viernes, 11 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Dos

Me desperté en el hospital.

El techo era blanco, las paredes de un azul sereno. La habitación olía a flores. Un carrito con ruedas al lado de mi cama, balanceaba dos arreglos florales, junto a un conjunto de globos con frases como: “¡Que te recuperes pronto!”. 

-Bebé – susurró una voz familiar, y la persona se acercó a mí – Oh, querida – se sentó en la esquina de mi cama y me abrazó – Te amo. Te amo tanto.
-Mamá.

Ella ya estaba llorando contra mi cuerpo, pequeños temblores. 

-Me recuerdas – dijo – Tenía tanto miedo. Pensé…oh bebé. ¡Pensé lo peor!
-¿Es verdad? – pregunté, sintiendo mi estómago retorcerse – Lo que dijo el policía. ¿Por once semanas estuve….? – no podía terminar la frase. Secuestrada, era imposible - ¿Qué me pasó?
-La policía está haciendo todo lo posible para encontrar respuestas – sonrió, pero no llegó a sus ojos – La cosa más importante es que estás aquí – agregó, sacudiendo mi mano – Estás en casa. Todo lo que sucedió se ha terminado. Vamos a sobrellevar esto.
-¿Cómo fui secuestrada?
-¿Qué recuerdas? – preguntó mamá – El policía Basso dijo que incluso el mínimo detalle puede ayudar. Intenta recordar. ¿Cómo llegaste al cementerio? ¿Dónde estabas antes de eso?
-No recuerdo nada. Es como si mi memoria…. – como si hubiese sido robada. Dejada nada más que con un vacío lleno de pánico. 
-¿Qué es lo último que recuerdas?
-Colegio. Tenía un examen de biología. Pero supongo que lo perdí – agregué.

Recordé algo. Cande estaba a mi lado, nuestros cuadernos abiertos en frente nuestro. Cande era mi compañera de laboratorio. 

-Quieres decir química – me corrigió mamá – Clases de verano.
-Nunca he ido a clases de verano.

Mamá colocó una mano en su boca. Su piel palideció. 

-¿Qué día es hoy? ¿Qué mes? – lo que había dicho el señor del cementerio no podía ser cierto. No, tenía que ser imposible.
-Está bien, bebé – murmuró mamá – Vamos a lograr que tu memoria regrese. El doctor dijo que la mayoría de los pacientes mejoran con el tiempo.

Intenté sentarme, pero mis brazos eran un conjunto de tubos y equipamiento médico. 

-¡Sólo dime en qué mes estamos! – repetí histérica.
-Septiembre. Seis de septiembre.

Me recosté de nuevo, parpadeando.

-Pensé que era Abril. No puedo recordar nada después de eso. ¿En serio se ha terminado el verano? ¿Así de simple?
-¿Así de simple? Fue horrible. Cada día sin ti…once semanas sin saber nada…el pánico, la preocupación, el miedo….
-Si es Septiembre, y me fui por once semanas, entonces desaparecí….
-El veintiuno de Junio. La noche de la fiesta de verano.
-Pero no recuerdo Junio. Ni siquiera Mayo.

Nos miramos una a la otra, y supe que estábamos compartiendo el mismo pensamiento horrible. ¿Era posible que la amnesia se haya prolongado más allá de once semanas, hasta Abril? ¿Cómo podía suceder algo así?

-¿Qué dijo el doctor? – pregunté - ¿Tengo alguna herida en la cabeza? ¿Fui drogada? ¿Por qué no recuerdo nada?
-El doctor dice que es una amnesia retrógrada. Significa que algunas de tus memorias pre-existentes se han perdido. Solo no estamos seguros de hasta dónde va la pérdida de memoria. Pero ahora sabemos que es hasta Abril – susurró para sí misma.
-¿Pérdida? ¿Cómo que pérdida?
-Él cree que es psicológico.
-¿Psicológico?
-Él cree que estás bloqueando las memorias para evitar recordar algo traumático.
-No lo estoy bloqueando – cerré mis ojos, sin poder controlar las lágrimas escapándose de los bordes de mis ojos – Sabría si estuviera tratando de olvidar los cinco meses de mi vida – dije, hablando lentamente – quiero saber qué me pasó.
-Intenta recordar – insistió gentilmente - ¿Fue un hombre? ¿Estuviste con un hombre todo este tiempo?

¿Lo estuve? La única imagen que tenía en mi cabeza era de un monstruo más allá de la luz. 

-¿Sabes que no tienes que proteger a nadie, verdad? – continuó con tono suave – Si sabes con quién estuviste, puedes decirme. Sin importar lo que te dijeron, estás a salvo ahora. No pueden hacerte daño. Te hicieron esto horrible, y es su culpa. 

Un sollozo de frustración se alzó por mi garganta. Estaba por expresar mi desesperanza, cuando una sombra se acercó a la puerta. El policía Basso. Sus brazos estaban doblados sobre su pecho, sus ojos alerta. Mamá lo sintió y dio la vuelta.

-Pensé que Lali podría recordar algo si es que sólo éramos las dos – le dijo al policía, disculpándose – Sé que dijiste que tú querías hacerle preguntas, pero sólo pensé…

Asintió, señalando que estaba bien. Luego caminó, mirándome.

-Dijiste que no tenías una imagen clara, pero incluso los detalles borrosos pueden ayudar.
-Como el color del cabello – interrumpió mamá – Tal vez era….¿castaño?

Quería decirle que no había nada, ni siquiera algo de color, pero no me atrevía con el policía Basso aquí. No confiaba en él. Cuando estaba cerca de mí, los vellos de mi cuero cabelludo se erizaban, y sentía como si un cubo de hielo se deslizara por mi cuello.

-Quiero ir a casa – fue todo lo que dije.

Mamá y Basso compartieron una mirada.

-El doctor necesita hacer unos exámenes – dijo mamá.
-¿Qué clase de exámenes?
-Cosas relacionadas a tu amnesia. Terminará cuánto antes, luego iremos a casa.
-¿Qué no me están diciendo? – dije, mirando a Basso.
-Necesitamos hacer unos cuantos exámenes. Asegurarnos que todo está bien.

¿Bien? ¿Qué parte de todo esto estaba bien para él?

No hay comentarios:

Publicar un comentario