martes, 22 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Trece

Sábado por la mañana y aquellos ojos aún me cazaban, esos que me estudiaban, que se volvían suaves y sensuales como la seda. Jev me había dicho que no lo busque, pero no podía dejar de fantasear sobre todas las formas diferentes en que podíamos encontrarnos de nuevo.

Decidí correr por la mañana, hacer un poco de ejercicio podía ayudar a aclarar mi mente de pensamientos problemáticos. Y sí que ayudó. Pero, cuando llegué a mi habitación, luego de bañarme, y empecé a buscar algo para ponerme, encontré la pluma negra que había cogido del cementerio. Y, otra vez, me vino la duda de si debía votarla o no; algo me decía que era importante. Le hice caso al pensamiento y la guardé más al fondo en el cajón.

Estaba con Cande en nuestra cafetería, favorita, poniéndole al día sobre lo que había sucedido con Hank y mi madre, sin contarle lo de Gabe. Y, como si fuera coincidencia, me llegó un mensaje de Paula al celular.

-El collar es una cadena de plata de hombre, ¿lo encontraste?
-¿Cómo conseguiste mi número? – le respondí a Paula.
-Nuestros padres comparten más que saliva, idiota.

Cerré el celular y devolví mi atención a Cande.

-¿Puedo hacerte una pregunta estúpida? – dije.
-Mi clase favorita.
-¿Fui a una fiesta de Paula en el verano?
-Sí, recuerdo eso. Me llevaste a mí también. Aún me debes por ello, por cierto.

No era la respuesta que esperaba.

-Pregunta extraña. ¿Era amiga de…Paula?

Ahora vino la reacción que esperaba. Cande casi se ahoga con la donut que estaba comiendo.

-Tú y la pu, amigas. ¿Escuché eso bien? Sé que has perdido temporalmente la memoria, pero, ¿cómo has podido olvidar once años de ella haciendo estupideces?
-¿Qué me estoy perdiendo? Si no éramos amigas, ¿por qué me invitó a su fiesta?
-Invitó a todos. Estaba buscando donaciones para sus nuevos uniformes de porristas. Ella quiso nuestro dinero en la puerta – explicó Cande – Casi nos fuimos en ese entonces, pero tú querías espiar a… - cerró la boca.
-¿Espiar a quién?
-Paula. Queríamos espiarla. Así fue – asintió muy enérgicamente.
-¿Y?
-Queríamos robar su diario – dijo Cande – Íbamos a imprimir todas las partes jugosas en la revista escolar. ¿Bastante épico, verdad?

La observé, sabiendo que algo andaba mal con eso, pero fallé en descubrirlo.

-¿Sabes lo mal que suena eso, verdad? Nunca obtendríamos permiso para publicarlo.
-Nunca duele intentar.

Apunté un dedo hacia ella.

-Sé que me estás escondiendo algo.
-¿Quién, yo?
-Suéltalo, Cande. Prometiste no esconderme nada – le recordé.
-De acuerdo, de acuerdo. Fuimos a espiar a – hizo una pausa dramática – Antonio Amore.

Antonio y yo habíamos compartido la misma clase de Educación Física el año pasado. Tenía la personalidad de un chancho. Sin mencionar que Cande ya había jurado que no había nada entre ellos.

-Estás mintiendo.
-Tuve…un amor a primera vista con él – se sonrojó.
-Tuviste un amor a primera vista con Antonio Amore – repetí.
-¿Podemos hablar de otra cosa, por favor?

Después de once años, Cande aún podía sorprender.

-Primero, jura que no me estás escondiendo nada. Porque toda esta historia suena extraña.
-Honor de exploradora – dijo Cande – Fuimos a espiar a Antonio, final de la historia. Por favor, mantén el abuso verbal hacia él al mínimo. Ya estoy lo suficientemente humillada.
-Bien, de regreso a Paula, entonces. Anoche ella me contó que su novio, Peter, me dio un collar que se supone que debía dárselo a ella.

Cande se atragantó con su bebida.

-¿Dijo que Peter era su novio?
-El término exacto fue “coqueteo de verano”. Dijo que Peter era amigo de nosotras dos.
-Huh.
-¿Por qué siento que no entiendo nada?
-No conozco a ningún Peter – dijo Cande – De todos modos, parece un nombre de perro. Tal vez lo inventó. Si Paula es buena en algo, es enredar las mentes de las personas. Mejor olvidar todo sobre Peter y Paula. 
-¿El nombre Jev te suena de algún lado? – solté.
-¿Jev? ¿Sólo Jev? ¿Es un sobrenombre o qué?

Parecía que nunca había escuchado el nombre.

-Me choqué con un chico – expliqué – Creo que nos conocíamos, tal vez del verano. Su nombre es Jev.
-No puedo ayudarte, bebé.
-Tal vez es el sobrenombre de alguien. 
-No, no.

Abrí mi celular.

-¿Qué haces? – preguntó Cande.
-Mandándole a Paula un mensaje.
-¿Qué le preguntarás? Escucha, Lali…

Sacudí mi cabeza, adivinando sus pensamientos. 

-Este no es el inicio de una cosa de largo plazo, créeme. Te creo a ti, no a Paula. Este será el último texto que le mande. Voy a decirle que buen intento con sus mentiras gordas.

La expresión de Cande perdió la tensión.

-Díselo, bebé. Dile que sus mentiras tramposas son inútiles conmigo cuidando tu espalda.
-Busqué por todos lados, no hay collar alguno. Depravada – le escribí.
-Sigue buscando – respondió al minuto.

3 comentarios:

  1. Paula esta con hank no??? Que tiene de especia el collar?? ES el que le dio cunado ella le dio el anillo??? Pero no se lo devolvió??? Más!!

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  2. quiero que lali recuerde tooooooooooooodo

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