lunes, 14 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Cinco

A la mañana siguiente me desperté con un dolor en el cuello y una memoria distante de un sueño raro y sin color. Después de bañarme, me puse un vestido punteado, pantis y botas. Al menos debería parecer estar bien por fuera, aunque por dentro era un completo desorden.

-Te levantaste temprano – dijo mamá.

Me había ido directo a la cocina y la había encontrado preparando huevo con pan para el desayuno. 

-Ya son más de las ocho – dije.
-¿Por qué no regresas a la cama y te llevo ahí el desayuno? – sugirió mamá.
-Estoy bien, ya me desperté.
-Pensé que con todo lo que había pasado, querrías tomar las cosas con calma. Dormir, leer un libro, tal vez tomar largos baños con burbujas. ¿Qué te parece, entonces? ¿Desayuno en la cama?
-¿Y el colegio?
-El colegio puede esperar.
-¿Hasta cuándo?
-No lo sé. Una semana, supongo. O dos, hasta que sientas que has vuelto a la normalidad.
-Supongo que es bueno saber que tengo una semana o dos para regresar a la normalidad – dije con sarcasmo.
-Lali…
-No importa si no puedo recordar nada de los últimos cinco meses. No importa si de ahora en adelante, cada vez que vea un extraño observándome, me preguntaré si es él. Lo que quiero decir es que la normalidad puede tomar años, incluso nunca puede suceder. Pero, definitivamente no habrá ningún progreso si me quedo aquí mirando la nada. Voy a regresar hoy al colegio, fin de la historia. 
-¿Colegio?
-De acuerdo al calendario, ya estamos Septiembre. El colegio empezó hace dos días.
-No quise decir que no regresarías, simplemente creo que debes llevar las cosas con calma.
-¿Con calma? No puedo recordar nada de los últimos meses de mi vida. No voy a dejar que las cosas se calmen y se me deslicen de las manos. La única forma en la que me voy a sentir bien sobre lo que pasó, es al regresar a mi vida. Voy a ir al colegio y luego saldré con Cande a hacer cosas de amigas. Luego volveré a casa y haré mi tarea. Luego me dormiré escuchando las viejas grabaciones de Papá. 
-Un montón de cosas cambiaron durante el tiempo que te fuiste….
-¿Crees que no sé eso? Créeme, lo entiendo. Y tengo miedo. Sé que no puedo regresar y eso me aterra. Pero al mismo tiempo….

Soltó un suplido, interrumpiéndome.

-Hank y yo estamos saliendo.

Las palabras me atravesaron. La miré, sintiendo mi cabeza llena de confusión.

-Lo siento, ¿qué?
-Sucedió mientras estuviste desaparecida.
-¿Hank Recca?
-Está divorciado ahora.
-¿Divorciado? Sólo me fui por tres meses.
-Todos estos días de no saber dónde estabas tú, s estabas viva, él fue todo lo que tuve, Lali.
-¿El papá de Paula? – parpadeé.

¿Mi mamá estaba saliendo con el padre de la única chica que siempre he odiado? ¿La que siempre me ha hecho la vida imposible?

-Salimos. En la secundaria y universidad. Antes de conocer a tu padre – agregó.
-¿Tú – dije – y, Hank?
-Sé que estás tentada a juzgarlo basada en tu opinión de Paula, pero de hecho es un hombre muy dulce. Tan considerado, generoso y romántico – sonrió y luego se sonrojó.
-Claro.

Cogí un plátano del bol de frutas y luego me dirigí hacia la puerta principal.

-¿Podemos hablar de esto? – sus pies desnudos golpearon el suelo de madera mientras me seguía - ¿Al menos puedes escucharme?
-Suena a que estoy tarde.
-¡Lali!
-¿Qué? – espeté, volteándome - ¿Qué quieres que diga? ¿Qué estoy feliz por ti? No lo estoy. Solíamos burlarnos de los Recca. Solíamos bromear que el problema de actitud de Paula era veneno dada toda la comida marina costoso que su familia comía. ¿Y ahora estás saliendo con él?
-Sí, él. No Paula.
-¡Es lo mismo para mí! ¿Al menos esperaste a que la tinta en los papeles del divorcio estuviera seca? ¿O hiciste tu movida mientras él seguía casado?, porque tres meses es bastante rápido.
-¡No tengo que responder eso! ¿Crees que estoy traicionando a tu padre, es eso? Créeme, ya me he torturado lo suficiente, preguntándome cuándo podré seguir adelante. Pero él quería que yo sea feliz. 
-¿Paula lo sabe?
-¿Qué? No, no creo que Hank le haya dicho todavía.

Estaba segura que cuando se enterase, la retribución sería humillante y brutal. 

-Estoy tarde para el colegio. ¿Dónde están mis llaves? – dije, buscándolas en la mesa de la entrada.
-Debería estar ahí.
-Las de la casa están. ¿Las de mi auto?
-Vendí el auto.
-¿Vendiste? – dije, mirándola – ¿Disculpa? ¿Qué más? – demandé - ¿Qué más vendiste mientras no estuve?
-Lo vendí antes que desaparecieras – murmuró, sus ojos bajos.

Tragué con fuerza. Ni siquiera podía conversar con mi madre sin verme como una idiota. En lugar de disculparme, abrí la puerta y salí de casa. 

-¿De quién es ese auto? – pregunté, viendo un Volkswagen estacionado. 
-Tuyo.
-¿Cómo que mío?
-Benjamín Amadeo te lo dio.
-¿Quién?
-Su familia se mudó de regreso a la ciudad al principio del verano.
-¿Benja? – repetí, buscando en mi memoria a largo plazo - ¿El chico en mi clase de jardín?

Mamá asintió.

-¿Por qué me daría un auto?
-Nunca tuve la oportunidad de preguntarte. Desapareciste la noche en que él lo dejó.

Confundida, mamá me contó que la policía intentó contactarse con Benjamín, para ver si él tenía alguna evidencia. Pero él ya no estaba en la ciudad. Él único que tenía respuestas era Rixon, quién también había desaparecido y no existía en ningún registro de la ciudad, nadie sabía quién era tampoco. El policía Basso incluso había revisado mi diario por sí veía el nombre ahí, pero resulta que las páginas de mi diario habían sido arrancadas, así que no quedaba rastro alguno.

-¿Puedes darme la llave? – finalmente dije, luego de un silencio.
-Ten cuidado – dijo mamá, colocando la llave en mi mano.
-No te preocupes. La única cosa que puede ponerme en peligro es haciendo el ridículo. ¿Chocarme con alguien en el colegio que conozco y no reconocerlo? Por suerte, recuerdo el camino al colegio – dije, abriendo la puerta del auto.
-Sé que no es el mejor momento, pero hemos sido invitadas a cenar esta noche.

Encontré sus ojos, fríamente.

-¿En serio?
-A Hank les gustaría llevarnos a cenar, para celebrar tu regreso.
-Qué considerado de su parte – dije, encendiendo el auto.
-Lo está intentando – gritó mi madre – Está intentando hacer que esto funciones. 

Tenía una réplica sarcástica en la punta de la lengua, pero decidí ir por más impacto. Después me preocuparía por las repercusiones. 

-¿Qué hay de ti? ¿Estás haciendo que funcione? Porque si él se queda, yo me voy. Ahora, si me disculpas, tengo que descubrir cómo vivir mi vida de nuevo.

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