sábado, 29 de diciembre de 2012

Ángeles Caídos #2: Capítulo 16 (Parte 1)

Después que Peter se fue, decidí ahora más que nunca que debía ir a su casa. Ahí estarían todas las pistas escondidas. Fue estúpida al decirle que sabía quién era la Mano Negra, había salido en un momento de debilidad. Mis ojos se llenaron de lágrimas y parpadeé con fuerza para apartarlas.

Encontré una linterna debajo de mi cama y la sostuve en mi mano. Estaba por salir de la habitación cuándo encontré el diario de Paula. Sentí un hueco quemar en mi consciencia. Con un suspiro, tomé el diario y salí. Caminé hacia la parada del bus y luego llegué hasta el barrio de Paula. Era mi deber devolverle el diario.

El auto de Paula estaba estacionado al frente de la casa de Paula, pero sabía que ella no estaba en casa. Seguramente Peter ya la había recogido para ir al cine con Cande y Rixon. Estaba caminando hacia la casa cuando la puerta se abrió. Paula llevaba su cartera en mano, llaves colgando, claramente lista para salir. Se congeló cuando me vio.

-¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó.

Abrí mi boca, tres segundos largos antes que pudiese decir algo.

-Yo…yo…no pensé que estarías en casa.

Entrecerró los ojos.

-Bueno, lo estoy.
-Pensé que tú y…Peter…. – el diario estaba en mis manos, en cualquier momento ella lo vería.
-Él canceló – espetó, como si no fuera de mi incumbencia.

Casi ni la escuché. En cualquier momento vería el diario. Como nunca antes, quería retroceder el tiempo, debí pensar en esto antes de venir. 

-¿Qué estás haciendo con mi diario?

Mis mejillas se sonrojaron al tiempo que ella caminaba hacia mí. Agarró el diario de un tirón y lo colocó contra su pecho.

-¿Tú…tú lo tomaste?
-Lo tomé la noche de tu fiesta – sacudí mi cabeza – Fue una cosa estúpida. Lo siento mucho…
-¿Lo leíste?
-No.
-Mentirosa – se burló – Lo leíste, ¿verdad? ¿Quién no lo haría? ¡Te odio! ¿Tu vida es tan aburrida que tienes que ir rebuscando en la mía? ¿Leíste todo o sólo las partes sobre ti?

Estaba por negar todo cuando me di cuenta de lo último que había dicho.

-¿Yo? ¿Qué has escrito sobre mí?
-¿Qué me importa? – dijo, cruzando sus brazos y mirándome – Ahora ya sabes la verdad. ¿Cómo se siente saber que tu mamá está metiéndose con los esposos de otras personas?

Me reí, incrédula.

-¿Disculpa?
-¿Realmente pensaste que tú mamá está fuera de la ciudad todas las noches? ¡Ja!
-De hecho, sí - ¿qué intentaba insinuar?
-¿Entonces cómo explicas por qué su auto se estaciona una cuadra más allá una noche por semana?
-Te has equivocado de persona – dije, sintiendo la ira llenar mi cuerpo.

¿Cómo se atrevía de acusar a mi madre de tener un amante? Y con su papá, de todas las personas. Así fuera el último hombre del planeta, mi mamá no estaría con él. Odiaba a Paula, y mi madre lo sabía. Ella no estaba durmiendo con el papá de Paula, nunca me haría eso, ni a mi papá. Nunca.

-Despierta Lali. Nuestros padres se conocieron en la secundaria. Tú mamá y mi papá. Estuvieron juntos.

Sacudí mi cabeza.

-Es mentira. Mi mamá nunca me ha dicho nada sobre tu papá.
-Porque ella no quiere que lo sepas. Porque ella aún está con él. Su pequeño sucio secreto.

Sacudí mi cabeza con más fuera, sintiéndome una muñeca rota.

-Tal vez mi mamá conoció a tu papá en la secundaria, pero eso fue hace mucho, antes que conociera a mi papá. Te has equivocado de persona. Viste el auto de alguien más. Cuando no está en casa, ella está fuera de la ciudad, trabajando.
-Los vi juntos, Lali. Era tu mamá, así que ni siquiera intentes poner excusas. Fui al colegio ese día y escribí en tu casillero con un mensaje para tu mamá. ¿No lo entiendes? Estaban durmiendo juntos. Todos estos años lo han hecho. Lo que significa que mi papá podría ser tu papá. Y tú podrías ser mi…hermana.

Envolví mis brazos a mi alrededor y me volteé, sintiéndome como si me fuera a enfermar. Las lágrimas se ahogaron en mi garganta, quemando la parte de atrás de mi nariz. Sin decir palabra, caminé por la acera. 

No fui donde Peter.

Debo de haber camino todo el regreso a mi casa, porque lo siguiente que recuerdo es que estaba sentada en una banca en frente de la biblioteca pública. Era una noche cálida, pero envolví mis rodillas contra mi pecho, mi cuerpo temblando. Mis pensamientos un cúmulo de teorías.

¿A dónde iría ahora? ¿A casa? Mi casa ya no se sentía como una. Ya no sentía segura. Me sentía en una caja de mentiras. Mis padres me habían vendido una historia de amor, cariño y familia. Pero si Paula me estaba diciendo la verdad, mi familia era un chiste. Una gran mentira que nunca había visto venir. 

Le timbré a Cande, mis lágrimas cayendo por mis mejillas.

-Hola, bebé. ¿Es importante? Estoy con Rixon…
-Me voy de casa – dije, sin importarme que mi voz sonara aguda por llorar - ¿Puedo quedarme en tu casa por un tiempo? Hasta que averigüe a dónde iré. Mi mamá llega a casa el Sábado, quiero estar lejos para ese entonces. ¿Puedo quedarme el resto de la semana contigo?
-Eh…¿puedo preguntar…?
-No.
-Está bien, claro. Puedes quedarte, no hay problema. Me dirás lo que sucede cuando estés lista.

Ahora mismo, Cande era la única persona en la que podía confiar. Ella nunca me mentía.

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