domingo, 20 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Doce

Siguiendo las instrucciones de Jev, encontré una tienda y de ahí llamé a un taxi, no quería llamar a mamá; no estaba en condiciones de hablar. En casa, subí hacia mi habitación. Me puse mi ropa de dormir y me curvé en posición fetal debajo de las sábanas hasta que me quedé dormida.

Fui despertada por los sonidos de zapatos moviéndose fuera de mi puerta. Debo de haber estado soñando con Jev, porque mi primer pensamiento fue: es él. 

Mi mamá abrió la puerta con tanta fuerza que golpeó la pared.

-¡Está aquí! – gritó sobre su hombro - ¡Está en la cama! – caminó hacia mí - ¡Lali! ¿Por qué no me dijiste a dónde habías ido? ¡Hemos estado conduciendo por toda la ciudad, buscándote! – estaba jadeando, sus ojos salvajes.
-Le dije a la recepcionista que te diga que llamé a Cande para que me trajera – solté.
-¡Llamé a Cande! Ella no sabía de qué estaba hablando.

Claro que no lo sabía, Gabe había venido antes de tener oportunidad de hacer algo al respecto.

-No puedes volver a hacer eso – dijo mamá - ¡Nunca más puedes volver a hacerlo!

Aunque sabía que no ayudaría, empecé a llorar. No quería asustarla, es que cuando la vi con Hank…reaccioné. Y por más que quería creer que Gabe ya no aparecería más en mi vida, su amenaza seguía en mis pensamientos. ¿En qué me había metido? 

-Ay, Lali.

Dejé que mi mamá me abrazara y presionara mi cara contra su blusa.

-Esto sólo fue un mal susto – dijo ella – Seremos más cuidadosas la próxima vez.

El suelo del pasillo crujió y alcé la mirada para ver a Hank recostado contra el marco de la puerta.

-Nos diste un buen susto, jovencita – su voz era calma y suave, pero había algo lobuno en sus ojos que hizo que sintiera escalofríos.
-No lo quiero aquí – le susurré a mi mamá.

Aunque no estaba segura de la validez de mi alucinación, me estaba cazando. No podía dejar de ver a Hank con la jaula. No podía apartar las palabras que él había dicho. 

-Te llamaré más tarde, Hank – dijo mamá – Después que acueste a Lali. Gracias de nuevo por la cena, y siento la falsa alarma.
-No te preocupes, querida. Olvidaste que tengo a mi propia princesa dramática, al menos puedo decir que ella nunca ha hecho algo tan arriesgado – rió.

Esperé hasta que bajó las escaleras. No estaba segura de cuánto decirle a mamá, especialmente desde que Jev había dicho que no se podía contar con la policía y tenía miedo de que, todo lo que dijera ahora, llegara a los oídos del policía Basso. Pero, demasiadas cosas habían sucedido esta noche como para dejarlo pasar.

-Conocí a alguien esta noche – le dije a mamá – Después que me fui del restaurante. No lo reconocí, pero me dijo que nos conocíamos. Debo de haberlo conocido en los últimos cinco meses, pero no recuerdo.
-¿Te dijo su nombre?
-Jev.

Había estado aguantando la respiración, pero ahora soltó un poco de aire. Me preguntaba qué significaba eso. ¿Ella esperaba otro nombre?

-¿Lo conocías? – pregunté.
-No. ¿Te dijo cómo te conocía? ¿Del colegio, tal vez? ¿O cuándo trabajaste en la cafetería?

¿Había trabajado? Esas eran noticias nuevas para mí. Estaba por pedirle que me aclare eso último cuando sus ojos se encontraron de nuevo con los míos.

-Espera. ¿Qué estaba usando? ¿Cómo se veía su ropa?
-¿Por qué importa?

Se puso de pie, luego caminó de la cama a la puerta y de regreso. 

-¿Tal vez estaba usando un uniforme con un logo? ¿O tal vez iba vestido completamente de un solo color? ¿Cómo…negro?
-Estaba usando una camisa blanca de béisbol y jeans.

Líneas de preocupación se formaron alrededor de su boca.

-¿Qué no me estás diciendo? – pregunté.

Las líneas de preocupación se esparcieron a sus ojos.

-¿Qué sabes? – demandé.
-Había un chico – empezó.
-¿Qué chico?

No pude evitar preguntarme si estaba hablando de Jev. Y me encontré deseando que así lo fuera. Quería saber más de él, saber todo sobre él.

-Vino por acá unas cuantas veces. Siempre estaba vestido de negro – dijo, con disgusto – Era mayor y, por favor no lo tomes a mal, pero nunca pude ver qué vio en ti. Había dejado el colegio, tenía un problema con las apuestas, y trabajaba como mesero en un restaurante. Quiero decir, ¡por dios! No tengo nada contra ellos, pero casi me daba risa. Como si pensara que tú te quedarías siempre aquí. Estaría sorprendida si estaba determinado a ir a la universidad.
-¿Me gustaba? – su descripción no sonaba como Jev, pero no me iba a rendir.
-¡Difícilmente! Siempre me hacías dar excusas cada vez que él llamaba. Eventualmente, él se dio cuenta de lo que sucedía y te dejó sola. Duró poco tiempo. Un par de semanas a lo mucho. Sólo lo traje al tema porque siempre pensé que había algo mal con él, y siempre me pregunté si él podría saber algo sobre tu secuestro. No es por ser dramática, pero parece que una nube oscura se hubiese situado en tu vida desde que lo conociste.
-¿Qué le pasó? – me di cuenta que mi corazón latía desaforado.
-Dejó la ciudad – sacudió su cabeza - ¿Ves? No puede haber sido él. Entré en pánico, eso es todo. No te preocupes por él – agregó, viniendo hacia mí y acariciando mi rodilla – Probablemente está cruzando el país para este entonces.
-¿Cuál es su nombre?

Dudó sólo un momento.

-Ya sabes, no lo recuerdo. Algo con una P. Pablo, tal vez – rió – Supongo que eso prueba lo insignificante que era.

Sonreí ausente ante su broma, mientras escuchaba la voz de Jev en mi mente. Nos conocíamos. Nos conocimos hace cinco meses, y yo fui malas noticias desde el momento en que posaste tus ojos en mí.

Si este Jev y el chico misterioso de mi pasado eran el mismo, alguien no me estaba dando la historia completa. Tal vez Jev estaba en problemas. Tal vez lo mejor ira en dirección contraria. Pero algo me decía que no era porque él era una persona difícil e indiferente que intentaba hacerme pensar. Justo antes de la alucinación, lo había escuchado decir, Se supone que no deberías de estar más en esto. Ni siquiera yo puedo mantenerte a salvo.

Mi seguridad significaba algo para él. Sus acciones de esta noche lo probaban. Lo que me dejaba con dos preguntas. ¿En qué se supone que no debería de estar más involucrada? Y, ¿quién estaba mintiendo? ¿Mamá o Jev?

Si pensaba que estaba contenta quedándome sin hacer nada, como la modelo perfecta, toda dulce, no eran tan inteligentes como pensaban. 

3 comentarios:

  1. que mala y mentirosa la mamá de lali o si es que derrpente tambien le borraron la memoria a ella (? jajaja

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  2. Me encanta!! Sigo sin entender que quiere hank con ella!!! Más!

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