sábado, 1 de diciembre de 2012

Heaven: Epílogo

Amanecer

Era extraño estar de pie en las rejas de Byron una vez más. Parecía que no había pasado nada de tiempo, como si empezara de nuevo. Respiré el aire de la noche para tranquilizar mi corazón acelerado. Quería recordar este momento, sería el principio de todo. Pasé la reja y caminé hacia la entrada, aquel camino que había hecho tantas veces en mi forma angélica. Ahora estaba caminando como una humana bajo mí misma. La piedra se sentía fría debajo de mis pies y podía oler la primavera colgando en el aire. Era extraño cómo todo podía estar igual y diferente al mismo tiempo. Llegué al porche y desde en algún lugar de adentro de la casa, escuché a Rocco empezar a ladrar. Unos momentos después, escuché sus patas rasgar la puerta.

-Ey, chico - susurré y Rocco empezó a llorar.

Escuché pisadas en el pasillo.

-Rocco, regresa aquí. ¿Qué tienes?

Me quedé sin aliento. Conocía esa voz, suave y lenta. Esperé, paralizada con anticipación, sin poder hablar o moverme. Por un momento horrible, miedos irracionales llenaron mi cabeza. ¿Qué pasaba si había cambiado tanto que ya no me reconocería? ¿Realmente tiene derecho en aparecerme ahora, con la idea de que él me haya esperado? En mi cabeza, nuestra reunión estaría llena de pasión, no miedo. ¿Por qué estaba perdiendo la cabeza ahora?

-Vamos chicos, no hay nadie ahí – hubo una duda en la voz de Peter - ¿No me crees? De acuerdo, te mostraré.

La puerta se abrió y Peter y yo finalmente estuvimos cara a cara. Él estaba descalzo, vestido con pantalones sueltos y una camisa. Su cabello, caía suavemente en frente de sus ojos, los que estaban más brillantes que nunca. Su reacción no fue la que esperaba. Su boca se abrió y retrocedió como si yo fuera un fantasma.

-No eres real.

La manera en que sacudió su cabeza en desconocimiento, me dijo que su imaginación le debe de haber estado haciendo trucos por mucho tiempo. Me di cuenta lo lejos de un humano que me debía de ver.

-Peter, soy yo – dije, suavemente – He regresado.

Se quedó en silencio, su mano aún sosteniendo la puerta, temblando.

-No te creo.
-Soy humana – le dije – Me volví humana…por ti.
-Estoy soñando – murmuró, casi para sí mismo – No de nuevo.
-¡Mira! – me estiré y cogí su mano, enterrando mis uñas en su palma – Si no fuera real, ¿serías capaz de sentir esto?

Peter me miró con una expresión rota, llena de confusión, mezclada con esperanza.

-¿Cómo puede ser? – dijo - ¡Es imposible!
-Una vez me dijiste que un hombre enamorado puede hacer cosas extraordinarias  - dije – Bueno…una mujer también. Estoy aquí, soy real, y te amo más que nunca.

La expresión de Peter cambió mientras se estiró para agarrar mis hombros, sintiendo la firme carne debajo de su mano. Su agarre se hizo más fuerte y me jaló hacia él, en un abrazo desesperado. Nos chocamos uno contra el otro, con tanta intensidad, que pensé que podríamos formar una nueva entidad. Peter sostuvo mi rostro entre sus manos, y juntos, empezamos a balancearnos hacia adelante y hacia atrás, dejando besos esporádicos en el camino. Cuando finalmente me soltó, todo el mundo dio vueltas y recordé el dolor que estaba pasando por mi cuerpo. Me balanceé peligrosamente y sentí mi visión empezar a borrarse.

-Ey, ey – Peter me agarró - ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
-Estoy bien – no pude evitar sonreír – Estoy contigo.
-Vamos, entremos.

Tomé unos pocos pasos detrás de él antes de que Peter me cargue en sus brazos y golpee la puerta con el pie para cerrarla.

-Estás bien ahora – murmuró sobre mi cabello – Voy a cuidar de ti.

Me recostó en el sofá de la sala de estar.

-Nunca pensé que te volvería a ver – continuó Peter – Pensé que la única forma era… - su voz se detuvo.
-Shh – dije, acariciando su cabello – Sé en lo que estás pensando.
-No estaba seguro si funcionaría – su voz se volvió más dura – Vivir no significaba nada para mí una vez que te fuiste. Gastón y Rochi ayudaron; no creo que pudiese haberlo hecho sin ellos.
-¿Dónde están?
-Fueron a una misión…a Roma – dijo él – Gastón intentó por meses recuperarte.
-¿Lo hizo?
-Por supuesto. Intentó hablar con las autoridades, pero nada funcionaba. Creo que los estaba matando a los dos. Así que se fueron. Pero deben regresar pronto.

Sentí lágrimas en mis ojos, abrumada por la idea de ver de nuevo a mis hermanos.

-Pero, Lali… - Peter sonaba cauteloso – Tienes que decirme algo….¿cómo regresaste aquí? ¿Escapaste? – su cuerpo se tensó - ¿Están viniendo detrás de ti de nuevo? Necesito advertir a tus hermanos…

Cerré mi mano gentilmente sobre la suya, mientras él buscaba su celular.

-Nadie está viniendo detrás de mí. No esta vez. Estoy de regreso para bien.

Observé su rostro mientras me tomó en serio por primera vez. La duda en sus ojos se evaporó, reemplazada con la preocupación.

-¿Qué te pasó a ti? Parece que hubieras ido a la guerra.

Sentí el cansancio llenar mi cuerpo y me incliné pesadamente en sus brazos, sintiéndome demasiado inservible. Deseaba que él me viera radiante y saludable en lugar de una inválida que necesitaba una enfermera.

-Esto pasará. Sólo necesito tiempo para que la transición se complete.
-Podemos hablar de esto después – colocó una mano debajo de mis piernas y otra alrededor de mi cintura, alzándome con facilidad – Vamos a llevarte a que te laves para meterte a la cama.

Peter me cargó por las escaleras hacia mi antigua habitación, dónde él ahora dormía. Su mochila de gimnasia estaba detrás de la puerta y una pila de sus libros encima de la mesa blanca. Rocco nos siguió, decidido a resumir su antigua posición, enrollando en el sofá. Aunque no cerró sus ojos. Mantuvo una mirada vigilante, como si tuviese miedo de que fuera a desaparecer de nuevo.

-¿Duermes en mi habitación? – pregunté, feliz.
-Era la única forma en la que podía sentirte cerca – dijo – Espero que no te importe.

Sacudí mi cabeza. Amaba que él haya estado en mi habitación todo el tiempo en el que estuve fuera. Peter me colocó en la esquina de la cama.

-Volveré enseguida.

Lo escuché moverse en el baño y el sonido del agua correr. Vino un momento después con una pila de toallas limpias.

-Peter, necesito preguntarte algo. ¿Cuánto tiempo he estado afuera?
-Un buen tiempo….pero hablemos de eso más tarde, ¿sí?
-Necesito saber. Me está volviendo loca.

Él se arrodilló a mi lado y me ayudó a quitarme el vestido.

-Has estado ausente por dos años – dijo, suavemente.
-¡Dos años! Eso no puede estar bien.
-Lali, no importa ahora….
-No. No, no es posible.
-Lo siento – dijo – Casi tengo veintidós, me gradúo de la universidad el próximo año.
-Pero…me he perdido de tanto – perderme una hora de la vida de Peter era demasiado. Dos años se sentía toda una vida – Tienes que contarme todo.
-No hay mucho qué decir. Entré a la escuela de postgrado. Mi hermano tuvo un bebé. Soy tío ahora.
-Oh, Peter, estoy tan feliz por ti. Esto es lo que siempre has querido.
-Lali, no lo entiendes – dijo – Sólo estaba pasando sobre las emociones. Por dentro, no sentía nadam aunque sabía que debía.
-Pero ahora estoy en casa – dije.
-Sí – dijo, sonriendo – Eras la pieza que faltaba. Todo está completo ahora. Sabes que nunca tuvimos nuestra luna de miel. Creo que deberíamos de ir a París.
-De acuerdo – dije, soñando.

Peter rió.

-Tal vez después que tomes un baño.

***

Estaba sentada en un taburete en el baño, observando el espejo mientras Peter llenaba la bañera.

-¿Vuelo rudo? – preguntó, quitando los restos de alga de mi cabello.

Asentí. Todo mi cuerpo estaba magullado y cada músculo gritaba con dolor cuando me moví. Pero intenté que Peter no se diera cuenta de lo mucho que dolía.

-Estás con dolor, ¿verdad? – preguntó.
-El dolor es temporal – dije – Nada duele más que perderte.
-¿Qué te hicieron?
-Nada que no haya pedido.

Peter me miró, sospechoso.

-Voltéate – dijo – Déjame ver tu espalda.
-¿Por qué?
-Sabes por qué.

Me incliné apenas. Peter lentamente alzó la tela y gruñó. Sentí sus dedos trazar las delgadas cicatrices blancas detrás de mis omóplatos. Cuando habló, fue difícil perder el enojo en su voz.

-¿Qué es esto? ¿Quién te hizo esto?
-Nadie. Fue mi decisión.
-¿Dónde están tus alas?
-Se han ido.
-¿Qué quieres decir con eso? – su rostro se puso pálido - ¿Tomaron tus alas?
-Ellos no la tomaron; yo renuncié a ellas.
-¿Tú hiciste qué?
-Tuve que hacerlo.
-¿Cómo pudiste?
-Fue la decisión más fácil que tuve que hacer.
-¿Cómo sucedió tal….?
-No importa – lo interrumpí – Todo lo que importa es que estoy aquí.

Peter me miró por un largo momento.

-¿Estás diciendo qué…?
-Tan humana como tú.
-No te creo.
-Yo tampoco al principio. No estaba segura de si había podido regresar de una sola pieza. Pero alguien nos debe de haber estado vigilando.
-Me mata – dijo Peter, sintiéndose culpable – pensar que has tenido que renunciar a esto.
-No – dije – Aunque ahora eventualmente moriré, al menos habré sobrevivido. En el Cielo, podía tenía una vida eterna, pero estaba muerta por dentro. Tú me has traído a la vida. Es un regalo.

Peter se inclinó para besarme. Luego me ayudó a quitarme mis cosas mojadas y me sentó en la bañera. El agua caliente quemó al principio, trayendo lágrimas a mis ojos, pero un poco después, sentí la calidez llenarme, ayudándome a relajar mis huesos. Peter estaba muy entusiasmado cuidándome. Esparció el champú por mi cabeza, y empezó a quitar el agua salada de mi cabello. Me bañó gentilmente, de cabeza a pies, hasta que estuve completamente limpia. Después de eso, me senté en la cama, envuelta en una bata mientras Peter buscaba sus camisas talla extra grande y un pantalón suelto para poder ponerme. Cuando alcé mis brazos para que me ayude a vestirme, se detuvo por un momento, mirando mi torso.

-Bueno, eso es nuevo – dijo.
-¿Qué? – pregunté con alarma. ¿Había desarrollado alguna deformación horrible durante mi viaje?
-Parece que te ha crecido un ombligo…como el resto de nosotros.
-Vaya.

Miré hacia mi estómago y tenía razón. Dónde había habido piel suave, ahora había un pequeño ombligo. Peter solía usar la yema de su dedo para hacerle un círculo.
Subí a mi antigua cama, dejando que mi cabeza se hunda en la almohada. Mi cuerpo se relajó inmediatamente mientras las sábanas calientes me envolvían. Aunque estaba completamente exhausta, no podía cerrar los ojos.

-¿Tienes hambre? – preguntó. Pensé en ello y me di cuenta que lo estaba – Quédate aquí. Iré a cocinarte algo.

Me debo de haber dormido por un momento mientras él estuvo en la planta baja, pero me desperté ante el olor del café y tocino recién preparado. Me senté y miré hacia la bandeja que cuidadosamente colocó en mis piernas.

-¿Las famosas frituras Lanzani? – bromeé.
-Por supuesto. Cura todo. Y por favor toma nota, huevos revueltos esta vez, justo como a ti te gusta.

Tomé un poco de la comida servida. El gusto explotó en mi boca y sentí que me revivía.

-Está realmente bueno – dije - ¿Sólo vas a quedarte ahí y observarme mientras como?
-Nunca más voy a perderte de vista – dijo – Así que mejor anda acostumbrándote.

Y cumplió. Mientras comía, Peter estudiaba mi rostro.

-Hay algo más diferente en ti. No puedo descifrarlo.
-Hay un montón de cosas que han cambiado ahora.
-No, es tu piel – dijo – No brilla como solía hacerlo.
-Bien – dije – Las personas normales se supone que no brillan.
-Realmente eres humana.

A través de la ventana, podía ver el cielo ya empezando a cambiar. Sólo estaba la luna y el anochecer se estaba diluyendo, rota por destellos de amarillo.

-¿Puedes abrir la ventana, por favor? – pregunté.
-¿Estás segura? Te enfermarás.
-Quiero escuchar el océano.

Peter se puso de pie e hizo lo que le pedí. La briza llenó la habitación e hizo que las cortinas vuelen. Peter se sentó en la esquina de la cama, perdido en sus pensamientos.

-¿Estás enojado conmigo? – pregunté.
-Claro que no. Estoy en deuda contigo.
-¿En serio?
-Sí. Dijiste que encontrarías una forma y lo hiciste. Salvaste mi vida al regresar.
-Eso es lo que hacemos – le dije – Nos preocupamos uno por el otro.
-¿Crees que realmente se ha terminado? – preguntó – Tengo miedo de creer que sea cierto.
-Terminó – dije – Puedo sentirlo.

Peter se recostó a mi lado y su calidez se filtró en mi piel como la luz del sol. Juntos, esperamos a que amanezca. Cuando lo miré, me olvidé de mi cansancio. No me preocupé sobre cuánto tiempo me demoraría en recuperarme. Todo lo que sentía era una felicidad pura e infantil. Pero Peter estaba frunciendo el ceño. Una mirada de preocupación reemplazó sus rasgos perfectos.

-¿Qué sucede? – pregunté.

Soltó un respiro.

-¿Estás segura de saber a lo que has renunciado?
-Sí.
-¿Y no te arrepientes por nada?
-Ni por un segundo.
-No desearías poder tener a los dos: a mí y a la inmortalidad.
-Te escogería a ti una y mil veces más.

Peter tomó mi mano y sentí la suavidad de su anillo de bodas contra mi palma.

-No creo que lo entiendas – susurró, sus ojos verdes llenos de luz – Desde ahora en adelante, vas a sentir dolor, crecerás, y eventualmente, morirás como el resto de nosotros.

A pesar de la mirada de preocupación en su rostro, no pude evitar sonreír de oreja a oreja.

-Lo sé – dije – Suena como el cielo.


FIN DE LA SAGA

5 comentarios:

  1. y fueron felices por SIEMPRE o eso es lo q quiero creer, yo queria leer el reencuentro con sus hermanos y como hubiera sido un poquito de su vida al regreso de ella. 2 años son muchisimoooooo pero al menos terminaron juntos

    ResponderEliminar
  2. gracias por engancharme con esta saga y sacar de tu tiempo para traducirla y subirla :)

    ResponderEliminar
  3. Me encano, sin palabras! Gracias por tomarte el tiempo para que nosotras la podamos disfrutar!

    ResponderEliminar
  4. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw, que amorrrrr, asjduashdau final perfecto , gracias por adaptar esta hermosa saga y subirla :) un besooo
    @mikamilone

    ResponderEliminar
  5. Hermosa hermosisima noveee! La ame! Besos!!!
    ~belu

    ResponderEliminar