miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ángeles Caídos #2: Capítulo 2

Aquí va, el cap más largo de mi vida jaja. Disfruten...¿o no?


Los últimos segundos me lo había pasado acostada hacia abajo, abrazando la almohada sobre mi cabeza, tratando de evadir el pensamiento en mi cabeza; aquel que me decía que ya debía vestirme porque si no habrían consecuencias. Pero, ganó el sueño y él. Él tenía pelo marrón lacio y corto, y una sonrisa de asesino. Estaba sentado detrás de su moto y yo estaba sentada, mirando hacia adelante, nuestras rodillas se tocaban. Acurruqué mis dedos en su camisa y lo jalé para besarlo.

En mi sueño, Peter sentía cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional (cómo lo hace ahora), sino también en el real, cuando lo tocaba físicamente. En mi sueño, él llegaba a ser más humano que ángel, ya que en la vida real ellos no pueden sentir la sensación física, aquí él podía sentir la presión suave y sedosa de nuestros labios.

Peter pasó un dedo por la cadena de plata que llevaba en el cuello, su toque envió un escalofrío de placer a través de mi cuerpo.

-Te amo – murmuró.

Arrastré las yemas de mis dedos hasta su abdomen y me apoyé en él. Yo te amo más, dije rozando su boca mientras hablaba. Sólo que las palabras no salieron, se quedaron atrapadas en mi garganta. Peter esperó a que respondiera con una sonrisa vacilante.

-Te amo – lo intenté de nuevo, pero las palabras se quedaron atrapadas de nuevo.
-Te amo Lali – repitió Peter, ansioso.

Asentí desesperadamente con la cabeza, pero él ya se había dado la vuelta y se estaba alejando.

-¡Te amo! – grité tras él - ¡Te amo, te amo!

Pero era como si tuviera algo en mi garganta que no dejaba que saliesen las palabras. Peter fue escapando entre la multitud y con la noche rodeándonos, casi ni podía distinguir su camisa entre la gente. Corrí, buscándolo, pero cuando cogí su brazo, era otra persona. Una niña.

-Yo amo a Peter – me dijo, sonriendo a través de un chocante lápiz labial rojo – Yo no tengo miedo de decírselo.
-¡Se lo dije! – chillé - ¡Anoche se lo dije!

Pasé junto a ella, mis ojos explorando entre la multitud hasta que llegué a ver la marca de gorra de Peter. Me empujé frenéticamente hacia él y extendí mi mano para coger la suya. Se dio la vuelta, pero él había cambiado….a la misma bella chica.

-Eres muy lenta – dijo – Amo ahora a Peter.

Mis ojos se abrieron de golpe. Me acosté en la cama un momento más, tratando de convencerme que aquello no era más que un mal sueño. El despertador anunció que quedaban sólo veinte minutos para que sean las 8…..¡El curso de verano! ¡Me había quedado dormida!

Me alisté lo más rápido que pude, poniéndome lo primero que encontré en el armario. Me peleé por unos segundos con el peine y finalmente decidí que mi pelo estaría rebelde el día de hoy. Había quedado en que Peter pasaría a recogerme, pero dado que no contestaba el teléfono y se estaba rehusando a hablar conmigo, mi única opción era ir por mi cuenta. Pero, lo que no me había acordado es que mamá había vendido mi auto con la excusa de necesitar dinero para arreglos de la casa. Genial.

Me tuve que parar en una de las esquinas de mi calle y utilizar mi mano para pedir un aventón. Un Toyota de estacionó en la acera, y la ventana del pasajero se bajó de manera automática. Paula Recca.

-¿Problemas con el auto? – preguntó - ¿Necesitas que te lleve? – agregó, impaciente, cuando no respondí.

No podía creer, que dentro de todos los autos que pasaban, Paula tendría que ser la que se detuviera. ¿Quería ir con ella? No. ¿Aún estaba enojada por lo que había dicho de mi papá? Sí. ¿Estaría dispuesta a perdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera encantado que ella siga conduciendo, pero no podía llegar tarde a clase ni mucho menos faltar….el profesor era conocido por ser exigente en ese aspecto.

-Gracias – acepté a regañadientes – Voy hacia el colegio.
-¿Supongo que tu amiga la anoréxica no podía darte un aventón?

Me quedé inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Hace mucho que Cande y yo nos habíamos cansado de explicarle a todo el mundo que flaca no era lo mismo que anoréxica, pero eso no significaba que toleraba la ignorancia. Además, hubiera estado encantada de decirle a Cande que me dé un aventón, pero ella tenía ahora una reunión importante con un grupo de estudio.

-Pensándolo mejor, voy a caminar – dije, cerrando la puerta del auto de Paula.
-¿Te ofendió que le dijera anoréxica? Porque es la verdad. ¿Qué pasa contigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu papá, ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?
-Si la concesionaria Toyota hubiera sido de mi papá, creo que estaría lo suficientemente preocupada por el medio ambiente como para pedir un híbrido.
-Bueno, tu padre no posee el concesionario.
-Correcto. Mi padre está muerto – alzó un hombro.
-Tú lo has dicho, no yo.
-A partir de ahora, creo que es mejor si nos quedamos lejos de la otra – dije.
-Bien.
-De acuerdo.
-Sólo estaba tratando de ser amable, y mira en dónde quedamos – dijo, en voz baja.
-¿Amable? Llamaste a Cande anoréxica.
-También te ofrecí llevarte.

Aceleró el auto y los neumáticos mancharon de polvo el camino que flotaba en mi dirección. Ya tenía una razón más para odiar a Paula.

Estaba caminando rápido por el colegio, casi medio corriendo por el pasillo hacia el salón de química, cuando sonó mi celular.

-¿Mamá? – contesté - ¿Te puedo llamar…?
-¡Seguro que no adivinas a quién me encontré ayer por la noche! Lucía de Amadeo. ¿La recuerdas? La mamá de Benjamín.

Miré el reloj de mi celular, me quedaban dos minutos antes de que suene la campana.

-¿Mamá? El curso está por comenzar. ¿Te puedo llamar a la hora del almuerzo?
-Tú y Benjamín fueron tan buenos amigos.
-Cuando teníamos cinco años – dije - ¿Él siempre mojaba los pantalones, verdad?
-Tomé unas copas con Lucía ayer. Ella acaba de divorciarse, y ella y Benjamín están regresando a vivir aquí.
-Eso es genial. Yo te llamo…
-Los invité a cenar esta noche.
-Esta noche no es buena, mamá. Peter y yo… - empecé, mirando locamente el reloj, a punto de dar la hora.
-¡No seas tonta! – me interrumpió – Benja es uno de tus amigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes que a Peter.
-Benjamín solía obligarme a comer cochinadas – dije.
-¿Y tú nunca lo obligaste a jugar con las Barbies?
-¡Completamente diferente!
-Esta noche, siete en punto – dijo mamá, sin desear argumento.

Me apuré para entrar a química, y me deslicé sobre una banca de metal detrás de una mesa de laboratorio, justo en la primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yo estaba cruzando los dedos para que tocara alguien que tenga un excelente conocimiento de química, ya que él mío era fácil de superar.

Paula Recca entró al salón usando tacones, jeans y un top de seda. Quise asesinarla cuando se sentó en la banca de mi lado.

-¿Qué pasó con tu pelo? – preguntó - ¿Te quedaste sin gel o sin paciencia? – una sonrisa curvó uno de los lados de su boca - ¿O es porque había que correr cuatro kilómetros para llegar aquí a tiempo?
-¿Qué pasó con mantenerse al margen de la otra? – le lancé una mirada.
-Necesito algo de ti.

Exhalé en silencio y estabilicé mi presión sanguínea. Era de esperarse.

-Ésta es la cosa, Paula – dije – Las dos sabemos que esta clase va a ser muy difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia es mi peor curso. La única razón por la que estoy haciendo el curso de verano es porque escuché que es más fácil llevarlo ahora. Tú no me quieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener un promedio alto.
-¿Parece que me estoy sentando a tu lado para recuperar mi promedio? – dijo, con un impaciente jalón de la muñeca – Te necesito para otra cosa. La semana pasada conseguí un trabajo.

¿Paula? ¿Un trabajo? Ella sonrió.

-En la oficina escolar. Uno de los vendedores de mi papá está casado con la secretaria de la oficina principal.
-De vez en cuando cae un archivo abierto y no puedo dejar de ver las cosas – agregó – Por ejemplo, sé que aún no se sabe nada sobre la muerte de tu papá. Has estado con la psicóloga del colegio. De hecho, ya sé todo acerca de todo el mundo. Excepto de Peter. La semana pasada me di cuenta que su archivo está vacío. Quiero saber porqué. Quiero saber lo que esconde.
-¿Por qué te importa?
-Él estuvo en mi casa anoche, mirando a la ventana de mi habitación.

Parpadeé, estupefacta. 

-¿Peter estaba en tu casa?
-A menos que conozcas a otro chico que conduzca una camioneta Commander, vestido de negro y que esté muy guapo… - fruncí el ceño.
-¿Dijo algo?
-Me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería estar pensando en una orden de alejamiento? ¿Este comportamiento es típico en él?

No le hice caso, estaba demasiado absorta con toda esta información. ¿Peter? ¿En casa de Paula? Tuvo que haber sido después de salir de mi casa. Después que le dijera: “Te amo”, y él se escapara.

-No hay problema – dijo Paula – Hay otras maneras de obtener información, como la administración. Supongo que ellos pueden terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero por mi propia seguridad…

No estaba preocupada porque Paula fuera a la administración, Peter podía manejar eso. Más bien me preocupaba lo de anoche. Peter había salido de pronto, diciendo que había algo que tenía que hacer pero no podía creer que fuera estar en la casa de Paula. Era mucho más fácil aceptar que se había escapado de lo que le había dicho.

-O la policía – agregó Paula, tocando sus labios con la punta del dedo – Un archivo de escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Peter al colegio? Te ves molesta, Lali. ¿Estoy chusmeando en algo? – una sonrisa de placer cubrió su rostro - ¿No? Hay más en la historia.

Coloqué mis ojos fríos ene lla.

-Para alguien que ha dejado claro que su vida es superior a la de cualquier estudiante en este colegio, segura que lo convertiste en un hábito eso de meter la nariz en nuestras vidas aburridas y sin valor – Paula dejó de sonreír.
-Yo no tendría que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.
-¿Tu camino? Este no es tu colegio.
-No me hables así – dijo Paula - De hecho, no me hables en absoluto.
-No hay problema – dije, levantando mis palmas.
-Y mientras estás en eso, muévete.
-Yo estaba aquí primero.
-No es mi problema – dijo Paula, alzando las palmas.
-Yo no me muevo.
-No estaré sentada a tu lado.
-Estoy feliz de oírlo.
-Muévete – demandó Paula.
-No.

La campana sonó, y cuando el sonido estridente murió, Paula y yo nos dimos cuenta que el salón estaba en silencio. Miramos alrededor, y me dolió al percatarme que todos los asientos en la sala estaban ocupados. El profesor se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando una hoja de papel.

-Estoy sosteniendo un plano de este salón en blanco – dijo – Cada uno de los rectángulos corresponde a un escritorio. Escriban su nombre en el rectángulo y pásenlo – dio una palmada en la tabla delante de mí – Espero que les guste sus compañeros – agregó – Estarán ocho semanas con ellos.

*** 

Al mediodía, cuando terminó la clase, tomé un paseo con Cande a nuestro lugar favorito para tomar un café. Sentí el sol quemar mi rostro al cruzar el estacionamiento y fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen con un signo de venta grabada en la ventana: 1,000 dólares.

-Estás babeando – dijo Cande.
-¿No tienes mil dólares que te pueda pedir prestado?
-No tengo ni cinco dólares que te pueda prestar.
-Necesito el dinero, necesito un trabajo – dije, suspirando.
-Sí, pero conseguir un trabajo significa que realmente tienes que trabajar. Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el verano trabajando y por un salario mínimo? Es posible que, no sé, sudes o algo.

Dentro del café, Cande y yo pedimos nuestros mokas helados y ensaladas con nuez, que ya estaban servidas sobre nuestra mesa.

-No sé tú, pero yo estoy lista para unas vacaciones – dijo Cande, colocando sus lentes de sol sobre su cabeza – Ocho semanas más de inglés. Esos son más días de los que quisiera pensar. Lo que necesitamos es una distracción, algo que quite nuestras mentes de la educación de calidad. Necesitamos ir de compras. Necesito zapatos, vestidos y una nueva fragancia.
-Acabas de comprar ropa nueva. Costó doscientos dólares. Tú mamá se volverá loca cuando llegue el estado cuenta.
-Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir uno, necesitas verte bien. Y no hace daño oler bien también.
-¿Tienes a alguien en mente?
-De hecho, sí.
-Sólo prométeme que no es Benjamín Amadeo.
-Benjamín, ¿quién? – sonreí.
-Ves, ahora estoy feliz.
-No sé nada acerca de ningún Benjamín, pero el chico que tengo en mente sucede que es ardiente. Más ardiente que Peter, ¡ardiente! Bueno, tal vez no tanto.

Abrí la boca, pero Cande fue más rápida.

-Eh. Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienes planes.
-Regresando a Benjamín….él solía vivir aquí cuando teníamos cinco años. Se orinaba mucho en los pantalones – agregué.

Los ojos de Cande se iluminaron.

-¿Benjita?
-Se está mudando de nuevo aquí. Mi mamá lo invitó a cenar esta noche.
-Ya veo por donde va esto – dijo Cande – Esto es lo que se llama un lindo reencuentro. Esto es cuando la vida de dos personas potencialmente románticas se cruzan. Seguro tú mamá quiere lo mismo.
-No, no lo quiere. Ella sabe que estoy con Peter.
-El hecho que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por eso. Tú mamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta ecuación de Lali más Peter es igual a amor, a Lali más Benjita es igual a amor. Y quién sabe, quizás Benjita es ahora: Benjita el Sexy.

Tenía a Peter, y estaba perfectamente feliz de que así sea.

-¿Podemos hablar de algo más urgente? – pregunté, pensando que era momento de cambiar de tema - ¿Cómo el hecho de que mi nueva compañera de laboratorio es Paula?
-¿Qué?
-Aparentemente está trabajando en la oficina principal y miró el expediente de Peter.
-¿Sigue vacío?
-Eso parece. Y ahora quiere que le diga todo lo que sé sobre él.
Cande se inclinó en la mesa. 

-¿Qué es lo que sabes?

Hubo un silencio. Yo no creía en los secretos entre mejores amigas, pero había secretos y verdades difíciles de creer. Tener un novio que es un ángel convertido en un ángel guardián es difícil de explicar.

-¿Estás ocultándome algo?
-Yo no.
-Sí lo haces

Hubo un silencio incómodo.

-Le dije a Peter que lo amaba.

Cande se tapó la boca.

-¿Qué dijo? – sólo la miré - ¿Tan malo fue?
-Háblame de ese chico con el que vas a salir. ¿Se trata de mirarlo de lejos o en realidad hablaste con él? – cambié de tema y Cande lo entendió.
-¿Hablé con él? Ayer compré con él una hamburguesa. Fue una de esas cosas como cita a ciegas, y resultó ser mejor de lo esperado. Pero, ya sabrías eso si contestaras mi llamadas en lugar de estar haciéndolo con tu novio.
-Lo siento, me siento como la peor amiga – dije, apenada – Bueno, cuéntame.

Cande sonrió.

-Su nombre es Rixon y es irlandés. Su acento me mata, es sexy al máximo.
-¿Rixon? ¡No te creo! ¡Me encanta Rixon!

No confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon era una excepción. Al igual que Peter, él no era perfecto, pero era buen amigo.

Le sonreí a Cande, apuntándola con el tenedor.

-No puedo creer que fuiste con él. Es el mejor amigo de Peter. Tú odias a Peter.
-El mejor amigo no quiere decir nada.
-Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el rato juntos durante todo el verano.
-De ninguna manera, no estoy interesada en salir con ese novio idiota que tienes. No me importa lo que me dijiste, sigo pensando que él tenía algo que ver con la misteriosa muerte de Jaime en el gimnasio.

Había tenido que inventarle una historia a Cande acerca de Jaime, algunas cosas eran ciertas, pero la mayoría eran puros relatos. Era difícil manejar esta verdad.

*** 

Cande y yo dimos vueltas hasta las seis y media antes de que me deje en casa. Mamá estaba comprando en el supermercado, así que aproveché para ducharme y empezar a cambiarme. Cuando ya estaba lista, alguien tocó la puerta principal. Encontré a Peter al otro lado, con sus manos en los bolsillos.

Normalmente lo habría recibido lanzándome a sus brazos, pero hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él se había escapado y encima se fue a la casa de Paula. Mi estado de ánimo se encontraba entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la esperanza de que mi silencio le diera a entender que algo andaba mal y que él debía corregirlo.

-Ey – dije – Olvidaste llamarme anoche. ¿A dónde fuiste?
-Por ahí. ¿Puedo entrar?
-Estoy contenta de escuchar que la casa de Paula está, ya sabes, por ahí.

Un gesto en sus ojos confirmó lo que no quería creer, que Paula había dicho la verdad.

-¿Te molestaría decirme qué está pasando? – dije - ¿Quieres decirme qué estabas haciendo anoche en su casa?
-Suenas celosa, ángel.
-Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo – respondí - ¿Quieres decirme qué estabas haciendo anoche en su casa?
-Arreglando unos negocios – alcé las cejas.
-No me había dado cuenta que tú y Paula tenían negocios.
-Los tenemos. Pero son sólo eso…negocios.
-¿Podrías explicarlo?
-¿Estás acusándome de algo?
-¿Debería?
-No.
-Si estar en su casa ayer por la noche era tan inocente, ¿por qué tantas dificultades para explicar lo que estabas haciendo ahí?
-No estoy teniendo ninguna dificultad – dijo, midiendo cada palabra – No te lo estoy diciendo porque lo que estaba haciendo en su casa no tiene nada que ver con nosotros.

¿Cómo podía pensar aquello? Paula fue la única que tuvo todas las oportunidades para atacarme y menospreciarme. ¿No podía ver que estaba aterrada de que Paula lo usara para hacerme daño? Sí sospechara que él estaba interesado en ella, ella haría de todo para robármelo. No podía soportar la idea de perder a Peter, pero me iba a matar si lo perdía por ella.

-No vuelvas hasta que estés listo para decirme lo que estabas haciendo en su casa.

Impaciente, Peter entró a la casa y cerró la puerta detrás de él.

-No he venido aquí para discutir. Quiero que Paula se entere que se ha metido en unos problemas esta tarde.
-¿Qué? – dije, con frialdad.
-Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzar a un Nephil a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en “Los Juegos de Bo”. El Nephil tenía 16 años por lo que no tenía fuerza, sólo se divirtieron tratando. Aquí entra Paula. Ella había bebido demasiado e ingresó al baño equivocado. El ángel caído que estaba cuidando sacó un cuchillo en frente de ella. Estuvo en el hospital, pero salió pronto. Un herida sin gravedad.

Mi pulso se aceleró, sabía que estaba molesta porque habían apuñalado a Paula. Crucé los brazos.

-Paula tal vez estaba borracha – continuó Peter – pero hay posibilidad de que recuerde lo que vio. Obviamente tú sabes que los ángeles y los Nephil tratan de mantenerse bajo el radar, y alguien como Paula con una gran bocota, puede amenazar ese secreto. Conozco a los ángeles caídos involucrados – su mandíbula se tensó – ellos harían cualquier cosa por mantener callada a Paula.

Sentí miedo por ella, pero lo alejé. ¿Desde cuándo a Peter le preocupaba lo que le pasaba a Paula? ¿Desde cuándo se preocupaba más por ella que por mí?

-Trato de sentirme mal – dije – Pero suena como si estuvieras más preocupado por ella que por nosotros – abrí la puerta – Tal vez deberías ir a ver a Paula, ver si su herida está sanando.

Peter quitó mi mano de la puerta y la cerró con su pie.

-Cosas más grandes que tú, Paula o yo, están sucediendo – dudó, como si tuviera algo más qué decir.
-¿Tú, yo o Paula? ¿Desde cuándo pones a los tres en la misma oración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti? – espeté.

Puso sus manos detrás de su cuello, como si pensara que hubiese sido mejor escoger otro tipo de palabras.

-¡Sólo dime lo que estás pensando! – dije - ¡Suéltalo! ¡Si es tan malo como para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo que piensas!

Peter miró alrededor.

-¿Escúpelo? – dijo, su tono incrédulo y sombrío - ¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te calmas, podría decirlo. Ahora te pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo que digo.
-Tengo el derecho de estar enojada – dije, entrecerrando los ojos – No me dirás qué estabas haciendo anoche en la casa de Paula. Hace dos meses –empecé – Cande, mi mamá, todos, me advirtieron que tú eras una clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellas dijeron que era otra estúpida chica que sedujiste. Dijeron que en el momento en que me enamorara de ti, te irías – tragué con dificultad – Necesito saber que no estaban en lo cierto.

Peter agitó su cabeza con incredulidad.

-¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo el presentimiento de que no me creerías, sin importar lo que diga – dijo, mirándome.
-¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo? – necesitaba saberlo - ¿Me amas?
-No puedo responder eso – dijo, hablando en mis pensamientos – Voy a dejar esto para mañana. Que duermas bien – agregó, secamente, dirigiéndose hacia la puerta.
-Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?

Se detuvo. Otra sacudida de su cabeza, incrédulo.

-¿Fingiendo?
-Cuando te toco, ¿sientes algo? ¿Hasta dónde llega el deseo de ir? ¿Sientes algo que se acerque a lo que yo siento por ti? – me miró en silencio.
-Lali… - empezó.
-Quiero una respuesta.
-Emocionalmente, sí.
-Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en una relación cuando no tengo idea de lo mucho que aún significa para ti? No quiero que me beses porque tienes que hacerlo. No quiero que pretendas darle significado a algo cuando no deja ser sólo un acto.
-¿Sólo un acto? ¿Estás escuchando lo que dices? – rió - ¿Terminaste?
-¿Crees que esto es divertido? – dije, llena de ira.
-Todo lo contrario. Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente – dijo, en la puerta.
-¿Qué se supone que significa eso?
-Significa que estás loca. Hoy estás imposible.
-¿Estoy loca?

Se acercó a mí, inclinando mi barbilla hacia arriba, plantando un beso áspero y rápido en mis labios.

-Yo debo estar más loco para seguirte el juego.

-Renunciaste a convertirte en un humano para mí, ¿y esto es lo que consigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Paula, pero no me dice porqué. Un novio que sale en busca del primer indicio de pelea. Eres un…¡imbécil!
-¿Imbécil? – habló con voz fría en mis pensamientos – Estoy tratando de seguir las reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dos sabemos que no se trata de Paula. Se trata de cómo me siento pot ti. Tengo que frenar. Estoy caminando en una línea peligrosa. Enamorarse es lo que me metió en problemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo como yo quiero. 
-Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por mí, si sabías que no ibas a estar conmigo? – cuestioné - ¿Qué puedes esperar de una relación conmigo? ¿Cuáles el punto de nosotros? – mi voz se quebró.
-Ángel. Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte – por primera vez vi un destello de preocupación en sus ojos – Pero ya caí una vez. Si les doy a los arcángeles un solo motivo para pensar que estoy remotamente enamorado de ti, me van a mandar al infierno. Para siempre. 

Su noticia me llegó como un golpe directo al estómago.

-¿Qué?
-Soy un ángel guardián, o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles no confían en mí. No tengo privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anoche para hablar, y alejé mis sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez Por la razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas estrictas. Están buscando cualquier excusa para deshacerse de mí. Estoy a prueba, y si me equivoco en esto, mi historia no tendrá un final feliz. 
-¿Qué pasará ahora? – pregunté, sintiendo la seriedad de sus palabras.

En vez de responder, puso una cara de frustración.

-¿No hay algo que pueda hacer? – pregunté.
-Trabajo en ello.

Hubo un silencio, hasta que finalmente volví a hablar.

-Quiero terminar – dije y Peter me miró fijamente, como si no creyese mis palabras.

Era lo mejor. Nuestros caminos eran muy distintos. Él seguiría siendo un ángel y yo tendría que continuar con mi vida humana. ¿Qué iba a pasar cuando me fuera a la Universidad? ¿Cuándo me fuera siguiendo un sueño a otro país? ¿Cuándo llegara el tiempo de casarme y tener hijos? ¿Realmente quería este camino sabiendo que tendría un final horrible? Por un momento pensé que dejaría ir mis sueños porque no significaban nada sin Peter. Pero, me di cuenta que ninguno de nosotros tenía el poder de renunciar a todo. Mi vida iba a continuar y yo no podía detenerlo. Tenía que hacer lo mejor por ambos y si los arcángeles estaban buscando una excusa para llevarlo a su muerte, yo no quería ser las cosas más fáciles para ellos.

-¿Esto es todo? ¿Quieres terminar? ¿Se supone que sólo debo tragarme tu decisión y marcharme?
-No puedes forzarme a que me quede en una relación que no quiero – dije, abrazándome a mí misma.
-¿Podemos hablar de esto?
-Si quieres hablar, dime por qué fuiste a casa de Paula.

Pero él tenía razón, esto no era acerca de ella. Era porque estaba asustada y enojada con el destino. Me di media vuelta para ver a Peter arrastrar sus manos por su cara.

-Si yo hubiera estado en casa de Rixon ayer por la noche, ¡podrías preguntar qué hacía ahí!
-No – dijo, su voz lentamente peligrosa – yo confío en ti.

Choqué las palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retroceda. Tenía miedo de perder mi entereza si no actuaba rápido.

-Vete – dije, las lágrimas haciendo que mi voz suene áspera – Tengo otras cosas que quiero hacer con mi vida. Cosas en las que no estás involucrado. Tengo el colegio y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda en algo que no estaba destinado a ser.

Peter se estremeció.

-¿Es eso lo que realmente quieres?
-Cuando bese a mi novio, quiero saber que él lo siente.

Tan pronto como lo dije, me arrepentí. No quería hacerle daño, sólo quería que este momento llegue lo más rápido posible antes de que mi confianza se desplome y comience a sollozar. Pero había ido demasiado lejos. Lo vi rígido, ambos respirando con dificultad.

Luego se dirigió afuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él. Me desplomé contra ésta. Las lágrimas ardían en el fondo de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Sentía demasiada frustración y enojo dentro de mí como para sentir otra cosa. Pero sabía que cuando me diera cuenta de todo lo que había pasado en los últimos minutos, sentiría mi corazón romperse.

2 comentarios:

  1. uuuuuuuuuuu que quilombo, no quiero que se peleen :( me muero si esta con paula LA ODIO

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  2. La entiendo pero no la entiendo, no quiere que termine con paula y le deja el camino libre, lo quiere pero sabe que no tiene un futuro como le gustaría juntos, entonces lo deja No!!! A pelearla che!!! Más me encanta!

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