miércoles, 9 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Prólogo

Hace tres meses

El audi negro se detuvo en el estacionamiento que daba al cementerio, pero ninguno de los tres hombres que estaba dentro, tenía intención alguna de guardar respeto a los muertos. Eran más de las doce y todo estaba completamente cerrado. 

Blakely salió primero. Era alto, con cabello gris y una cara dura y rectangular, casi treinta en años humanos, aunque marcadamente mayor por se Nephil. Fue seguido de un segundo Nephil, Hank, o la Mano Negra. 

-¿Mis hombres están reunidos? – preguntó Hank, dándole una pitada a su cigarro.
-Diez hombres en el bosque, encima de nosotros – respondió Blakely – Otros diez en carros en ambas salidas. Cinco están escondidos en varios puntos en el cementerio; tres justo dentro de las puertas del mausoleo, y dos por la reja. Sin duda, el hombre con el que te vas a encontrar esta noche, vendrá con su propio apoyo.
-Dudo eso – dijo Hank, con una sonrisa.
-¿Trajiste a veinticinco de tus mejores Nephil para que peleen contra un solo hombre?
-No es un hombre – Hank le recordó – No quiero que nada salga mal esta noche.
-Tenemos a Lali. Si él te da problemas, ponlo al lado del teléfono con ella. Dicen que los ángeles no pueden sentir el tacto, pero si las emociones. Estoy seguro que él sentirá cuando ella grite. 

Hace cuatro días que la había capturado, sacándola del almacén del parque de atracciones, pero él ya había determinado que lecciones ella necesitaba aprender. Primero, nunca probar su autoridad en frente de sus hombres. Segundo, devoción a su línea de sangre Nephil. Y, tal vez, lo más importante, mostrar un poco de respeto por su padre.

Apagando su cigarro, Hank descendió las escaleras de piedra que llevaban al cementerio. Fue ahí cuando lo vio. El ángel estaba inclinado en una tumba, pero al ver a Hank, se enderezó. Vestido de negro, incluyendo una chaqueta de motocicleta, era difícil de distinguir de las sombras. No se había afeitado en días, su cabello estaba desordenado y desprolijo, y había líneas de preocupación alrededor de su boca. ¿Llorando por la desaparición de su enamorada? Genial.

-Te ves bastante mal…Peter, ¿verdad? – dijo Hank, deteniéndose a unos pasos.

El ángel sonrió, pero no de placer.

-Y aquí pensé que tal vez habías tenido algunas noches sin dormir. Después de todo, ella es tu propia carne y sangre. Por lo que veo, has logrado dormir. Rixon siempre dijo que eras un chico lindo. 
-¿Bueno? ¿Qué tienes para mí? Mejor que sea algo bueno.
-Fui a tu casa, pero te escondiste y te llevaste a tu familia – dijo el ángel.
-Sí, pensé que podrías intentar algo malo. Ojo por ojo, ¿no es acaso el credo de los ángeles? Cortemos esto. Dime si me trajiste algo útil.

El ángel se encogió de hombros.

-Jugar contigo no parecía importante al lado de encontrar dónde has llevado a tu hija.
-Ese no era el trato.
-Encontraré la información que necesitas – dijo el ángel – Pero primero libera a Lali. 
-Necesito asegurarme que cooperarás a largo plazo. La voy a mantener hasta que hagas algo bueno en este trato.
-No estoy aquí para negociar.
-Estás en una posición de hacerlo – Hank buscó el teléfono – Me cansé de tener paciencia. Si has desperdiciado mi tiempo esta noche, va a ser una noche no placentera para tu novia. Una llamada y ella se muere de hambre…

Antes que tenga tiempo de terminar con su amenaza, Hank se vio retrocediendo. Los brazos del ángel se estiraron, y todo el aire se escapó de Hank. Su cabeza golpeó algo sólido y olas de negrura rodaron a través de su visión.

-Así es como va a funcionar – siseó el ángel.

La mano del ángel estaba en su garganta. Hank pateó, pero no tenía sentido; el ángel era muy fuerte. Luces rojas saltaron detrás de sus ojos y su pecho sintió como si una piedra hubiese rodado por encima. De pronto Hank invadió la mente del ángel, apartando las amenazas que formaban sus pensamientos, enfocándose en arreglar las intenciones del ángel, debilitando su motivación, mientras le susurraba que lo libere.

-¿Un juego mental? – se burló el ángel – No te molestes. Haz la llamada. Si ella se libera en los dos próximos minutos, te soltaré rápidamente. Si se demora más que eso, te partiré en dos. Y créeme cuando digo que disfrutaré cada último grito que des.
-¡No…puedes…matarme!
-Pedazo por pedazo – siseó el ángel – Llama a tus hombres.
-¡No…puedo….hablar!
-Jura que la liberarás ahora y te dejaré hablar – el ángel dijo en su mente.
-Estás cometiendo un gran error, chico – lanzó Hank. 

Los dedos de Hank buscaron su bolsillo, deslizándose adentro. Apretó el dispositivo del pánico, aquel que contenía el veneno necesario para paralizar al ángel. La víctima hizo un sonido de impaciencia, apartó el dispositivo y lo desapareció en la niebla.

-Jura la liberación o tu brazo es lo siguiente.
-Mantendré el trato original. La liberaré y enterraré todo el rencor sobre la muerte de Chauncey si me traes la información que necesito. Hasta entonces, prometo tratarla humanamente…

El ángel golpeó la cabeza de Hank contra el suelo. Entre la nausea y el dolor, él todavía pudo escuchar al ángel.

-No voy a dejarle contigo otros cinco minutos.
-Nunca olvidaré lo alto que ella gritó cuando me la llevé. ¿Sabías que gritó tu nombre? Una y otra vez. Dijo que tú vendrías por ella. Esos fueron los primeros días, por supuesto. Creo que finalmente está empezando a aceptar que no eres comparable a mí.

Observó cómo el rostro del ángel se oscureció. Sus hombros se sacudieron, sus ojos se dilataron con ira. Y luego todo sucedió con agonía. Un momento Hank estaba en la verja, a punto de desmayarse por el dolor en su carne, y al siguiente estaba mirando los puños del ángel, pintados con su sangre. El dolor explotó dentro de él, casi llevándolo a la inconsciencia. A la distancia, escuchó a sus hombres correr.

-¡Sal….de…mí! – gritó, mientras el ángel rompía su cuerpo. 

De pronto, el ángel fue apartado. Hank yacía en el suelo, jadeando. Estaba sudoroso, lleno de sangre, dolor por todo su cuerpo. Con ayuda de Blakely, Hank pudo ponerse de pie. Se sentía inestable, intoxicado con su propio sufrimiento. 

-¿Podemos llevarlo, señor?
-No, no tiene uso encerrarlo. Dile al Nephil que la chica no tendrá nada más que agua por cuarentaiocho horas. Si el chico no quiere cooperar, ella pagará.

Blakely asintió y fue a hacer la llamada. Hank se detuvo un instante intentando recuperar el aliento, luego se acercó al ángel.

-Una vez más, los términos de nuestro juramento, así no hay malentendidos. Primero, aprenderás a ganar de nuevo la confianza de los ángeles caídos, reuniendo sus rangos….
-Te mataré – dijo el ángel, advirtiendo.
-Lo que significa qué… - continuó – los espiarás y reportarás sus discusiones.
-Lo juro – dijo el ángel – con estos hombres como testigos, que no descansaré hasta que estés muerto.
-Un gasto de aliento. No puedes matarme. 
-Cada mano que coloques en ella te la devolveré por diez.
-Un sentimiento innecesario, ¿no crees? – dijo Hank, sonriendo – Para cuando esté con ella, no recordará tu nombre.
-Recuerda este momento – dijo el ángel – Va a regresar a cazarte.
-Suficiente de esto – dijo Hank, dirigiéndose al auto – Llévenlo al parque de atracciones. Lo queremos entre los caídos lo más pronto posible.
-Te daré mis alas.

Hank se detuvo, inseguro de haber escuchado bien. Rió.

-¿Qué?
-Jura liberar ahora a Lali y son tuyas – se notaba el primer paso de la derrota.
-¿Qué uso tendrían tus alas?
-Pensarás en algo – dijo el ángel.
-Juraré liberarla antes de Chehvan – dijo Hank.
-No es suficiente
-Tus alas pueden ser un bonito trofeo, pero tengo una agenda más grande. La liberaré para el final del verano, mi oferta final – se volteó, alejándose y sonriendo.
-Listo – dijo el ángel, resignado.
-¿Cómo se hace? – dijo Hank, volteándose de nuevo.
-Tus hombres me las quitarán.

Hank abrió la boca para argumentar, pero el ángel lo interrumpió.

-Son lo suficientemente fuertes. Si no peleo, nueve o diez de ellos pueden hacerlo. Regresaré a vivir en el parque, y diré que los arcángeles me quitaron las alas. Pero para que esto funcione, tú y yo no podemos tener ninguna conexión – advirtió.

Sin dudar, Hank soltó unas cuantas gotas de sangre hacia el suelo.

-Juro liberar a Lali antes que termine el verano. Si rompo mi promesa, podré morir y regresaré a ser polvo, de donde fui creado.

El ángel se quitó la camisa y colocó sus manos en sus rodillas. 

-Háganlo.
-Arránquele las alas al ángel – ordenó Hank – y limpien cualquier desastre. Luego, suelten su cuerpo en las rejas del parque, donde seguramente será encontrado. Y cuidado, no deben ser vistos. 

Entonces, Hank se dirigió hacia su auto e hizo el último llamado de la noche. Aclaró su garganta y adoptó una voz preocupada.

-Querida, acabo de escuchar tu mensaje. La familia y yo hemos estado de vacaciones y estoy corriendo al aeropuerto ahora. Cogeré el primer vuelo. Cuéntame todo. ¿Qué quieres decir con secuestrada? ¿Estás segura? ¿Qué dijo la policía? – se detuvo, escuchando los sollozos angustiados – Escúchame, estoy aquí para ti. Usaré todos los recursos que pueda, si es lo que se necesita. Lali está ahí afuera y la encontraremos.

2 comentarios:

  1. como va entregar sus alas? NOOOOOOOOO

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  2. NO!!! sufro por los dos!! Peter que le pasa si pierde sus alas???
    Todavía queda un libro más... cuanto pro sufrir je! más!

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