sábado, 5 de enero de 2013

Ángeles Caídos #2: Capítulo 20

No había dormido por treinta y seis horas, excepto por un ratito el jueves por la tarde, cuando Peter me había encontrado dentro de mi sueño.

Estuve llamando toda la noche al policía, pero no había rastro de él. Quería saber sobre Benjamín y contarle lo que había sucedido. ¿Y si alguien había intentado matarme? Era raro que alguien me hubiese seguido al departamento de Peter tan tarde la noche anterior, pero si había una cosa que sabía sobre los Nephil, es que eran muy buenos en hacer lo raro. 

Mi celular sonó en mi bolsillo y lo saqué antes que termine la primera llamada.

-¿Aló?
-Vamos a la fiesta de verano – dijo Cande – Comeremos algodón de azúcar, y tal vez nos hipnoticemos y haremos cosas que haga que las Chicas Locas se vean tontas.
-Hola.
-¿Qué dices? ¿Estás de humor para un poco de acción?

Honestamente, no lo estaba. Planeaba continuar llamando al policía.

-Llamando a Marte.
-No me siento bien – dije.
-¿No te sientes bien en qué sentido? ¿Dolor de estómago? ¿Dolor de cabeza? ¿Cólicos? ¿Comida envenenada? La fiesta es la cura. 
-Voy a pasar de estar, muchas gracias de todos modos.
-¿Esto es por Benja? Porque está en la cárcel. Él no puede atraparte, ven a divertirte. Rixon y yo no nos besaremos en frente de ti si eso es lo que te está molestando. 
-Voy a ponerme mi piyama y ver una película.
-¿Estás diciendo que una película es más divertida que yo?
-Esta noche, sí.
-Aish. Sabes que no voy a dejar de insistirte hasta que vengas.
-Lo sé.
-Así que hazlo fácil y di que sí.

Solté el aliento. Aún podía sentarme todo el día en casa y esperar a que el policía responda mis llamados, o podía tomar un pequeño respiro y empezar de nuevo cuando regresara. Además, él tenía mi número de celular y podía encontrarme donde sea. 

-De acuerdo – le dije a Cande – Dame diez.

Una hora después, Cande estacionó en un lugar entre dos camionetas que se extendían a nuestro lado. Cruzamos el estacionamiento y pagamos para ingresar. Estábamos en el puerto, donde se encontraba  el juego del arcángel. El lugar estaba lleno de gente, mucho más que lo normal. Reconocí muchas caras del colegio, pero en general, me sentí en un océano de extraños. 

-¿Por dónde deberíamos de empezar? – preguntó Cande - ¿El arcade? ¿Los vendedores de comida? Personalmente, creo que deberíamos de empezar por la comida. De esa forma, comeremos menos. 
-¿Tú lógica?
-Si nos detenemos ahí al final, habremos aumentado nuestro apetito para entonces. Yo siempre como más después de haber hecho alguna actividad. 

No me importaba cuándo empezábamos. Yo sólo estaba aquí para distraerme por un par de horas. Cande me dejó en medio de la multitud, y se fue por comida. Inmediatamente, mi celular sonó. El nombre del policía Basso apareció en la pantalla.

-Finalmente – respiré, abriendo el celular.
-Lali, ¿dónde estás? – dijo, apenas abrí el teléfono.

Estaba hablando rápido y pude decir que estaba molesto.

-Benjamín escapó. Tenemos a toda la fuerza buscándolo, pero quiero que te mantengas alejada de él. Voy a recogerte hasta que esto se arregle. Estoy de camino a tu casa ahora mismo.
-¿Qué? ¿Cómo logró escapar?
-Dobló las barras de su celda.

Claro que lo hizo, era un Nephil. 

-No estoy en casa – dije – Estoy en el puerto.

Busqué a Benjamín entre la multitud, pero seguramente él había ido hacia mi casa. Gracias a Dios Cande insistió en que viniera. Luego recordé la nota…la nota que le había dejado a mi madre en el mostrador de la cocina, diciéndole que estaría en el puerto….

-Creo que él sabe dónde estoy – le dije al policía - ¿Qué tan rápido puede llegar aquí?
-¿Al Puerto? Treinta minutos. Anda a seguridad. Lo que sea que hagas, mantén tú celular contigo. Si ves a Benjamín, llámame inmediatamente.
-No hay seguridad aquí – dije, mi boca pastosa.
-Entonces, sal de ahí – ladró – Conduce de regreso y encuéntrame en la estación. ¿Puedes hacer eso?

Sí, sí podía. Cande podía llevarme. Ya estaba caminando hacia la dirección donde ella había partido, mis ojos buscando entre la multitud. 

-Vas a estar bien – dijo el policía Basso – Sólo…apresúrate. Mandaré el resto de la fuerza de regreso al puerto a que busquen a Benjamín. Lo encontraremos. 

Corté e hice un plan. Primero tenía que encontrar a Cande. También tenía que salir. Estaba trotando hacia los vendedores de comida cuando me dieron un codazo en mis costillas por detrás. Me volteé, y antes de que pueda dar la vuelta completa, mi cerebro saltó mientras registraba una cara familiar. La primera cosa que noté fue el destello del aro de plata en su oreja. La segunda cosa que noté era lo golpeada que estaba su cara. Su nariz estaba rota, y roja. 

Lo siguiente que supe, es que Benjamín me tenía por el hombro y me estaba llevando.

-Saca tus manos de encima – dije, luchando contra él, pero Benjamín era más fuerte.
-Claro, Lali, después que me digas dónde está.
-¿Dónde está qué? – dije.

Se rió.

Mantuve mi expresión tan opaca como pude, pero mis pensamientos estaban corriendo. Si le decía dónde estaba el anillo en mi casa, él abandonaría el puerto. Probablemente me llevaría con él. Cuando la policía llegara, nos encontraría desaparecidos. 

-¿Se lo diste al novio de Cande? ¿Crees que él podría protegerlo de mí? Sé que él no es…normal. Sé que puede hacer cosas que otros no.
-¿Cómo tú?
-Él no es como yo. No es igual. No voy a hacerte daño, Lali. Todo lo que necesito es el anillo. Dámelo y nunca me volverás a ver.

Me estaba mintiendo. Si podía hacerme daño, estaba lo suficientemente desesperado para escapar de la cárcel. Nada era tan extremo a este punto, él podía tener de vuelta el anillo, sin importar el costo. 

-Tengo el anillo.

Necesitaba una forma de separarme de Benjamín. 

-Sé que lo tienes – dijo, impacientemente - ¿Dónde?
-Está aquí. Lo traje conmigo. 

Lo consideró por un momento, luego quitó el equipaje de mi brazo y lo abrió, buscando. Sacudí mi cabeza.

-Lo boté.
-¿Dónde? – demandó.
-Un basurero cerca de la entrada – dije, automáticamente – Dentro de uno de los baños de mujeres.
-Muéstrame.

Me bajó de su agarre y comenzamos a caminar, mientras me ordenaba a mí misma a mantenerme calmada. ¿Podría correr? No, Benjamín me atraparía. ¿Podría esconderme en uno de los baños de mujeres? No, definitivamente, no. Benjamín no era tímido y no tendría problema en ir detrás de mí. Pero, aún tenía mi celular, podía llamar al policía Basso del baño.

-Este – dije, apuntando hacia el baño.

Benjamín me agarró de los hombros y me sacudió.

-No me mientras. Me matarán si lo pierdo. Si me estás mintiendo, yo…. – se detuvo, pero sabía lo que venía después.
-Está en el baño – asentí, más para convencerme a mí misma – Lo sacaré. Y luego me dejarás en paz, ¿verdad?

En vez de responder, estiró una mano. 

-Tu celular.

Mi corazón se detuvo. Sin ver otra alternativa, le di mi celular. Mi mano tembló apenas, pero la mantuve firme, rehusándome a hacerle saber que tenía un plan y lo acababa de malograr.

-Tienes un minuto. No intentes nada estúpido.

Dentro del baño, hice una observación rápida. Cinco lavaderos contra una pared, y cinco casetas al lado opuesto. Dos chicas estaban en los lavados, espuma sobre sus manos. Había una pequeña ventana en la pared y estaba abierta. Sin perder más tiempo, me subí sobre el último lavado y me empiné para salir por la ventana. Cuando logré salir, caí de frente al suelo. 

Luego corrí y me perdí entre la multitud.

4 comentarios:

  1. yo ya lei toda la saga, quiero que subas sin limite la 2º parte de el designio del angel

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    1. La 2da parte ya está, la puedes encontrar en las pestañas de arriba :)
      Lo que falta es el tercer y último libro.

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  2. maaaaaaaaaaas y donde esta peter???

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  3. Peter que carajo esta haciendo???? No entiendo quien es el mano negra?' La bomba era para peter o para lali???? Más!! me encanta!

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