miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ángeles Caídos #2: Capítulo 14

Aprovechando el sol resplandeciente del día, Cande me llevó a la playa. Su insistencia en estrenar su bikini nuevo fue suficiente para convencerme. Nunca podías lidiar con una Cande insistiéndote con algo. Rixon se nos unió unos minutos después, y estuve agradecida cuando Cande me susurró al oído que podía aprovechar de conversar de Peter con él. No entendí hasta que ella anunció que iría a comprar un par de gaseosas para los tres.

-¿Cómo están las cosas? – preguntó Rixon.
-¿Con Peter o en general?
-Ambas.
-Han estado mejor. Estoy en la fase de superarlo. ¿Puedo hacerte una pregunta personal? Es sobre Peter, pero sólo si no te sientes incómodo respondiéndola. 
-Lanza.
-¿Él aún es mi ángel guardián? Hace un tiempo, después de une pelea, le dije que no quería que lo fuera. Pero no estoy segura de cómo estamos. ¿Él ya no es mi ángel guardián simplemente porque dije que no lo quería?
-Él aún está asignado a ti.
-¿Y por qué nunca está cerca?
-Terminaste con él, ¿recuerdas? Es incómodo para él. Eso y también porque me dijo que los arcángeles lo siguen a todas partes. Está intentando hacer las cosas profesionalmente.
-¿Así que aún me está protegiendo?
-Claro. Sólo que detrás de escena.
-¿Quién estuvo a cargo de emparejarlo conmigo? – Rixon se encogió de hombros.
-Los arcángeles.
-¿Hay alguna forma de decirle que me gustaría ser reasignada? No está funcionando muy bien. No desde que terminamos.
-Puedo decirte lo que sé, pero hay una buena oportunidad que la información sea actual. Ha sido un tiempo desde que estuve en el bucle. Irónicamente, ¿estás lista para esto? Tienes que hacer un juramento de sangre.
-¿Es broma?
-Cortas tu palma y sacudes un par de gotas de sangre en el suelo de la tierra. No puede ser alfombra o concreto, sino tierra. Luego haces el juramento, reconociendo al cielo que no tienes miedo de derramar tu propia sangre. Ahí entregas tu derecho de tener un ángel guardián y anuncias que aceptas tu destino, sin la ayuda del cielo. 
-¿Qué pasa si la persona que está detrás de mí es también mi ángel guardián? – pregunté, lentamente.
-¿Peter? – rió, dando entender que era imposible.
-Si él estuviera intentando hacerme daño, ¿alguien lo sabría? ¿Los arcángeles? ¿Los ángeles de la muerte? ¿Cualquier ángel de la muerte podría detener a Peter antes de que sea demasiado tarde?
-Si estás dudando de Peter, tienes al chico equivocado – su tono se enfrió – Lo conozco mucho mejor que tú. Él toma su trabajo de guardián con seriedad.

Rixon tenía razón, era ridículo. Él había entregado lo que más quería, un cuerpo humano, para salvar mi vida. No haría eso si me quisiera muerta. ¿Verdad?

-¿Es feliz con Paula? – pregunté, mis mejillas enrojeciéndose.
-Peter es lo más cercano a familia que he tenido, y lo amo como un hermano, pero él no es el correcto para ti. Lo sé, él lo sabe, y en lo profundo, creo que tú también lo sabes. Tal vez no quieres escuchar esto, pero él y Paula son parecidos. Están cortados de igual manera. Peter debe permitirse un poco de diversión. Y él puede….Paula no lo ama. Nada de lo que siente por él va a molestar a los arcángeles.

Nos sentamos en silencio, mientras luchaba con mis emociones. Yo había enojado a los arcángeles, en otras palabras. Mis sentimientos por Peter era lo que nos exponía. No era nada que él hubiese hecho o dicho, todo era mi culpa. De acuerdo a la explicación de Rixon, Peter nunca me había amado. No quería aceptarlo, quería que Peter se preocupara por mí tanto como yo por él. No quería pensar en mí como un entrenamiento, o algo para pasar el tiempo. 

Había una pregunta que desesperadamente quería preguntarle a Rixon. Si Peter y yo aún estábamos en buenos términos, le preguntaría, pero esa no era la situación. 

-¿Alguna vez has escuchado de la Mano Negra?

Rixon se tensó. Me estudió en silencio un momento antes de que su rostro se llenara de sorpresa.

-¿Es broma? No he escuchado ese nombre hace mucho. Pensé que a Peter ya no le gustaba que lo llamasen así. Entonces, ¿te contó?

Un leve frío llegó a mi corazón. Estaba por decirle a Rixon sobre el sobre con el anillo y la nota que la Mano Negra había asesinado a mi padre, pero me encontré a mí misma buscando una respuesta.

-¿La Mano Negra es el sobrenombre de Peter?
-No lo ha usado por años. No desde que lo empecé a llamar Peter. Nunca le gustó la Mano Negra. Esos fueron los días cuando tomábamos trabajos como mercenarios para el rey francés. Buen dinero.

Era como darme un golpe en la mejilla. Todo el momento se sentía desbalanceado. Las palabras de Rixon corrían sobre mí borrosas, como si estuviera hablando un idioma extranjero. Inmediatamente fui bombardeada de dudas. No Peter, él no había asesinado a mi padre. Cualquiera, menos él. Luego, las dudas empezaron a ser reemplazadas por pensamientos. Me encontré a mí misma analizando la evidencia. La noche que le di a Peter mi anillo: El momento en que había dicho que mi padre me lo había dado, él insistió que no podía tomarlo. 

-¿Sabes de lo que me arrepiento más? – dije como pude – Es la cosa más estúpida, y probablemente te rías – reí, tratando de no hacer evidente mi estrategia – Dejé mi chaqueta favorita en su casa. Es de Oxford, mi universidad soñada. Mi padre me la regaló cuando fue a Inglaterra, así que significa un montón.
-¿Estuviste en la casa de Peter? – sonaba sorprendido.
-Sólo una vez. Mi mamá estaba en casa, así que conducimos a su casa a ver una película. Dejé mi chaqueta en el sofá – sabía que estaba sobre una línea peligrosa.
-Estoy impresionado. A él le gusta mantener su casa fuera de radar.
¿Y por qué era eso? Me pregunté. ¿Qué estaba escondiendo? ¿Por qué Rixon era el único permitido entrar ahí? ¿Había algo ahí que revelaba que él había asesinado a mi padre?
-Tener la chaqueta de regreso significaría mucho para mí – dije.
-Lo mejor es por la mañana. Peter se va temprano, pero si estás ahí a las seis y treinta, podrías encontrarlo.
-No quiero hacerlo cara a cara.
-¿Quieres que lo recoja la próxima vez que vaya para ahí? Estoy seguro que estaré ahí mañana por la noche. 
-Peter me ha dado una llave, y mientras no haya cambiado la cerradura, aún puedo entrar. El problema es que, estaba oscuro cuando me llevó y no recuerdo como llegar. No presté atención, porque no tenía planeado regresar.
-Calle México, cerca del distrito industrial.

Sonreí, aparentando relajación.

-Sabía que estaba cerca del río. ¿Planta de arriba, verdad? – pregunté, sabía que a Peter no le gustaba la bulla.
-Sí. Número treinta y cuatro.
-¿Crees que Peter estará esta noche en casa? No quiero encontrarme con él. Especialmente si está con Paula. Sólo quiero mi chaqueta cuánto antes ya que mamá está que me pregunta por ella todo el tiempo.
-Eh no, no creo que haya problema – se rascó la mejilla, nervioso – De hecho Cande y yo nos encontraremos con Peter y Paula esta noche en el cine.

Sentí mi espina temblar. El aire en mis pulmones pareció evaporarse…

-¿Cande lo sabe? – susurré, casi sin poder hablar.
-Aún estoy intentando cómo decirle las noticias.
-¿Qué noticias?

Rixon y yo nos volteamos  mientras Cande se sentaba a nuestro lado con las gaseosas.

-Eh…una sorpresa – dijo Rixon – Tengo algo planeado para esta noche.

Cande sonrió.

-¡Dame una pista! ¡Dame una pista! ¿Por favoooorr?

Rixon y yo compartimos una mirada, pero luego miré hacia otro lado. No quería ser parte de esto. Además, ya estaba pensando en otra cosa. Esta noche, Paula y Peter. Una cita. El departamento de Peter estaría vacío. Tenía que entrar.

1 comentario:

  1. No entiendo nada!!! Todo me confunde!! Sufro junto con lali, quiero más!!!

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