martes, 3 de abril de 2012

Dejando Paradise: Veintiocho

Lali

Tenía todo lo que quería y lo tuve que arruinar. Peter me amaba, todo lo que tenía que hacer era demostrarle mis cicatrices para probarle lo mucho que confiaba en él y amaba. Pero no pude. Algo me estaba regresando detrás de mi pared protectora.

Le dije a mi madre que estaba muy enferma como para ir al colegio hoy día, así que estoy recostada en la cama. El vestido que la señora Julia me compró, está en mi ropero, un recuerdo cruel del momento más romántico de toda mi vida. Gané el amor de Peter y lo perdí ahí mismo.

Cuando él me regresó a casa y nos dividimos, me dio una pequeña sonrisa y me dijo que siempre habíamos sido amigos y lo continuaríamos siendo. Eso es lo más importante, ¿verdad? Entonces, ¿por qué he estado llorando toda la mañana?

Llamé a la casa de la señora Julia para saber cómo ha estado después de la noche anterior. Pero, Carlos contesta el teléfono.

- ¿Aló? – dice, su voz temblando
- Hola, soy Lali…Mariana. ¿Está la señora Julia? – Carlos no dice nada por un largo rato y empiezo a sentir un nudo en la garganta
- Mi madre falleció esta mañana, Lali
- No – susurro, al tiempo que siento que mi vida se destruye a pedazos – no puede ser cierto. Estuvimos juntas. Ayer por la noche estuvo bailando y riendo y –
- Ella estaba agradecida de tenerte en su vida – me dice – te quiso como si fueses su nieta. Y, más que eso, te amó como una amiga
- ¿Dónde está? ¿Estuvo sola cuando falleció?
- La acaban de llevarla en una ambulancia. Falleció mientras dormía, sin dolor. Su corazón estaba mal desde hace años, Lali. Era cuestión de tiempo

Lágrimas recorren mis mejillas mientras recuerdo los momentos que pasamos juntas en los últimos meses. Ella me enseñó tanto sobre la vida.

- Las flores…ella nunca vio las flores salir de la tierra – digo
- Mamá amaba las flores, ¿verdad?

No sé qué más decirle. La señora Julia podría tener muchos años, pero ella todavía tenía planes. Tenerme a mi madre y a mí en una cena en su casa, observar las flores florecer en el invierno. Comer las tortas de Irina.

- La voy a extrañar
- Sé que lo harás. Ella nunca quiso un funeral. Decía que eran excusas de las personas depresivas para hacer charlas innecesarias – sonrío apenas
- Eso suena a ella – ella acababa de acusarme de aquello ayer, lo que me recuerda… - un vestido. Ella compró un vestido
- ¿El azul que está en la silla de su habitación?
- Sí. Si va a ser enterrada…. – ni siquiera puedo soltar las palabras
- Me aseguraré de aquello. Escucha, si quieres venir para aquí y tomar algo de la casa antes que la venda, no hay problema
- No puede vender la casa – las flores, el mirador…todo por lo que ella se preocupó en los dos últimos meses ha sido para nada

A la tarde, mi madre me lleva hacia la casa de Julia por última vez. Ella está sosteniendo mi mano mientras Carlos nos saluda.

- Toma lo que quieras, Lali

En la lavandería, completamente limpio y doblado, está el vestido que usaba para trabajar. Lo cojo y lo choco contra mi pecho. Esa era la manera de Julia de protegerme, cubriendo mi ropa así no me ensuciaba.

- ¿Puedo llevarme esto? – pregunto. Carlos se sorprende
- Dije en serio que podías llevarte lo que quieras

Hay dos cosas más que quiero. Me dirijo hacia la cocina y abro los gabinetes hasta que lo encuentro. Es un pedazo de papel bastante antiguo con la receta de su galleta de chocolate favorita.

- ¿Algo más?
- Una cosa más

Mi madre y Carlos me siguen al ático. Me dirijo hacia uno de los muebles y lo abro. Sostengo un cuadro con una foto antigua.

- Esto es lo último - digo
- Es tuyo - dice Carlos

Observo la figura de las dos personas completamente enamoradas en su boda. Julia y Alberto. Que ambos descansen en paz.

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