jueves, 3 de enero de 2013

Ángeles Caídos #2: Capítulo 17

Me desperté en la mañana con la respiración agitada. Mis sábanas estaban calientes y húmedas, enredadas en mis piernas. Eran las nueve y treinta. No pude volver a dormir, y no podía dejar que Peter regresara a mis sueños.

Varios minutos después, los latidos de mi pulso disminuyeron, pero mi mente seguía intranquila. Mano Negra, esas palabras me acechaban. Estaba enamorada de un asesino, lo dejé besarme, mentirme, traicionarme. ¿Qué clase de persona era, cuando no podía hacerle justicia al asesino de mi propio padre? 

Demasiadas cosas no concordaban. ¿Por qué Peter, un ángel, estaba mezclado con la sociedad de sangre Nephil? Si él era Mano Negra, ¿por qué estaría reclutando a los Nephil? Porque ellos odiaban a los ángeles y viceversa. Justo ahora, Benjamín es el único vínculo confiable hacia la Mano Negra, él sabe más de lo que aparenta, sólo que está asustado para hablar. Así que llamé a Cande.

-Necesito tu ayuda.
-Ayuda es mi segundo nombre.
-Necesito a alguien que me ayude a entrar a la habitación de Benjamín. 
-Aparentemente, Peter canceló nuestra cita doble, así que tengo el día libre – dijo Cande, un poco emocionada. 
-Entrar a la habitación de Benjamín no va a ser emocionante ni peligroso – dije – todo lo que vas a tener qué hacer es sentarte en el auto afuera de su departamento y llamarme si lo ves. Yo entraré.
-Sólo porque no vaya a espiar no significa que no vaya a ser emocionante. Será como ver una película. Habrá posibilidades de que te atrapen, ¿ves a lo que me refiero? El factor excitante está presente.
-Vas avisarme si Benjamín llega, ¿verdad?
-No te preocupes, estaré pendiente.

Así que llamé a Benjamín y le inventé que un amigo estaba haciendo un casting para conseguir el último integrante de su banda. Fue fácil ya que él me creyó al instante. 

Cande me pasó a recoger una hora después. Estacionamos a dos cuadras de la casa de Benjamín. Cande prometió quedarse quieta en el auto y avisarme si veía a Benjamín. Corrí hacia la casa y toqué el timbre. La puerta se abrió después de unos segundos, detrás de ésta estaba la mamá de Benjamín, con una sonrisa.

-¡Lali! – dijo, agarrándome por los hombros – Justo Benja acaba de irse, se fue al casting. No sabes lo mucho que significa esto para él, gracias por ayudarlo. 
-En realidad, él acaba de llamarme. Me avisó que había dejado sus partiduras aquí y me preguntó si podía pasar a recogerlas. Él quería hacerlo pero no quería arriesgarse a llegar tarde a la audición y causar una mala impresión.
-¡Claro! Entra. Te llevaré a su habitación. 

El cuarto tenía las paredes negras, y en ella estaban pegadas pósters de películas. 

-Tendrás que perdonar las paredes –dijo su mamá – Benja ha estado pasando un poco por un bajón emocional. Mudarse puede ser difícil, necesita salir más. 
-Entonces, ¿esas son las partiduras? – pregunté, señalando un montón de hojas en el suelo.
-Sí. ¿Quieres que te ayude a encontrar las que él necesita?
-No hay problema, no quiero molestarla. Sólo me tomará unos segundos.

Tan pronto como se fue, cerré la puerta. Me moví hacia el armario. Encontré zapatillas blancas y poleras. Debajo de la cama, un bate de aluminio, un guante de béisbol, una planta en su macetero. 

-¿Cómo luce la marihuana? – le pregunté a Cande por teléfono.
-Cinco hojas – dijo Cande.
-Benjamín tiene marihuana creciendo aquí. Debajo de su cama.
-¿Sorprendida?

No lo estaba, pero no me imaginaba a él fumándola. 

-Te llamo si encuentro algo más – dije.

Arrojé el celular sobre la cama y me fui hacia el escritorio. No había nada. Estaba por darme por vencida cuando algo en lo alto del armario captó mi atención. Había un daño en la pared. Arrastré la silla del escritorio y me subí. Un agujero medio había sido cortado de la pared, pero el yeso había sido reemplazado para que pareciera como si el agujero no estuviera ahí. Alcancé lo más alto que pude y removí el yeso. Una caja naranja de zapatillas Nike estaba dentro del hueco. 

Un suave zumbido rompió mi concentración y me di cuenta que mi teléfono estaba vibrando. Salté hacia abajo.

-¿Cande?
-¡Sal de ahí! – siseó con pánico – Benjamín está entrando a la casa.

La puerta principal sonó y apagué el celular. Saqué un papel junto a un lapicero y escribí una nota antes de volver a la silla y extenderme hacia la caja.

-¿Benja? – escuché decir a su mamá - ¿Por qué vuelves tan pronto?

Jalé la caja hasta dónde pude, estirándome, para que luego esta cayera en mis manos por efecto de la gravedad. Recién había metido la caja en mi bolso y puesto la silla de vuelta en su sitio en el escritorio, cuando la puerta de la habitación se abrió.

-¿Qué estás haciendo? – demandó Benjamín, encontrando mis ojos.
-No esperaba que regresaras tan rápido – tartamudeé.
-El casting era falso, ¿verdad?
-Yo…
-Me querías fuera de casa – cruzó hacia mí y me tomó del brazo, dándome una sacudida fuerte – Cometiste un grave error viniendo aquí.

La mamá de Benjamín llegó a la puerta, entrando.

-¿Qué pasa Benja? ¡Dios mío, déjala ir! Vino a recoger las partiduras que olvidaste.
-Está mintiendo, no olvidé ninguna partidura.
-¿Eso es verdad? – dijo su mamá, mirándome. 
-Mentí – confesé – La cosa es que, realmente quería invitar a Benjamín a la fiesta de verano en el puerto, pero no podía hacerlo en persona. Esto es incómodo. 

Caminé hacia el escritorio y cogí el papel en el que había escrito la nota, aquella que tendría que utilizar en caso se arruine el plan. Se la ofrecí a Benjamín.

-No seas un tono – leyó – Ve a la fiesta de verano conmigo.
-¿Qué te parece? – traté de sonreír - ¿Quieres ser un tonto?
-Bueno, no es la cosa más tierna – dijo su mamá – No quieres ser un tonto, ¿o sí Benja?
-Danos un minuto mamá.
-¿Aquella es una fiesta de disfraces? – preguntó su mamá - ¿Cómo un baile? Puedo hacer una reserva en….
-Mamá…..
-De acuerdo. Estaré en la cocina. Lali, estoy a tu disposición – me guiñó un ojo y luego se retiró, cerrando la puerta detrás de ella.
-¿Realmente qué estabas haciendo aquí? – su voz era oscura.
-Te dije que…
-No te creo – sus ojos miraron detrás de mí, inspeccionando la habitación - ¿Qué cogiste?
-Vine para darte la nota, en serio. 
-Sé que estás mintiendo – insistió.
-¿Sabes qué? – dije, retrocediendo hacia la puerta – Quédate con la nota, pero olvídate de la fiesta. Estaba tratando de ser agradable, de compensar lo de la otra noche, porque me sentía responsable por tu cara destrozada. Olvide que dije algo.
-Tendré mis ojos puestos en ti – dijo al final, amenazante – Piensa en eso, cada vez que pienses que estás sola, reconsidéralo. Te estaré mirando. Si te vuelvo a encontrar buscando de nuevo en mi habitación, estarás muerta. ¿Estamos claro?

Tragué.

-Como el cristal.

Llegando a casa, cuarenta y cinco minutos después, saqué la caja de zapatos fuera de mi bolso. Varias capas de cinta adhesiva estaban envueltas alrededor de la caja. Lo que sea que él estaba escondiendo, no quería que el resto del mundo lo viera.

Corté a través de la cinta con un cuchillo. Liberé la tapa, la dejé a un lado y miré dentro. Un calcetín blanco normal estaba en el fondo. Me quedé mirándolo, sintiendo mi corazón latiendo con decepción. Luego, fruncí el ceño. Estiré el calcetín, abriendo sólo lo necesario para mirar adentro. Mis rodillas se debilitaron.

Adentro había un anillo. Uno de los anillos de la Mano Negra.

1 comentario:

  1. No entiendo!! Quien es el que juega con lali??? Peter se rinde tan facil?? más me encanta!

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