lunes, 28 de enero de 2013

Ángeles Caídos #3: Dieciocho

El chirrido de las llantas sonó detrás de nosotros. Hank estaría tan orgulloso, sus hombres no se rendían con facilidad. Jev me escondió detrás de una pared.

-Hay una discoteca a una cuadra de aquí. No es el lugar más limpio pero podemos escondernos ahí.

Tomó mi hombro y empezó a empujarme.

-Si los hombres de Hank revisan el club, me reconocerán. Las luces en el almacén estuvieron prendidas por cinco cincos antes que me sacaras. Alguien en esa habitación debió haberme visto. Puedo intentar esconderme en el baño, pero si empiezan a hacer preguntas, no podré esconderme por mucho tiempo.

-El almacén al que entraste es para nuevos reclutas. Dieciséis o diecisiete en años humanos, lo que hace menos de un año Nephil. Soy más fuerte que ellos, y tengo mucho más práctica cuando se trata de jugar con sus mentes. Voy a colocar un hipnotismo en ti. Si nos ven, van a ver a un chico con pantalones de cuero negro con un collar de púas, y una chica rubia platino en un corsé y botas de combate.

De pronto sentí una pequeña luz en la cabeza. Un hipnotismo. ¿Así era cómo funcionaban los trucos mentales? ¿A través de un encantamiento?

Jev alzó mi mentón, buscando mis ojos. 

-¿Confías en mí?

No importaba si lo hacía o no, debía hacerlo. La alternativa era enfrentar a los hombres de Hank. Así que asentí.

-Bien, sigue caminando.

Seguí a Jev hacia una antigua fábrica que ahora era una discoteca. Adentro, la ventilación era pobre e inmediatamente fui golpeada por una ola de olor de cuerpos mezclados con perfume, humo de cigarro y vómito. La gente tenía como quince años más que yo. Hicimos nuestro camino hacia el centro de la multitud, dónde pudimos escondernos y mantener vigilancia hacia las puertas.

-El Plan A es quedarnos aquí y esperarlos – gritó Jev sobre el sonido de la música – Eventualmente se rendirán y regresarán al almacén.
-¿Y, el Plan B?
-Si nos siguen hasta aquí, tendremos que irnos por la puerta trasera.
-¿Cómo sabes que hay una puerta trasera?
-He estado aquí antes. No es mi primera elección, pero es un favorito cuando se trata de mi estilo.

Miré alrededor.

-Pensé que podías hacerles trucos mentales a todos, ¿por qué siento que todos me miran?
-Porque somos las dos únicas personas que no están bailando.

Bailar. Hombres y mujeres estaban pegados unos a los otros, dándose besos, y asfixiándose.

-¿Me permites un baile? – preguntó Jev con un simpático tirón de su boca.
-¿No deberíamos de estar buscando la salida? ¿Tratando de pensar en otros planes?

Agarró mi mano derecha, y me jaló hacia él en un lento baile que no iba con la música. Como si leyera mi mente, me miró.

-Dejarán de mirarnos pronto. Están muy ocupados compitiendo por el baile más extremo esta noche. Intenta relajarte. 

Mi corazón empezó a latir desaforado, y no porque los hombres de Hank estuvieran cerca. Bailar de esta forma con Jev, apartaba cualquier oportunidad de mantener mis sentimientos controlados. Sus brazos eran fuertes, su cuerpo caliente. No estaba usando perfume, pero olía rico. Y esos ojos, profundos, misteriosos, indescifrables. A pesar de todo, quería inclinarme hacia él y….sólo dejarme ir.

-Mejor – murmuró en mi oído.

Antes que pueda responder, me dio una vuelta. Nunca antes había bailado así, y la habilidad de Jev me impresionó. La forma en que bailaba me hacía recordar a otro tiempo y lugar. Era confidente y elegante…suave y sexy.

-¿Crees que van a comprarse que un chico con pantalones negros de cuero baile así? – me burlé cuando me regresó a su abrazo.
-Mantelo así y yo te pondré en el estilo – no sonrió, pero sentí diversión en sus palabras.
-¿Cómo funciona el hipnotismo? ¿Cómo un hechizo?
-Es más complicado que eso, pero con el mismo resultado.
-¿Puedes enseñarme?
-Si te enseñara todo lo que sé, necesitaríamos una cantidad considerable de tiempo para estar a solas.
-Estoy segura que podemos mantenerlo en…lo profesional.
-Habla por ti misma – dijo en ese tono que me hizo difícil adivinar sus intenciones.

Su mano estaba en mi espalda, sosteniéndome contra él, y me di cuenta que estaba más nerviosa que como originalmente había pensado. Me encontré a mí misma preguntándome si la conexión entre los dos había sido así de eléctrica antes. ¿Estar cerca de él siempre se había sentido como el fuego? ¿Caliente, brillante, intensa y peligrosa?

Para mantener nuestra conversación fuera de un territorio incómodo, recosté mi cabeza contra su pecho, aunque sabía que no era seguro. Nada sobre él se sentía seguro. Mi cuerpo entero tarareó bajo su toque, una sensación completaba foránea. La parte sensible de mí quería disecar mis emociones, pero una parte más inmediata y física, estaba cansada que la lógica siempre me de vueltas, constantemente preguntándome sobre ese lapso en el tiempo que no recuerdo. 

Pieza por pieza, dejé que Jev rompa mis defensas. Estaba sobre caliente, mi cabeza llena de humo, y el momento empezó a sentirse irreal. Mientras estaba aquí, atrapada en el club, en los ojos de Jev, él hacía que todo fuera muy fácil.

Su boca rozó mi oreja.

-¿En qué estás pensando?

Cerré mis ojos brevemente, sintiendo ahogo. En lo caliente que me siento. Lo increíblemente viva y vibrante que me siento a tu lado, pensé.

Su boca se torció en una sonrisa perceptiva y sexy.

-Mmm.
-¿Mmm? – miré alrededor, sintiendo automáticamente irritación - ¿Qué significa Hmm? ¿Podrías usar más de cinco palabras? Pareces principiante.

Su sonrisa se amplió.

-Principiante.
-Eres imposible.
-Yo, Jev, tú Lali.
-Déjalo – pero casi sonrío. 
-Desde que estamos manteniéndolo en lo principiante, hueles bien – observó.

Se acercó, haciendo que advierta su tamaño, el subir y bajar de su pedo, la calidez de su piel contra la mía. Electricidad recorrió mi cuerpo y temblé de placer.

-Se llama ducha…. – empecé – Jabón, champú, agua caliente.
-Desnudez. Conozco el proceso – dijo. 

Insegura de cómo proceder, me reí.

-¿Estás coqueteando conmigo, Jev?
-¿A ti te parece que sí?
-No te conozco lo suficiente para tomar la decisión – intenté mantener mi voz neutral.
-Entonces tendremos que cambiar eso.

Aún insegura de sus motivos, aclaré mi garganta.

-¿Escapar juntos de chicos malos, es tu idea de jugar a conocerte?
-No. Esto es.

Inclinó mi cuerpo hacia atrás, llevándome a un lento arco hasta que me alzó y me chocó contra él. En sus brazos, mis articulaciones se debilitaron, mis defensas derritiéndose mientras me guiaba a través de apasionados pasos. Sus músculos se flexionaban por debajo de su ropa, sosteniéndome, guiándome. 

Mis rodillas se sentían débiles, pero no por bailar. Mi respiración era más rápida. Estar cerca de Jev, nuestras pieles rozándose, piernas tocándose ligeramente, miradas conectadas brevemente en la oscuridad, todo era sensación y calor intoxicante. 

-No tengo el cuerpo para esto -  objeté, alzando mi mentón hacia una voluptuosa mujer que sacudía sus caderas contra el ritmo – No tengo curvas.

Los ojos de Jev sostuvieron los míos.

-¿Estás pidiendo mi opinión?

Me sonrojé.

-Pedí eso.

Inclinó su cabeza hacia abajo, su respiración calentando mi piel. Sus labios rozaron mi frente con ligera presión. Cerré mis ojos, intentando sostener el absurdo deseo por él, para que baje su boca, hasta que encontrara la mía.

Jev, quise decir. Sólo que su nombre no salió. Jev, Jev, Jev, pensé. Repetí su nombre, un pedido silencioso, hasta que me sentí mareada. El pequeño espacio de aire entre nuestras bocas era una presencia vívida, burlona y tentadora. Él estaba tan cerca, mi cuerpo encajado al de él. Esperé, inclinándome en su abrazo, mi respiración ligera con anticipación.

De pronto, su cuerpo se tensó. El hechizo se rompió, el espacio entre nosotros se amplió y di un paso hacia atrás.

-Tenemos compañía – dijo.

Intenté apartarme por completo, pero Jev endureció su agarre en mí, forzándome a seguir pretendiendo que bailábamos. 

-Mantente calmada – murmuró, su mejilla rozando mi frente – Recuerda, si te miran, van a ver a una rubia con botas. No van a ver a la real Lali.
-¿Qué están haciendo? – pregunté, sin poder ver más allá de la multitud.
-Mirando alrededor. Baila conmigo y mantén tus ojos fuera de la puerta. Son cuatro. Se están expandiendo – Jev maldijo – Dos se están dirigiendo hacia aquí, creo que nos han atrapado. La Mano Negra los ha entrenado bien. Nunca he conocido a un Nephil que pueda ver a través de un truco mental en su primer año de lealtad, pero puede que lo logren. Camina hacia el baño y toma la salida al final del pasillo. No camines muy rápido y no mires hacia atrás. Si alguien intenta detenerte, ignóralo y sigue caminando. Voy a intentar retirarlos así ganamos tiempo. Te encuentro en el callejón en cinco minutos.

Jev fue en una dirección y yo en otra, con el corazón en la boca. Hice mi camino a través de la multitud. Seguí hacia el pasillo que llevaba a los baños, intentando pasar entre la gante que hacía cola. Como Jev prometió, una puerta apareció al final. La empujé y me encontré a mí misma afuera. Sin perder el tiempo, empecé a correr. No pensé que sería bueno estar de pie afuera, y preferí esconderme hasta que Jev viniera por mí. Estaba a medio camino cuando la puerta se abrió detrás de mí.

-¡Por ahí! – gritó una voz – ¡Se está escapando!

Volteé sólo para confirmar que eran Nephils. Luego, me quité. No sabía a dónde estaba yendo, pero Jev sabría cómo encontrarme. Corrí al otro lado de la calle, regresando al lugar dónde habíamos dejado la camioneta; seguramente Jev buscaría ahí como segunda opción al no encontrarme en el callejón. 

Los Nephils eran muy rápidos. Todo era mucho más fácil para ellos, me di cuenta con pánico. Cuando estaban sólo a momentos de distancia de mí, me volteé. Los dos Nephils bajaron la velocidad, preocupados de mis intenciones. Miré a los dos, respirando pesadamente. Podía seguir corriendo e ir hacia lo inevitable. O podía tratar de pelear. Podía gritar y esperar que Jev me escuchara. 

-¿Es ella? – preguntó uno de ellos.
-Es ella – dijo el otro – Está usando un truco mental. Enfócate en un detalle por cada momento, como nos enseñó la Mano Negra. Su cabello, para empezar. 

En un instante, estuvieron a mi lado, cada uno cogiendo con fuerza mis hombros. 

-¿Qué estabas haciendo en el almacén? – preguntó el más alto - ¿Cómo lo encontraste?
-Yo…– empecé, pero estaba muy aterrada para pensar en algo.
-¿Y tu lengua? – dijo el más bajo.
-Tenemos que llevarla de regreso al almacén – dijo el más alto – La Mano Negra o Blakely querrán hacerle preguntas.
-Recién mañana estarán de regreso. Puede que ahora obtengamos respuestas.
-¿Y si no habla?
-Nos aseguraremos que lo haga.
-Ella le contará a ellos todo.
-Borraremos su memoria cuando términos. No notará la diferencia.
-No somos lo suficientemente fuertes. 
-Podemos usar el devilcraft – sugirió el más bajo.
-Devilcraft es un mito. La Mano Negra lo dejó en claro.
-¿En serio? Si los ángeles en el cielo tienen poderes, tiene sentido que los demonios en el infierno también los tengan. Tú dices mito, yo digo, posiblemente una mina de oro. Imagina lo que podemos hacer con ello.
-Incluso si existiera, no sabemos por dónde empezar.
-Bien. Nos aseguraremos que nuestras historias sean iguales. La atrapamos en el almacén, la encontramos escondiéndose en el club, y mientras la traíamos de vuelta, se asustó y malogró todo. Así que diremos que ella está mintiendo, la Mano Negra nos creerá y no pensará en el Devilcraft. 
-Perfecto.
-Entonces, yo iré por nuestros compañeros, tú anda con ella. 

El más alto empezó a caminar en dirección contraria.

-Vas a venir conmigo – dijo el más bajo, forzándome a caminar hacia el otro lado.
-¡Suéltame! – grité, tratando de liberarme.
-Claro, tan sólo dime qué estabas haciendo en la casa segura.
-¡Suéltame ahora!
-La escuchaste.

Los ojos del Nephil se abrieron con impaciencia.

-¿Qué pasó ahora? – espetó, volteándose a ver quién se atrevía a interrumpir.
-Ha sido un pedido fácil – dijo Jev, sonriendo ligeramente.
-Estoy un poco ocupado por el momento, compañero – ladró el Nephil – Si no te importa.
-Resulta que sí me importa.

Jev cogió al Nephil por los hombros y lo lanzó contra el edificio. Colocó una mano en su garganta, quitándole el aire 

-Discúlpate – agregó, haciendo un gesto en mi dirección.

El Nephil luchó, su cara perdiendo color. Su boca se abrió y cerró como la de un pez, intentando buscar oxígeno.

-Dile lo mucho que lo sientes, o me aseguraré que no tengas nada qué decir durante mucho tiempo – con su mano libre, Jev sacó un cuchillo, listo para cortarle la lengua - ¿Qué vas a hacer?

Los ojos del Nephil quemaron con odio mientras nos miraba.

Lo siento, su voz se escuchó en mi mente.

-No ganará un Oscar, pero fue algo – dijo Jev – No fue tan difícil, ¿verdad?

Liberándose, el Nephil buscó aire y masajeó su garganta.

-¿Te conozco? Sé que eres un ángel caído, puedo sentir tu poder, lo que me hace pensar que debiste de tener un poder alto antes de caer, tal vez un arcángel. Pero, lo que quiero saber es si hemos cruzado caminos antes.
-Aún no – dijo Jev – Haré las instrucciones cortas.

Jev lanzó un puño en la garganta del Nephil, quién cayó de rodillas y quedó inconsciente.

Jev se volteó hacia mí, esperaba que me reclamara por no haberme quedado en el callejón como acordamos, pero simplemente quitó un pedazo de tierra de mi mejilla y abotonó los dos botones superiores de mi blusa.

-¿Estás bien? – preguntó silenciosamente.

Asentí, pero sentí lágrimas en la parte de atrás de mi garganta.

-Salgamos de aquí – dijo.

Por una vez, no protesté. 

5 comentarios:

  1. ay porque tienen que interrumpirlos!!!

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  2. Me encanta que peter la proteja tan fervientemente!!! Más!! Quiero beso!!

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  3. buenisimoooo me ENCANTA esta nove es buenisima y quiero.maas porfaaa !! y.una cosa mas AMO el Peter protector!!

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  4. pase por ficsdeca. y vi que tenias este blog y me encanto, ahora me toca desatrasarme de todas las fic que haz adaptado...

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