martes, 18 de diciembre de 2012

Ángeles Caídos #2: Capítulo 10 (Parte 1)

Una hora después, me arreglé y comí un aperitivo. Ahora que estaba sola, sentía mucho miedo, hace una hora me había llegado un mensaje de texto con una advertencia: QUÉDATE ESTA NOCHE EN CASA. Intenté decirme a mí misma que era alguien bromeando o tal vez Benjamín preocupándose por mi seguridad, aunque lo dudaba. Olvídate del tema, me dije a mí misma, y juro que intenté hacerlo.

Vi un rato de televisión y cuando ya no había nada más que ver, subí a mi habitación. El ojo derecho estaba que dolía profundamente, la luz de la habitación molestaba. Así que coloqué un par de hielos en la zona antes de echarme una crema para bajar la hinchazón. También decidí tomar dos pastillas para el dolor, sólo por si no pasaba. Me eché en la cama y me quedé dormida.

Me desperté ante el sonido de un auto estacionándose. Abrí mis ojos y mi visión se nubló por un segundo, cuando se estabilizó, empecé a ver todo en blanco y negro, como en mi sueño sobre Inglaterra. 

Abajo, la puerta principal se abrió con un leve sonido. No esperaba a mamá, lo que significaba que era otra persona. Alguien que no pertenecía aquí. Miré alrededor de la habitación, buscando algo que pudiese usar como arma….sólo estaba mi lámpara. Segundos después, pasos se escucharon en las escaleras, el intruso no se detuvo, sabía exactamente hacia dónde quería ir. Saliendo silenciosamente de la cama, y saqué mis medias del suelo. Las estreché entre mis manos y presioné mi espalda contra la pared, atrás de la puerta de mi habitación, sintiendo el sudor recorrer mi cuerpo. Estaba tan silencioso que podía escuchar mi respiración.

Él entró, y yo envolví las medias alrededor de su cuerpo, apretando con toda mi fuerza. Hubo un momento de lucha antes de que mi cuerpo se vaya para adelante y me encuentre cara a cara con Peter. Él miró las medias y luego a mí. 

-¿Quieres explicar?
-¿Qué estás haciendo aquí? – demandé - ¿Tú me mandaste el mensaje? ¿El que decía que me quede aquí? ¿Desde cuándo tienes un número privado?

-Tuve que sacar una nueva línea. Algo más seguro.

No lo quería saber. ¿Qué clase de persona necesitaba todo este secreto? ¿De quién tenía miedo Peter? ¿Los arcángeles?

-¿En algún momento se te ocurrió tocar? – dije – Pensé que eras alguien más.
-¿Esperabas a alguien más?
-¡De hecho, sí! – un psicópata que andaba mandándome mensajes.
-Son más de las tres – dijo Peter – A quién sea que estés esperando, no puede ser tan excitante, porque te quedaste dormida – sonrió – Aún estás durmiendo.

Parpadeé. ¿Aún durmiendo? ¿De qué estaba hablando? Espera. Claro. Eso explicaba por qué todo el color se había ido, y por qué aún estaba viendo en blanco y negro. Peter no estaba en mi habitación, estaba en mi sueño. Pero, ¿por qué estaba soñando sobre él, o es que realmente él sabía que estaba aquí? ¿Estábamos compartiendo el sueño?

-Para tu información, me quedé dormida esperando a….Benjamín – no tenía idea de por qué lo dije. 
-Benjamín – repitió.
-No empieces. Vi a Paula entrar a tu camioneta.
-Ella necesitaba que alguien la movilice.
-¿Qué clase de movilización? – dije, colocando mis manos en la cadera y pensando en términos sexuales.
-No esa clase de movilización – dijo, lentamente.
-¡En serio! ¿De qué color era su trusa?

No respondió, pero la mirada en sus ojos me dijo que se estaba guardando la respuesta. Fui hacia la cama, cogí una almohada y se la lancé. Él se hizo a un lado, y cayó contra la pared.

-Me mentiste – dije – Me dijiste que no pasaba nada entre los dos, pero cuando dos personas no tienen nada, no comparten prendas, y no se meten dentro del carro de la otra persona, ¡y menos, en vestimentas que pasan desapercibidas! – me alejé apenas. 
-¿Compartir prendas?
-¡Estaba usando tu gorra!
-Estaba teniendo un mal día con su cabello.
-¿Eso fue lo que te dijo? ¿Y caíste?
-Ella no es tan mala como tú crees.

No, imposible. Él no podía haber dicho eso. 

-¿No tan mala? – dije, apuntando mi ojo - ¿Ves esto? ¡Ella me lo hizo! ¿Qué estás haciendo aquí? – demandé de nuevo, completamente enojada.

Peter se inclinó contra la pared, y cruzó sus brazos.

-Vine a ver cómo estabas.
-De nuevo, tengo un ojo negro, gracias por preguntar.
-¿Necesitas hielo?
-¡Necesito que te vayas de mi sueño! – cogí otra almohada de la cama y se lancé violentamente. Esta vez, la atrapó.
-El Bolso del Diablo, ojo negro. Viene con el territorio – me lanzó la almohada.
-¿Estás defendiendo a Paula?

Sacudió su cabeza.

-No lo necesito hacer. Ella se las arregló por sí misma.  Tú, por el otro lado…

Apunté hacia la puerta.

-Fuera.

Cuando no se movió, llena de enojo, recogí la almohada y se la lancé.

-Dije que fuera de mi sueño, mentiroso, traidor…

Quitó la almohada de mi agarre y me empujó contra la pared. Mientras buscaba la peor palabra para decirle, Peter me agarró del pantalón y me jaló hacia él. Sus ojos estaban oscuros, su respiración baja y profunda. Me quedé así, suspendida entre él y la pared, mi pulso empezando a acelerarse mientras me daba cuenta de su cuerpo y su olor masculino. Empecé a sentir que mi resistencia caía. 

De pronto, y sin sentir nada más que mi propio deseo, curvé mis dedos en su camisa y lo jalé contra mí. Se sentía tan bien tenerlo cerca de nuevo. Lo extrañaba tanto, pero no me había dado cuenta de ello hasta ahora. 

-No hagas que me arrepienta de esto – dije.
-No te has arrepentido de mí nunca – me besó y yo respondí tan hambrienta que pensé que mis labios se partirían.

Empujé mis dedos a través de sus dedos, acercándolo a mi cuerpo. Mi boca estaba sobre la de él, caótica, salvaje y llena de hambre. Todas las emociones complicadas y locas por las que había pasado desde que rompimos, se esfumaron, como si me hubiera insertado en la necesidad loca y compulsiva de necesitar estar con él. Sus manos estuvieron debajo de mi piyama, deslizándose por mi espalda para sostenerme contra él. Estaba atrapada entre la pared y su cuerpo, abriendo los botones de su camisa, mis nudillos acariciando sus músculos.

Quité su camisa, cerrando la puerta en mi cerebro, lo que me advertía que estaba cometiendo un gran error. No quería escucharme, con miedo a lo que encontraría al otro lado. Sabía que estaba estableciendo más dolor para mí misma, pero no podía resistirlo. En todo lo que podía pensar era que si Peter realmente estuviera en mi sueño, toda esta noche sería nuestro secreto. Los arcángeles no nos podían ver. Aquí, todas sus reglas se esfumaban como el humo. Podríamos hacer lo que quisiéramos, y ellos nunca se enterarían. Nadie.

Peter soltó sus manos de su camisa, soltándola a un lado. Deslicé mis manos a través de sus músculos que mandaron un escalofrío por mi cuerpo. Sabía que él no podía sentir físicamente, pero me dijo a mí misma que el amor lo estaba volviendo loco. Su amor por mí. No me permití pensar sobre su inhabilidad de no sentir mi toque, o cuánto de este pequeño encuentro significaba para él. Simplemente lo quería. Ahora.

Me alzó, y yo envolví mis piernas alrededor de su cintura. Vi su mirada hacia el ropero, luego hacia la cama, y mi corazón saltó con deseo. El pensamiento racional me había abandonado. Todo lo que sabía es que todo estaba pasando muy rápido, pero lo excitante de lo que estábamos por hacer, dejaba atrás la frialdad y el enojo destructivo que había sentido hace poco. Fue el último pensamiento que registré antes de que mi dedo tocara el lugar donde sus alas se conectaban a su espalda.

Antes de que pueda detenerlo, estaba dentro de su memoria.

***

Siento la demora, ayer se fue la luz en casa cuando estaba traduciendo/adaptando el capítulo.
Pero aquí se los traigo :)

1 comentario:

  1. Que ve ahora lali??? Que tiene en su mente peter??
    Me encanta más!!!

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