Pero nunca entendí hasta ese momento, qué significa llorar de alegría. Sentí la caricia de los dedos de Peter en mi mano y por un momento me perdí en sus ojos. 

-Es momento de los anillos - dijo el padre, trayéndome de vuelta - lo que se darán uno al otro como símbolo de su amor y fidelidad

Peter tomó mi mano y deslizó el anillo de su abuela en mi dedo. Yo me quité otro anillo que tenía y se lo intenté deslizar en su dedo. Por supuesto que era muy pequeño y sólo pude deslizarlo en su dedo pequeño. Peter y yo nos congelamos, pensando que habíamos arruinados todo. Pero ambos nos relajamos de nuevo cuando la señora Álvarez comenzó a reir, cubriéndose su boca. 

-Que su unión encuentre la aceptación en los ojos de Dios - concluyó el padre Mel - Que tengan paz y armonía en sus vidas. Ahora los pronuncio marido y mujer

Y eso fue todo. La ceremonía había terminado y estábamos casados. Toda mi vida me había sentido como alguien que miraba todo desde afuera, observando un mundo del que nunca podía formar parte. En el reino yo existía, pero nunca viví. El haber conocido a Peter había cambiado eso. Él me había dejado entrar en su vida, me había amado y me había cuidado. Nunca le había importado que fuese diferente y había comprado todo mi mundo sólo con su presencia. Aún teníamos cosas que resolver, cosas que vendrían, pero mi alma ahora estaba atada a la suya y nada, ni el Cielo ni el Infierno, nos separaría. 

Nos olvidamos de esperar para la directiva formal del padre, y nos besamos. Había algo completamente diferente sobre la naturaleza de nuestro encuentro. Esta vez, se sentía sagrado. Mis alas empezaron a temblar debajo de mi blusa al igual que cada parte de mi cuerpo, lanzando una luz cálida. Luego, la luz de mi piel explotó, encerrándonos a mí y a Peter en una prisma de luz. El padre y la señora jadearon ante la sorpresa, pero un segundo después, la luz se esfumó y el sol se tornó en una nube.

La señora Álvarez estaba tan emocionada que nos empezó a felicitar y nos besó vigorosamente como si fuéramos sus parientes. Se detuvo cuando el padre nos dirigió hacia el latar para firmar la licencia. Recién había soltado el lapicero cuando las puertas de la capilla se abrieron con un sonido estridente. 

La figura de un adolescente apareció. Utilizaba una cuerda negra y alas negras. Se encorvó formalmente sin quitar los ojos del padre Mel, y se acercó hacia el altar. Yo sabía qué era: un Siniestro Segador, entrando por el Ángel de la Muerte. La señora empezó a gritar, asustada, escondiéndose detrás del altar.

Segador

Empujé a Peter hacia el suelo y al mismo tiempo mis alas se abrieron, protegiéndolo; un Segador no podía clamar su alma mientras su guardián estuviera observándolo. Pero pronto descubrí que no era Peter a quién el Segador tenía en mente. Su mirada estaba fija en el padre y su dedo acusador lo estaba apuntando. 

-Yo solo quise ayudar - dijo el padre, retrociendo hacia el altar - Yo solo quise ayudar - repitió
-Tu intención es irrelevante - dijo fríamente el Segador
-Fui llamado por Dios y respondí - dijo el padre
-¿Sabes lo que ella es? - preguntó el Segador - Ella no es humana

El padre Mel no se vio sorprendido. Todo este tiempo él había sabido que yo era diferente, aunque nunca me hbaía cuestionado o me había tratado como una extraña. 

-Dios trabaja en formas misteriosas
-Sin duda - dijo el Segador, inclinando su cabeza

Observé sin hacer nada, mientras el Segador alzaba una mano e inmediatamente el padre se dobló con dolor, colocando sus manos en su corazón. Él jadeó en busca de aire, mientras caía al suelo.

-!Déjalo en paz! - gritó Peter, intentando apartarse de mi agarre
-Mi trabajo no es contigo - dijo el Segador, mirándolo

Luego, se acercó hacia el padre.

-Lali, déjame ir - suplicó Peter - !El padre Mel necesita ayuda!
-No podemos ayudarlo ahora
-¿Qué pasa contigo? - imploró, mirándome con una expresión extraña
-No puedes pelear con un Segador - susurré - Él está actuando bajo instrucción. Si te interpones en su camino, él te llevará. No me hagas viuda a minutos de haberme convertido en tu esposa

Eso pareció tranquilizarlo. Peter dejó de implorar y pude ver a través de sus ojos, la angustia que recorría su cuerpo, al no poder hacer nada para salvar al padre que había conocido toda su vida. 

El cuerpo del padre empezó a temblar anes de quedarse quieto. El Segador se colocó a la altura de su cabeza y sabía lo que estaba esperando. Una sombra emergió de la boca del padre, una réplica de él. 

-Sígueme - le instruyó el Segador

El alma del padre se vio perdida por un instante, buscando una dirección, y luego se enderezó. Juntos, el Segador y el alma mortal empezaron a ascender.

-¿A dónde te lo estás llevando? - demandé
-Sus motivos fueron puros, así que su lugar en el Cielo se mantiene intacto - dijo el Segador - Pero sus días en la Tierra han terminado

5 comentarios:

  1. :O pobre padre

    igual que bueno que no haya le haya pasado nada a lali ni a peter



    Sandra.

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  2. bueno al menos se fue para el cielo el curita :)
    los anillos peter te falto el tuyo

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  3. Wow!!! Me encanta la historia y la lógica que plante en todo momento sobre le funcionamiento de las cosas! Más!

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  4. wooow que cuatico pobre padre =/
    sube mas

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