lunes, 7 de enero de 2013

Ángeles Caídos #2: Capítulo 23

Rixon cogió mi muñeca, dándole una sacudida firme. 

-Cuidado en dónde te metes – estaba enojado – Tal vez así es con Peter, pero nadie toca mis cicatrices.

Mi estómago estaba hecho un nudo.

-Vi morir a mi padre – balbuceé.
-¿Viste al asesino? – preguntó, sacudiendo mi muñeca.
-Vi a Peter por detrás. Estaba usando su gorra.

Asintió como si aceptara que lo que había dicho no podía cambiar.

-Él no quería ocultarte la verdad, pero sabía que si te decía, te perdería. Pasó antes de conocerte.
-No me importa cuándo pasó – dije, mi voz temblorosa – Él necesita pasar por la justicia.
-No puedes hacerlo pasar por la justicia. Es Peter. Si lo reportar, ¿realmente crees que va a dejar que los policías se lo lleven?

No. La policía no significaba nada para Peter. Sólo los arcángeles podían detenerlo.

-Sólo hay una cosa que no entiendo. Había sólo tres personas en la memoria. Mi padre, Peter y Hank. Los tres vieron lo que sucedió. ¿Entonces, por qué lo veo en tu memoria?

Rixon no dijo nada, pero las líneas de su boca se estrecharon. Un nuevo pensamiento horrible se situó dentro de mí. Toda la certeza sobre el asesino de mi padre se evaporó. Había visto al asesino por detrás y había asumido que era Peter por la gorra. Pero mientras más buscaba en la memoria, más segura estaba que el asesino era muy largo para ser Peter, el corte de sus hombros muy angular.

De hecho, el asesino se veía un montón como…

-Tú lo asesinaste – susurré – Fuiste tú. Estabas usando la gorra de Peter. Tú mataste a mi padre.

Cualquier rastro de ayuda o simpatía se evaporó de los ojos de Rixon.

-Bueno, esto es incómodo.
-Estaba usando la gorra de Peter esa noche. Te la prestaste, ¿verdad? No pudiste asesinar a mi padre sin asumir otra identidad. No podías hacerlo a menos que te removieras a ti mismo de la situación – dije, entendiendo todo – No, espera. Eso no fue así. Pretendiste ser Peter porque deseabas que fuera él. Estás celoso de él. Eso es, ¿verdad? Preferirías ser él….

Rixon agarró mis pómulos, forzándome a detenerme.

-Cállate.

Quería golpearlo, hacerle daño, pero necesitaba mantenerme calmada. Necesitaba encontrar lo que pudiese. Estaba empezando a creer que Rixon no me había traído a los túneles para ayudarme a escapar. Aún peor, empezaba a creer que no tenía intención de sacarme de aquí.

-¿Celoso de él? – dijo con crueldad – Claro que estoy celoso. Él no está en el camino hacia el infierno. Estábamos en esto juntos, y ahora se ha ido y tiene de vuelta sus alas – sus ojos se posaron en mí con disgusto – Por ti.

Sacudí mi cabeza, sin creerle.

-Tú asesinaste a mi padre antes de siquiera saber quién era yo.

Se rió, pero sin dejo de humor.

-Sabía que estabas ahí en algún lugar y yo te estaba buscando.
-¿Por qué?

Rixon sacó el arma debajo de su camisa y la apuntó hacia adelante.

-Sigue caminando.
-¿A dónde vamos?

No respondió.

-La policía está en camino.
-Terminaré antes de que lleguen.

¿Terminaré? Mantente calmada, me dije a mí misma.

-¿Vas a matarme porque ahora sé la verdad? ¡Ahora que sé que asesinaste a mi padre?
-Él no era tu padre.

Abrí mi boca pero el argumento que esperaba decir no salió. La única imagen en mi mente era Paula en su patio, diciéndome que Hank podía ser mi padre. Sentí mi estómago dar vueltas. ¿Eso significaba que Paula me estaba diciendo la verdad? ¿Por dieciséis años había sido mantenida en la oscuridad sobre la verdad detrás de mi familia? Me preguntaba si mi padre sabía – mi verdadero padre, Harrison. El hombre que me crió y amó. No mi padre biológico, quién me abandonó. No Hank, quién se podía ir al infierno.

-Tu padre es un Nephil llamado Barnabas – dijo Rixon – Por ahora, se llama Hank.

No. Me hice a un lado, mareada con la verdad. El sueño, el sueño de Peter. Era una memoria real. Él no había estado mintiendo. Barnabas, Hank, era un Nephil. Y era mi padre. 

¿Por qué Rixon me estaba diciendo esto? ¿Por qué sabía sobre mi padre biológico? ¿Por qué le importaba? Y después me golpeó. Una vez, cuando había tocado las cicatrices de Peter y entrado a su memoria, lo había escuchado hablar sobre su vasallo Nephil, Chauncey. Él también había hablado sobre el vasallo de Rixon, Barnabas….

-No – susurré.

Quería correr, pero mis piernas no respondían.
-Cuando Hank embarazó a tu madre, él escuchó rumores sobre el Libro de Enoch y se preocupó de que yo fuera a buscar el bebé, especialmente si era una mujer – dijo Rixon – Así que él hizo la única cosa que pudo. La escondió. A ti. Cuando Hank le dijo a su compañero Harrison que tu mamá estaba en problemas, él acordó casarse con ella y pretender que tú eras de él.
-Pero soy descendiente de Chauncey. Del lado de mi padre, del lado de Harrison. Tengo una marca en mi muñeca que lo prueba.
-Claro que sí. Muchos siglos atrás, Chauncey se entretuvo con una chica. Ella tenía un hijo. Nadie pensó nada en particular sobre el chico, o sus hijos. Así que a través de los años, nadie se preocupó por los descendientes, hasta que uno de los hijos tuvo relaciones con una mujer. Le inyectó la sangre Nephil de sus ancestros. La línea eventualmente produjo a Barnabas, o Hank. 
-Estás diciendo que tanto Harrison como Hank tienen sangre Nephil de Chauncey – dije.

Y, Hank, un Nephil de pura sangre de primera generación, era inmortal, mientras que la sangre Nephil de mi padre, se diluyó sobre los siglos justo como la mía, por lo que no era inmortal. Hank, un hombre que casi ni conocía, podía vivir para siempre. Mientras que mi padre se había ido para siempre.

-Lo estoy diciendo, amor.
-No me llames amor.
-¿Prefieres Ángel?

Se estaba burlando de mí, jugando conmigo porque me tenía justo donde quería. Esto ya había sucedido con Peter, sabía lo que venía después. Hank era mi padre biológico y Rixon, su vasallo Nephil. Rixon iba a sacrificarme para asesinar a Hank y obtener un cuerpo humano. 

-¿Puedo obtener respuestas de último minuto? – pregunté.

Se encogió de hombros.

-¿Por qué no?
-Pensé que la única primera generación pura Nephil podía jurar lealtad. En orden a que Hank sea de primera generación, él tendría que tener un humano y un pariente ángel caído. Pero su padre no era un ángel caído. Era uno de los descendientes de Chauncey.
-Estás obviando el hecho de que hombres puede tener amoríos con mujeres que son ángeles caídos. 
-Los ángeles caídos no tienen cuerpos humanos. Las mujeres no dan a luz, Peter me dijo.
-Pero una mujer ángel caído, poseyendo un cuerpo humano femenino durante el Cheshvan, puede producir bebés. El humano puede dar a luz a un bebé después del Chehvan, pero el bebé está corrompido, fue concebido por un ángel caído. 
-Eso es repugnante.
-De acuerdo.
-¿Cuándo me sacrifiques, tu cuerpo se volverá humano o tienes que poseer otro cuerpo humano para convertirte?
-Me vuelvo humano – su boca se curvó ligeramente – Así que si tu vuelves a cazarme desde la tumba, sólo ten en cuenta que estarás buscando la misma cara guapa.
-Peter podría mostrarse en cualquier momento y detenerte – dije, intentando parecer fuerte, pero incapaz de detener el temblor de cada parte de mi cuerpo.
-Estoy confiado que hice crecer la distancia entre ustedes dos lo suficiente. Estás en el borde por haber roto con él, no pude haberlo planeado mejor. Luego está la constante pelea, tus celos sobre Paula…Cuando robé el anillo de Barnabas e hice que llegue hasta ti, no tuve duda que Peter sería la última persona a la que irías. ¿Tragarte tu orgullo y pedirle su ayuda? ¿Cuándo pensabas que había tenido relaciones con Paula? No había chance a ello. Jugaste justo en mis manos cuando me preguntaste si él era La Mano Negra. Hice la evidencia en contra de él abrumadora, y tomé ventaja en nuestra conversación al mencionar la dirección de una de las casas seguras de los Nephil de Barnabas, diciéndote que era la de Peter, sabiendo que irías a buscar algo. Yo cancelé los planes de salida anoche, no Peter. No quería quedarme dentro del cine mientras tú estabas a solas en el departamento. Necesitaba seguirte, así que planté la dinamita una vez que estuviste dentro, esperando sacrificarte, pero lograste escapar. 
-Estoy sorprendida, Rixon. Una bomba. Qué elaborado. ¿Por qué no hiciste las cosas simples y entraste a mi habitación cualquier noche para dispararme?
-Este es un gran momento para mí, Lali. ¿Puedes culparme por querer un poco de movimiento? Intenté hacerme pasar como el fantasma de Harrison para acercarte, pensando lo fantástico que sería el mandarte a la tumba pensando que tu propio padre te había matado, pero no confiaste en mí. Seguiste corriendo – frunció el ceño apenas.
-Eres un psicópata.
-Prefiero creativo.
-¿Qué más fue una mentira? En la playa, ¿me dijiste que Peter todavía era mi ángel guardián….?
-¿Para qué creas que estabas segura? Sí.
-¿Y el juramento de sangre?
-Una mentira del momento. Sólo para mantener las cosas interesantes.
-Así que básicamente me estás diciendo que nada de lo que me has dicho es verdad.
-Excepto la parte sobre sacrificarte. Suficiente charla. Sigamos con esto.

Usando la pistola, me insertó aún más dentro de la casa de la risa. De pronto me tropecé, y me hice a un lado para recuperar mi balance, cayendo en una sección del suelo. Sentí a Rixon coger mi muñeca para enderezarme, pero algo fue mal. Su mano se deslizó de la mía. Escuché el suave golpe de su cuerpo cayendo. El sonido parecía venir directamente de abajo. Un pensamiento corrió por mi mente, que él se había caído en una de las puertas de trampa que estaban dentro de la casa de la risa. No me quedé mucho tiempo a averiguar si era cierto.

Regresé por dónde habíamos venido, buscando la cabeza del payaso. Una figura se colocó en frente de mí, la poca luz que había iluminaba un hacha metida en la cabeza de un pirata barbudo. Sus ojos rodaron. Caí de rodillas, asustada, pero me dije a mí misma que todo era una broma, no podía dejarme vencer por el juego. Me puse de pie y seguí caminando, aunque las paredes a veces se deslizaban de mis manos. Terminé mi camino en la oscuridad del fondo. Estaba perdida, demasiado perdida. Troté unos pasos, di una vuelta y me perdí en la luz naranja que se veía más allá del pasillo. No era la cabeza del payaso, pero buscaba algo de luz. Cuando llegué al lugar, vi unas palabras que decían “Túnel”, estaba en un muelle. Pequeños botes de plástico estaban estacionados. 

Escuché pasos detrás de mí y sin pensarlo dos veces, me subí al bote más cercano. Los botes se estaban moviendo en línea recta, hacia el túnel. Un par de puertas de salón se abrieron y mi bote entró al recorrido. 

Durante los siguientes minutos, mi objetivo fue saltar de bote en bote hasta llegar al primero para luego intentar salir del recorrido. Rixon se encontraba al final de toda la línea y tenía que escaparme de él. Intentando pasar de un bote al otro, caí al agua y mojé toda mi ropa, pero el frío que sentía no fue un problema para seguir con mi tarea. Ni siquiera los esqueletos y luces que aparecían durante el juego, tenía que sobrevivir. 

Una de las balas que lanzó Rixon pasó por mi oreja, me agaché intentando esquivarla y lo logré. La risa de Rixon se escuchó a lo lejos.

-Es cuestión de tiempo – dijo, mientras hacía su camino hacia mí.

A unos cuantos metros se veía la cascada, la caída. Mi corazón empezó a latir desaforado y sentí mi estómago retorcerse. La parte delantera del bote se inclinó, luego calló a la cascada. El bote golpeó abajo, mandando agua por todos lados. Me limpié los ojos y fue ahí cuando vi la plataforma de mantenimiento pequeña, al lado del túnel a mi derecha. Una puerta decía “Peligro: Alto Voltaje”, justo en la parte de atrás de la plataforma.

Saltando a un lado del bote, hice mi camino lo más rápido que pude a la plataforma e intenté abrir la puerta. Se abrió, soltando el volumen alto y seseante de las máquinas, docenas de engranajes sonando y golpeando. Había encontrado el corazón mecánico de la casa de la risa y la entrada a los túneles. Cerré la puerta y por el rabillo de la misma noté que se le había caído la pistola a Rixon, la estaba buscando.

El túnel estaba oscuro, y me fue imposible creer que Rixon pudiese encontrarme aquí. Busqué el cerrojo de la puerta pero no tenía, si Rixon entraba aquí, estaba atrapada. Esperaba que se demorase buscando la pistola. 

Respiración confusa se escuchó a mi izquierda, detrás de una caja de electricidad. Volteé, mis ojos buscando en la oscuridad.

-¿Quién está ahí?
-¿Quién crees?

Parpadeé en las sombras.

-¿Benjamín? – retrocedí apenas.
-Me perdí en los túneles. Tomé una puerta y salí aquí.
-¿Aún estás sangrando?
-Sí, sorprendentemente. 
-Necesitas un doctor.

Rió.

-Necesito el anillo.

A este punto, no sabía lo serio que estaba él sobre el anillo. Estaba exhausto por el dolor, y estaba segura que no me iba a usar de rehén. Sin embargo, sobreviviría, era un Nephil. La idea era trabajar juntos. Pero antes de convencerlo que me ayude a escapar de Rixon, él tenía que confiar en mí. Caminé hacia él y me arrodillé a su lado. Tenía una mano presionada a su lado, justo debajo de sus costillas, tratando de detener el fluido de sangre. 

-No creo que vayas a usar el anillo para reclutar nuevos miembros – dije – No vas a forzar a otras personas a entrar a la sociedad.

Sacudió su cabeza, estando de acuerdo conmigo.

-Hay algo que tengo que decirte. ¿Recuerdas cuando te dije que estaba trabajando la noche en la que dispararon a tu padre?

Vagamente recordaba eso.

-Estaba trabajando en una tienda a unas cuantas cuadras – continuó – Se supone que iba a seguir a tu padre esa noche. La Mano Negra me dijo que lo hiciera. Me dijo que tu padre estaba en camino a una cita, y lo tenía que mantener a salvo.
-¿Qué estás diciendo?
-No lo seguí. Quería mostrarle a La Mano Negra que no me podía ordenar. Quería mostrarle que yo no sería parte de su sociedad. Así que me quedé en el trabajo, no me fui. No seguí a tu padre, y él murió, murió por mi culpa.

Deslicé mi espalda contra la pared hasta que estaba sentada a su lado. No podía hablar. Las palabras correctas no estaban ahí.

-¿Me odias, verdad? – preguntó.
-No asesinaste a mi padre – dije – No es tu culpa.
-Sabía que él estaba en problemas. ¿Por qué más la Mano Negra querría asegurarse que él llegara a salvo a la cita? Debí haber ido, debí haber seguido las órdenes de la Mano Negra, tu padre hubiese sobrevivido.
-Ya quedó en el pasado – susurré.

Tenía que olvidar esto. Benjamín tenía que ayudarme a salir. Tenía que trabajar con él, confiar en él, que él confíe en mí, nada de odio.

-Lo siento.
-Está bien. Todo estará bien. 

Benjamín cogió la pistola que tenía guardada.

-No merezco vivir – dijo, apuntando su cabeza.
-Benjamín… - empecé.
-Tu familia merece esto. No puedo enfrentarlo. No puedo mirarte a los ojos, es difícil estar a tu alrededor.
-Tú no mataste a mi padre – insistí - Rixon lo hizo, el novio de Cande. Es un ángel caído. Tú no puedes matarte, eres un Nephil, inmortal. Nunca vas a morir. Si quieres tomar culpas, ayúdame a salir de aquí. Rixon está al otro lado de la puerta y va a matarme. La única forma de que sobreviva es saliendo de aquí.

Benjamín me miró, preocupado. Antes que pueda responder, la puerta se abrió y Rixon apareció. 

-Vas a tener que pasar sobre mí para llegar a ella – dijo Benjamín, colocando su brazo izquierdo sobre mí para proteger mi cuerpo.
-No hay problema.

Rixon alzó su pistola y disparó varias veces a Benjamín. El cuerpo de éste último se desplomó a mi lado.

-Detente – susurré, lágrimas corriendo por mi rostro.
-No llores, amor. No está muerto. Si no me equivoco, estará con gran dolor cuando regrese en sí, pero ese es el precio que pagas por un cuerpo. Levántate y ven conmigo.
-Vete a la mierda – dije, no quería morir sin pelear – Asesinaste a mi padre. No voy a hacer nada por ti. Si me quieres, ven por mí.
-No veo por qué te molestas tanto con el tema. De hecho, Harrison no era tu padre.
-Asesinaste a mi padre – repetí. 
-Harrison se mató a sí mismo. Debió quedarse fuera de lugar.
-¡Estaba intentando salvar la vida de otro hombre!
-¿Otro hombre? – espetó Rixon – Hank no es un hombre. Es un Nephil, un animal.

Reí, de hecho reí. 

-¿Sabes qué? Casi siento pena por ti.
-Gracioso. Justo estaba por decir eso. 
-¿Vas a matarme ahora, verdad? 
-No, no matarte, sacrificarte. Hace que el mundo sea diferente.

Intenté correr, pero hubo una explosión y mi cuerpo fue lanzado contra la pared. El dolor estaba en todos lados y abrí mi boca para gritar, pero era muy tarde. Una sábana me sofocaba. Observé la sonrisa de Rixon mientras cogía la sábana. Mis pulmones se expandieron, amenazando con explotar, y justo cuando no podía soportarlo más, mi pecho se puso suave.

Sobre el hombre de Rixon, vi a Peter moverse por la puerta. Intenté llamarlo, pero la necesidad desesperada de extraer aire se disolvió.

Se había terminado.

***
Último Capítulo. Pronto el Epílogo. 

2 comentarios:

  1. No!! más!! Me encanta!! es genial al final termina saliendo para cualquier lado!! Más!

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  2. maaaaaaaaaaaaas otro capii

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